En moto por Irak
Estupor de guardias fronterizos, salvoconductos y principios de paranoia. Seguir el rastro del explorador Adolfo Rivadeneyra por la antigua Mesopotamia a veces supera la prudencia. Tercera etapa del Grand Tour del Mediterr¨¢neo
La antigua Mesopotamia es un destino poco recomendado en las gu¨ªas ¨²ltimamente aunque el Kurdist¨¢n iraqu¨ª est¨¢ bastante estabilizado; la situaci¨®n general ha mejorado desde los ¨²ltimos atentados en Erbil en 2004 y 2007. Tambi¨¦n es cierto que toda la regi¨®n vive un precario equilibrio que puede saltar en cualquier momento. Turcos, sirios e iran¨ªes no ven con buenos ojos el nacimiento de una entidad pol¨ªtica kurda independiente.
Sin embargo, el af¨¢n de seguir las huellas del explorador Adolfo Rivadeneyra puede m¨¢s que la prudencia. Y es que Rivadeneyra fue uno de esos hombres excepcionales que da la historia. Nacido en 1841, hijo de un rico editor, tuvo una esmerada educaci¨®n en el extranjero. Lleg¨® a dominar hasta once lenguas. Aprovechando su conocimiento de ingl¨¦s, franc¨¦s, alem¨¢n e italiano, con veinte a?os pidi¨® ser contratado sin sueldo en el consulado espa?ol de Beirut.
Nombrado vicec¨®nsul en Teher¨¢n, remont¨® el Tigris recordando a Nearco, almirante de Alejandro Magno. Cruzar¨ªa el actual Irak realizando un camino inverso al m¨ªo, pues entr¨® en el agitado pa¨ªs por el ¨¦ste. Tras superar la barrera monta?osa de los Montes Zagros, me planto en la conflictiva linde fronteriza entre Ir¨¢n e Irak.
"?Qu¨¦ hace usted aqu¨ª...?"
Mi aparici¨®n causa estupor. ?Qui¨¦n soy, qu¨¦ hago aqu¨ª, por que quiero entrar en el pa¨ªs? Mis explicaciones deben sonar convincentes. Acaban sellando el pasaporte sin necesidad de visado. Eso s¨ª, meter la moto es algo m¨¢s complicado. El Kurdist¨¢n pretende ser un Estado moderno, pero repite los viejos y lentos esquemas burocr¨¢ticos.
Gargantas profundas, cimas peladas, carreteras estrechas, pistas de grava. Anochece. Sigo avanzando por un oscuro desfiladero. Cerca de Rawanduz, los peshmergas (soldados kurdos) me invitan a pasar a su garita. Les pido permiso para dormir con ellos y entonces me dicen que cerca hay un hotel. ?Un hotel en mitad de esta nada monta?osa? Es el surrealista Pank Resort, al m¨¢s puro estilo europeo.
Despierto en mi cabina. El horizonte es n¨ªtido. Las monta?as eternas, el sol intemporal, el azul infinito. Soy invitado a la mesa del due?o, un kurdo educado que vive en Suecia largas temporadas. De all¨ª ha tomado el modelo para su complejo en el epicentro de esta asolada serran¨ªa.
Sorprendido, quiere saber la raz¨®n por la que he viajado a Irak.
- ?Usted ve las noticias en televisi¨®n?
- S¨ª, claro?contesta.
- Pues yo no?digo?. No me las creo. Prefiero ver por m¨ª mismo.
Lo m¨¢s llamativo de la carretera es la atroz deformaci¨®n del asfalto. El calor unido al paso incesante de los convoyes militares ha dibujado un oleaje de alquitr¨¢n. Sin embargo, aqu¨ª no queda rastro de los norteamericanos. Los tipos que me salen al encuentro en los incontables check points son todos j¨®venes kurdos vestidos con uniformes muy nuevos.
El mejor salvoconducto
Simp¨¢ticos y habladores, el trance se demora unos minutos entre preguntas inocuas, presentaciones y apretones de manos. S¨®lo quieren charlar y hacerse fotos. Muchas fotos. "Mister, mister", dicen. Ser un mister, es mi mejor salvoconducto.
Erbil, la capital. La ciudad vieja descuella sobre una colina. Los muros son altos, magn¨ªficos, pero est¨¢ vac¨ªa. El proyecto de rehabilitaci¨®n es desmesurado. Resulta incre¨ªble recorrer esta ciudad muerta. El gobierno ha desalojado a todos los habitantes para convertir el barrio en museo que atraiga turistas.
El ¨²nico cajero autom¨¢tico est¨¢ en el Sheraton Building. Un bunker de lujo para occidentales cuya visita requiere pasar dos controles y un arco detector de metales. Pido agua en la cafeter¨ªa, cuando me dicen que la botella cuesta tres d¨®lares me conformo con la del grifo.
Un tendero asegura no ser ni cristiano ni musulm¨¢n. Es Yazid¨ª. Un kurdo me explica: "son ateos, mala gente. Adoran al Diablo". Rivadeneyra tambi¨¦n se top¨® con ellos. Pero no se trata de ning¨²n grupo sat¨¢nico, sino de pastores o peque?os comerciantes que creen en el mismo dios que las tres grandes religiones monote¨ªstas, pero tambi¨¦n en Satan¨¢s como ¨¢ngel encargado de una gran tarea: crear el Mal. Los Yazid¨ªes opinan que su existencia, como la del Bien, forma parte deseada de la completa creaci¨®n divina; lo contrar¨ªo ser¨ªa incompatible con la idea de un dios todopoderoso.
Paranoia en la frontera
Para salir del pa¨ªs elijo el paso fronterizo abierto con Turqu¨ªa, pero es muy tarde, el tr¨¢fico de camiones es incesante y necesito descansar antes de acometer el pesado tr¨¢mite aduanero. Busco un hotel en Zakho, ¨²ltimo pueblo iraqu¨ª. Mientras ruedo algo desorientado me aborda un joven. Habla ingl¨¦s, dice llamarse Jan, ser cristiano y haber trabajado de traductor para los americanos.
Me alojar¨¢ en su propia casa, ofrece. Monta en la moto y cuando empezamos a internarnos en las oscuras callejuelas del extrarradio se me dispara el chip de la precauci¨®n que no pocas veces puede terminar en paranoia. De pronto me da por pensar que a este chico no lo conozco de nada. Me he puesto en sus manos sin tener ninguna garant¨ªa de que sea cierto lo que me dice.
Torcemos una esquina. El callej¨®n es tenebroso. Detengo la moto frente a una cochera. Jan se baja y llama con toques quedos. Una vez meta la moto, ser¨¢ como si me hubiera tragado la tierra. ?C¨®mo estar seguro de nada en este pa¨ªs? ?Qui¨¦n en el mundo sabe donde estoy? El port¨®n met¨¢lico se abre lentamente. Mi pulso se acelera. Del interior brota una d¨¦bil luz el¨¦ctrica. Y tambi¨¦n una ni?a. Una ni?a de siete u ocho a?os con enormes ojos verdes.
Me mira con calma, aunque debe estar tan sorprendida como yo. Sonr¨ªe y me pregunta "How are you?" (?C¨®mo est¨¢ usted?) "I am very happy to be here" (estoy muy contento de estar aqu¨ª) respondo, dici¨¦ndole la pura verdad. Nada malo puede esperarme en el sitio de donde ella proceda.
Miquel Silvestre (Denia, 1968) es autor del libro 'Un mill¨®n de piedras' (Barataria).
GU?A
INFORMACI?N
? Oficina del Gobierno del Kurdist¨¢n en Espa?a (Calle de Serrano 31 4 izq., Madrid). Telf.: 91 436 26 20. www.krgspain.org
MONEDA
? Irak: Dinar Iraku¨ª (1 euro: 1600 dinares)
DORMIR
? Rawanduz Pank Resort - http://rawandoz.com. Precio: 50 euros (cabina de cuatro plazas).
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