La poderosa arma de Uganda contra la covid-19
Las culturas del pa¨ªs, a menudo ignoradas por las ¨¦lites debido al legado del per¨ªodo colonial, tienen elementos ¨²tiles para enfrentarse a la pandemia del nuevo coronavirus
El 31 de marzo, un estruendo de cacerolas, bidones de pl¨¢stico, tambores y silbatos despert¨® a Pamela Okello. El sonido proced¨ªa de Pader, una ciudad peque?a a decenas de kil¨®metros. Okello no ten¨ªa tel¨¦fono m¨®vil ni Internet. No pod¨ªa hablar con la gente de esa ciudad. Pero enseguida, esta campesina de 53 a?os identific¨® el bullicio con un ritual antiqu¨ªsimo conocido como ryemo gemo. Tambi¨¦n comprendi¨® su mensaje: un peligro importante estaba cerca. Deb¨ªa protegerse. Mantenerse en alerta. Limitar sus movimientos. De inmediato, la familia de Okello golpe¨® sus cacerolas para que el ruido llegase a otros pueblos del norte de Uganda. Quer¨ªan espantar a un esp¨ªritu maligno, invisible, aterrador, preparado para debilitar nuestros cuerpos hasta matarnos: la covid-19.
Los l¨ªderes culturales del norte de Uganda dicen que ese ritual era, adem¨¢s de una manera de pedir a los dioses precoloniales su protecci¨®n, un m¨¦todo para alertar a las comunidades de la presencia de la pandemia y de la necesidad de tomarse en serio las normas sanitarias que propuso el Gobierno. Sin embargo, el presidente Yoweri Kaguta Museveni lo desaprob¨® en un discurso televisado. Seg¨²n el mandatario, reconocer la pandemia como un esp¨ªritu pudo haber confundido a la poblaci¨®n.
En ese momento, Uganda hab¨ªa detectado 33 casos de covid-19. Muchos eran transportistas procedentes de otros pa¨ªses, as¨ª que el personal sanitario se instal¨® en las fronteras ugandesas para examinarles uno a uno. El Gobierno actu¨® r¨¢pido: cuando la enfermedad aterriz¨® en esta naci¨®n, las autoridades cerraron el tr¨¢fico a¨¦reo para impedir la entrada de m¨¢s pasajeros infectados y prohibieron los desplazamientos internos, entre otras medidas dr¨¢sticas.
De acuerdo con los expertos de los Centros para el Control y la Prevenci¨®n de Enfermedades de ?frica, tomaron las decisiones correctas. Pero, para que esas normas sean m¨¢s eficaces, la Fundaci¨®n Transcultural de Uganda (CCFU) propone al Gobierno considerar los contextos sociales y culturales de cada pueblo, e identificar a las culturas como herramientas contra la pandemia.
Para Simon Musasizi, uno de los responsables de la CCFU, imitar las respuestas a la covid-19 dise?adas en otros lugares no es una elecci¨®n pr¨¢ctica. ¡°Las culturas determinan nuestra manera de actuar¡±, dice. ¡°Estamos codificados culturalmente desde que nacemos. La cultura nos proporciona una lente especial para comprender las pandemias y c¨®mo reaccionar ante ellas. Las estrategias para contenerlas deber¨ªan tener en cuenta este enfoque¡±. Las culturas de Uganda, insiste Musasizi, tienen elementos para combatir al coronavirus.
La medicina nativa, una alternativa popular
Alfonse Bifumbo, un m¨¦dico tradicional de 82 a?os, naci¨® en un momento en el que las fronteras de ?frica eran poco m¨¢s que unas l¨ªneas rid¨ªculas que los colonizadores europeos hab¨ªan esbozado en sus mapas. Bifumbo caminaba sin importarle si sus sandalias pisaban Uganda o la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Le preocupaba mucho m¨¢s distinguir las plantas de los bosques y sus propiedades medicinales. Tanto su abuelo como su padre eran m¨¦dicos nativos.
Despu¨¦s de la escuela, donde unos sacerdotes belgas le ense?aron a hablar franc¨¦s, pasaba las tardes con su abuelo, descubriendo el mundo fascinante de las plantas. Su entrenamiento comenz¨® poco tiempo despu¨¦s de cumplir siete a?os, cuando sus familiares empezaron a enviarle al monte para que recogiese plantas medicinales. ¡°Al principio no me gustaba¡±, admite Bifumbo. ¡°Pero poco a poco mi inter¨¦s aument¨®. Me sent¨ªa muy bien cada vez que curaba a una persona¡±.
Los pueblos del este de ?frica han superado numerosas enfermedades infecciosas, pero las ¨¦lites ignoran estos conocimientos
En el pueblo de Buhoma, en el suroeste de Uganda, todos conocen el camino hasta la casa de Bifumbo. Su hogar, una ¨²nica habitaci¨®n humilde rodeada de plataneros, est¨¢ en el rellano de una colina que asciende hasta los dos mil metros de altitud. En un huerto peque?o, Bifumbo siembra algunas plantas que despu¨¦s usar¨¢ con sus pacientes. Otras son silvestres. Por eso, en ocasiones, debe caminar durante horas para encontrarlas. Su barba encanecida contrasta con la agilidad con la que se desplaza. Est¨¢ acostumbrado a usar sus piernas delgadas. Hasta el 2003, cuando unos misioneros estadounidenses abrieron un hospital en Buhoma, este m¨¦dico ind¨ªgena era la ¨²nica opci¨®n que ten¨ªan los enfermos de la regi¨®n.
En las ¨¢reas rurales de Uganda, los curanderos como Bifumbo son m¨¢s populares que la medicina moderna. En muchos casos, los medicamentos que ofrecen los m¨¦dicos locales son m¨¢s baratos que los que se dispensan en los hospitales. Por otro lado, mientras que los m¨¦dicos tradicionales son miembros respetados de las comunidades y residen en ellas, los centros de salud pueden estar a decenas de kil¨®metros de distancia de los pueblos. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) recomienda, como m¨ªnimo, 23 m¨¦dicos por cada 10.000 habitantes, pero Uganda tiene 0,91 m¨¦dicos por cada 10.000 habitantes.
En 1987, la Organizaci¨®n Nacional de Uganda para la Investigaci¨®n en Salud (UNHRO) descubri¨® que, a pesar del estado desastroso del sistema sanitario de Uganda en ese momento, la salud de los pueblos no era tan mala como cabr¨ªa de esperar gracias a las manos invisibles de los curanderos ind¨ªgenas. Desde entonces, las autoridades ha propuesto algunos programas para entregar licencias a los m¨¦dicos tradicionales, registrar e investigar sus tratamientos, establecer un consejo para regular sus pr¨¢cticas. Sin estos pasos, los ugandeses permanecer¨¢n expuestos a los curanderos sin formaci¨®n o a algunas pr¨¢cticas peligrosas, seg¨²n lamentan las asociaciones de m¨¦dicos ind¨ªgenas.
El lado oscuro de este escenario son los empresarios que ofrecen remedios milagrosos para enfermedades como el c¨¢ncer o el VIH. Sin un sistema sanitario robusto a su disposici¨®n, los ugandeses desesperados por encontrar una soluci¨®n a sus problemas pueden sacrificar sus ahorros o incluso pedir pr¨¦stamos para comprar esos productos. Es un negocio en el que, en ocasiones, tambi¨¦n participan compa?¨ªas extranjeras, como Al Jazeera demostr¨® en un documental.
La huella del colonialismo
Las pandemias han moldeado los pueblos de ?frica, la cuna de la humanidad. Durante cinco millones de a?os, los par¨¢sitos y las enfermedades que da?an los cuerpos de las personas evolucionaron en este continente, a nuestro lado, amold¨¢ndose a las adaptaciones de nuestros organismos. Seg¨²n el antrop¨®logo John Reader, ¡°las enfermedades que afectan a los humanos son excepcionalmente abundantes en ?frica¡±.
Cuando los primeros humanos migramos a otras regiones tambi¨¦n nos liberamos de ellas. Encontramos ecosistemas diferentes, donde no exist¨ªan los microorganismos que diezmaban a las poblaciones africanas. Mientras que en esos entornos las poblaciones de migrantes se multiplicaron r¨¢pidamente antes de la aparici¨®n de otras dolencias, en ?frica, los agrupamientos de muchas personas en espacios reducidos a¨²n eran sin¨®nimos de pandemias: las altas densidades de poblaci¨®n facilitaban la propagaci¨®n de las enfermedades. Por eso apenas hab¨ªa unas pocas ciudades en ?frica antes del per¨ªodo colonial. ¡°Durante siglos, las enfermedades infecciosas han modificado significativamente c¨®mo y d¨®nde vivimos, nuestras econom¨ªas, nuestras culturas y nuestros h¨¢bitos¡±, dice Musasizi. ¡°Han influido en nuestros patrones de asentamiento, el tama?o de nuestras comunidades, nuestras tradiciones matrimoniales y funerarias¡±, a?ade.
Las enfermedades infecciosas ten¨ªan un peso tan importante que los baganda, una de las naciones precoloniales de Uganda, las incorporaron en las historias que interpretan el origen de su pueblo. En este relato, las enfermedades est¨¢n representadas en Walumbe, el hermano de la primera mujer que habit¨® la tierra. La ira lo transform¨® en un asesino de ni?os. Los esfuerzos para atraparlo no funcionaron porque sus v¨ªctimas, en vez de esconderse en sus casas, pastaban con los animales o cuidaban los huertos. Entonces, la hermana de Walumbe ¡ªNumbi¡ª, su marido ¡ªKintu¡ª y sus descendientes se hicieron n¨®madas, estableciendo asentamientos por toda la regi¨®n. Cuando esas comunidades crec¨ªan tanto que llamaban la atenci¨®n de Walumbe, una buena parte de la poblaci¨®n deb¨ªa huir. Esta par¨¢bola, transmitida de manera oral de generaci¨®n en generaci¨®n hasta nuestros d¨ªas, demuestra que los baganda conoc¨ªan la utilidad del ¡°distanciamiento personal¡± mucho antes de la llegada de los colonos europeos.
Reconocer los conocimientos de los m¨¦dicos nativos o escribir en lenguas africanas pueden ser actos de resistencia
Los pueblos del este de ?frica han superado numerosas enfermedades infecciosas. Pero a menudo, las ¨¦lites ignoran estas experiencias y conocimientos.
En el per¨ªodo colonial, usar los conocimientos que Bifumbo aprendi¨® de su abuelo era un delito. Los brit¨¢nicos prohibieron la medicina nativa en 1957, una decisi¨®n que se repiti¨® en muchas colonias africanas. Para eliminar la autonom¨ªa de los pueblos africanos e introducirlos a la fuerza en los modelos econ¨®micos de Occidente, los europeos comprendieron que primero deb¨ªan debilitar sus culturas. La gente de ?frica, hu¨¦rfana de estructuras sociales con las que defenderse, no tendr¨ªa otra opci¨®n m¨¢s que aceptar la dominaci¨®n extranjera. ¡°El sistema colonial ten¨ªa como meta destruir todas las formas de vida nativas, desde lo abstracto hasta lo material¡±, dice el escritor ugand¨¦s Bwesigye Bwa Mwesigire. ¡°Los colonos ilegalizaron o pusieron mucho empe?o en desprestigiar la medicina tradicional, los idiomas, la pol¨ªtica, la arquitectura o las religiones de los pueblos de ?frica¡±.
Bifumbo recuerda que, durante el per¨ªodo colonial, ¡°las iglesias de los blancos dec¨ªan que nuestra medicina tradicional era diab¨®lica¡±. En las monta?as escarpadas del suroeste de Uganda, una regi¨®n remota, aislada, sin carreteras, encontr¨® un refugio seguro para seguir tratando a sus pacientes.
Los d¨ªas en los que Bifumbo deb¨ªa esconderse de las autoridades han terminado. Pero la sombra del colonialismo a¨²n oscurece su trabajo. A menudo, sus m¨¦todos son despreciados. Fuera de las zonas rurales, muchos los consideran primitivos. Como ocurr¨ªa en el per¨ªodo colonial, los profesores castigan a los alumnos que hablan idiomas nativos en vez del ingl¨¦s, los l¨ªderes religiosos invitan a los ugandeses a rechazar las creencias de sus antepasados, y las clases de historia apenas nombran las estructuras sociales y pol¨ªticas de los pueblos de ?frica antes de las invasiones europeas. Por eso, reconocer los conocimientos de los m¨¦dicos nativos o escribir en lenguas africanas pueden ser actos de resistencia.
Incorporar las culturas en las respuestas sanitarias
Uganda es, seg¨²n el Instituto de Investigaci¨®n Econ¨®mica de la Universidad de Harvard, el pa¨ªs con m¨¢s densidad de culturas de todo el mundo. Hasta ahora, las autoridades han reconocido 45 idiomas y 65 grupos ¨¦tnicos distintos en un territorio con, m¨¢s o menos, la mitad de la superficie de Espa?a.
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) reconoci¨® la importancia de esa riqueza cultural para detener el progreso del VIH. ONUSIDA colabora con los m¨¦dicos tradicionales de Uganda para que ellos asesoren a las personas que viven con el VIH sobre c¨®mo deben tomar sus medicamentos y divulgar, especialmente en las zonas rurales, consejos sanitarios que entorpezcan la propagaci¨®n del virus. Seg¨²n la CCFU, el Gobierno ugand¨¦s podr¨ªa usar m¨¦todos parecidos para detener la pandemia de coronavirus.
ONUSIDA reconoci¨® la importancia de la riqueza cultural para detener el progreso del VIH y colabora con los m¨¦dicos tradicionales
En ?frica, los confinamientos u otras medidas para combatir la covid-19 han chocado con la ausencia de confianza en las instituciones, sobre todo en los barrios m¨¢s empobrecidos o en las regiones rurales, donde los estados no garantizan al pueblo ni siquiera los servicios sociales m¨¢s b¨¢sicos. De acuerdo con una encuesta independiente, un tercio de los ciudadanos de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo desaprueba las normas para contener la pandemia. Para impedir este rechazo, la CCFU propone adaptar las respuestas al contexto social de cada regi¨®n, adem¨¢s de colaborar con los l¨ªderes culturales.
¡°Las normas de salud p¨²blicas se arraigan mejor en los contextos locales cuando reconocen sus culturas y tienen en cuenta sus experiencias anteriores con escenarios parecidos¡±, dice Musasizi. ¡°Es necesario que las autoridades reconozcan y estimulen las iniciativas culturales para luchar contra las epidemias, no solamente mediante su investigaci¨®n, documentaci¨®n o publicidad, sino, tambi¨¦n, con la integraci¨®n de nuestros recursos culturales en las estrategias de respuesta. Esto puede servirnos tanto para luchar contra la covid-19 como con otras epidemias en el futuro¡±.
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