Sigue el camino de los tubos rosas
En el cenagoso Berl¨ªn, los festivos conductos que liberan del agua los cimientos de los edificios sirven de hilo para una ruta tur¨ªstica
Tuber¨ªas. Por encima de nuestras cabezas o a ras de suelo, surcando el cielo o masticando el polvo, tuber¨ªas serpiente que van a dar a un canal, o al r¨ªo (que es el morir), gruesas o finas, retorcidas o tiesas, telara?as tendidas entre los ¨¢ngulos de las casas, dobles o triples, infinitas: rosas. Cualquiera que llegue a Berl¨ªn empieza a notar una presencia, al principio muda, cada vez m¨¢s perceptible, hasta que el chip se enciende, ya no se ve otra cosa y surge la pregunta: ?pero qu¨¦ son esas tuber¨ªas rosas por todas partes? Rosas. S¨ª, las tuber¨ªas de la ciudad que una vez tuvo al mundo en un pu?o son, en su gran mayor¨ªa (tambi¨¦n las hay azules o rojas) de color rosa chicle.
Y como la historia de la ardilla que pod¨ªa recorrer la pen¨ªnsula Ib¨¦rica de ¨¢rbol en ¨¢rbol, sin necesidad de pisar el suelo, cuando Espa?a era un vergel (o eso dice la f¨¢bula), proponemos aqu¨ª un recorrido por Berl¨ªn, en este caso saltando de obra en obra, de tuber¨ªa en tuber¨ªa, sin necesidad de tocar tierra. Con esta excusa, nos detendremos junto a varios de los edificios emblem¨¢ticos de la ciudad, escogidos al azar, sin m¨¢s motivo que el de estar pr¨®ximos a una obra. Y es que, como las tuber¨ªas rosas, los edificios de Berl¨ªn no solo son edificios, sino manifiesto, provocaci¨®n o rebeld¨ªa, memoria, campo de batalla, y hay tanto donde escoger que uno es libre de quedarse con lo que le d¨¦ la gana.
Empecemos por explicar que, a primera vista, lo de las tuber¨ªas podr¨ªa tratarse de una expresi¨®n art¨ªstica y espont¨¢nea m¨¢s de las muchas que hay en la ciudad ¡ªel color fue escogido por la empresa suministradora, Pollems, despu¨¦s de saber que ese era el color que m¨¢s gustaba a los ni?os y los j¨®venes¡ª, o que tal vez transporten gas. En un momento dado, uno llega incluso a pensar que nos podr¨ªan indicar el recorrido del Muro¡ Nada de eso. Resulta que Berl¨ªn est¨¢ construida sobre una ci¨¦naga. El nivel fre¨¢tico es bastante alto, y llega a estar en algunos puntos de la ciudad a ras de suelo. Esto supone que cuando se construye un nuevo edificio en el centro, los cimientos llegan hasta el nivel del agua, y la obra puede llegar a sufrir inundaciones. Por eso, durante el proceso constructivo, el agua tiene que drenarse constantemente, cosa que se hace gracias a las tuber¨ªas rosas. De hecho, si se sigue el recorrido de las mismas, siempre se pasa por una obra, y si se va hasta el final (a veces, m¨¢s de 40 kil¨®metros), vemos que las tuber¨ªas van a dar al r¨ªo o a un canal. Los cimientos se impermeabilizan, as¨ª que el agua no llega a pasar por los s¨®tanos. Resulta m¨¢s complicado con los edificios antiguos, que carecen de esta protecci¨®n. Por eso, cada vez m¨¢s los viejos edificios de Berl¨ªn est¨¢n teniendo problemas de inundaciones.
Empecemos por contemplar este laberinto tubular a vuelo de p¨¢jaro, desde la c¨²pula del Reichstag (Parlamento). Destruido durante la Segunda Guerra Mundial, el Parlamento se reconstruy¨® entre 1961 y 1971 de forma simplificada bajo la direcci¨®n del arquitecto Paul Baumgarten, a excepci¨®n de la c¨²pula destrozada en 1945. Tras la reunificaci¨®n alemana, la C¨¢mara Baja decidi¨® volver a utilizar el edificio como sede del Parlamento, que, situado junto a la l¨ªnea por donde pasaba el muro de Berl¨ªn, estuvo 29 a?os separado de la puerta de Brandeburgo. Ah¨ª entr¨® a participar el arquitecto ingl¨¦s Norman Foster, que lo ampli¨® y reconstruy¨®, convirti¨¦ndolo en un edificio funcional y moderno. La c¨²pula de cristal (inscribirse con antelaci¨®n en www.bundestag.de para evitar colas) se ha convertido en uno de los aut¨¦nticos s¨ªmbolos de Berl¨ªn.
En el punto m¨¢s alto de la c¨²pula hay un impluvium que recoge el agua de la lluvia y la nieve para su reciclaje. Con un sistema de espejos regulado por una vela a modo de celos¨ªa met¨¢lica, que act¨²a como filtro solar, la c¨²pula tambi¨¦n proporciona luz natural al hemiciclo. Todo un modelo de eficiencia energ¨¦tica que adem¨¢s Foster supo cargar de simbolismo.
Gu¨ªa
Visitas
Informaci¨®n
??C¨²pula del Reichstag. La c¨²pula est¨¢ abierta de 8.00 a 24.00 (¨²ltima entrada a las 22.00). Lo mejor es reservar online con tiempo en la web. Para reservas en el restaurante: +49 30 22 62 99 33.
??Archivo de la Bauhaus (+49 30 25 40 02 78). Klingelh?ferstrasse, 14. Berl¨ªn. Entrada, 6 euros (fin de semana, 7 euros). Abre de 10.00 a 17.00; martes, cerrado.
??Museo Jud¨ªo de Berl¨ªn. Lindenstrasse, 9-14. Berl¨ªn. Abre de 10.00 a 20.00 (martes, hasta las 22.00). Precio de entrada, 8 euros.
Durante el recorrido circular de bajada por la c¨²pula se puede disfrutar de las vistas de otros lugares, como Potsdamer Platz, la Columna de la Victoria, el Tiergarten o, entreverado de tuber¨ªas, obras y gr¨²as, el barrio de Kreuzberg, junto al puente Oberbaum, por el que pasa el r¨ªo Spree. No muy lejos est¨¢ la East Side Gallery (M¨¹hlenstrasse, 6), el tramo m¨¢s largo del Muro que se conserva, de 1.300 metros. Cruzando el puente est¨¢ el edificio de viviendas Bonjour Tristesse, de ?lvaro Siza, con fachada de color gris verdoso que reflejaba ¡ªo sigue reflejando¡ª el triste estado de ¨¢nimo del barrio de Kreuzberg, encajonado y ahogado ante la frontera de Berl¨ªn Este con el r¨ªo.
Un verso de ?luard
Pero no fue ?lvaro Siza quien bautiz¨® a su edificio con este nombre decadente. En 1954 se public¨® una novela con el t¨ªtulo original de Bonjour, tristesse (Buenos d¨ªas tristeza, basado en un verso de Paul ?luard), escrita por una joven de 19 a?os con el seud¨®nimo de Fran?oise Sagan. Novela corta, de inigualable ¨¦xito a nivel mundial, por lo que significaba de replanteamiento de cuestiones de ideolog¨ªa social, desde la liberaci¨®n femenina hasta el papel de la cultura, el bienestar obrero y el principio de autoridad, lleg¨® a penetrar en los ambientes m¨¢s impensados. ?lvaro Siza construy¨® a comienzos de los a?os ochenta este bloque de viviendas con originales ventanas que delimitan m¨²ltiples espacios en cruz y una estructura basal serpenteante u ondular que limita patio y jardines. En la esquina y coronando el edificio, alguien que todav¨ªa recordaba el verso, o tal vez el libro, o tal vez la pel¨ªcula de 1958 basada en la novela, dibuj¨® un grafiti, con el nombre de Bonjour, tristesse, y ah¨ª se qued¨® para siempre.
Obras, tuber¨ªas rosas y vamos hasta el Archivo de la Bauhaus (www.bauhaus.de). Junto a la confluencia de la avenida Klingelh?ferstrasse y el canal Landwehr se encuentra este edificio proyectado en 1964 para Darnstadt y finalmente construido en Berl¨ªn entre 1976 y 1979 con modificaciones sobre el proyecto original de Walter Gropius. Dedicado a conservar informaci¨®n sobre el movimiento arquitect¨®nico, art¨ªstico y de dise?o de la Bauhaus, este archivo-museo difiere sustancialmente de la famosa obra de Gropius en Dessau. Sin embargo, sus l¨ªneas modernas y su recorrido no pierden la evocaci¨®n a la arquitectura industrial, una de las ideas generadoras de este movimiento.
Dentro se encuentra la colecci¨®n m¨¢s surtida del mundo sobre la m¨ªtica escuela: arquitectura, muebles, cer¨¢mica, metal, fotograf¨ªa, maquetas, as¨ª como obras de los profesores Walter Gropius, Johannes Itten, Paul Klee, Lyonel Feininger, Vassily Kandinsky, Josef Albers, Oskar Schlemmer, L¨¢szl¨® Moholy-Nagy y Ludwig Mies van der Rohe. La entrada al edificio es gratuita, y hay una tienda de arte muy interesante en su interior.
Para terminar nuestro minirrecorrido, seguimos las tuber¨ªas hasta la Lindenstrasse 9-14 (tambi¨¦n en el barrio de Kreuzberg), en donde se sit¨²a otro edificio singular, el del Museo del Pueblo Jud¨ªo, del arquitecto jud¨ªo Daniel Libeskind. Revestido de zinc, con una planta subterr¨¢nea y cuatro m¨¢s sobre la rasante, establece un di¨¢logo entre la arquitectura y el contenido del museo en una experiencia del todo sensorial que formula preguntas y estimula la reflexi¨®n. El dise?o, que Libeskind llama between the lines (entre l¨ªneas), describe las tensiones de la historia judeoalemana a partir de dos ejes: uno recto, pero quebrado en varios fragmentos, y otro articulado con final abierto. En los cruces entre ambos se encuentran los vac¨ªos (voids), espacios huecos que atraviesan todo el museo. Impresionante la Torre del Holocausto, de planta romboidal y fachada de hormig¨®n, que presenta un ¨²nico espacio vertical. Ah¨ª, y en el llamado Jard¨ªn del Exilio, con pilastras de hormig¨®n dispuestas en cuadr¨ªcula, uno llega a sentir verdaderamente lo que dec¨ªa Viktor Frankl, psiquiatra y escritor jud¨ªo, que estuvo recluido durante tres a?os en Auschwitz: ¡°En realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros¡±.
??Cristina S¨¢nchez-Andrade es autora de la novela Las inviernas (Anagrama).
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