Las mujeres y las ni?as no deben pagar la factura de la pandemia
Preocupados por el aumento en sus gastos, varios pa¨ªses en desarrollo aplican medidas de austeridad fiscal devastadoras en vez de exigir que los evasores fiscales paguen su parte
En Estados Unidos, la gente ha empezado a llamar al fen¨®meno Shecession porque lo ven como una recesi¨®n que perjudica a las mujeres mucho m¨¢s que a los hombres. Es una referencia a la crisis de 2008 que fue apodada la mancession, cuando las p¨¦rdidas de empleo se concentraron en gran medida en la construcci¨®n y la manufactura. Pero esta vez, ellas son las principales v¨ªctimas de los trastornos sociales y econ¨®micos causados por la pandemia. Y no solo en EE.?UU., donde, a pesar de constituir menos de la mitad de la fuerza laboral, representaron el 55% de los empleos perdidos en abril, siendo las de color (negras e hispanas) las m¨¢s afectadas.
La crisis de la covid-19 no es ciega al g¨¦nero. Esta situaci¨®n refleja el hecho de que las mujeres est¨¢n sobrerrepresentadas en los sectores m¨¢s afectados por la crisis, como el cuidado de los ni?os, la educaci¨®n o el turismo. La Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) estima que el 58.6% de las empleadas trabaja en el sector servicios en todo el mundo, en comparaci¨®n con el 45.4% de los hombres empleados.
Dado que ellas tienden a tener trabajos mal pagados, con menos acceso a la protecci¨®n social, se benefician menos de las redes de seguridad que algunos pa¨ªses est¨¢n implementando. Tambi¨¦n est¨¢n sobrerrepresentadas entre los empleados del sector informal, que laboran en condiciones precarias y para los que el trabajo a distancia no es posible. Por ejemplo, los trabajadores dom¨¦sticos, que en su mayor¨ªa son mujeres, con el 76% sin contrato laboral formal. Su fragilidad se ha hecho evidente, ya que la mayor¨ªa de ellas han sido completamente abandonadas tanto por sus Estados como por sus antiguos empleadores.
Las mujeres est¨¢n en la primera l¨ªnea de la batalla contra el virus. A nivel mundial, el 88% de los trabajadores del cuidado personal y el 69% de los profesionales de la salud son mujeres, que corren mucho m¨¢s riesgo de enfermarse. En Espa?a, por ejemplo, el 71.8% de los trabajadores sanitarios infectados lo son.
La pandemia tambi¨¦n ha puesto de manifiesto la injusta organizaci¨®n social de los sistemas de atenci¨®n. Incluso antes de la crisis, las mujeres y las ni?as que viven en pobreza y las que pertenecen a grupos marginados ya dedicaban 12.500 millones de horas al d¨ªa a cuidar a otras personas y de su hogar de forma gratuita. Esta cantidad de tiempo se est¨¢ disparando ahora con el confinamiento de los adultos mayores, el cierre de escuelas y la necesidad de cuidar a un n¨²mero cada vez mayor de familiares enfermos. Aunque la econom¨ªa ha empezado a reabrir en algunos lugares, los sistemas educativos siguen paralizados, por lo que muchas madres tienen que renunciar a sus empleos.
Los servicios p¨²blicos son preciosos: salvan vidas, nos mantienen sanos y aseguran el futuro de nuestros hijos
Atrapadas en su hogar, las mujeres est¨¢n a¨²n m¨¢s expuestas a la violencia de g¨¦nero, en particular a la violencia dom¨¦stica y el abuso sexual. Tienen que pasar mucho m¨¢s tiempo con sus agresores, con escasas posibilidades de pedir ayuda. Los servicios de emergencia en toda Europa registraron un aumento de 60% en las llamadas de mujeres v¨ªctimas de violencia dom¨¦stica durante el confinamiento, segundo la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS).
Por lo tanto, ?c¨®mo se pueden evitar reveses que podr¨ªan ser tan desastrosos como duraderos? Deben intervenir pol¨ªticas p¨²blicas m¨¢s redistributivas: desde el acceso universal a la salud, el agua y el saneamiento, hasta la educaci¨®n y la protecci¨®n social, debemos aprovechar la oportunidad para ser m¨¢s solidarios. Tambi¨¦n significa reconocer, reducir y redistribuir los cuidados no remunerados y el trabajo dom¨¦stico, lo que requiere invertir en servicios p¨²blicos de calidad como guarder¨ªas, centros de salud y hogares para adultos mayores.
Por supuesto, todas estas medidas exigen una inversi¨®n masiva de recursos. En lugar de movilizarlos, varios pa¨ªses en desarrollo se centran ¨²nicamente en la deuda externa y la fuga de capitales. Aterrorizados por el aumento en sus gastos, algunos de ellos ¡ªcomo M¨¦xico¡ª optan por continuar con medidas de austeridad fiscal devastadoras. Este es un error que no podemos permitirnos. Con voluntad pol¨ªtica y el valor para superar la presi¨®n de las ¨¦lites poderosas, hay muchas propuestas sobre la mesa para asegurar que se recauden m¨¢s ingresos para un futuro m¨¢s justo y sostenible. En la Comisi¨®n Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Internacional de las Empresas (ICRICT), de la que soy miembro, hemos identificado cinco medidas clave para lograr una recuperaci¨®n econ¨®mica sostenible.
Una de las prioridades deber¨ªa ser exigir a los gigantes digitales, que han estado a la cabeza de la evasi¨®n fiscal, que paguen la parte que les corresponde de impuestos. Ir¨®nicamente, ellos han sido los grandes ganadores de la pandemia: las fortunas de Jeff Bezos (fundador y director general de Amazon) y Mark Zuckerberg (de Facebook) combinadas, por ejemplo, crecieron en casi 60.000 millones de d¨®lares en los ¨²ltimos dos meses. Los pa¨ªses deber¨ªan seguir los pasos de la India, el Reino Unido, Francia y muchos otros en la introducci¨®n de impuestos progresivos sobre los servicios digitales.
Entre los peores perdedores est¨¢n las mujeres y las ni?as que viven en pobreza y los que estaban a una sola crisis de caer en la miseria
Frente a la presi¨®n de muchas multinacionales, que quieren que se reduzcan los impuestos, supuestamente para asegurar la reconstrucci¨®n de la econom¨ªa, los gobiernos deber¨ªan resistir. Los estudios demuestran que factores como la calidad de la infraestructura, una mano de obra sana y cualificada, el acceso al mercado y la estabilidad pol¨ªtica son mucho m¨¢s importantes a la hora de atraer inversiones. Por otra parte, los recortes de impuestos tienen consecuencias devastadoras para el gasto social, con un impacto directo en las mujeres.
Por ¨²ltimo, ha llegado el momento de abordar la cuesti¨®n de la transparencia, en relaci¨®n con los m¨¢s ricos y las multinacionales. En el caso de las primeras, permitir¨ªa a los gobiernos introducir una fiscalidad efectiva de la riqueza, incluida la riqueza extraterritorial. En cuanto a las multinacionales, los gobiernos deben exigirles que declaren en qu¨¦ pa¨ªses hacen negocios y sus beneficios, para gravarlos en consecuencia. No es aceptable que una empresa que solicita ayuda estatal siga declarando altos beneficios en pa¨ªses con impuestos muy bajos, y p¨¦rdidas en pa¨ªses donde concentra el grueso de sus actividades, pero donde los impuestos son altos, para evitar pagar nada. Como ha demostrado Gabriel Zucman, tambi¨¦n miembro del ICRICT, m¨¢s del 40% de los beneficios internacionales de las multinacionales se declaran en para¨ªsos fiscales, lo que priva a los Estados de recursos preciados.
Esta crisis nos afecta a todos, pero no de la misma manera. Entre los peores perdedores est¨¢n las mujeres y las ni?as que viven en pobreza y los que estaban a una sola crisis de caer en la miseria. Uno de los aspectos positivos de esta terrible pandemia ha sido que nos ha recordado a todos, e incluso a los gobiernos conservadores, como el de mi pa¨ªs, Chile, que los servicios p¨²blicos son preciosos. No solo salvan vidas, sino que tambi¨¦n nos mantienen sanos y aseguran el futuro de nuestros hijos. Es urgente mantener en los Estados los recursos suficientes para reconstruir sociedades y econom¨ªas que no solo son m¨¢s pr¨®speras y resistentes, sino tambi¨¦n m¨¢s equitativas.
Magdalena Sep¨²lveda es directora ejecutiva de la Global Initiative for Economic, Social and Cultural Rightsy miembro de la Comisi¨®n Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT). De 2008 a 2014 fue la Relatora de las Naciones Unidas sobre Pobreza Extrema y Derechos Humanos.
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