Por qu¨¦ debes prestar atenci¨®n a un ni?o cuando dice que le duele la tripa o la espalda
El 37 % de los menores entre ocho y 16 a?os experimenta alguna forma de dolor cr¨®nico. Es decir, ese que se prolonga durante m¨¢s de tres meses
Cuando un ni?o nos dice que le duele el est¨®mago, la cabeza, las extremidades o la espalda (las dolencias m¨¢s frecuentes), es habitual que pongamos en duda la existencia de ese dolor. Y, m¨¢s a¨²n, la intensidad. La tendencia de los padres suele ser restarle importancia. Tambi¨¦n en caso de que sean recurrentes o incluso continuos, momento en que solemos relacionarlos con motivos emocionales. Pues bien, los facultativos especializados en dolor infantil aseguran que esas dolencias deben ser tenidas en cuenta. Jordi Mir¨®, director de la C¨¢tedra de Dolor Infantil URV-FG de la Universitat Rovira i Virgili. ¡°Como norma general, no deber¨ªamos distinguir entre dolor real o irreal. Y en el caso de los ni?os, muy particularmente. El dolor es una experiencia subjetiva y como tal solo la conoce quien la experimenta. Los adultos tenemos la mala costumbre de valorar el dolor de los m¨¢s peque?os y sus conductas a partir de nuestras experiencias. Y eso es un error¡±.
Y es as¨ª tanto si se refiere a dolores ocasionales como si son cr¨®nicos, esto es, aquellos que se prolongan durante tres meses o m¨¢s. Aunque resulte dif¨ªcil de creer, los ni?os tambi¨¦n padecen dolor durante tan largos periodos de tiempo. De hecho, se considera un problema de salud p¨²blica. En Espa?a, seg¨²n el ¨²nico estudio realizado hasta la fecha, el 37 % de los ni?os entre ocho y 16 a?os experimenta alguna forma de dolor cr¨®nico, aunque de ellos, solo al 5% les supone graves problemas de discapacidad.
Es decir, no porque sean peque?os sufren menos el dolor. ¡°Lo que es diferente es la atenci¨®n que en muchas ocasiones se les presta. Como padres y educadores, debemos acabar con el prejuicio de que los ni?os se quejan por nada. Debemos escucharles, atenderles. No hay nada m¨¢s frustrante que sufrir y no ser comprendido, no tener nadie al lado que te escuche, te entienda y te apoye¡±, asegura Mir¨®.
Al igual que en los adultos, la vida diaria de los ni?os que sufren dolores cr¨®nicos se puede ver condicionada. ¡°Sin el tratamiento adecuado, el funcionamiento personal y social de estos ni?os se ve extraordinariamente afectado a todos los niveles. Habitualmente, estos ni?os presentan problemas emocionales, tales como ansiedad o depresi¨®n, tambi¨¦n problemas de concentraci¨®n y memoria que pueden acabar por afectar su rendimiento acad¨¦mico. Igualmente, tienen dificultades de relaci¨®n con sus iguales¡±, comenta el director de la C¨¢tedra de Dolor Infantil URV-FG de la Universitat Rovira i Virgili. Y contin¨²a: ¡°Experimentar dolor cr¨®nico no solo genera frustraci¨®n a quien lo experimenta en primera persona, tambi¨¦n a quienes conviven con el ni?o/a¡±.
Por este motivo, el tratamiento del ni?o con dolor debe incluir a toda la familia, como explican Aranzazu Ortiz Villalobos y ?ngela Palao, psiquiatras psicoterapeutas del programa de Enlace con Dolor Cr¨®nico del Hospital Universitario La Paz: ¡°El dolor cr¨®nico supone una activaci¨®n del sistema amenaza provocando miedo, indefensi¨®n y alerta no solo en los ni?os, sino tambi¨¦n en los padres¡±. Esta es la raz¨®n de que se recomiende un tratamiento interdisciplinar del paciente y su familia de forma coordinada: ¡°El entorno familiar debe aprender a regularse, disminuyendo la catastrofizaci¨®n y el contagio emocional¡±, concluyen las psiquiatras. Mir¨® lo confirma y a?ade que ¡°el tratamiento no solo debe intentar atajar la causa f¨ªsica subyacente, sino que debe tratar de ofrecer a los pacientes y a sus familiares estrategias para enfrentarlo en el d¨ªa a d¨ªa y as¨ª mejorar su calidad de vida¡±.
No todos los dolores son iguales
Para empezar, hay que distinguir entre dolor cr¨®nico primario y secundario. ¡°El primero es una enfermedad en s¨ª misma, como el s¨ªndrome regional complejo. Mientras que el segundo es un problema ¡ªigualmente complejo¡ª, que se desarrolla en base o en relaci¨®n con otra enfermedad, como ser¨ªa el caso del c¨¢ncer¡±, afirma Mir¨®. Por otro lado, hay que diferenciar entre dolor agudo y dolor cr¨®nico. ¡°El agudo se aborda principalmente desde la ¨®ptica biom¨¦dica o farmacol¨®gica. Se busca la supuesta causa f¨ªsica del dolor y se trata. En el cr¨®nico, la causa del dolor suele ser m¨¢s difusa. El tratamiento en estos casos es interdisciplinar e incluye tanto la vertiente f¨ªsica y m¨¦dica, como la psicol¨®gica y de rehabilitaci¨®n f¨ªsica¡±, concluye.
Seg¨²n estudios recientes, son muchos los avances para atajar el dolor cr¨®nico infantil. Para empezar, las posibilidades de diagnosticarlo han aumentado gracias al uso de nuevas tecnolog¨ªas y aplicaciones. Lo comenta Francisco Reinoso, jefe de la Unidad de Dolor Infantil del Hospital Universitario La Paz: ¡°Demostrar que es posible adaptar estas tecnolog¨ªas a los distintos tipos de maduraci¨®n psicol¨®gica de los ni?os est¨¢ permitiendo avanzar en la valoraci¨®n¡±. Para seguir, la aparici¨®n de nuevos medicamentos resulta muy esperanzador, ¡°gracias al desarrollo de estudios cl¨ªnicos de analg¨¦sicos opi¨¢ceos por primera vez en la poblaci¨®n pedi¨¢trica¡±, afirma el especialista de La Paz.
Para que diagnosis y tratamientos se pongan en funcionamiento, son imprescindibles las unidades especializadas en dolor infantil. En ese sentido, las carencias son muchas, como explica Jordi Mir¨®: ¡°A pesar de saber qu¨¦ deber¨ªamos hacer para ayudarles, el sistema sanitario, p¨²blico y privado, no cuenta con unidades de alta especializaci¨®n, de las mismas caracter¨ªsticas y dotaci¨®n que s¨ª existen para los adultos. Desgraciadamente, muchos de estos ni?os no ser¨¢n diagnosticados ni tratados de forma adecuada por falta de formaci¨®n del personal sanitario. Necesitamos que la administraci¨®n reconozca el dolor cr¨®nico como una patolog¨ªa en s¨ª misma y que se dediquen recursos a formar personal sanitario, a crear unidades especializadas y a investigar¡±.
Pistas para saber cu¨¢ndo sufren
Dependiendo de la edad de los pacientes, no siempre son capaces de expresar su dolor, porque lo hacen de manera diferente de como lo hacemos los adultos. Jordi Mir¨® afirma que algunas de sus conductas nos dan pistas sobre su malestar, ¡°como que utilice mucho m¨¢s un brazo o una pierna que la otra, que est¨¦ irritable o evite el contacto, o que cambie las pautas del sue?o o del hambre¡±. Estos cambios pueden ayudar a los padres y madres a descifrar si los dolores de sus hijos.
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