?Por qu¨¦ es tan dif¨ªcil enamorar a los 'sapio' y 'demisexuales'?
Las etiquetas tienden a condicionar cada vez m¨¢s las modalidades de la atracci¨®n sexual
Hay personas generosas que, si pudieran hacer realidad un deseo, pedir¨ªan la paz en el mundo. En el polo opuesto est¨¢n los ego¨ªstas que se mueren por ser multimillonarios. Los amantes de Narciso dar¨ªan lo que fuera por tener en sus manos el elixir de la eterna juventud. Y luego est¨¢n los m¨¢s osados, intr¨¦pidos personajes que, en busca del imposible m¨¢s elevado en el reino del sexo, exigir¨ªan el secreto de la atracci¨®n sexual, un hechizo de amor que sedujera a cualquiera. Aparte de audaces, son aut¨¦nticos so?adores.
Parece que la paz en el mundo podr¨ªa ser cuesti¨®n de voluntades, el Euromill¨®n s¨ª que toca (a unos pocos) y siempre hay alg¨²n cient¨ªfico dispuesto a poner precio a nuevos tarros de juventud de laboratorio. Pero conseguir atraer sexualmente a cualquiera es el desaf¨ªo m¨¢s dif¨ªcil para el genio de la l¨¢mpara porque cada persona tiene sus debilidades, personales, intransferibles, a veces innombrables¡ hasta que se les pone etiqueta. Entonces pasan a ser una moda.
Sobre esta tendencia, la sex¨®loga y autora del libro Inteligencia sexual, Mar¨ªa Esclapez, hace un an¨¢lisis cristalino: "Si la sexualidad es ¨²nica, cada persona tendr¨¢ una definici¨®n de lo que les atrae sexualmente". Vamos, que para cada roto hay un descosido. S¨ª, el amplio espectro de la sexualidad se le queda estrecho al mundo de los hashtags y las etiquetas, que cada vez filtra nuestros anhelos sexuales con m¨¢s detalle, hasta que da con la clasificaci¨®n exacta de nuestros deseos o, al menos, lo parece. Hay innumerables etiquetas, pero solo tres clasificaciones que nunca fallan: te puede poner el f¨ªsico, el mundo emocional o el intelectual (ojo, no son categor¨ªas necesariamente excluyentes). Y ni eso acaba estando claro, incluso esas tienen casos dignos de estudio.
Sapiosexuales: conquistar con el 'Ulises', la novela
Que "leer es sexi" es m¨¢s que un eslogan. Seg¨²n un estudio de la universidad de Western Ontario (Canad¨¢), para el que 383 personas rellenaron un cuestionario sobre las cualidades que m¨¢s les atra¨ªan de sus parejas, la inteligencia est¨¢ entre las mejor valoradas, por detr¨¢s de la amabilidad y la comprensi¨®n. El trabajo, que vio la luz hace poco m¨¢s de dos a?os en la revista Intelligence, pone de manifiesto que todos somos un poco sapiosexuales, un t¨¦rmino que pone ¨¦nfasis en la atracci¨®n intelectual.
Puedes reconocer a los sapiosexuales por la "fascinaci¨®n y admiraci¨®n que demuestran por la otra persona", porque lo intelectual es lo m¨¢s importante en el terreno de la atracci¨®n sexual, seg¨²n explica la sex¨®loga Iris Mart¨ªnez. Existe una inteligencia sexual, que consiste en saber preparar el terreno y crear un contexto ¨²nico para el goce amatorio, pero esta etiqueta no va de eso. Si te seducen desentra?ando los pormenores del Ulises, de James Joyce, de manera que, por fin, entiendes de qu¨¦ trata (algo que ni el propio Joyce parece que sab¨ªa explicar), puedes considerarte una sapiosexual de manual.
Si no tienes claro si deber¨ªas incluirte en este grupo, Internet tiene soluciones para todas tus dudas, incluso existen pruebas que te indican si lo eres o no. Si la respuesta es positiva, quiz¨¢ m¨¢s lo inteligente sea recurrir a las apps de citas para ligar con otros amantes de la inteligencia como Sapio ¨C Intelligent Dating, en la que la foto del perfil importa menos que lo que respondas a 100 preguntas dise?adas para filtrar exhaustivamente los intereses de cada persona... no sea que acabes pasando la noche con alguien que no consigui¨® terminar el Ulises.
Demisexuales: la atracci¨®n de la emoci¨®n
Una discoteca, ambiente excitante, una noche memorable con una persona nueva, interesante, que te lo ha hecho pasar mejor que hac¨ªa meses. Hay algo m¨¢s caliente que unas risas y buena diversi¨®n. ?Qu¨¦ haces? Si tienes claro que la pista de baile no es tu lugar preferido para mover el esqueleto en ese momento, no te apuntes a la lista de los demisexuales.
Este tipo de atracci¨®n se resume en la necesidad imperiosa de compartir una conexi¨®n emocional previa a una relaci¨®n sexual. La qu¨ªmica puede darse en distintas formas: te has liado con tu mejor amigo o has tenido un rato de conexi¨®n durante una cita, algo que no te sucede con cualquiera... pero siempre es de una profundidad importante. No hay sexo sin un v¨ªnculo emocional fuerte. En cierto sentido, la demisexualidad puede considerarse una orientaci¨®n sexual en un punto intermedio entre la asexualidad, que se caracteriza por el desinter¨¦s absoluto por el sexo, y cualquiera de las orientaciones sexuales. Es decir, que pesa m¨¢s la carga emocional que el hecho de que la otra persona sea heterosexual, homosexual, bisexual o asexual.
Mart¨ªnez opina que en la demisexualidad "influye la sensaci¨®n de que la persona con la que tienes una confianza mayor o has tenido otros encuentros sexuales te conoce mejor y por lo tanto tienes menos reparo en comunicarte sexualmente". Pero la sex¨®loga no cree que no sentir el deseo de la misma manera que los dem¨¢s se deba solo a las emociones, sino que tambi¨¦n tiene que ver con comportamientos aprendidos. "Tiene un factor cultural muy importante, ya que la sociedad pone mucho ¨¦nfasis en decirnos (cada vez m¨¢s tanto a hombres como a mujeres) que es importante que la primera persona con la que tengamos relaciones sexuales sea de confianza".
Mar¨ªa Esclapez aporta un importante matiz. Quien piense que este tipo de atracci¨®n sexual es propia de las mujeres es que ha ca¨ªdo en la trampa de los estereotipos, probablemente de todos los que el amor rom¨¢ntico ha dejado en nuestra cultura. "Hay hombres que tambi¨¦n sienten de esta forma, o mujeres que no lo hacen". Y es que sentir con cabeza o coraz¨®n no tiene nada que ver con la identidad sexual de cada uno.
?Y t¨² que eres, rubi o morenosexual?
La atracci¨®n sexual no solo se divide en mente y cuerpo. Es m¨¢s, el magnetismo que produce el f¨ªsico es indudable en la gran mayor¨ªa de las personas. Aqu¨ª no hay mucho que explicar, pero es que hasta en este tipo de atracci¨®n han surgido todo tipo de etiquetas. Hace a?os el canon de belleza masculino pas¨® a ser el del metrosexual, cuando dejamos atr¨¢s al macho ib¨¦rico al m¨¢s puro estilo Alfredo Landa para idolatrar al hombre que cuida su est¨¦tica, con m¨¢ximos exponentes como David Beckham. Desde entonces, la cosa se ha sofisticado hasta tal punto que la precisi¨®n llega a ser rocambolesca: se habla incluso de los lumbersexuales, que sienten atracci¨®n sexual por personas vestidas como le?adores, generalmente hombres. La camisa de cuadros, la barba, las gafas de pasta y el gorro de lana no son opcionales.
Esclapez llama a la reflexi¨®n, y no porque sea malo centrarnos en el exterior (de hecho, lo extra?o ser¨ªa ignorar las se?ales que el cuerpo nos env¨ªa, sobre las que no tenemos ning¨²n control). Lo que sucede es que "al final caemos en la man¨ªa de poner nombre a todo y hacernos un l¨ªo". Si bien la experta expone que es l¨®gica la necesidad de sentirse incluido en un grupo, por lo que la moda de las etiquetas tiene un sentido psicol¨®gico y l¨®gico, tambi¨¦n apunta que es casi imposible poner etiquetas a todo. "Habr¨¢ personas a las que les guste una caracter¨ªstica f¨ªsica determinada, por ejemplo, que sus amantes tengan el pelo rubio o moreno". Pero parece poco pr¨¢ctico etiquetarnos en rubisexuales o morenosexuales. ?Te perder¨ªas una noche con Scarlett Johansson o Brad Pitt porque lo que m¨¢s te atrae sean las mujeres morenas de los cuadros de Julio Romero de Torres?
Que nos demos cuenta de que generalmente, las personas que nos atraen tienen ciertas caracter¨ªsticas o gustos comunes no quiere decir que siempre cumplamos o debamos cumplir con este patr¨®n. "Al final no eliges de qui¨¦n te enamoras, eliges hac¨ªa qui¨¦n pones tu foco de inter¨¦s, o qu¨¦ personas decides seguir conociendo o no", insiste Esclapez.
Iris Mart¨ªnez subraya que "podemos tener una preferencia, pero normalmente no tenemos un patr¨®n cerrado. El deseo y la atracci¨®n son cambiantes, igual que cambian nuestras necesidades vitales y cambian los c¨¢nones de belleza. Que alguien no cumpla con tu patr¨®n no quiere decir que no tenga caracter¨ªsticas que puedan atraerte, al final somos m¨¢s flexibles de lo que parece". Bien pensado, las sex¨®logas no defienden nada m¨¢s que lo que se resume en una etiqueta tan antigua como los anuncios por palabras: "Abierto al amor y a lo que surja".
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