La evasi¨®n de nuestras jaulas
Asombra que en tiempos tan tr¨¢gicos hubiera gente con buen humor, dispuesta a no dejarse desmoralizar¡ a todas horas
Durante mis a?os universitarios trat¨¦ bastante a los marxistas-leninistas de entonces, si es que no fui yo uno de ellos un rato (muy heterodoxo, eso s¨ª). Es incre¨ªble lo mucho que los actuales podemitas los imitan, como si vivieran anclados en los setenta y no se hubieran desenmascarado el r¨¦gimen aplastante de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el dictatorial de Cuba. Entre las muchas cosas detestadas por aquellos compa?eros m¨ªos de facultad, ocupaba un lugar prominente la ¡°evasi¨®n¡±. Similares a los curas cerriles, ve¨ªan con muy malos ojos las ficciones ¡ªa no ser que transmitieran un ¡°mensaje aleccionador¡± o una ¡°denuncia que concienciara a los alienados¡±¡ª, porque nos ¡°evad¨ªan¡± de la injusta realidad. Tambi¨¦n el f¨²tbol, los toros, el rock y la m¨²sica en general, y no paren de enumerar. Se parec¨ªan bastante a los talibanes afganos, que proh¨ªben todo eso y m¨¢s, y adem¨¢s destruyen todas las obras de arte que encuentran a su vand¨¢lico paso.
En estos d¨ªas de temor y confinamiento, me pregunto qu¨¦ ser¨ªa de la mayor¨ªa sin la anatematizada ¡°evasi¨®n¡±. He dejado de ver y leer noticias sobre el coronavirus, m¨¢s all¨¢ de los titulares indispensables, aplic¨¢ndome lo que recomend¨¦ hace ya tiempo al hablar del bombardeo de desdichas que, con la globalizaci¨®n, nos cae encima sin respiro. En alg¨²n rinc¨®n del mundo siempre hay una calamidad o una matanza, y, a diferencia de nuestros antepasados (incluso de los recientes), nos enteramos de todas y vivimos en permanente angustia. As¨ª que suelo decirme, ante cada una de ellas: a) ?esto me concierne de veras?; y b) ?puedo hacer algo al respecto para remediarlo? Si las respuestas son negativas, intento no echarme encima cargas en las que me es imposible intervenir. El Covid-19 me concierne, como al resto de la humanidad. Pero nada puedo hacer m¨¢s all¨¢ de cuidarme y cuidar y ayudar a los dem¨¢s siguiendo las instrucciones de la OMS y otras autoridades sanitarias. No le veo sentido ¡ªpara mi equilibrio ps¨ªquico de tigre enjaulado¡ª a someterme a un mon¨®tono aluvi¨®n de informaci¨®n y de opiniones hist¨¦ricas abrumador que sin embargo me condena a estar cruzado de brazos a la espera de que la situaci¨®n mejore o empeore (ojal¨¢ lo primero, y pronto), independientemente de mi voluntad y de mi atenci¨®n.
El confinamiento me pill¨® fuera de Madrid, as¨ª que por ah¨ª ando, por suerte en compa?¨ªa de Carme, mi mujer. Tambi¨¦n por suerte, estoy con una nueva novela, que, por circunstancias que no vienen al caso, dud¨¦ que pudiera terminar alguna vez. A¨²n lo dudo mucho, claro, pero es que ninguna otra la hab¨ªa escrito en condiciones tan adversas ni con tantos obst¨¢culos. Inveros¨ªmilmente, cuenta ya 380 p¨¢ginas, y dado que las dos anteriores tuvieron 558 y 576 respectivamente, todav¨ªa me resta mucha tarea por delante si alcanzara similar extensi¨®n. Eso deseo hoy, y conf¨ªo en no alargarla innecesariamente por culpa del largo encierro. Porque ahora me dar¨ªa pavor concluirla. Al menos hay unas pocas horas de la jornada en que me sumerjo en 1997 y en otra ciudad, me encuentro con personajes (unos nuevos, otros viejos conocidos), consigo abstraerme con lo que no existe, enga?ar a mi imaginaci¨®n, sentirme en voluntaria deuda con una ¡°tarea¡± que intento hacer bien, aunque acaso me est¨¦ saliendo fatal. Esto ¨²ltimo no me importa gran cosa en estos momentos. Si es p¨¦sima, qu¨¦ se le va a hacer: es mi peque?a tabla de salvaci¨®n. Tambi¨¦n me acechan temores m¨¢s prosaicos: dado que escribo a m¨¢quina, ?cu¨¢nto me durar¨¢n las cintas de las que dispongo aqu¨ª? ?Cu¨¢nto el papel?
A la noche busco otra denostada ¡°evasi¨®n¡±. Si uno escribe, lee menos que si no. M¨²sica y cine, pues: el que me ofrece la ¨²nica plataforma de mi refugio. El d¨ªa m¨¢s largo, de 1962, a¨²n se ve estupendamente, y nos sirvi¨® para recordar los tiempos en que Europa estuvo mucho m¨¢s hundida que ahora, y que se sali¨®, aunque con bajas y sufrimiento infinitos. Unos pocos DVD me han permitido ¡°evadirme¡± con tres antiqu¨ªsimas comedias de Mitchell Leisen, que no ten¨ªa el talento de Lubitsch pero tampoco carec¨ªa de ¨¦l. Pel¨ªculas simp¨¢ticas y divertidas, sin pretensiones y optimistas. Lo admirable es que Una chica afortunada (Easy Living) es de 1937; Medianoche (Midnight), de 1939; y Ella y su secretario (Take a Letter, Darling), de 1942. En el 37 Hitler ya ejerc¨ªa su monstruoso poder; en el 39 estall¨® la Segunda Guerra Mundial; en el 42 ya estaba el mundo entero inmerso en ella. Asombra que en tiempos tan sombr¨ªos y tr¨¢gicos hubiera gente con buen humor, dispuesta a no dejarse desmoralizar¡ a todas horas. El gui¨®n de una de esas comedias es de Preston Sturges, director de Los viajes de Sullivan (1941), que cuenta la historia de un cineasta ¡°concienciado¡± y ¡°realista¡± que, tras una serie de peripecias, y tras dar con sus huesos en un terrible penal, descubre cu¨¢nto bien hace a los desesperados presos una pel¨ªcula que les arranca carcajadas pese a su m¨ªsera situaci¨®n, de la que se olvidan ef¨ªmeramente¡ hasta la siguiente proyecci¨®n. Y se da cuenta de cu¨¢n est¨²pido, engre¨ªdo y ego¨ªsta fue al despreciar esos g¨¦neros ¡°menores¡±, y de lo fundamental y beneficiosa que resulta, precisamente, la mal vista y bendita ¡°evasi¨®n¡±.
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