Esos erizos eran demasiado baratos
Los t¨¦cnicos del Instituto del Mar del Per¨² han ordenado cerrar todas las ¨¢reas de explotaci¨®n del erizo en San Juan de Marcona, un lujo de la despensa mar¨ªtima del pa¨ªs, porque su precio es muy bajo
El mal de los erizos de Marcona no est¨¢ en la calidad de sus g¨®nadas ni en la productividad de los caladeros tradicionales, ni siquiera en el exceso de capturas o el riesgo para la supervivencia de la especie. Los t¨¦cnicos del Instituto del Mar del Per¨² (Imarpe) han ordenado cerrar todas las ¨¢reas de explotaci¨®n del erizo en San Juan de Marcona ¡ªunas 2000 hect¨¢reas al sur de la localidad, repartidas en 17 ¨¢reas de trabajo y 1500 hect¨¢reas al norte¡ª porque el precio es muy bajo. Dicen que son demasiado baratos; piensan que la prohibici¨®n de la pesca no va a afectar demasiado a la vida de los pescadores. Tanto, que ha recomendado prohibirla y acabar con cuatro a?os de recolecci¨®n controlada y sostenible del que algunos tenemos como el producto m¨¢s destacado que ofrece la despensa del mar en Per¨². Si el erizo peruano es un lujo, el de Marcona es su estrella m¨¢s brillante. Cuando llega el invierno austral es una pieza m¨¢gica. El caparaz¨®n encierra un tesoro dif¨ªcilmente comparable, en forma de lenguas grandes, grasas y carnosas de un inmaculado color naranja. He visto piezas que pesaban m¨¢s de 200 gramos. Lo veo como el foie-gras del mar, por la textura que ofrece, y los aficionados a la cocina que lo buscan en restaurantes y cevicher¨ªas viven con ¨¦l una intensa relaci¨®n de amor.
Son considerablemente m¨¢s grandes y carnosos que los erizos que he podido encontrar en aguas de Chile y que los de la costa norte del Per¨² y el sur de Ecuador. No s¨¦ si son las circunstancias que definen las formas de vida en sus aguas, la calidad de las algas o los peque?os invertebrados que sirven de alimento al erizo, la temperatura del agua o la fuerza con que bate el mar, pero los erizos que crecen en las praderas marinas que rodean Marcona tienen algo que marca diferencias. Lo sab¨ªa la Comunidad Pesquera Artesanal de Marcona cuando impuls¨® la veda total implantada en 2011 y se encarg¨® de controlar su cumplimiento. Volvi¨® a la actividad en 2016, al abrirse un periodo de cinco a?os, llamado de ¡®explotaci¨®n exploratoria¡¯, que permit¨ªa la pesca controlada y responsable. El erizo complementa los ingresos de alrededor de 700 familias, dedicadas tradicionalmente a la recolecci¨®n de algas.
Los t¨¦cnicos del Imarpe nunca llegaron a cumplir con sus compromisos: certificar la biomasa disponible, fijar existencias de captura, establecer planes de manejo y definir periodos de veda. Sus datos certificaban la reducci¨®n de capturas en los meses de verano, coincidiendo con la fase de reproducci¨®n, y el aumento en julio y agosto, cuando el invierno manda en el hemisferio austral y la calidad del erizo es mayor. En estos a?os, nunca se plante¨® una veda que protegiera la reproducci¨®n de la especie, como sucede en aguas chilenas, donde la pesca, transporte y venta del erizo se proh¨ªbe durante tres meses completos. De un lado de la frontera tiene noventa d¨ªas de protecci¨®n, del otro lado ni uno. Los pescadores reclaman periodos de descanso por zonas, que se ajusten al estado de cada ¨¢rea de producci¨®n, en lugar de vedas generales.
El Informe de Monitoreo del Imarpe llega a tres conclusiones que soportan el cierre de los calderos: la disminuci¨®n del tama?o de las g¨®nadas, ¡®las condiciones de mal tiempo en las zonas de explotaci¨®n¡¯ y ¡®los bajos precios de compra del recurso¡¯ (literal). De ser cierto, el primero se hubiera resuelto aplicando vedas como las de Chile, o marcando cuotas para las capturas. Imposible mantener la talla sin dejarlo crecer. El segundo tiene aire peregrino y el tercero queda desmentido por la realidad. Las l¨ªneas de distribuci¨®n a restaurantes manejadas por la Comunidad Pesquera Artesanal han conseguido que los precios pasen de 0,30 c¨¦ntimos a 2,5 soles por pieza.
El Ministerio de Producci¨®n carga sobre el mercado ¡ªproductores, restaurantes y consumidores¡ª las consecuencias de su inoperancia. Los pescadores, que se encargaron de controlar el cumplimiento de la veda implantada en 2011, pusieron los medios para hacerla posible y asumieron los costes que implicaba la tarea de vigilancia, aseguran que la productividad de las zonas de pesca no ha dejado de crecer en los ¨²ltimos a?os.
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