Los eslabones rotos de la cadena alimentaria
El impacto de la crisis de la covid-19, relatado desde la mirada de 11 fot¨®grafas en distintos puntos de Am¨¦rica Latina. Un proyecto que muestra los contrastes en el acceso a los alimentos y las formas en que la crisis ha transformado la relaci¨®n con la comida
La covid-19 lleg¨® a Sudam¨¦rica justo en una buena temporada para el cultivo. Un festival de colores en tonos verdes, amarillos y rojos ti?en las variedades de verdeos, tub¨¦rculos y ma¨ªz que crecen en un terreno pegado a la casa de do?a ?ngela, quien hace muchos a?os consigui¨® el permiso de la due?a de la tierra para cultivar ah¨ª varios de los alimentos que consumen su familia y ella. Algunas plantas como la mandioca, tambi¨¦n conocida como yuca, llegaron a su punto de cosecha justo un poco despu¨¦s de haberse iniciado la cuarentena. En Paraguay, este tub¨¦rculo es, junto con el ma¨ªz, ingrediente principal de la cocina tradicional.
Do?a ?ngela G¨®mez, de 60 a?os, comienza la jornada diaria en su huerta a media ma?ana, despu¨¦s de haber terminado sus primeras labores dom¨¦sticas. Durante el oto?o y el invierno, cuando el sol no pega tan fuerte, es m¨¢s f¨¢cil exponerse al calor; en verano, sin embargo, el trabajo a la intemperie debe comenzar al amanecer, cuando la temperatura a¨²n no ha subido demasiado.
Muchas personas en todo el pa¨ªs han decidido realizar huertas en sus viviendas como estrategia para sobrellevar la crisis. El barrio Rinc¨®n de la ciudad de ?emby, en el que vive do?a ?ngela, dista unos 17 kil¨®metros de la capital y es un ejemplo. Varias personas est¨¢n aprovechando su tiempo y su parcela disponible para cultivar.
Paraguay (7,2 millones de habitantes) es uno de los pa¨ªses del mundo con mayor desigualdad en la tenencia de la tierra. El 85% de los territorios cultivables est¨¢ en manos de 2,5% de la poblaci¨®n, seg¨²n Oxfam. Este pa¨ªs ocupa el cuarto puesto en exportaci¨®n de granos en el continente americano, con la producci¨®n de soja, seg¨²n la C¨¢mara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), producto que se utiliza en su mayor¨ªa para alimentar el ganado de Europa y China. Las cifras oficiales de desempleo durante la pandemia ascienden a 33.000, seg¨²n inform¨® a mediados de julio el Viceministerio de Empleo y Seguridad Social. En respuesta a la crisis, el Estado paraguayo implement¨® un programa de subsidios de 72 d¨®lares, equivalente al 22% del salario m¨ªnimo actual, que no ha llegado a toda poblaci¨®n afectada.
La covid-19 ha profundizado las desigualdades a las que las sociedades latinoamericanas vienen enfrent¨¢ndose desde mucho tiempo antes de esta pandemia
La covid-19 ha profundizado las desigualdades a las que las sociedades latinoamericanas vienen enfrent¨¢ndose desde mucho tiempo antes de esta pandemia. Seg¨²n una encuesta realizada en 16 pa¨ªses de Am¨¦rica Latina por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cinco pa¨ªses consideran el acceso a alimentos como el principal problema, efecto del aislamiento preventivo contra la pandemia, y 12 pa¨ªses mencionaron la ca¨ªda de ingresos como una de las consecuencias m¨¢s graves. A mediados de julio, la misma instituci¨®n inform¨® de que aproximadamente una cuarta parte de la poblaci¨®n regional (142 millones de personas) est¨¢ en riesgo de contraer el virus.
Esto no es una cadena es un proyecto fotogr¨¢fico que, a trav¨¦s de 11 perspectivas diferentes, muestra los contrastes detr¨¢s del acceso a los alimentos en Am¨¦rica Latina, poniendo el foco en las formas que la crisis ha transformado la relaci¨®n con la comida. Esta historia est¨¢ narrada por Ruda Colectiva, una organizaci¨®n integrada por 11 fot¨®grafas latinoamericanas, cada una viviendo y trabajando en un pa¨ªs distinto de la regi¨®n. El proyecto retrata el impacto de la covid-19 en el acceso a los alimentos en Bolivia, Guatemala, Colombia, M¨¦xico, Ecuador, Argentina, Paraguay, Brasil, Per¨² y Venezuela. En este ¨²ltimo caso se pone la mirada en la poblaci¨®n que migr¨® a Colombia y a Per¨². Las historias abordan diferentes eslabones de la cadena alimentaria, desmontando la idea de que fuera lineal, y es ah¨ª donde esa cadena empieza a romperse.
Queda en evidencia que no todo lo que se produce en el campo llega al mercado y termina en la mesa de las personas que necesitan esos alimentos. Es enorme la cantidad de gente que no accede al m¨ªnimo de nutrientes necesarios por d¨ªa por falta de dinero, mientras que existen grandes campos saturados de productos que no consiguen llegar al mercado por efecto de la cuarentena obligatoria. Y mientras que la tecnolog¨ªa ofrece soluciones para las clases privilegiadas que pueden abastecerse de entregas a domicilio, las condiciones laborales de los trabajadores que hacen posible ese servicio, parecen ser los costes m¨¢s altos de esta alternativa.
En Guatemala, la agricultura sobrepas¨® el 61% de las divisas por las exportaciones en 2019. Aunque muchos trabajadores del campo dependen econ¨®micamente de los monocultivos de ma¨ªz, muchos tambi¨¦n est¨¢n practicando la permacultura como una forma de sostener la soberan¨ªa alimentaria, y tambi¨¦n para resistir a la crisis Para el segundo trimestre de 2020 la ca¨ªda econ¨®mica en progreso ha dejado la cifra de 40.000 desempleos agr¨ªcolas debido al cierre de mercados y fronteras.
En Bolivia, la cuarentena no lleg¨® al trabajo en el campo, donde el 90% de la producci¨®n agr¨ªcola est¨¢ a cargo de familias de origen campesino, ind¨ªgena originario e intercultural, seg¨²n datos de la Coordinadora de Integraci¨®n de Organizaciones Econ¨®micas Campesinas Ind¨ªgenas Originarias. La se?ora Rosa, de la comunidad de Challasirca, viaja cada madrugada durante cuatro horas por curvil¨ªneas carreteras monta?osas hasta el mercado de la capital del pa¨ªs para vender los jugosos duraznos que cultiva con su familia. ¡°Cuarentena significa p¨¦rdida¡±, sentencia ella, refiri¨¦ndose a las dificultades que tiene para vender sus productos a pesar de que sus cultivos abundan en el campo. Los motivos son, apunta, la escasa circulaci¨®n de dinero y las restricciones horarias para trabajar en la venta. Las amas de casa de siempre acuden durante la pandemia al mercado, cuidadosamente vestidas con su equipo de protecci¨®n, y ahora tienen el tiempo limitado para realizar esta tarea.
Uno de los sectores m¨¢s afectados en M¨¦xico durante la emergencia nacional es el de los comerciantes ambulantes de alimentos a nivel local en los tianguis, mercados callejeros que se montan y desmontan cada d¨ªa mediante carpas de surtidos colores. Algunos incluso se sostienen en autom¨®viles que llegan cada d¨ªa a armar su puesto de venta desde muy temprano, ofreciendo alimentos y todo tipo de productos de primera necesidad. En M¨¦xico, seis de cada 10 trabajadores se dedican al comercio informal, aportando a la econom¨ªa aproximadamente un d¨®lar de cada cuatro, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ocupaci¨®n y Empleo (ENOE) del Inegi en M¨¦xico. ¡°Tratamos de venir a poner el puesto porque la gente tambi¨¦n nos ha comentado que no saben d¨®nde ir¨¢n a comprar o qu¨¦ van a comer. Y como nos tienen confianza, eso tambi¨¦n nos hace seguir vendiendo pese a la contingencia¡±, cuenta la vendedora Pilar Xochitecatl, de 23 a?os.
La solidaridad organizada no est¨¢ en cuarentena en el pac¨ªfico colombiano. Para mucha gente esta es la ¨²nica alternativa para satisfacer sus necesidades alimenticias b¨¢sicas
Debido a la ubicaci¨®n geogr¨¢fica de la Isla de Tierra del Fuego, en Argentina, y su condici¨®n insular y austral, el acceso a los alimentos es muy limitado. A excepci¨®n de los productos de campo de clima fr¨ªo, la gran mayor¨ªa de comestibles llega en cami¨®n y los productos son centralizados en los grandes supermercados. Por esta raz¨®n, las compras de los habitantes de la ciudad de Ushuaia tambi¨¦n se encuentran focalizadas en estos puntos.
Al comienzo de la pandemia se colocaron esc¨¢neres t¨¦rmicos en dos sucursales de supermercados que miden la temperatura de los clientes que ingresan. Al llegar, la persona debe detenerse y esperar el resultado. Si el esc¨¢ner detecta una temperatura superior a 37,5 grados, se activa un protocolo de seguridad. Este ritual se ha convertido en parte de la nueva cotidianeidad fueguina a la hora de acceder a los alimentos.
La especial vulnerabilidad de los venezolanos
Otro de los sectores m¨¢s vulnerabilizados es el de la poblaci¨®n migrante. Incluso desde antes de la pandemia, uno de cada tres venezolanos migrantes no recib¨ªa lo suficiente para comer, seg¨²n inform¨® la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas (ONU). M¨¢s de un mill¨®n de venezolanos tomaron como destino Colombia y Per¨², y su ya dif¨ªcil situaci¨®n se agrav¨® con la cuarentena, porque las barreras para trabajar aumentaron, ya que la mayor¨ªa carece de documentos y su ¨²nica alternativa es el trabajo informal: Por eso, dependen de sus ingresos diarios para vivir. Les toca enfrentar esta crisis con los recuerdos a¨²n muy frescos del hambre del que escaparon cuando emigraron de su pa¨ªs de origen.
Pero la solidaridad organizada no est¨¢ en cuarentena en el Pac¨ªfico colombiano. Para mucha gente esta es la ¨²nica alternativa para satisfacer sus necesidades alimenticias b¨¢sicas. La cantora y lideresa afrocolombiana Nidia G¨®ngora, en su papel de salvaguardar a su gente y a su cultura, coordina una iniciativa apoyada por el aporte desinteresado de una red a amigos que decidi¨® apadrinar a m¨¢s de 70 familias del oriente de la ciudad de Cali. Nidia compra los v¨ªveres, los empaqueta en proporciones equitativas seg¨²n la necesidad y personalmente los entrega casa por casa en los d¨ªas que tiene permitido salir. Su llegada a las viviendas es una espont¨¢nea fiesta que se traduce en cantos, bailes y un buen rato de charla.
Es notable la ausencia de las mujeres que arrastraban a los clientes con la m¨²sica de sus ofertas y voces, pues 17 de los 20 restaurantes del segundo piso en el mercado de abastos de la ciudad de Valpara¨ªso-Chile est¨¢n cerrados. Da la sensaci¨®n de que el tiempo se detuvo all¨ª, dejando rastros de quienes parecen haber salido corriendo ante una cat¨¢strofe inminente. Los tres restaurantes que resisten abiertos, intentan sobrevivir con la modalidad de entregas a domicilio para evitar las aglomeraciones en sus puestos.
Durante la cuarentena m¨¢s estricta, en Ecuador se multiplic¨® la demanda de pedido a repartidores que trabajan mediante aplicaciones de tel¨¦fono m¨®vil. El Gobierno permit¨ªa a los repartidores circular como trabajadores esenciales, sin embargo, muchos de ellos denuncian que trabajan en condiciones precarias y sin ning¨²n tipo de seguridad social que le garantice acceso a atenci¨®n m¨¦dica en caso de enfermar.
En los meses de aislamiento obligatorio, los repartidores organizaron tres paros internacionales reclamando el alza de sus tarifas y la regulaci¨®n a las empresas de reparto. Coparon las principales avenidas de Quito cuan enjambre de abejas motorizadas. Las empresas operan bajo la premisa de que los repartidores trabajan de manera aut¨®noma, eligiendo sus horarios y modos de trabajo. Sin embargo, seg¨²n los repartidores, para poder elegir sus horarios deben trabajar un m¨ªnimo de nueve horas diarias, sin fines de semana libres. Seg¨²n la Encuesta de Condiciones laborales de los repartidores de Apps realizada por el Observatorio de Plataformas y Glovers Ecuador, el 70% de los repartidores son inmigrantes, mayoritariamente de Venezuela y el 50% tienen educaci¨®n t¨¦cnica o superior.
Las soluciones a la crisis actual implican tambi¨¦n repensar los h¨¢bitos de consumo en la clase media. Con la cuarentena, muchas personas tambi¨¦n optaron por comprar menos comida elaborada, comenzaron a cocinar en casa y a revisar sus rutinas de alimentaci¨®n. En Brasil, las b¨²squedas de c¨®mo hacer magdalenas aument¨® 139% a fines de marzo, seg¨²n Google Trends, en comparaci¨®n con el promedio del a?o. El crecimiento tambi¨¦n fue significativo en las b¨²squedas de c¨®mo hacer pan. Al mismo tiempo que las im¨¢genes de pan se multiplicaron en las redes sociales, en varios mercados de S?o Paulo ya no se pod¨ªa encontrar harina de trigo.
Mirar de cerca los distintos eslabones de la cadena alimentaria, da la oportunidad de tomar conciencia de las m¨²ltiples conexiones que tiene el territorio latinoamericano. Desde la forma de organizar el sistema econ¨®mico, las opciones sobre c¨®mo gestionar el consumo, las formas de organizaci¨®n social para enfrentar las crisis, las pol¨ªticas que implementan los gobiernos para realizar o no su labor de atender a la poblaci¨®n y las responsabilidades del sector privado en la administraci¨®n de los recursos. Tienen, indefectiblemente, efectos colaterales entre una y otra instancia y afectan directamente en la calidad de vida de las personas. Y cada vez que una nueva crisis se suma, quienes se encuentran en situaci¨®n de exclusi¨®n son quienes sufren el peor impacto.
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