?Conseguirá el Foro Urbano Mundial situar a las personas en el centro del debate?
La innovación para la co-creación de ciudades más justas es el 'leitmotiv' en la actual conferencia mundial que se está celebrando en Abu Dabi
“La plaga de la humanidad es el miedo y el rechazo de la diversidad”, Thomas Szasz
De Estados Unidos a Brasil, de Hungría a Polonia, el auge del populismo xenófobo parece haber resurgido con fuerza en el panorama político internacional buscando ocupar un lugar en las instituciones. Las tensiones provocadas por estas posiciones políticas cristalizan de forma especialmente feroz en las ciudades, donde históricamente se han amalgamado identidades, grupos, culturas y comunidades diversas. Ante esta tendencia global, que la nueva edición del Foro Urbano Mundial (FUM) haya escogido como leitmotiv la cultura y la innovación resulta alentador, a la vez que paradójico.
El encuentro proclama la importancia de la diversidad cultural como palanca de inclusión, de participación y como bien social a preservar
Alentador porque el encuentro proclama la importancia de la diversidad cultural como palanca de inclusión, de participación y como bien social a preservar. Y porque entiende que la innovación no solo es fruto de avances científicos y tecnológicos, sino que emana de la concentración de personas, ideas y patrimonios diversos. Pero, al mismo tiempo, la elección de tema del FUM resulta paradójica porque el encuentro tiene lugar en un país, los Emiratos ?rabes Unidos, donde lo "diverso" —las mujeres, los migrantes, los partidos políticos o la divergencia de opiniones— no encuentra fácil acomodo en un contexto político autoritario.
La cita mundial es la décima convocatoria auspiciada por Naciones Unidas dirigida a encontrar soluciones a los principales retos ligados a la rápida urbanización que sufre el planeta. Después de pasar por Nairobi, Barcelona, Vancouver, Nanjing o Rio de Janeiro, por citar apenas algunos ejemplos, el foro reunirá actores tan diversos como organizaciones multilaterales, representantes de diferentes esferas de gobierno, redes de ciudades, expertos o sociedad civil.
Para algunos de estos actores, como ciertas redes de ciudades o plataformas de la sociedad civil que llevan décadas defendiendo la importancia de la cultura, la presente edición del FUM representa un reconocimiento a su labor de incidencia política. Si una idea subyace en el foco propuesto por el FUM 10 de Abu Dabi es que la cultura constituye el cuarto pilar de la sostenibilidad —junto con el social, económico y ambiental— y un eje clave para alcanzar una urbanización más justa, inclusiva y democrática.
La voz de estos actores se hizo oír de forma especialmente significativa en el marco del proceso de negociación de la Agenda 2030, que estableció los aclamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esta agenda propone una hoja de ruta enfocada hacia las personas y el planeta. Pero también es funcional al paradigma pro-crecimiento vigente, como múltiples expertos y ecologistas se han apresurado a afirmar. La finitud del planeta y de los recursos naturales nos obliga a superar los marcos económicos y de productividad vigentes y nos recuerda que el equilibrio entre el capitalismo y la sostenibilidad no es fácil de tejer.
El mismo reto presenta vincular la cultura con el desarrollo sostenible o la innovación. El arte y la(s) cultura(s) urbana(s) se han convertido en un nuevo nicho para el mercado e incluso en una nueva orientación del desarrollo urbano. Se ha entronizado al conjunto de profesionales dedicados a la innovación y la cultura en sentido amplio (profesionales de la ciencia aplicada, la ingeniería, la alta tecnología, el dise?o o la gestión del conocimiento), considerados como catalizadores del crecimiento económico de las ciudades.
Y las urbes que desean atraer este talento internacional para dinamizar la economía urbana y proyectarse como entornos de conocimiento, innovación y creatividad, son conscientes que deben presentar buenas dosis de tolerancia y de apertura cultural —aunque estas estén dirigidas selectivamente a la "clase creativa" y no presenten la misma voluntad de acogida respecto a otros grupos, como los migrantes, por ejemplo.
Frente a la deshumanización impuesta por la tecno-utopía, es clave promover ciudades libres de discriminación, que trabajen por la igualdad de género, por una diversidad étnica, racial y social, y promuevan la participación política de toda la ciudadanía
Este enfoque, que ha situado la cultura y la innovación dentro de un marco de desarrollo y crecimiento, se ha erigido en una de las principales referencias de múltiples urbanistas, planificadores y políticos a nivel mundial. Y ha orientado el modelo urbano hacia la creación de nuevos enclaves artísticos y tecnológicos, al tiempo que ha provocado la gentrificación y bohemización de determinados barrios que han pasado a ofrecer un estilo de vida afín a los gustos y capacidad económica de la "clase creativa". Vincular cultura con desarrollo e innovación presenta oportunidades económicas, pero corre también el riesgo de primar la acumulación del capital simbólico y cognitivo para rentabilizarlo en el ámbito urbano en el marco de estrategias de higienización y mercantilización de la ciudad.
Frente a esta tendencia, la alternativa pasa por conectar la cultura con el reconocimiento de la diversidad, la calidad de vida y la igualdad de oportunidades. Frente a la deshumanización impuesta por la tecno-utopía, es clave promover ciudades libres de discriminación, que trabajen por la igualdad de género, por una diversidad étnica, racial y social, y promuevan la participación política de toda la ciudadanía.
Aun con importantes desafíos por superar, múltiples ciudades de todo el mundo están trabajando en esta dirección, poniendo el foco en varios tipos de políticas dirigidas a ampliar los derechos urbanos a partir del reconocimiento de la diferencia. Desde políticas que priorizan promover la igualdad y la no-discriminación, abundantes en ciudades de Estados Unidos como Eugene o San Francisco; a agendas centradas en la promoción de la justicia territorial y la democratización del espacio público, como en Ciudad de México; pasando por políticas de cohesión social y acogida a los migrantes en Ammán o políticas de integración y promoción de la diversidad en Viena. Estos casos apenas ilustran algunos de los caminos que se pueden recorrer desde las ciudades para situar la cultura al servicio de la solidaridad y la convivencia.
El FUM de Abu Dabhi tiene ante sí el desafío de orientar los debates y las propuestas hacia una renovada agenda humana donde la cultura y la innovación sean palancas para la inclusión y la co-creación de ciudades más justas. Solo con la participación activa y en igualdad de condiciones de los diferentes actores del territorio urbano, la Agenda 2030 podrá desplegar todo el potencial que ofrece para que "nadie se quede atrás". Y solo así podrá también funcionar como antídoto al auge del racismo, la xenofobia y la intolerancia.
Eva García-Chueca es investigadora sénior del CIDOB.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás a?adir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.