De aviadores, j¨ªbaros y reyes
Las vidas cruzadas de tres aventureros espa?oles en la selva del Amazonas
Seg¨²n la famosa teor¨ªa de los seis grados de separaci¨®n, propuesta en 1930 por el escritor h¨²ngaro Frigyes Karinthy, solo seis personas, como mucho, separan a todos los habitantes de la Tierra.?
Aunque la hip¨®tesis a¨²n no ha sido demostrada, lo cierto es que la regla de los seis grados se cumple. Solo un salto separaba a mi padre, Pedro Merino Sanz (que en paz descanse) y a mis abuelos Arcadio y V¨ªctor, labradores de un pueblo de Segovia, de Samaren III, apu (jefe o rey) de los j¨ªbaros huambisas del Alto Mara?¨®n, reductores de cabezas, un ritual conocido como tsantsa. Y ese salto lo protagoniza el famoso capit¨¢n Francisco Iglesias Brage (1900-1973), pionero de la aviaci¨®n, ingeniero militar y explorador espa?ol. Fue gracias a la hija de Samaren, la princesa Macato, una Pocahontas amaz¨®nica que se prend¨® de su buena planta, sus ojos azules y las gafas redondas que le daban un aire intelectual (aunque era casi analfabeto), que salv¨® la suya Ildefonso Gra?a Cortizo (1878-1935), m¨¢s conocido como Alfonso I, el rey gallego los j¨ªbaros, nacido en 1878 en la parroquia orensana de Amiudal. No tuvo tanta suerte el hombre que le acompa?aba en la canoa, otro gallego residente en Iquitos que perdi¨® la vida y seguramente la cabeza en el encuentro con los indios. En 1932, el a?o en que naci¨® mi padre, las vidas del aventurero Gra?a y el capit¨¢n Iglesias Brage se entrecruzan como la urdimbre de un tapiz. Pero no adelantemos acontecimientos.
La fiebre del caucho
Seg¨²n cuenta Maximino Fern¨¢ndez Send¨ªn en su libro Alfonso I de la Amazonia, rey de los j¨ªbaros (2005), Alfonso Gra?a fue uno de los muchos gallegos que emigraron a finales del XIX a Manaos (Brasil) atra¨ªdos por la fiebre del caucho. Hacia 1910 se traslada a la opulenta ciudad peruana de Iquitos, cerca de la confluencia del Ucayali y el Mara?¨®n, donde nace oficialmente el r¨ªo Amazonas. All¨ª trabajar¨¢ durante una d¨¦cada como cauchero y buscador de oro y trabar¨¢ gran amistad con otro emigrante gallego, Ces¨¢reo Mosquera Chousal, oriundo de Ribadavia (Ourense) y fundador de la m¨ªtica librer¨ªa Amigos del Pa¨ªs, hoy librer¨ªa Tamara, un oasis de cultura en el coraz¨®n de la selva. Alrededor de 1920, con la ca¨ªda de los precios del caucho (los brit¨¢nicos hab¨ªan conseguido sacar de contrabando semillas del ¨¢rbol Hevea brasiliensis para plantarlas en sus colonias de Asia, acabando as¨ª con el monopolio cauchero de Per¨² y Brasil) lleg¨® la debacle econ¨®mica a Iquitos. Es entonces cuando Alfonso Gra?a remonta en canoa el Alto Mara?¨®n en busca de fortuna y su pista se pierde durante m¨¢s de dos a?os.
Un d¨ªa, las gentes de Iquitos, entre ellos su buen amigo Mosquera, le ven llegar por el r¨ªo en una xangada (balsa de troncos) con indios j¨ªbaros y diversas mercanc¨ªas. ¡°Acaba de llegar aqu¨ª nuestro paisano Alfonso Gra?a de su tribu del r¨ªo Santiago y Mara?¨®n con indios huambisas trayendo una balsa con mucha metralla para vender aqu¨ª¡±, escribe Mosquera en sus memorias. ¡°Animales y aves curados y ahumados, parece un necroterio, que dir¨ªa Darwin (¡) Ya nos retratamos y todo con ellos, y hasta con la cachola [cabeza reducida] de una moci?a que han escamochado [cortado] saben ellos por qu¨¦¡±.
El largo vuelo
A comienzos de los a?os treinta, el capit¨¢n Iglesias era ya un c¨¦lebre aviador conocido por sus r¨¦cords en vuelos de larga distancia, como el que realiz¨® en 1929 junto al tambi¨¦n piloto Ignacio Jim¨¦nez Mart¨ªn entre Sevilla y Salvador de Bah¨ªa (Brasil) en el Jes¨²s del Gran Poder, un aeroplano Breguet XIX GR-72 fabricado en Espa?a por Construcciones Aeron¨¢uticas (CASA) que hoy se conserva en el Museo del Aire y la Astron¨¢utica de Cuatro Vientos (Madrid). Tras su vuelo transatl¨¢ntico (6.746 kil¨®metros en 44 horas), ambos contin¨²an el viaje por Am¨¦rica Latina. Vuelan de Bah¨ªa a R¨ªo de Janeiro y posteriormente a Montevideo y Buenos Aires. Cruzan la cordillera de los Andes y aterrizan en Santiago. Su viaje contin¨²a por el norte de Per¨², Panam¨¢, Nicaragua, Costa Rica y Guatemala hasta La Habana (Cuba), la etapa final de un periplo de 20.300 kil¨®metros.
En 1931, reci¨¦n proclamada la II Rep¨²blica, el piloto emprende los preparativos, apoyado por el Gobierno republicano e intelectuales como Gregorio Mara?¨®n, Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, Ortega y Gasset y Garc¨ªa Lorca, de la denominada Expedici¨®n Iglesias al Amazonas, la mayor empresa cient¨ªfica espa?ola desde el siglo XVIII. Una idea que naci¨®, seg¨²n cuenta el propio Iglesias, mientras sobrevolaba los pa¨ªses andinos en el Jes¨²s del Gran Poder. El 16 de junio de 1932, las Cortes dan luz verde al proyecto con la creaci¨®n de un Patronato y la construcci¨®n de un moderno buque de exploraci¨®n, el ?rtabro, que se botar¨ªa en Valencia el 16 de febrero de 1935.
Entre junio de 1933 y marzo de 1934, Iglesias Brage regresa a la Amazon¨ªa como delegado espa?ol de la Sociedad de Naciones para administrar el llamado tri¨¢ngulo de Leticia, territorio amaz¨®nico que en aquel momento estaba en litigio entre Colombia y Per¨². Durante la estancia, aprovecha para recoger datos para su nueva aventura y reunir una colecci¨®n de materiales etnogr¨¢ficos ¡ªbrazaletes y collares de plumas de guacamayo y tuc¨¢n, m¨¢scaras, cerbatanas, carcajes de flechas envenenadas y otros objetos¡ª que hoy se conservan en el Museo Nacional de Antropolog¨ªa de Madrid. Para ello cuenta con Ces¨¢reo Mosquera, que le hab¨ªa ofrecido su inestimable ayuda y la de su paisano Bra?a nada m¨¢s enterarse del plan por un art¨ªculo publicado en la revista Cr¨®nica de la Expedici¨®n Iglesias al Amazonas en 1932.
Gra?a, quien hab¨ªa sucedido a su suegro Samaren III como apu de apus (jefe de jefes),?falleci¨® en 1935 de muerte natural en alg¨²n remoto lugar de su feudo en la jungla, por la zona del Pongo de Manseriche, ¡°diez kil¨®metros de violentos remolinos, rocas y torrentes¡±, seg¨²n lo describe Mario Vargas Llosa en su novela La casa verde, tras reinar durante 12 a?os sobre una enorme regi¨®n de la Amazon¨ªa poblada por m¨¢s de 5.000 indios de las etnias awaj¨²n y huambisa. En 1933, una haza?a hizo que su fama creciese, hasta el punto de que el Gobierno peruano reconoci¨® oficialmente su soberan¨ªa sobre el territorio j¨ªbaro: trasladar en balsa hasta Iquitos, a una semana de distancia, el cad¨¢ver embalsamado de Alfredo Rodr¨ªguez Ball¨®n, un piloto de las Fuerzas A¨¦reas peruanas que se hab¨ªa estrellado en la selva.
El ¨¢ngel ca¨ªdo
?Qu¨¦ ocurri¨® con la expedici¨®n? Finalmente, no lleg¨® a realizarse. Entre las causas est¨¢n la grave crisis econ¨®mica de 1935, que llev¨® a un recorte del gasto p¨²blico, y las disensiones entre los participantes: la gesti¨®n del proyecto por Iglesias fue criticada por los naturalistas, a quienes molestaba la disciplina militar con la que quer¨ªa organizar su trabajo cient¨ªfico; asimismo, los marinos del ?rtabro consideraban que deb¨ªa ser dirigida por un oficial de la Armada y no por un militar de aviaci¨®n. El 26 de marzo de 1936 se disolvi¨® por decreto el Patronato y se aprob¨® la distribuci¨®n entre diversas instituciones cient¨ªficas del material y equipamiento adquiridos ¡ªentre los que hab¨ªa higr¨®metros, teodolitos, bar¨®grafos, pluvi¨®metros, dens¨ªmetros, hips¨®metros, generadores de hidr¨®geno para globos meteorol¨®gicos, br¨²julas, nefoscopios para medir la velocidad de las nubes¡ por un valor de 129.701 pesetas con 45 c¨¦ntimos, seg¨²n el inventario¡ª.
Sobre la heroica vida del capit¨¢n Iglesias flota una sombra. Aunque era amigo ¨ªntimo de Lorca, quien en 1921 le hab¨ªa dedicado el poema Saeta de su libro Poema del cante hondo y de otros intelectuales de izquierda, al estallar la Guerra Civil, quiz¨¢s por despecho, quiz¨¢s porque en el momento del golpe de Estado se encontraba en El Ferrol, toma partido por los militares sublevados. A comienzos del verano de 1936 construye el aer¨®dromo militar de Escalona del Prado (Segovia), donde se hizo muy popular entre los chicos del pueblo, entre ellos mi padre y mis t¨ªos, por su car¨¢cter afable y las historias que contaba sobre los j¨ªbaros y sus cerbatanas y dardos envenenados. En este campo de aviaci¨®n estuvieron los seis primeros pilotos y aparatos alemanes enviados por Hitler a Franco, y de sus dos pistas despegaron durante toda la guerra los aviones que bombardeaban Madrid. Entre los fondos documentales de Iglesias Brage, hoy custodiados en el Archivo Reino de Galicia, aparecieron unas fotos a¨¦reas in¨¦ditas de Gernika fechadas el 28 de abril de 1937, dos d¨ªas despu¨¦s de ser arrasada por la Legi¨®n C¨®ndor, para mostrar a los mandos franquistas y nazis la eficacia del bombardeo.
Documentaci¨®n y bibliograf¨ªa
- Alfonso I de la Amazonia, rey de los j¨ªbaros. Maximino Fern¨¢ndez Send¨ªn. Pontevedra (2005).
- Atlas de los exploradores espa?oles. Sociedad Geogr¨¢fica Espa?ola (Geoplaneta, 2021).
- Mosquera y Gra?a, capitanes de la selva. V¨ªctor de la Serna. Revista Cr¨®nica de la expedici¨®n Iglesias al Amazonas. Madrid (1932).
- Alfonso I de la Amazonia. V¨ªctor de la Serna. Diario Ya, 1935.
- La Expedici¨®n Iglesias al Amazonas. Pedro L¨®pez G¨®mez. Ministerio de Medio Ambiente (2002).
- El rey gallego de los j¨ªbaros. El Pa¨ªs Semanal (2006).
- Fondo documental de Francisco Iglesias Brage en el Archivo Reino de Galicia.
- Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional en Madrid.
- Archivo Hist¨®rico del Ej¨¦rcito del Aire.
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