?Por qu¨¦ debemos hablar de riesgo y no solo de vulnerabilidad?
Vivimos en sociedades de riesgo, muchos de ellos sist¨¦micos y globales, por lo que m¨¢s vale que nos vayamos acostumbrando a incorporar esa realidad a nuestro pensamiento y nuestra acci¨®n
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Ahora que est¨¢n de moda las distop¨ªas les propongo una. Imaginen ustedes que, tras diversas mutaciones, un virus se especializa en infectar a personas con un patrimonio de m¨¢s de 100 millones de euros. Se desconocen todav¨ªa los mecanismos por los cuales el virus selecciona y discrimina a ese colectivo. Algunos equipos de investigaci¨®n sugieren que puede ser la cantidad de oro o la ropa de moda que llevan encima. Otros apuntan al grado de tirantez de la piel en la cara o la cantidad de antioxidantes en su flujo sangu¨ªneo. Un grupo en Suiza cree que puede ser el grado de inclinaci¨®n hacia arriba del ment¨®n y la punta de la nariz o la direcci¨®n de la mirada al cielo. En fin, nadie sabe con certeza las causas, pero no hay duda de que las personas ricas son especialmente vulnerables a la infecci¨®n provocada por ese virus. Una verdadera amenaza se cierne sobre ellas. Vaya faena. Tras esta constataci¨®n algunos medios de comunicaci¨®n publican titulares solidarios: Ana Patricia, Amancio, Lionel y Florentino necesitan nuestro apoyo. Esta es una guerra que hay que ganar¡
Sin embargo, al cabo de unos d¨ªas no parece que las consecuencias del grado de afectaci¨®n en este colectivo vulnerable sean muy graves. El Estado ha ofrecido y movilizado los servicios de la Sanidad P¨²blica pero no consta que est¨¦n siendo muy usados. Por el contrario, parece que se observa un importante crecimiento de poblaci¨®n en Puerto Ban¨²s e Is Molas Resort e, incluso, en Gstaad y en destinos muy remotos; la Cl¨ªnica Mayo ha abierto UCI Suites especiales; se han producido enormes donaciones, por supuesto solidarias, por parte de los muy, muy ricos tratando de rebajar su patrimonio para despistar al virus¡ Y al parecer se han puesto en marcha diversas estrategias y capacidades muy creativas para enfrentar esta amenaza. Se ha reducido su exposici¨®n al virus huyendo a lugares id¨ªlicos, los posibles afectados han podido dedicar cuantiosos medios para protegerse o mitigar la amenaza y, en definitiva, no consta que haya p¨¦rdidas importantes. Incluso el empleo ligado a los cuidados especializados ha aumentado. Afortunadamente, el riesgo de que la infecci¨®n progrese se ha reducido, y los esfuerzos iniciales para preparar una vacuna se han paralizado, pues parece demostrado que con los medios de los que se dispone por parte de estos grupos tan vulnerables es suficiente para contener el avance de la enfermedad. ?Para qu¨¦ pensar en el ma?ana?
?Les parece una astracanada? Nada m¨¢s lejos de la realidad. Cuando un determinado colectivo sufre una amenaza y puede poner en marcha recursos, medios, capacidades, para enfrentarla, la posibilidad de que esa amenaza se convierta en un riesgo descontrolado, en una epidemia o, m¨¢s en general, en un desastre, se reduce e incluso desaparece. Y pronto se olvida. Por tanto, no es la gravedad de la amenaza lo que puede desembocar en la pandemia o el desastre, sino el c¨®mo esta interacciona con comunidades o grupos sociales. Los ejemplos son evidentes. Un sismo de categor¨ªa 7 en la escala de Richter destruye Hait¨ª, pero produce muchos menos da?os en Jap¨®n. El desastre no es, por tanto, culpa solo del terremoto.
No es solo, tampoco, la vulnerabilidad la que define la ecuaci¨®n sino el equilibrio o desequilibrio que tenga con las capacidades y fortalezas. Todo grupo social puede tener muchas vulnerabilidades, pero tambi¨¦n capacidades para enfrentarlas. Esta l¨®gica, que es la esencia de la reducci¨®n del riesgo de desastres (RRD) contenida en numerosos instrumentos internacionales como el Marco de Acci¨®n de Sendai, surge del an¨¢lisis de miles de situaciones que ha sufrido y sufre la humanidad. Y nos indica que la vulnerabilidad frente a una amenaza, por si sola, no nos dice mucho sobre la gravedad o posible gravedad de las situaciones. El elemento fundamental para entender una determinada situaci¨®n es el riesgo, en la medida en que engloba tanto a la amenaza (en este caso el virus) como a su interacci¨®n con personas y grupos con vulnerabilidades, pero tambi¨¦n capacidades que movilizar frente a ella.
Referirse a grupos vulnerables puede ser en ocasiones lo m¨¢s conveniente, pero referirse al riesgo, a grupos en riesgo de afectaci¨®n u otras f¨®rmulas, da m¨¢s informaci¨®n sobre la realidad
En las definiciones convencionales de las Naciones Unidas, el riesgo es la "posibilidad de que se produzcan muertes, lesiones o destrucci¨®n y da?os en bienes en un sistema, una sociedad o una comunidad en un per¨ªodo de tiempo concreto, determinados de forma probabil¨ªstica como una funci¨®n de la amenaza, la exposici¨®n, la vulnerabilidad y la capacidad". Es, por tanto, un concepto mucho m¨¢s ¨²til y poderoso que el de vulnerabilidad para referirse a situaciones, como las que estamos viviendo, en las que lo relevante no es solo la condici¨®n de partida de ciertos grupos (su mayor o menor vulnerabilidad o capacidad), sino el c¨®mo esta condici¨®n puede desembocar en riesgos cuando se expone a la amenaza del virus. En un art¨ªculo anterior he analizado y criticado el abuso de la vulnerabilidad como concepto englobador que sustituya a otros m¨¢s precisos.
Por supuesto que en muchas situaciones referirse a grupos vulnerables puede ser lo m¨¢s conveniente, pero insistimos en que referirse al riesgo, a grupos en riesgo de afectaci¨®n u otras f¨®rmulas, da mucha m¨¢s informaci¨®n sobre la realidad. Ahora que ya estamos expuestos a la amenaza que supone el coronavirus hablar de vulnerabilidad es, stricto sensu, anacr¨®nico. Ahora estamos en riesgo. El virus ya est¨¢ aqu¨ª. El riesgo es algo que se ha ido construyendo socialmente y en la situaci¨®n que vivimos hoy, la pandemia ha ido desnudando problemas preexistentes en materia de mala gesti¨®n de riesgos y de preparaci¨®n, predicci¨®n y prevenci¨®n ante ellos. Los desastres, y la situaci¨®n actual lo es, como ejemplos de riesgos mal gestionados, representan la cristalizaci¨®n de procesos sociales, hist¨®ricos, materiales y simb¨®licos. Son el producto de relaciones humanas establecidas con la naturaleza y sus fen¨®menos, o bien de relaciones entre sociedades e incluso entre sectores de una misma sociedad. Y de capacidades superadas por la magnitud de la amenaza. Simplificar las cosas hablando solo del virus (la amenaza), o de los grupos vulnerables (la situaci¨®n de partida en t¨¦rminos de debilidad), es solo referirse a partes de la ecuaci¨®n. Focalizarse en el riesgo es hablar del resultado de la misma. Y como en el futbol, seg¨²n algunos, el resultado es lo importante. Por eso proponemos centrarnos en ¨¦l.
Lamentablemente, en nuestro pa¨ªs, al creer mayoritariamente que no ¨¦ramos proclives a amenazas de gran envergadura, o pensar que nuestros sistemas de respuesta eran los mejores, no existe una incorporaci¨®n de estas cuestiones a nuestra cultura ni a nuestro entramado institucional. Y as¨ª nos va. Pero, como dec¨ªa el fallecido soci¨®logo Ulrich Beck y muestran numerosos informes, vivimos en sociedades de riesgo, muchos de ellos sist¨¦micos y globales, por lo que m¨¢s vale que nos vayamos acostumbrando a incorporar esa realidad a nuestro pensamiento y nuestra acci¨®n. Y cuanto antes lo hagamos, mejor.
Francisco Rey Marcos es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH).
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