Homenaje a ATTAC
La Tasa Tobin naci¨® para echar un poco de arena en el engranaje de la especulaci¨®n
Dos d¨¦cadas largas predicando en el desierto, calificados sus componentes de antisistema y en el extrarradio acad¨¦mico y profesional, orillados de los circuitos de la ortodoxia, marginados de buena parte de los servicios de estudio, desembocan ahora en el Consejo de Ministros de Espa?a con un proyecto de ley para gravar la compraventa de acciones. Una variante de la ¡°tasa Tobin¡± que los miles de miembros de la Asociaci¨®n para una Tasa Tobin de Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) de todo el mundo llevan reivindicando desde el a?o 1998, cuando se constituy¨® la organizaci¨®n en Francia y se extendi¨® a otros muchos pa¨ªses, entre ellos Espa?a. Los adjetivos de ¡°ut¨®picos¡± han pasado a mejor vida.
La Tasa Tobin, un impuesto para gravar las transacciones financieras en los mercados de cambio a fin de estabilizarlos y obtener recursos para la comunidad internacional, lleva casi una d¨¦cada tratando de salir adelante, con diversos matices, en la Uni¨®n Europea. El enorme poder de los lobbys instalados en Bruselas lo ha impedido. Hace dos a?os, 10 pa¨ªses europeos retomaron el proyecto y lo llevan m¨¢s o menos avanzado: Alemania, Francia, B¨¦lgica, Italia, Espa?a, Portugal, Grecia, Austria, Eslovaquia y Eslovenia. Ahora es nuestro pa¨ªs el que ha reivindicado en el Consejo de Ministros dos nuevos impuestos (¡°la fiscalidad del siglo XXI¡±): la ¡°Tasa Google¡± y la Tasa Tobin. Con ambos se pretende obtener unos ingresos de alrededor de 1850 millones de euros. La segunda gravar¨¢ el 0,2% de la compraventa de acciones de empresas espa?olas con un valor burs¨¢til de m¨¢s de 1.000 millones de euros (alrededor de 60 empresas) y recaudar¨¢ 850 millones de euros al a?o.
James Tobin es un Premio Nobel de Econom¨ªa que hace casi 40 a?os propuso una tasa sobre los beneficios logrados en las transacciones al contado de los mercados de cambio. Entonces, Tobin pensaba en una tasa entre el 0,01% y el 0,025% del capital movido, y trataba de dar respuesta a los problemas de aquella ¨¦poca: convulsiones petroleras, ca¨ªdas del d¨®lar, inestabilidad monetaria despu¨¦s del hundimiento de las reglas de juego de Bretton Woods de la inmediata postguerra, especulaci¨®n intensa sobre el oro, tipos de inter¨¦s flotantes, etc¨¦tera.
Tobin pretend¨ªa, seg¨²n sus propias palabras ¡°echar un poco de arena en el engranaje bien aceitado de la especulaci¨®n financiera¡± y se inspir¨® en su maestro Keynes, que en la Teor¨ªa general (1936), escribi¨®: ¡°A medida que se perfecciona la organizaci¨®n de los mercados de inversi¨®n aumenta el riesgo de dominio de la especulaci¨®n; los especuladores [Keynes era uno de ellos] no son peligrosos sin duda en tanto que burbujas en una corriente regular de actividad de la empresa. Pero la situaci¨®n se hace grave si la empresa se convierte en una burbuja en el torbellino de la especulaci¨®n¡±.
La l¨®gica de Tobin se basaba en que la expansi¨®n del comercio monetario va acompa?ada, por lo general, de una mayor volatilidad de los tipos de cambio de lo que los fundamentos de la econom¨ªa pueden hacer suponer. Imponiendo un gravamen que afectase al comercio a corto plazo se reducir¨ªa la volatilidad, limitando al mismo tiempo las actividades de los especuladores.
A medida que m¨¢s economistas y colectivos se apropiaron de la Tasa Tobin, su finalidad fue cambiando de sentido: para combatir la pobreza, el cambio clim¨¢tico, el d¨¦ficit de las pensiones, o entrar en el conjunto de los ingresos impositivos de un pa¨ªs, etc¨¦tera. A finales de los noventa, en una entrevista en Le Monde, un octogenario James Tobin dec¨ªa que quienes deseen efectuar un n¨²mero apreciable de operaciones de cambio todos los d¨ªas, o todas las semanas, deber¨ªan abonar el impuesto muchas veces: ¡°Por consiguiente, la mera existencia de ese impuesto los disuadir¨¢¡±. Era preciso introducir una tasa uniforme en la mayor parte de los pa¨ªses.
Parad¨®jicamente, ni en esa ni en otras declaraciones Tobin expres¨® demasiadas simpat¨ªas por el movimiento altermundista que es quien, definitivamente, est¨¢ logrando que la tasa de su nombre deje de ser una teor¨ªa extrema y entre en la normalidad cotidiana.
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