De Chipre a Turqu¨ªa con esp¨ªritu oriental
Carreteras reviradas, calles cubiertas de parras y viejecitos tomando caf¨¦ griego en un recorrido sobre la moto que pasa por Termessos, la ciudad que se resisti¨® a ser conquistada por Alejandro Magno
Salgo de Haifa en un carguero matriculado en el Pireo. Es un maltrecho ro-ro (roll on-roll off). Carga veh¨ªculos y tambi¨¦n algunos pasajeros. Somos once trotamundos. Un alem¨¢n, un ingl¨¦s, un austriaco, una francesa, dos parejas de suizos y una de polacos. Solo yo viajo en moto. Ya en el embarque percibo algo de esa cierta animadversi¨®n que los mochileros sienten autom¨¢ticamente por los viajeros motoristas. Admiraci¨®n y envidia mezcladas. Mientras yo me muevo libre y ¨¢gil sobre mi montura, ellos arrastran pesados fardos de autob¨²s en autob¨²s. Mientras yo me detengo cuando y donde quiero, ellos dependen de aleatorios horarios y est¨¢n atados a las rutas prefijadas de los transportes p¨²blicos.
Me lo explic¨® otro viajero en moto. Chris Bright ha dado la vuelta al mundo como mochilero y como motero. Cuando nos encontramos en Barcelona me dijo que decidi¨® cambiarse a la moto en la India un d¨ªa que languidec¨ªa en un autob¨²s asediado por cientos de codos y rodillas y vio por la ventanilla c¨®mo un motociclista europeo adelantaba aquel lento y maloliente ata¨²d rodante. "Ese d¨ªa me dije: yo quiero ser ¨¦l".
Compartir¨¦ camarote con James, un ciclista brit¨¢nico. La mariner¨ªa es hind¨². Los oficiales, griegos. El ambiente, relajado. La navegaci¨®n, lenta. Por la noche saco mi provisi¨®n de vino israel¨ª. Bajo las estrellas, bebemos y charlamos animadamente de viajes y sue?os.
Al amanecer desembarcamos en el chipriota puerto de Limasos. Para mi sorpresa, adem¨¢s de unas alt¨ªsimas tasas portuarias, he de pagar por la importaci¨®n temporal de la motocicleta.
- "Pero si es un veh¨ªculo comunitario" -protesto- "y Chipre es miembro de la Uni¨®n Europea".
Resulta in¨²til. Es algo relacionado con la ocupaci¨®n turca del norte de la isla en 1974. Por la misma raz¨®n pol¨ªtica, los barcos que de aqu¨ª parten hacia Grecia no pueden llevar pasajeros. Tampoco hay comunicaci¨®n mar¨ªtima entre el norte y ning¨²n otro pa¨ªs que no sea Turqu¨ªa. No son ¨¦stas las ¨²nicas anomal¨ªas. Desde 1960, Reino Unido mantiene bajo su soberan¨ªa dos bases militares que suponen casi un tercio del territorio.
Encuentro muchas estatuas que recuerdan a los soldados muertos en la guerra contra los turcos. Para los griegos, la invasi¨®n no es un malentendido que se resuelva con di¨¢logo. Miles de personas fueron expulsadas y perdieron sus hogares. Aunque se ha avanzado mucho en las negociaciones pol¨ªticas, la devoluci¨®n de las propiedades confiscadas es siempre uno de los asuntos m¨¢s complicados de resolver en los procesos de paz.
Yogur espeso rumbo a la frontera
Voy hasta L¨¢rnaca. Ciudad costera con turismo de playa. Hay unos encantadores restaurantes en el paseo mar¨ªtimo. Elijo Militzis. La comida local resulta deliciosa y mezcla la herencia griega con algo del esp¨ªritu oriental. Lo m¨¢s t¨ªpico es el hallumi, un queso que cocinan a la plancha y una especie de yogur espeso llamado pilaf. Y por supuesto, hojas de parra rellena de arroz.
Al d¨ªa siguiente, subo a las altas monta?as Trodos, en el centro del pa¨ªs. Carreteras reviradas y estrechas, pueblecitos griegos, calles cubiertas de parras, viejecitos pacientes tomando caf¨¦ griego. Visito Machairas, un monasterio ortodoxo consagrado a la Virgen Mar¨ªa y poblado por serios monjes de luengas barbas blancas. Su origen se remonta al siglo XII y la tradici¨®n asegura que cobija un icono pintado por el ap¨®stol San Lucas.
En Nicosia encuentro la l¨ªnea divisoria de la ocupaci¨®n. M¨¢s all¨¢ est¨¢ la fantasmag¨®rica Rep¨²blica Turca del Norte de Chipre, reconocida solo por Turqu¨ªa y la Liga ?rabe. Hay viejos cuarteles de Naciones Unidas que parecen abandonados. La tensi¨®n b¨¦lica ha desaparecido. La frontera es muy transitada. Compruebo que el paso de coches de alquiler es constante. A los p¨¢lidos turistas anglosajones les importa un r¨¢bano el lado donde tumbarse a tomar el sol.
Para cruzar la frontera me exigen un seguro para la moto. Curioso. La carta verde sirve tanto en Chipre como en Turqu¨ªa, pero no aqu¨ª. Se trata de un impuesto encubierto. En esta parte de la isla hay muchos carteles invocando la paz. Tambi¨¦n ondean banderas turcas y fotos de Mustafa Kemal Ataturk. Adem¨¢s, aqu¨ª se usa la lira turca.
La regi¨®n septentrional aparece m¨¢s pobre. Tambi¨¦n intentan sobrevivir gracias al turismo. Voy hasta Bellapais, un pueblecito adosado a un bell¨ªsimo monasterio arruinado. Hay pocos alojamientos disponibles, pero tras mucho insistir consigo habitaci¨®n en el hotel Residence. Cien liras, unos 50 euros. Es mucho dinero pero el lugar es paradis¨ªaco, con una peque?a piscina y unos deliciosos veladores donde dejar que pase la noche.
De la playa a la ruta de las piedras antiguas
Salgo hacia el puerto de Kyrenia presidido por una inmensa fortaleza. El embarque en el ferry no es f¨¢cil. Primero meten los coches y luego los camiones, pero no quedan contentos y repiten la operaci¨®n varias veces hasta que se optimiza el espacio. Tengo que esperar durante horas en el muelle bajo un sol de justicia, as¨ª que uso la escasa sombra que da mi propia moto.
El barco llega a las 9 de la noche. Es m¨¢s lento que el caballo del malo. Un desembarco en toda regla para conseguir pasar la aduana y ense?ar siete veces los mismos documentos. Encuentro habitaci¨®n en Tasucu. La pensi¨®n Meltem est¨¢ a pie de playa y cuesta 45 liras con desayuno. Afortunadamente, tienen wifi y cerveza Efes.
La carretera que recorre la costa es espl¨¦ndida. La zona es monta?osa. Son las estribaciones de los montes Toro. Las calas se suceden al fondo de los acantilados. La v¨ªa serpentea paralela a un litoral asombroso. Este camino es mejor incluso que la Highway 1 californiana. Sin embargo, a partir de Alanya la geograf¨ªa se aplana en vastas playas y a la gente le gusta almacenarse en hoteles enormes. Se suceden los mamotretos de cemento donde se refugian los turistas.
Antalya aparece y comienza la ruta de las piedras antiguas. Primero Termessos, ciudad Licia. Hay que subir a una monta?a donde se esconden las ruinas inexpugnables. Incluso Alejandro Magno fracas¨® en su conquista. Sin resuello arribo a la cima. El teatro aparece en mitad de unas crestas salvajes. Las vistas son prodigiosas y uno se siente peque?o a la fuerza. ?Qu¨¦ tragedias se representar¨ªan aqu¨ª que pudieran superar semejante grandiosidad natural?
Me pierdo por las carreteras secundarias de la Turqu¨ªa rural hasta arribar a Perge, capital de la provincia romana de Panphilia. Perge es famosa por su teatro y su estadio. Siguiente parada, Olimpo, fundada en el siglo III AD. Seg¨²n me acerco, comienza una urbanizaci¨®n descontrolada de casas de madera y borbotean los turistas de sandalia. Llego a un pueblo al estilo de los mineros del oeste americano. Sin asfaltar, con cobertizos de madera a ambos lados de la estrecha calle y con gentes y coches que vienen y van.
Es un aut¨¦ntico ej¨¦rcito de playeros en bikini y ba?ador. Sombrillas, neveras, colchonetas. Recorro un sendero flanqueado por unas tumbas monumentales. Desemboco en una magn¨ªfica playa de arena blanca y mar azul hiriente, mas est¨¢ atestada de una turbamulta brit¨¢nica borracha y enrojecida que no para de bailar y gritar. Sorprendente Turqu¨ªa, ha logrado aunar el tour operador con la cultura cl¨¢sica.
Miquel Silvestre (Denia, 1968) es autor del libro 'Un mill¨®n de piedras' (Barataria).
GU?A
DOCUMENTACI?N PERSONAL
Chipre: DNI o pasaporte.
Rep¨²blica Turca del Norte de Chipre: Pasaporte.
Turqu¨ªa: Pasaporte y visado en frontera. 15 euros.
DOCUMENTACI?N VEH?CULOS
Chipre: Documentaci¨®n ordinaria y carta verde. 105 euros en tasas de puerto e importaci¨®n.
Rep¨²blica Turca del Norte de Chipre: Documentaci¨®n ordinaria y seguro en frontera. 20 euros.
Turqu¨ªa: Documentaci¨®n ordinaria y carta verde. 10 euros tasas de puerto.
DORMIR
Tasucu, pensi¨®n Meltam. www.istanbulgezirehberi.org
COMER
Lamarca: Restaurante Militzis. Piale Pasha, 42
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