Bolsonaro se a¨ªsla del resto del mundo obsesionado por su peligroso mesianismo
El enemigo que acecha al mundo es demasiado fuerte para que se pueda jugar con ¨¦l con simplistas c¨¢lculos de pol¨ªtica menor
Entre los trastornos psiqui¨¢tricos descritos por un grupo de psicoanalistas a Folha de S. Paulo que aquejar¨ªan al presidente brasile?o, Jair Bolsonaro, figura su mesianismo de querer resolver el drama del coronavirus de forma milagrosa. De esta forma se distancia del consenso mundial de la ciencia que asegura que no a¨²n existe ninguna evidencia m¨¦dica de la cura, m¨¢s all¨¢ de una posible vacuna.
Ese mesianismo del l¨ªder brasile?o y su falso dilema de que habr¨ªa que escoger entre que la gente muera de hambre si se la a¨ªsla o del nuevo virus puede llevar a un fatal equ¨ªvoco.
De ese modo el presidente a¨ªsla a Brasil del resto del mundo, donde a¨²n no se ha encontrado una? mejor forma de evitar las muertes por el virus que el aislamiento social. Se est¨¢n aconsejando Gobiernos de unidad nacional para hacer mejor frente a la tragedia. El enemigo que acecha al mundo es demasiado fuerte para que se pueda jugar con ¨¦l con simplistas c¨¢lculos de pol¨ªtica menor. Es el momento de que el mundo est¨¦ en manos de todas las fuerzas mejor preparadas para hacer frente al peligro juntos, sin distinciones ideol¨®gicas.
Es ya sabido que todos los mesianismos, usados y abusados por los l¨ªderes populistas de todas las tendencias pol¨ªticas, son peligrosos porque el ser humano es proclive a creer en recetas milagrosas. Es as¨ª que los brasile?os pueden acabar arrastrados por el espejismo del presidente desobedeciendo a las autoridades locales a relajar el aislamiento, como ya se ha visto en S?o Paulo y en otras localidades, con consecuencias que pueden resultar fatales.
A lo largo de la historia los falsos profetas han sido los mayores asesinos y embaucadores de la gente sencilla y menos escolarizada. Jugar en un pa¨ªs como Brasil con una fuerte carga religiosa, con recetas ofrecidas por los pastores al presidente al que consideran ungido por Dios para acabar con la peste es volver al oscurantismo de la Edad Media como ya record¨¦ en otra columna. Se pretende, como entonces, sustituir a la ciencia y a la medicina por recetas de cu?o mesi¨¢nico.
Insistir como hace Bolsonaro en esa vuelta a los tiempos tristes donde la religi¨®n se apoderaba de la ciencia y la medicina significa hoy aislar a Brasil del resto del mundo donde es la ciencia la que se est¨¢ juntando para dar a la enfermedad mortal una respuesta segura.
Hoy queda claro que nada ni nadie ser¨¢ capaz de dar marcha atr¨¢s al presidente brasile?o de su mesianismo. Se equivocan as¨ª los altos militares de su Gobierno si creen que basta que ellos le retoquen los discursos en cadena de radio y TV.
Hemos visto c¨®mo esa falsa conversi¨®n le dura al presidente menos de 24 horas y enseguida se sintoniza con el llamado "Gabinete del odio", presidido por ¨¦l y sus hijos y multiplicado por las redes sociales dominadas por su peque?o grupo de sus seguidores m¨¢s fan¨¢ticos.
De ah¨ª la responsabilidad de los militares presentes en el Gobierno que deber¨ªan entender a este punto que ni ellos son ya capaces de hacer cambiar la ¨ªndole psicol¨®gica del excapit¨¢n Bolsonaro, ni frenar sus arrebatos autoritarios.
?No es una paradoja que en la esperanza de que Brasil pueda seguir siendo una democracia sin amenazas continuas de golpes autoritarios est¨¦ hoy en manos de los militares?
Que la democracia conquistada en Brasil con dolor y l¨¢grimas despu¨¦s de la dictadura militar se vea hoy amenazada por la personalidad totalitaria del presidente ya no es un secreto. Como tampoco lo es que el presidente siga defendiendo y exaltando la dictadura y la tortura, algo que lo mejor del Ej¨¦rcito, sobre todo los m¨¢s j¨®venes, hoy rechazan y desean olvidar, como ha sabido esta columna de testigos de los cuarteles.
Esos ¨ªmpetus absolutistas del presidente solo podr¨ªan ser hoy paralizados por los importantes militares que siguen en su Gobierno y que se equivocar¨ªan si piensan que ellos son capaces de frenarlo. Ellos deber¨ªan ya entender que, en realidad, el presidente ya no gobierna.
Se dijo cuando los militares decidieron entrar en un Gobierno salido de las urnas que era una forma de demostrar que ellos respetar¨ªan la democracia y la Constituci¨®n.
Por ello la esperanza de que Bolsonaro renuncie a un poder que ¨¦l ya no consigue ejercer no pasa tanto por la larga y compleja liturgia del impeachment o en formas jur¨ªdicas de dimisi¨®n forzada sino m¨¢s bien en la esperanza que los militares sean capaces de convencerle a retirarse por el bien de la naci¨®n.
Los militares brasile?os han dado prueba despu¨¦s de la dictadura de haber abrazado los valores de la democracia y aceptado la Constituci¨®n. Y as¨ª lo ha entendido la opini¨®n p¨²blica que en todos los sondeos considera al Ej¨¦rcito como una de las instituciones no solo democr¨¢ticas sino entre las m¨¢s valoradas.
Son horas dif¨ªciles y peligrosas para un pa¨ªs de la importancia de Brasil en el ajedrez mundial y, aunque pueda parecer una paradoja en un pa¨ªs sudamericano, hoy la resoluci¨®n de la crisis de Gobierno que sufre el pa¨ªs y que amenaza con volver a los tiempos oscuros del autoritarismo, recaiga en manos de los militares.
Ser¨ªa tr¨¢gico si hoy la opini¨®n p¨²blica brasile?a perdiera tambi¨¦n su confianza en dicha instituci¨®n si se demostrase incapaz de frenar los arrebatos autoritarios del excapit¨¢n retirado y que hab¨ªa sido ya muy joven expulsado del Ej¨¦rcito. Y que hoy amenaza hasta a los generales de su Gobierno record¨¢ndole que ahora el presidente es ¨¦l. Y solo ¨¦l.
Brasil vive uno de esos momentos hist¨®ricos en los que un error de c¨¢lculo puede arrastrar al pa¨ªs a una aventura de la que un d¨ªa tenga que arrepentirse.
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