Virilidad de escaparate: por qu¨¦ algunos hombres se niegan a usar mascarilla
S¨ª, hay personas que se ven rid¨ªculas con el complemento m¨¢s habitual en estos tiempos
Si hay un objeto que representa la resistencia a la expansi¨®n del coronavirus (por visible, el distanciamiento f¨ªsico es intangible), ese es la mascarilla. El consejo sobre su uso es contundente: si todas las personas las usan, ser¨¢ m¨¢s sencillo evitar el contagio en la comunidad, lo que tambi¨¦n la convierte en un icono de la solidaridad. Pero no todo el mundo sigue la indicaci¨®n. Por ejemplo, ?alguien ha visto a Donald Trump con una mascarilla? No, el presidente de Estados Unidos ha llegado a visitar una f¨¢brica de mascarillas y no hacer uso de ellas. Tiene un par de motivos.
El primero es que le hace parecer rid¨ªculo. El segundo, que da una imagen negativa de su persona. Al menos, seg¨²n lo que fuentes cercanas a Trump han declarado a la agencia de noticias Associated Press. Ser¨¢ el fondo de la cuesti¨®n es que un representante p¨²blico de su poder est¨¢ obligado a dar la imagen de que est¨¢ fuera de todo peligro, pensar¨¢ el lector bienintencionado. Pero vale la pena contemplar otras posibilidades, si se atiende a las conclusiones de un estudio de dos investigadores de la Universidad de Middlesex en Londres, en Reino Unido, y del Instituto de Investigaci¨®n en Ciencias Matem¨¢ticas de Berkeley, en Estados Unidos.
Seg¨²n el trabajo, la negativa a usar mascarilla se reproduce en hombres, m¨¢s que en mujeres, y pertenecientes a todos los estratos sociales. El motivo es que "asocian su uso a emociones negativas como la debilidad", seg¨²n asegura el investigador de la Universidad Lawrence (Estados Unidos) Peter Glick en un art¨ªculo publicado recientemente en la revista Scientific American. El investigador apunta que es una forma proteger su imagen p¨²blica de machos a expensas de las recomendaciones de los expertos. Pero, ?c¨®mo puede un complemento como este cercenar la virilidad de un hombre?
Competitividad t¨®xica, masculinidad mal entendida
El caso de Trump puede ser interpretado como un ejemplo claro de lo que denominan "el principio de no mostrar debilidad", la primera de las cuatro bases de la cultura de la competitividad masculina, seg¨²n las investigaciones de Glick y su compa?era Jennifer Berdahl, e implica no admitir dudas o errores y suprimir las emociones tiernas o vulnerables. Las otras tres normas son la de la "fuerza y resistencia", que premia a los m¨¢s fuertes y con mayor aguante ante cualquier situaci¨®n que se les presente; la de "priorizar el trabajo", en la que nada se puede poner por encima de un empleo porque ser¨ªa demostrar falta de compromiso; y "la ley del m¨¢s fuerte", que apela a la competencia despiadada en la que los ganadores son m¨¢s masculinos que los perdedores.
Todo esto forma parte de una masculinidad mal interpretada, o t¨®xica, que a nivel psicol¨®gico se explica a trav¨¦s de tres factores, indica la psic¨®loga sanitaria del Center Psicolog¨ªa Cl¨ªnica Rosa Portero. El primero es el hormonal: "Distintos estudios han demostrado que la testosterona (una hormona asociada a la masculinidad) te hace m¨¢s tolerante al riesgo y disminuye esa sensaci¨®n de miedo, mientras que los estr¨®genos (asociada a la feminidad) intensifican el instinto protector de las mujeres, lo que explicar¨ªa que nosotras tomemos m¨¢s precauciones ante el virus". Los otros dos factores, el social y el educacional, van unidos. "Hist¨®ricamente se ha presentado al hombre como una figura m¨¢s fuerte y a la mujer se le ha atribuido lo contrario. Algo que no corresponde a la realidad pero que hace que muchos hombres se sientan m¨¢s dispuestos a enfrentarse a peligros", a?ade la psic¨®loga.
Quienes creen en esta idea t¨®xica de la masculinidad piensan que lo que se necesita para actuar como un verdadero hombre y demostrar virilidad es una combinaci¨®n de una actitud agresiva, el hecho de estar dispuestos a tomar riesgos innecesarios e injustificados, echar horas de m¨¢s en los trabajos, ser un competidor feroz y amedrentar a los dem¨¢s, sobre todo cuando supongan una amenaza para la masculinidad. ?Te suena? Pues es algo que, seg¨²n el estudio de Glick y Berdahl, solo puede tener consecuencias negativas. Las conclusiones de la investigaci¨®n revelan que los entornos en los que prevalece esta cultura son hostiles, desalentadores, sexistas e intimidatorios, entre otras cosas. Al contrario, en una masculinidad bien concebida no existe el miedo a demostrar debilidad o sufrimiento, a expresar emociones m¨¢s all¨¢ de la rabia ni la necesidad de ser dominante.
Las inseguridades que esconde un buen traje
Cuando la sensaci¨®n de poder se pierde en el contexto de la cultura de la competitividad masculina, "aparecen las formas de compensarlo para contrarrestar esa frustraci¨®n y falta de virilidad", aclara la experta. Podr¨ªa ser el caso de Trump y el uso de las mascarillas, pero este complemento no es el ¨²nico con el que los hombres tapan las verg¨¹enzas de sus debilidades. El vestuario es una clara carta de presentaci¨®n y se selecciona con el fin de "potenciar los rasgos positivos de la persona o disimular los negativos", explica Mario Zafra, sastre de la marca de moda masculina Yusty.
El sastre explica que a los hombres menos musculosos "se les a?aden hombreras en las chaquetas para dar la sensaci¨®n de mayor espalda"; a los que tienen barriga, "se les recomienda el uso de tirantes para que el pantal¨®n no caiga por debajo de la barriga, poder disimularla y evitar que se les vean las piernas cortas"; con los bajitos "se evitan los pantalones cortos tipo 'capri' porque les hacen verse m¨¢s reducidos". Estas estrategias son notorias hasta en los zapatos, a los que se les a?aden alzas para dar mayor altura. En definitiva, existe una infinidad de peque?os trucos que para algunos marca la gran diferencia entre sentirse m¨¢s o menos masculinos.
Sin embargo, los detalles en un traje no son la ¨²nica m¨¢scara con la que se ocultan las inseguridades de cara al p¨²blico. Puede haber muchas otras cosas que se asocien a la masculinidad y "tienen que ver con cuestiones culturales, sociales y educacionales", indica la psic¨®loga. Un corte de pelo o un peinado pueden ser otra, indica Zafra, que pone como ejemplo "los hechos para tapar y ocultar las calvas". Tambi¨¦n los coches. Seg¨²n diversos estudios, la relaci¨®n entre los hombres y los autom¨®viles tiene mucho que ver con la sensaci¨®n de poder y control que les genera, algo que se puede ver reflejado tanto en la elecci¨®n del modelo como en el tipo de conducci¨®n. Pero ni una actitud m¨¢s agresiva, ni un traje, ni un peinado, ni el coche m¨¢s r¨¢pido o grande que exista, ni mucho menos dejar de ponerse una mascarilla ante una pandemia, hacen a un hombre. Y para acabar con esta percepci¨®n t¨®xica de la masculinidad solo hay un remedio: "Trabajar en las concepciones y creencias que tienen estas personas para que puedan dejarlas de lado", concluye la experta.
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