Volvi¨® el silencio en el olvidado Hait¨ª
Tras 10 a?os del terremoto que azot¨® el pa¨ªs, hay muchas dudas sobre lo que pas¨® con los fondos destinados a una reconstrucci¨®n que continua pendiente
Pasaron dos semanas y volvi¨® el olvido sobre un pueblo catalogado por el presidente de EE UU como un "hoyo de mierda". A¨²n 10 a?os despu¨¦s de la tragedia del terremoto de Hait¨ª del 2010, miles de personas siguen alojadas en barracas. En Puerto Pr¨ªncipe, la gesti¨®n de los espacios habitados y habitables sigue sin estar normalizados por un gobierno completamente ausente.
Esta semana la inestabilidad y las protestas han detenido nuevamente al pa¨ªs. Recientemente, el periodista Jacobo Garc¨ªa hac¨ªa un crudo an¨¢lisis y nos recordaba las palabras de algunos expertos como Edmond Mullet (ONU) y de Ricardo Seitenfuns (OEA). ?Pero le importa realmente Hait¨ª a alguien? ?Le preocupa y ocupa a la ONU y a la OEA? La primera se encuentra sin capacidad ni voluntad para dar continuidad a un apoyo de desarrollo integral de largo aliento que se requiere. La segunda vive hace tiempo centrada en la agenda pol¨ªtica de su secretario general donde Hait¨ª no existe (al parecer comparte los dichos de Donald Trump).
El caos en la construcci¨®n de algunos barrios lleg¨® a colorearse, como Jalousie en Petion Ville, en vez de regularse para hacer de las viviendas espacios dignos con servicios adecuados. Es cierto, quedaron m¨¢s bonitos, pero no dignos. Se ven folcl¨®ricos, pero muchas de esas casas contin¨²an en condiciones inhumanas. ?Importar¨¢ esto a quienes hoy llegan y colaboran all¨ª?
El terremoto dej¨® otra huella que reconfigur¨® las ciudades de Hait¨ª. Es el caso de lo sucedido con Cana¨¢n, Corail y Onavil, barrios de la periferia de Puerto Pr¨ªncipe, que surgieron tras el desastre que oblig¨® a un mill¨®n y medio de personas a desplazarse. Viven en ellos cientos de miles de personas que llegaron en medio de la emergencia y que hoy, 10 a?os despu¨¦s, no cuentan con agua, corriente el¨¦ctrica, caminos asfaltados, centros de salud, ni colegios para todos los ni?os que ahora nacen all¨¢. Los nuevos espacios sin servicios ni seguridad son donde el Estado est¨¢ ausente y las pandillas han instalado ya su violento gobierno.
Mucho se est¨¢ leyendo estos d¨ªas sobre la situaci¨®n de Hait¨ª. Muchas cr¨ªticas a un gobierno incapaz, muchas dudas sobre la eficacia de la ayuda de las organizaciones internacionales, organismos de las Naciones Unidas y de los gobiernos amigos que en 10 a?os no han sido capaces de lograr los resultados que debieran haberse dado con los millones y millones de d¨®lares invertidos en la reconstrucci¨®n. ?Por qu¨¦?
Hait¨ª hered¨® una enorme deuda por haber sido la primera rep¨²blica independiente del colonialismo europeo, una deuda que ha marcado el curso de su historia. El precio del reconocimiento diplom¨¢tico la independencia signific¨® una indemnizaci¨®n de 150 millones de francos (17.000 millones de euros a nuestros d¨ªas) y un arancel del 50% de reducci¨®n a las importaciones francesas. Una deuda que se termin¨® de pagar luego de 122 a?os, en 1947.
Desde entonces, Hait¨ª ha sufrido ocupaciones de EE UU, golpes de Estado, una dictadura de m¨¢s de 30 a?os, acuerdos comerciales internacionales que beneficiaban la eliminaci¨®n de las reservas de los pa¨ªses de origen y acab¨® con su sector productivo, pol¨ªticos corruptos... En Hait¨ª han ocurrido y ocurren, adem¨¢s de las naturales, un sinf¨ªn de cat¨¢strofes provocadas por la mano humana, no solo interna sino tambi¨¦n externa. Hoy en Hait¨ª se disimula una pol¨ªtica injerencista a trav¨¦s de la ayuda internacional que fomenta su dependencia y que no cumple con su compromiso de desarrollo, autodeterminaci¨®n y justicia.
Es conocido de forma general que cuando se trata de las inversiones en ayuda humanitaria es el mismo pa¨ªs que concede los apoyos. Adem¨¢s, que una parte importante de las ayudas se quedan en las mara?as administrativas, no llegando nunca a la isla. Otros gobiernos u organizaciones, m¨¢s hip¨®critas, nunca colaboraron en lo que prometieron y luego usaron pretextos baratos para deshacer lo prometido. A veces de forma escandalosa se publica una noticia respecto a ello que en breve se esfuma como un fuego artificial.
?C¨®mo confiar en los instrumentos de los organismos internacionales que son capaces de conceder validez a unas elecciones presidenciales que unas semanas m¨¢s tarde se declaran nulas por fraude? Incluso con la llegada de observadores oficiales de cada rinc¨®n del planeta. Todo esto es muy dudoso y sucedi¨® en Hait¨ª hace cinco a?os, pero ahora sucede en otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina con colores pol¨ªticos diversos (como Nicaragua y Honduras).
Lo que pasa en Hait¨ª es responsabilidad no solo de los propios haitianos. Es tan flagrante el hecho de la dependencia en la que el resto de pa¨ªses les hemos sumido, que la responsabilidad es tambi¨¦n de todos y cada uno de nosotros. Y en nosotros est¨¢ cambiar el rumbo de esta pobreza, miseria y vulnerabilidad que sufre la mayor parte de la poblaci¨®n de Hait¨ª, sobre todo de sus ni?os y adolescentes que en justicia merecen un desarrollo pleno, ausente de violencia y miseria. Esto requiere la urgencia de un compromiso a largo plazo, de una proximidad con el pueblo haitiano permanente, de una co-construcci¨®n paciente y transparente y de una profunda preocupaci¨®n por la dignidad de las personas que lo habitan, sin humillarnos ni denostarlos m¨¢s.
Benito Baranda es director de Am¨¦rica Solidaria y Olga Regueira es directora ejecutiva de Am¨¦rica Solidaria Hait¨ª
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