Kalaf Epalanga: ¡°La m¨²sica fue lo ¨²nico que nos qued¨® para restaurar nuestra humanidad¡±
El escritor angole?o habla en esta entrevista sobre 'Tambi¨¦n los blancos saben bailar', su primera ¡°novela musical¡±, traducida ya al castellano
D¨ªas antes del confinamiento y bajo el sorprendente t¨ªtulo de Tambi¨¦n los blancos saben bailar (Temas de Hoy), vio la luz la traducci¨®n al castellano, realizada por Juan C¨¢rdenas, de la que es la primera ¡°novela musical¡± del angole?o Kalaf Epalanga. Tildada de ¡°autoficci¨®n¡±, uno de los g¨¦neros literarios m¨¢s en boga en la actualidad, la obra fue seg¨²n sus palabras ¡°la forma m¨¢s honesta de transmitir la biograf¨ªa de un g¨¦nero musical y mi propia historia personal en relaci¨®n con la m¨²sica¡±.
En el centro de la trama est¨¢ el reto del tambi¨¦n escritor Jos¨¦ Eduardo Agualusa que le propuso relatar el origen del kuduro, un estilo musical angole?o considerado underground, asociado al gueto, y que el grupo de Epalanga, Buraka Som Sistema, acab¨® por internacionalizar. Es el sonido que, tal y como se lee en su libro, ¡°mejor refleja el rostro de aquella urgencia fren¨¦tica, abundante, colorida, codiciada, incomprendida y altamente contradictoria de la nueva Angola¡±. Pero tambi¨¦n indaga sobre la historia de la kizomba, m¨²sica cuya invenci¨®n se disputan angole?os y caboverdianos, aunque sea ¡°Lisboa la cuna y la meca¡± de la misma.
¡°Si el amor es un acto de rebeld¨ªa, bailar es el inicio de cualquier revoluci¨®n¡±
A Epalanga (Benguela, 1978), quien trabaja y reside en la actualidad entre Lisboa y Berl¨ªn y divide sus pasiones entre la m¨²sica y la literatura sin poder elegir entre ellas (¡°capaces ambas de salvar vidas¡±), la covid-19 tambi¨¦n le ha complicado la agenda (entre otras cosas, iba a comisariar el anulado African Book Festival en Berl¨ªn en abril pasado dedicado a las migraciones), pero aun as¨ª nos hace un hueco para intercambiar impresiones sobre sonidos africanos y letras autobiogr¨¢ficas.
De la mano de Epalanga podemos internarnos, al leer Tambi¨¦n los blancos saben bailar, en el mercado Roque Santeiro, a escasos metros del puerto de Luanda, y perdernos entre la marabunta de gritos y voces de sus 5.000 vendedores y 20.000 clientes diarios. All¨ª es donde ¨¦l compr¨® sus primeros casetes y donde surgi¨® el descubrimiento de s¨ª mismo a trav¨¦s de la m¨²sica y el inicio de su banda sonora secreta; la que pasa por el kuduro y la kizomba.
El kuduro fluye desde el ndombolo congole?o; de hecho, el paso ndombolo es el funge ¡ªel pilar central¡ª de los pasos del kuduro, afirma en su novela. En este sentido sostiene: ¡°En m¨²sica, la pureza es absurda. La m¨²sica est¨¢ en constante evoluci¨®n, especialmente la creada en el siglo XX. Me sorprendi¨® cuando visit¨¦ Barranquilla por primera vez y conoc¨ª la expresi¨®n de R¨¦my Sahlomon '?Barranquilla es la capital mundial de la m¨²sica africana!', porque en los a?os setenta y ochenta el inter¨¦s por los ritmos congole?os se dispara hasta tal punto de que hay rarezas de vinilo que solo se pueden encontrar en Colombia, incluso m¨²sica producida por angole?os y congole?os fuertemente influenciado por rumbas, boleros y cumbia que llegaron a Am¨¦rica a trav¨¦s de la trata transatl¨¢ntica de esclavos, y que regresan a ?frica v¨ªa las orquestas cubanas y terminan retornando al Caribe en forma de rebita y soukous¡±.
Ante la idea de que los africanos solo hacen m¨²sica con instrumentos, ya sean guitarras, congas o maracas, con su grupo Buraka Som Sistema ¨¦l demuestra que estos estereotipos son est¨¦riles. ¡°La gente tiene la tendencia a olvidar que el tecno y el house fueron creados por hijos e hijas de africanos en Detroit y Chicago. No fue hace mucho tiempo cuando nos despojaron de nuestros idiomas, religiones, nombres e identidades y la m¨²sica fue lo ¨²nico que nos qued¨® para restaurar nuestra humanidad y trazar mapas que conectar¨ªan a nuestra gente nuevamente. Del continente a las di¨¢sporas¡±, dice.
¡°Si Europa me ense?¨® algo es que no hay nada m¨¢s aterrador que un africano atravesando fronteras¡±
La otra biograf¨ªa que se asoma por las p¨¢ginas de esta novela son los retazos de la del propio escritor en relaci¨®n con la m¨²sica. En concreto, entre ficci¨®n y realidad, narra su encarcelamiento cuando iba a dar un concierto en Noruega. Epalanga se revuelve tanto ante las narrativas que tratan de limitar sus pasos por el mundo como ante los conceptos bajo los que se identifica a aquel que migra (casi siempre peyorativos y gastados) cuando pertenecen al hemisferio que no gusta.
¡°La experiencia del migrante es m¨²ltiple y compleja. Hay personas que eligen cambiar de pa¨ªs y hay personas que se ven obligadas a hacerlo por una cuesti¨®n de supervivencia. Y la m¨²sica ayuda a devolver la dignidad. Los africanos de habla portuguesa y los caboverdianos que viven fuera del archipi¨¦lago, consideran la kizomba como un tesoro y en este punto es m¨¢s que un g¨¦nero musical, debemos clasificarla como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO¡±, afirma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.