Agoreros por doquier
No veo la necesidad de angustiar a la ciudadan¨ªa con lo venidero mientras est¨¢ a¨²n luchando por salir del peligro cierto
Ustedes no, pero yo hoy estoy a 5 de abril y nos acaban de anunciar la prolongaci¨®n del confinamiento hasta fin de mes como m¨ªnimo. Es decir, todav¨ªa estamos en fase expansiva del coronavirus y la gente sigue atemorizada y consternada. Como si esto no bastara, observo una fuerte tendencia, por parte de articulistas, editorialistas, analistas y entrevistados (desde luego en este diario, pero no es el ¨²nico, por no hablar de las televisiones dedicadas sistem¨¢ticamente a mortificar), a adelantarnos los males peores que nos aguardan una vez haya remitido o desaparecido la infecci¨®n y se haya reestablecido la ¡°normalidad¡±. Esto no es nada, nos amonestan, comparado con lo que vendr¨¢ despu¨¦s. La cuesti¨®n, seg¨²n parece, es no dar respiro y acogotar.
Hay dos tipos de cenizos o agoreros: los retrospectivos y los futurizos. Los primeros son autoflagelantes como nazarenos de anta?o, y niegan que el origen o propagaci¨®n de la enfermedad est¨¦ en unas lonjas chinas en las que los manjares llamados murci¨¦lagos, pangolines y puercoespines se hacinan o hacinaban, a¨²n vivos, salvajes y mezclados, en espantosas condiciones higi¨¦nicas y sin el menor control sanitario. No, afirman (y se desgarran las vestiduras), todo se debe a nuestra mala cabeza, a la vida insensata, a lo mucho que hemos viajado por inercia o presunci¨®n (alguno de estos opinadores lleva a?os relat¨¢ndonos sus incontables viajes transcontinentales), a que hemos acosado y ahuyentado de su h¨¢bitat a esos mismos animales con los que algunos chinos se hacen sopas y guisos, y sin duda a los dem¨¢s¡ Pero abundan m¨¢s los futurizos que se las dan de ¡°l¨²cidos¡±, quiz¨¢ embriagados por las mil distop¨ªas con que novelistas y guionistas nos hast¨ªan desde hace un decenio. Uno nos dice que la cat¨¢strofe econ¨®mica posterior a la pandemia ser¨¢ como el crack de 1929, con suerte: m¨¢s vale estar enterados y prepararse para las legiones de parados, la ruina de empresas y bancos, las colas de racionamiento y la sobreexplotaci¨®n. Otro ve en la presencia de polic¨ªas y militares en las calles un avance de la tiran¨ªa que nos espera, y que haya habido alg¨²n abuso o desmesura por parte de agentes o soldados sueltos es el preludio de la sociedad dictatorial que tal vez se instaurar¨¢. Por ahora, que sepamos, esas fuerzas est¨¢n sobre todo ayudando, desinfectando, arriesgando sus vidas y, a lo sumo, interceptando y multando a los ego¨ªstas e irresponsables. Otro dictamina que somos son¨¢mbulos hacia el futuro, esto es, caminamos dormidos y estamos a punto de caernos por el balc¨®n sin darnos cuenta. Otro m¨¢s recurre ¡ªqu¨¦ original¡ª a la imagen de los garrotazos de Goya, dos hombres que se hunden a cada minuto en el fango y aun as¨ª no dejan de apalearse. Otro m¨¢s pronostica que los animales, libres del yugo humano, nos invadir¨¢n poco a poco, y que el musgo devorar¨¢ nuestras calles y carreteras. Es decir, todo se convertir¨¢ en una jungla (la ley del m¨¢s fuerte y dem¨¢s) y seremos nosotros los expulsados. Un entrevistado alerta de las reacciones de tipo fascista que inevitablemente se producir¨¢n, por supuesto entre los dirigentes (aqu¨ª s¨ª, ya tenemos el ejemplo de Orb¨¢n en Hungr¨ªa, al que contin¨²a arropando nuestro PP), pero tambi¨¦n entre la poblaci¨®n. Y otro vaticina m¨¢s epidemias, en fin¡ La manera de dar las noticias contribuye asimismo a la negrura: un locutor imb¨¦cil de TVE nos suelta: ¡°Hoy el coronavirus se ha cebado con los ni?os¡±. Gritos de p¨¢nico en los hogares, vuelcos al coraz¨®n de padres y madres, s¨®lo nos faltaba que caigan los cr¨ªos¡ El desarrollo del titular explica, despu¨¦s, que ha muerto un menor en B¨¦lgica, otro en el Reino Unido y un tercero en Luxemburgo o Montenegro, no s¨¦. Tres en toda Europa. ?Eso es ¡°cebarse¡±? No, pero el terror ya ha aumentado y todo el mundo se queda acongojado. Y as¨ª hasta la n¨¢usea.
Es posible que todos los agoreros lleven raz¨®n, no lo niego. Es posible que las calamidades se multipliquen y que a?oremos los d¨ªas en que ¡°s¨®lo¡± nos amenazaba el Covid-19, cu¨¢n felices aquellos tiempos. Lo que no veo es la necesidad de angustiar a la ciudadan¨ªa con lo venidero mientras est¨¢ a¨²n luchando por salir del peligro cierto y presente. ?Ser¨ªa demasiado pedir que cada cosa en su momento, si es que en efecto nos castigan m¨¢s plagas? Nadie soporta muchos frentes abiertos, que se lo digan a la Wehrmacht hostigada por este y oeste, norte y sur. Curiosamente, ninguno de estos cenizos menciona un riesgo sibilino y ya presente: contamos en nuestro Gobierno con un Vicepresidente autoritario y al que la democracia estorba (se asemeja bastante a Orb¨¢n), taimado, y adulador cuando le conviene. Ahora adula al Presidente, mientras le siega la hierba bajo los pies. (Recomiendo releer cada poco el soliloquio inicial de Ricardo III de ?Shakespeare, para recordar, y quiz¨¢ reconocer.) Ese Vicepresidente va adquiriendo una influencia injustificada, pues su partido s¨®lo tiene 35 esca?os tras su ¨²ltimo retroceso electoral. No s¨¦ c¨®mo funcionan estas cosas, pero en caso de baja o enfermedad del Presidente y de la primera Vicepresidenta (¨¦sta ya las ha sufrido), ?acaso le tocar¨ªa a ese pol¨ªtico autoritario, y con escasa representaci¨®n parlamentaria y menguado apoyo popular, encargarse de la gobernaci¨®n del pa¨ªs? P¨¢lpense el cuerpo y los bolsillos, por favor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.