De Damasco a Baalbek
Circuitos de carreras de camellos, yacimientos romanos y muchos 'check points' entre la Mezquita de los Omeyas y la vieja Ciudad del Sol. Quinta entrega del 'Grand Tour' Mediterr¨¢neo
En direcci¨®n Damasco topo con un circuito de carreras de camellos y tres bares seguidos con el mismo nombre: Bagdad Caf¨¦. Seguramente, el primero que bautizo as¨ª su establecimiento despu¨¦s de ver la pel¨ªcula debi¨® hacer algo de fortuna con los coches de l¨ªnea y pronto le plagiaron los dem¨¢s. Me detengo en el de en medio. No hay lujos ni un servicio esmerado, pero es buen lugar para un breve alto en el camino con un due?o algo rijoso pero buen tipo.
Damasco, la ciudad continuamente habitada m¨¢s antigua del mundo. La puerta del romano templo de Jupiter separa la Mezquita de los Omeyas del bazar cubierto de Al-Hamadiye, donde se mezclan todos los aromas, se venden todas las telas, se ofertan todos los sabores y se demandan todos los oficios. La V¨ªa Recta, plantada sobre la decumano latina, nace en el zoco y termina en el barrio cristiano, por el que las mujeres caminan descubiertas, los restaurantes sirven alcohol y los colegios acogen una muchachada mixta que camina despreocupada y alegre.
Azulejos de Talavera
Busco la antigua estaci¨®n ferroviaria del Hedjaz, construida entre 1917 y 1920 para llevar a los peregrinos hasta los santos lugares de Arabia. Fue dise?ada por Fernando de Aranda quien reclam¨® azulejos de Talavera de la Reina, levant¨® dos amplias plantas, decor¨® el interior con maderas oscuras y coloc¨® vidrieras que tamizaran la recia luz meridional.
M¨¢s de setenta edificios damascenos llevan su personal¨ªsima impronta. El Serrallo (hoy sede del Ministerio del Interior), la Universidad vieja, el Banco Comercial de Siria y multitud de palacetes privados.
Hoy la vieja estaci¨®n de Damasco est¨¢ sin uso, intacta en su c¨¦ntrica ubicaci¨®n. Alberga una librer¨ªa y una colecci¨®n de fotos de la historia gloriosa del ferrocarril. Perfecta en su tranquila belleza, el reloj de la fachada est¨¢ parado y el interior evoca un mundo de trenes a vapor y viajeros sin prisa.
Lugares fetiche camino de L¨ªbano
En la Rep¨²blica ?rabe de Siria hay una gran comunidad cristiana y algunos lugares fetiche para el Cristianismo, como Sednaya que alberga un gran santuario marianista. La leyenda cuenta que aqu¨ª se conserva un cuadro de la Virgen pintado por San Lucas; o Malula, famoso pueblo por un asombroso desfiladero entre dos sinuosas paredes verticales. La tradici¨®n asegura que lo abri¨® Dios para dejar escapar a una joven cristiana a quien su pagano padre quer¨ªa forzar a un matrimonio no deseado.
Cruzo a El L¨ªbano, recorrido por dos cordilleras paralelas. En medio, el valle de la Bekaa, donde est¨¢ Baalbek, la vieja Heli¨®polis o Ciudad del Sol, un yacimiento romano espectacular. Las leyendas afirman que tiene poderes esot¨¦ricos, que se celebraban bacanales sexuales, que es un punto c¨®smico de equilibrio. Hasta aqu¨ª llegaron precoces viajeros que grabaron su nombre en las piedras, como hizo en el interior de una exedra un tal Joseph Constantin en 1880. En el patio del Templo de Baco se celebra un c¨¦lebre festival donde han actuado desde Karajan a Joan Baez.
La localidad es territorio de Hizboll¨¢. Los taxistas cuelgan del retrovisor cuentas y cordones verdes; el color del Partido de Dios. Los turistas del ideal compran camisetas aleg¨®ricas del martirio antisionista. A tan solo treinta kil¨®metros se encuentra Zhale, ciudad cat¨®lica con treinta iglesias y alegres muchachas vestidas de corto y rimel. En el McDonald's local sirven un men¨² de vigencia planetaria: Coca-Cola, big mac, patatas fritas... Pero la sorpresa acontece al entrar en el ba?o: ?est¨¢ limpio!
Gomina, afeites y 'check points'
Multitud de check points. Tanques, ametralladoras, sacos terreros. El pa¨ªs parece haberse acostumbrado a un statu quo de permanente militarizaci¨®n y caos circulatorio. Nadie parece encargarse de dirigir el tr¨¢fico ni de poner freno a la profusi¨®n publicitaria. La carretera que lleva a Beirut est¨¢ plagada de carteles de propaganda comercial.
La ciudad surge colapsada por el atasco. El Paseo de la Corniche con la Gruta de las Palomas quiz¨¢ sea la ¨²nica atracci¨®n tur¨ªstica que no consista en recuerdo b¨¦lico. Mientras contemplo la puesta de sol sobre el mar se forma el consabido tumulto alrededor de la moto con espont¨¢neos que se suben, se hacen fotos y hasta se prueban mi casco. Si no fuera por la profusi¨®n de gomina y afeites con que se peinan por aqu¨ª no me molestar¨ªa tanto
Rumbo al sur. En Sidon no dejan entrar motos. Motivos de seguridad, dice el soldado del control. Intento la carretera secundaria. Hay pueblos peque?os poblados por hombres que visten bombachos y ce?ido turbantito blanco. Son los drusos. Uniformados cierran el paso a partir de Jizzin. Es zona bajo control de Naciones Unidas. La frontera con Israel est¨¢ cerrada. Me indican que para salir del pa¨ªs he de regresar a Siria.
Una bella lengua de p¨¢jaro
Anjar. Ciudad construida en el VIII por los Omeyas y declarada Patrimonio de la Humanidad. Fue centro comercial en el concurrido cruce de las rutas a Baalbek, Homs y Damasco. A la salida del yacimiento, un anciano me aborda en espa?ol. Es armenio liban¨¦s, tiene 88 a?os y parece hecho de piedra. La ciudad nueva est¨¢ poblada por armenios. El origen de su asentamiento se remonta al genocidio perpetrado por los otomanos a comienzos del XX. Algunos no se dejaron matar y se refugiaron en el monte turco de Musa Dagh, cerca del Golfo de Iskenderun.
Resistieron cuarenta d¨ªas hasta agotar v¨ªveres y municiones. Afortunadamente, los franceses enviaron buques de guerra para rescatarlos y tomaron el control de la provincia turca de Hatay. En 1939 se cerr¨® un acuerdo por el que Francia devolv¨ªa a Turqu¨ªa su territorio y se fundaba en El L¨ªbano el pueblo de Arjan para los refugiados.
Mi amigo me cuenta que del 52 al 62 viajo por el mundo y en tres meses aprendi¨® espa?ol "porque es una bella lengua de p¨¢jaro que me gust¨® mucho en cuanto la escuch¨¦". Con una voz profunda y rica de sencillo hombre sabio me desea en un castellano de ecos porte?os que vaya lindo mi camino de regreso a casa.
Miquel Silvestre (Denia, 1968) es autor del libro 'Un mill¨®n de piedras' (Barataria).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.