Castelo Branco, dulce escapada portuguesa
Esta regi¨®n interior del pa¨ªs vecino es el territorio literario que dio espacio al poeta Eug¨¦nio de Andrade
Pasamos por Covilh?, Tortosendo y llegamos a Paul. Este precioso pueblo tiene un centro cultural dedicado a uno de sus hijos m¨¢s ilustres, el profesor y novelista Jos¨¦ Marmelo e Silva (1911-1991), cuya obra Sedu??o, publicada en Coimbra en 1938, produjo un gran esc¨¢ndalo en su tiempo debido a los amores l¨¦sbicos que narraba sin ning¨²n tipo de ocultamiento. En la casa museo se ha reconstruido su despacho, as¨ª como su interesante biblioteca. Uno de sus dos hijos, Nelson, m¨¦dico en Espinho y mecenas de este espacio cultural, nos recuerda curiosas an¨¦cdotas de su progenitor, que se doctor¨® en la Facultad de Letras de Lisboa con una tesis sobre el poeta romano Virgilio.
Paul est¨¢ en un valle de formaci¨®n glaciar que va desde la sierra da Estrela a la de Gardunha y que anuncia a Cova da Beira. Paul es una aldea del siglo XVI que en 1989 fue elevada a la categor¨ªa de villa. Aqu¨ª, como en todos los alrededores, se cultiva ma¨ªz, trigo, centeno, patatas, alubias, y crecen los olivos centenarios, los casta?os, los pinos, los sauces. Tambi¨¦n hay ¨¢rboles frutales, entre ellos muchos limoneros.
En Fund?o, a media hora de Paul, est¨¢ ahora cerrado el seminario donde estudi¨® Verg¨ªlio Ferreira. De esa experiencia dolorosa dej¨® constancia en su magn¨ªfica novela Manh? Submersa (1954). Ferreira fue seminarista, entr¨® con los curas a los 10 a?os (1926) y sali¨® a los 16 (1932). Malos recuerdos, soledad, desasosiego, rigidez educativa, la fe sobre la raz¨®n, el internamiento. Verg¨ªlio tambi¨¦n pas¨® por el seminario de Guarda.
De Fund?o, por una carretera secundaria en medio de un gran bosque, llegamos a Alpedrinha. Peque?a poblaci¨®n medieval que tiene un barroco palacio do Picadeiro con una gran escalinata de piedra y una bell¨ªsima fuente monumental. Al lado, una empinada calzada romana en pleno uso peatonal. Es agradable pasear por sus calles empedradas entre peque?os palacios y antiguas casas solariegas hoy cerradas.
P¨®voa da Atalaia, con unos 400 habitantes, est¨¢ a escasos kil¨®metros. Aqu¨ª se conserva la sencill¨ªsima casa (ahora muy remozada y de propiedad privada) donde vivi¨® de ni?o Eug¨¦nio de Andrade. Me comentan que est¨¢n tratando de habilitar un antiguo colegio para hacer all¨ª un museo, aunque la fundaci¨®n que lleva su nombre est¨¢ en Oporto, ciudad en la que vivi¨® la mayor parte de su vida. ¡°A casa ¨¦ t¨¦rrea, prolonga a eira,?/ o olival¡¡± (La casa es el suelo, prolonga la era,?/ el olivar), se lee en Of¨ªcio de paci¨ºncia.
La casa de P¨®voa se conoc¨ªa como la Casa da Eira o, como al propio Eug¨¦nio le gustaba denominarla, la Materna Casa de la Poes¨ªa, o Terra de Minha M?e (tierra de mi madre). Los primeros d¨ªas tras su nacimiento los pasaron en la cercana Casa do Adro, pero inmediatamente se cambiaron. Ambas eran muy peque?as, un bajo dividido en dos espacios: la cocina y la habitaci¨®n. El poeta se refiere a ellas como ¡°incre¨ªblemente peque?as¡±. Y a¨²n hoy lo es la Casa da Eira a pesar de su remodelaci¨®n. Pasar¨ªa inadvertida si no fuera por la placa que ¨¦l mismo inaugur¨® cuando fue homenajeado por su pueblo en presencia de algunos grandes escritores portugueses.
Los olivares de Virgilio
Desde P¨®voa da Atalaia se vislumbran la sierra da Gardunha y las grandes extensiones de campos de olivos, viejos olivos. Precisamente delante de la Casa da Eira hay un bell¨ªsimo monumento en homenaje al poeta. Un discreto pero muy significativo monumento. Varios olivos centenarios guardan el recinto. Manan varias fuentes, unos cubos de m¨¢rmol como si fueran dados lanzados al azar sirven de asientos para leer los tres poemas de Eug¨¦nio impresos en las impolutas paredes. Los poemas son Mulheres de preto, O lugar da casa y Fin de ano en Manhattan. ¡°Come?o este poema em Manhat?tan?/ mas ¨¦ das oliveiras de Virg¨ªlio?/ e de P¨®voa d¡¯Atalaia que vou falar¡¡± (Comienzo este poema en Manhattan?/ pero es de los olivares de Virgilio?/ y de P¨®voa da Atalaia de lo que voy a hablar). Describe a esas mujeres que, como su propia madre, ¡°v¨ºm da inf?ncia, essas mulheres.?/ Caladas, discretas, sem pressa?/ de existir¡¡± (vienen de la infancia, esas mujeres.?/ Calladas, discretas, sin prisa?/ de existir).
P¨®voa da Atalaia era un microcosmos que giraba en torno a las labores del campo, la iglesia y el cementerio. La emigraci¨®n a las grandes ciudades y al extranjero era la salida habitual de muchos de sus nativos. Eug¨¦nio y su madre (de ascendencia espa?ola, de la extreme?a Valverde del Fresno, en Coria) fueron abandonados por el padre. Este triste suceso los uni¨® profundamente: ¡°Hablar de la tierra o de la madre es hablar de la misma cosa. Cuando digo madre digo tierra, cuando digo tierra digo madre¡± (Rostro precario). La poes¨ªa de Eug¨¦nio de Andrade busca el retorno a esa voz de la madre, la tierra, el despertar de los sentidos, la m¨²sica de las palabras, la luz y el blanco de las casas, los olivares, el sonido de los oficios: pastores, agricultores, carpinteros, herreros, picapedreros. Toda la visi¨®n del mundo le naci¨® aqu¨ª al premio Cam?es de las letras portuguesas. El amor por la blancura de la cal sobre los muros, el canto dorado de las cigarras, la lengua hablada m¨¢s que escrita, palabras desnudas, limpias, tanto del cuerpo como del alma.
Pero nuestra visita no se corresponde con todo esto pues durante el d¨ªa no ha parado de llover sobre los poemas, los olivos, el m¨¢rmol y la escultura obra de Valeriano Hern¨¢ndez (2006) que est¨¢ fuera del recinto del jard¨ªn, frente a la calle y el supermercado A Eira, que permanece abierto amablemente para darnos refugio ante las inclemencias. Buena agua para las tierras m¨¢s bien secas y para el pozo, el pozo de la infancia donde se bebe y donde de nuevo se vuelve a ver el rostro del tiempo. Llueve en el pueblo natal del autor de As M?os e os frutos, Mar de setembro, Ostinato rigore o Branco no branco. Llueve sobre la cal, sobre las ovejas y sus pastores, sobre los labradores y tambi¨¦n sobre los poetas.
C¨¦sar Antonio Molina, exministro de Cultura, es autor de ¡®Todo se arregla caminando¡¯ (editorial Destino).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.