Regenerando el Himalaya
En el peque?o reino de But¨¢n, tradici¨®n y tecnolog¨ªa se dan la mano para crear un modelo agrario para el futuro
Cuando todo haya pasado, muchas excepciones ser¨¢n norma. Si antes nos pregunt¨¢bamos ?podr¨ªa hacerlo online?, ahora diremos ?por qu¨¦ no hacerlo online? En este contexto, el confinamiento provocado por la covid-19 se presenta como una oportunidad estupenda para reflexionar sobre los desaf¨ªos que afrontaremos en otros campos.
En lo referente al medio ambiente, espec¨ªficamente, creo que no debemos esperar la salvaci¨®n de ning¨²n man¨¢ tecnol¨®gico enviado desde el futuro. Una eficiente aplicaci¨®n de la tecnolog¨ªa disponible ya permite implementar modelos de negocio que van m¨¢s all¨¢ del respeto a la naturaleza, enriqueci¨¦ndola y regener¨¢ndola. Abramos los ojos: existen ya empresas cuya cuenta de resultados est¨¢ alineada con la sostenibilidad de nuestro porvenir. Detect¨¦moslas y repliqu¨¦moslas. ?D¨®nde est¨¢n? Una de ellas se encuentra en But¨¢n, donde he trabajado los ¨²ltimos tres a?os desarrollando sus operaciones, y esto es lo que he visto.
Mountain Hazelnuts es una empresa que opera sobre el siguiente paradigma: relacionarse de manera sostenible con el medio ambiente no implica sacrificar los beneficios leg¨ªtimos de una explotaci¨®n agr¨ªcola. La compa?¨ªa lleg¨® a But¨¢n con el objetivo de introducir por primera vez y a gran escala en esas latitudes un cultivo mediterr¨¢neo tan complejo como rentable: el avellano.
El proyecto se incub¨® con una sencilla idea: ?por qu¨¦ no, en lugar de adquirir grandes extensiones de tierra, eliminar superficie forestal y subcontratar servicios, colaboramos de manera directa con los miles de monasterios y agricultores esparcidos por el Himalaya? Y tocaron puertas. El Gobierno de But¨¢n comprendi¨® al instante que los objetivos estaban en l¨ªnea con la pol¨ªtica socioecon¨®mica del pa¨ªs, y hoy en d¨ªa, diez a?os despu¨¦s de mucho trabajo, la empresa trabaja de manera directa con m¨¢s de ocho mil agricultores y monasterios en todo el territorio del Himalaya.
Introducir una nueva especie es bastante m¨¢s complicado de lo que parece. No solo es necesario un conocimiento exhaustivo del cultivo por parte del asesor, sino la voluntad y el valor de aprender por parte de los productores. Quiz¨¢s fuera de ayuda para la mutua comprensi¨®n el hecho de que But¨¢n sea uno de los pocos pa¨ªses del mundo que ha sustituido como ¨ªndice medidor de su riqueza el PIB por la FNB (Felicidad Nacional Bruta). Es solo una hip¨®tesis.
El proceso es un milagro log¨ªstico digno de atenci¨®n. Una vez que el cultivo tisular del avellano es multiplicado en China, se traslada a But¨¢n. All¨ª la empresa monitoriza su desarrollo en viveros hasta que son lo suficientemente robustos para transportarlos y entregarlos a los agricultores, quienes los plantar¨¢n en tierras residuales. Es aqu¨ª donde la agricultura tradicional y la tecnolog¨ªa se dan la mano. En monasterios como el de Ani Kizang, una monja budista de Samdencholing, utilizan el ganado para quitar las malas hierbas y para abonar sus avellanos org¨¢nicamente, sin recurrir a fertilizantes qu¨ªmicos da?inos que degradan el suelo y su micro diversidad. Kizang usa una sencilla aplicaci¨®n m¨®vil para introducir la cantidad y frecuencia del ganado utilizado. En escasos segundos y a trav¨¦s el an¨¢lisis de datos le permite su monasterio adaptar el proceso de producci¨®n a las peculiaridades de la parcela.
Cada septiembre, los avellaneros llevan su producto a los puntos de recolecci¨®n establecidos a lo largo de la cordillera, donde la empresa compra las cosechas a un precio pactado anualmente con el Gobierno. Despu¨¦s se procesa y empaqueta la avellana export¨¢ndola, gracias a un sistema log¨ªstico inteligente, a los mercados internacionales. Lo que antes eran tierras residuales son ahora fuentes estables de ingresos que le permitir¨¢n al agricultor comprar un ordenador port¨¢til, mandar a sus hijos a la universidad o asegurarse una pensi¨®n.
?Por qu¨¦ necesariamente en tierras residuales? Las plantaciones no pueden sustituir los cultivos tradicionales destinados al autoconsumo o disminuir el intocable 70% de superficie forestal que But¨¢n conserva por mandato constitucional. Esa es la raz¨®n por la que se plantan en tierras abandonadas o degradadas. As¨ª se evita exponer al peque?o agricultor a la volatilidad del mercado y de paso se preserva el patrimonio medioambiental del pa¨ªs.
En la provincia de Mongar, encontramos a Ngawang Choden, una agricultora que hasta hace seis a?os cultivaba solo arroz y espinacas para su propio consumo. Ahora cuenta con 1.300 ¨¢rboles en tierra antes inutilizada cuyas avellanas alcanzar¨¢n los mercados asi¨¢ticos y europeos. Nadie pensar¨ªa, vi¨¦ndola encorvada sobre la pantalla, que Ngawang est¨¦ trabajando en este instante. Mira el m¨®vil, la tierra, refunfu?a, y vuelta al m¨®vil. La aplicaci¨®n incorpora las discrepancias con los agricultores si estas responden a determinados patrones. Cada d¨ªa funciona con mayor exactitud.
Mountain Hazelnuts es solo un ejemplo de los muchos que existen. Cuando todo haya pasado multitud de sectores seguir¨¢n esperando ser transformados. ?Seremos capaces de introducir m¨¢s modelos menos extractivos y m¨¢s regenerativos con el medio ambiente? Depende de nosotros: consumidores, productores, distribuidores; exclusivamente de nosotros. Ojal¨¢ seamos capaces de generar sistemas productivos que no hipotequen nuestro futuro.
Antonio Garc¨ªa-Elorz ha trabajado como gerente de Operaciones Estrat¨¦gicas en Mountain Hazelnuts.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.