Un mafioso, un asesinato y el juicio del siglo: ?fue Lana Turner la primera ¡°mala madre¡± de Hollywood?
Fue bebedora obstinada, fumadora compulsiva y dem¨®crata convencida, pero la estrella que nos dej¨® hace 25 a?os pas¨® a la historia por tener una de las vidas personales m¨¢s turbulentas de Hollywood y protagonizar uno de sus casos m¨¢s c¨¦lebres de la cr¨®nica negra
Cuando Lana Turner (de nombre real Julia Jean Mildred Frances Turner, 1921) lleg¨®, con siete a?os, a San Francisco (procedente de Wallace, Idaho) rompi¨® a llorar al descubrir que el famoso Golden Gate no era en realidad un puente en oro macizo como ella esperaba sino una vulgar construcci¨®n de hierro y acero. La an¨¦cdota (recogida en el documental L¡¯Ind¨¦tr?nable, 2016, Jean-Fr¨¦d¨¦ric Thibault) representa fielmente a la que luego ser¨ªa la actriz m¨¢s glamurosa de todo Hollywood: ese entusiasmo fantasioso con una realidad que, m¨¢s pronto que tarde, acabar¨ªa decepcion¨¢ndola.
Turner se cas¨® ocho veces (dos con el mismo hombre). La actriz dijo en alguna ocasi¨®n: ¡°Mi meta era tener un marido y siete hijos, pero fue justo al rev¨¦s¡±
Desde luego fue as¨ª con los hombres con los que estuvo a lo largo de su tormentosa vida sentimental (Hedda Hopper, periodista de la ¨¦poca dec¨ªa que ¡°los hombres eran para ella como vestidos: estaban hechos para ponerse y quitarse¡±), pero tambi¨¦n con su visi¨®n del mundo laboral en el que se mov¨ªa. Era la ¨¦poca de los grandes estudios y ser una estrella de Hollywood en aquel momento traspasaba de largo la mera relaci¨®n laboral. La actriz los calific¨® de "contratos esclavistas" en m¨¢s de una ocasi¨®n.
La vida de las estrellas pertenec¨ªa a los estudios y estos ordenaban, hac¨ªan y deshac¨ªan en funci¨®n de lo que consideraran mejor para la taquilla. Desde desterrarles a Europa para evitar posibles romances (fue as¨ª en el caso de Tyrone Power, estrella de la Fox, de quien Lana Turner dijo que era el amor de su vida y al que mandaron a rodar a Europa para romper el intenso romance que manten¨ªan) hasta obligar a las actrices a abortar, tapar esc¨¢ndalos sexuales y/o preferencias directamente delictivas (paradigm¨¢tico es el caso de Errol Flynn, acusado, seg¨²n cuenta el magazine Slate, de violaci¨®n por dos adolescentes y cuyo caso fue resuelto desacreditando a las j¨®venes con rumores sobre abortos y relaciones con hombres casados) o enviar a los actores guiones inaceptables (Joan Fontaine contaba que ¡°si los estudios no ten¨ªan guion para ti, te enviaban uno que sab¨ªan que ibas a rechazar y que les permit¨ªa suspender la relaci¨®n laboral. Pod¨ªan mandarte el diccionario o el anuario. Eso les permit¨ªa no pagarte hasta que encontraran otra cosa¡±).
La primera aparici¨®n de Lana Turner fue en Ellos no olvidar¨¢n (Mervyn LeRoy -quien la bautiz¨® como Lana Turner-, 1937). Su intervenci¨®n fue fugaz pero le vali¨® el sobrenombre de ¡°sweater-girl¡± por lucir un su¨¦ter que se le ajustaba a la perfecci¨®n y que se convirti¨® en un aut¨¦ntico fen¨®meno. Las ventas de los su¨¦ters se dispararon y la Metro entendi¨® que era la perfecta sustituta de la prematuramente fallecida Jean Harlow (1911-1937) convirti¨¦ndola en imagen de cosm¨¦ticos.
Marcar tendencia fue una constante a lo largo de la carrera de Turner: su inolvidable aparici¨®n con aquel conjunto compuesto de crop top, shorts, turbante y zapatos blancos en El cartero siempre llama dos veces (Tay Garnett, 1946) es considerada una de las mejores entradas en escena de la historia del cine. En el ya citado documental L¡¯Ind¨¦tr?nable, Cheryl Crane (Los Angeles, 1943), la ¨²nica hija de la actriz, cuenta como a su madre el remake de?El cartero siempre llama dos veces perpetrado por Bob Rafelson treinta y cinco a?os despu¨¦s, no le hizo mucha gracia. No s¨®lo porque no era en blanco y negro, sobre todo le molest¨® aquella escena m¨ªtica en la que Nicholson y Lange hacen de la harina el mejor de los lubricantes. ¡°Pero, ?qu¨¦ han hecho sobre mi mesa de la cocina?¡± parece ser que dijo. ¡°Lo encontr¨® de un mal gusto atroz¡±, explica Cheryl.
Luego vendr¨ªan Los tres mosqueteros, La viuda alegre, Cautivos del mal, Vidas borrascosas y un buen pu?ado de melodramas sin los cuales es imposible entender el Hollywood de aquella ¨¦poca.
En paralelo a ese melodrama en la pantalla, la vida de Turner discurr¨ªa por caminos muy similares. Tanto que se ha conjeturado en alguna ocasi¨®n que parec¨ªa como si los guionistas se inspiraran en los vaivenes de la actriz para construir las tramas de sus filmes. Sea o no cierto, lo que no se puede dudar es que la vida de Turner podr¨ªa haber inspirado decenas de pel¨ªculas (se dice que?Septiembre, de Woody Allen, bebe de uno de los episodios m¨¢s truculentos de la vida de la actriz: el asesinato de uno de sus amantes a manos de su propia hija).
Cuando Turner ten¨ªa 9 a?os, su padre, minero y jugador, muri¨® asesinado tras una noche de timba sumiendo a la la familia en una profunda crisis financiera. Tras dejar atr¨¢s su sue?o de ser monja e instalarse con su madre en Los Angeles, Turner fue r¨¢pidamente descubierta para el cine. Cuando la joven se vio en la pantalla, en Ellos no olvidar¨¢n, dijo: ¡°Nunca me hab¨ªa visto a m¨ª misma caminando antes. Fue la primera vez que fui consciente de mi cuerpo¡±. Y no fue la ¨²nica. Turner se convirti¨® en el sex symbol de la ¨¦poca. Codiciada por todos, ten¨ªa donde elegir, aunque su casting dej¨® siempre bastante que desear. Obviando su lista de amantes (y aqu¨ª la rumorolog¨ªa es fabulosa, desde Frank Sinatra que dijo que nunca hab¨ªa estado con alguien tan "carnal" hasta Spencer Tracy pasando por Clark Gable, Errol Flynn, Victor Mature, Howard Hughes o nuestro conquistador profesional Luis Miguel Domingu¨ªn), Turner se cas¨® ocho veces (dos con el mismo hombre). La actriz, experta en soltar joyas para la eternidad, dijo en alguna ocasi¨®n: ¡°Mi meta era tener un marido y siete hijos, pero fue justo al rev¨¦s¡±.
Bebedora obstinada, fumadora compulsiva, obsesiva compradora de zapatos y dem¨®crata convencida, Lana Turner muri¨® el 29 de junio de 1995 de un c¨¢ncer de garganta
El primero fue Artie Shaw, a quien conoce durante el rodaje de?Dancing Co-Ed en 1939, y al que encuentra, en primera instancia, pretencioso, egoc¨¦ntrico y despectivo hacia las mujeres. Un error que le durar¨ªa exactamente cuatro meses. El m¨²sico ten¨ªa la nefasta costumbre de tratar de convertir en amas de casa a pujantes estrellas de cine. Lo intent¨® con Ava Gardner, con Betty Grable o con Rita Hayworth. Sin ning¨²n ¨¦xito. Con Lana Turner, por supuesto, tampoco lo consigui¨®. Al m¨²sico le sigui¨® Joseph Stephen Crane, padre de su ¨²nica hija y con quien se casar¨ªa dos veces. Al poco de la primera boda, descubri¨® que ya estaba casado y que su divorcio no estaba formalizado. Una vez ajustadas las cuentas con el pasado, volvieron a pasar por el feliz rito. En menos de un a?o, Crane ya estaba de nuevo solicitando los papeles del divorcio, esta vez para separarse de Turner.
Tras otro matrimonio expr¨¦s con el millonario Henry J. Topping, vendr¨ªa su romance con Lex Barker, conocido en ese momento por haber sustituido a Johnny Weissm¨¹ller como rey de los monos y famoso algo despu¨¦s por ser el primer marido de Carmen Cervera. Cuando Turner y Barker se conocieron, ella estaba viviendo un romance con Fernando Lamas, coprotagonista de La viuda alegre y ¨¦l estaba saliendo con Esther Williams. Parece que en alg¨²n momento las dos parejas coincidieron y a Turner no le hizo ninguna gracia el inter¨¦s indisimulado que Lamas le prest¨® a Williams. Las parejas se cruzan y Turner acaba con el Tarz¨¢n de marca blanca mientras que la sirena de Hollywood lo hace con el padre del rey de las camas (estar¨ªan casados 13 a?os, hasta el fallecimiento de Lamas). En Hollywood, los grados de separaci¨®n son una entelequia: Arlene Dahl, antes de tener una relaci¨®n con Lamas y de traer al mundo al famoso Lorenzo Lamas, estuvo brevemente casado con el propio Lex Barker. Pero por si el enredo fuera poco, Turner y Lamas hijo coincidir¨ªan algunas d¨¦cadas despu¨¦s en la que ser¨ªa la segunda vida art¨ªstica de Lana Turner, la televisiva, en concreto en la serie?Falcon Crest. Serie que repesc¨® a otra vieja gloria, Jane Wyman. Cuentan que las dos grandes damas no se pod¨ªan ni ver y que convirtieron los rodajes en un infernal duelo de divas.
Volviendo a Barker, el matrimonio dur¨® exactamente cuatro a?os, los que tard¨® la actriz en darse cuenta que el actor llevaba tres abusando de su hija.
Pero el drama estaba lejos de terminar. Eso de ¡°cuando amo, amo. Amo con mis cabellos, mis u?as y mis dientes. Y no cambiar¨¦ jam¨¢s¡± que tanto le gustaba repetir a Turner se iba a convertir muy pronto en la peor de sus pesadillas. Su relaci¨®n con el mafioso Johnny Stompanato tiene todos los tintes de un verdadero telefilme de sobremesa. Cuando tras algunos episodios truculentos (como aquel en el que Stompanato se person¨® pistola en ristre y ciego de celos en Inglaterra, en el rodaje de?Brumas de inquietud en el que Turner compart¨ªa protagonismo con el apuesto Sean Connery), Turner decidi¨® poner fin a la t¨®xica relaci¨®n, Stompanato se volvi¨® loco. Se desencaden¨® una fort¨ªsima discusi¨®n en la que el mafioso amenaz¨® con desfigurar a Turner y a su hija si la actriz le dejaba. El feroz intercambio acab¨® con Cheryl asest¨¢ndole una pu?alada mortal al amante de su madre.
Turner testific¨® en un juicio en el que se airearon secretos de alcoba como la supuesta afici¨®n por el sadomasoquismo de la actriz y que, para muchos, fue la mejor interpretaci¨®n de toda su carrera. Impecable, serena pero rota exclam¨® un ¡°?La culpa es m¨ªa? ??nicamente yo tengo la culpa!¡± que le habr¨ªa hecho merecedora de un Oscar de haber sido ficci¨®n. Cheryl sali¨® exculpada consider¨¢ndose leg¨ªtima defensa. ¡°Homicidio justificado¡±, seg¨²n Criminalia.es, la enciclopedia especializada en la historia del crimen en la que Cheryl tiene su propia entrada. Desde entonces, los interrogantes no han dejado de sucederse. ?Quiz¨¢s fue la madre quien en realidad cometi¨® el asesinato? ?Por qu¨¦ tardaron tanto en llamar a la polic¨ªa cuando con una simple transfusi¨®n de sangre se habr¨ªa evitado la muerte? ?Cambiaron la escena del crimen porque en realidad Stompanato estaba durmiendo cuando le mataron? Incluso hubo quien dijo que Turner estaba celosa de su propia hija quien podr¨ªa haber estado jugando a las Lolitas con el mafioso. Esto ¨²ltimo es harto improbable: Cheryl es lesbiana. Los medios se cebaron. Turner era una mala madre. Y Cheryl, "la destripadora".
Por supuesto, todo el mundo dio por finiquitada la carrera de Turner. Se la declar¨® muerta art¨ªsticamente. Pero entonces lleg¨® Douglas Sirk con el drama definitivo, el que Turner necesitaba para un fabuloso regreso a su medida:?Imitaci¨®n a la vida (1959). Una pel¨ªcula que, seg¨²n Edward Z. Epstein, unos de sus bi¨®grafos, supuso el origen de la fortuna financiera de Turner (digamos que su retah¨ªla de amantes y maridos tampoco hab¨ªa sido muy respetuosos con el patrimonio de Turner): la actriz acept¨® trabajar a la mitad de su cach¨¦ a cambio de percibir el 50% de los beneficios en taquilla. La pel¨ªcula fue un ¨¦xito descomunal.
A¨²n quedar¨ªan tres fugaces matrimonios (el ¨²ltimo con un hipnotizador de nombre Ronald Pellar que, seg¨²n cuenta la propia Turner en su autobiograf¨ªa, le rob¨® joyas por valor de 100.000 d¨®lares), su ¨²ltimo gran papel en el cine (La mujer X, David Lowell Rich, 1966) y el paso por la televisi¨®n y el teatro.
Bebedora obstinada, fumadora compulsiva (cuentan que en algunas fotos promocionales ten¨ªan que borrarle los cigarros), obsesiva compradora de zapatos (lleg¨® a acumular 698 pares) y dem¨®crata convencida (apoy¨® a Roosevelt en su momento), Lana Turner muri¨® el 29 de junio de 1995 de un c¨¢ncer de garganta. Pero sigui¨® siendo una estrella hasta el final. No hay aparici¨®n p¨²blica en la que no apareciera impecable, perfecta, enjoyada y bien vestida. Unas de esas ¨²ltimas ocasiones en las que se present¨® en p¨²blico fue en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n en 1994 donde hizo honor a su leyenda de mujer indomable. Preguntada por si era cierto que hab¨ªa tenido una hija con Mickey Rooney (el actor as¨ª lo hab¨ªa asegurado en unas memorias que acababa de publicar), la actriz se limit¨®, en un gesto absolutamente inesperado en alguien tan elegante, a escupir en el suelo¡ Pero ella pod¨ªa hacer lo que le viniera en gana. Ya lo dijo al recoger el premio Donostia en una frase que bien podr¨ªa haber sido su epitafio: "Hice todo lo que quise y lo que no hice fue porque no quise hacerlo".
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