Villa de ?balos, el encanto de un hotel con su propio rioja

Merche y Jos¨¦ Luis Castillo se anticiparon en 2002 al boom del enoturismo en La Rioja con la apertura de este hotelito-bodega situado en ?balos, a unos 15 kil¨®metros de Haro. Sus conocimientos en viticultura y enolog¨ªa, por no mencionar los platos que acompa?an estas catas, los guiaron hasta una casa solariega del siglo XVII reconocida por su impecable factura barroca que enseguida reformaron y decoraron con acento r¨²stico, ecl¨¦ctico y colorista. La piedra adusta, acaramelada con maderas y detalles de forja, era el reclamo necesario para la seriedad que impone un viaje por la arquitectura hist¨®rica de la comarca, mencionada en la Cr¨®nica albeldense, a los pies de la sierra de Tolo?o. Su fachada sirve de pantalla cinematogr¨¢fica a la terraza que se esparce por la plaza de Ferm¨ªn Gurbindo en las apacibles v¨ªsperas de verano.

Todos los espacios comunes se concentran en la planta baja: el jard¨ªn emparrado, la terraza trasera, los salones, la biblioteca y una mesa con mantel y cuatro llamativos butacones donde se oficia la recepci¨®n de los hu¨¦spedes. Al costado de la casa se abre una portezuela que accede al aparcamiento, solo para la clientela.

Autodidacta, aunque acreditada con varios cursillos en el Basque Culinary Center, Merche ensancha la experiencia de la estancia con una cocina generosa enfocada en el kil¨®metro cero, aunque no estrictamente dependiente de la huerta riojana. Antes conviene tomar el aperitivo en el gastrobar Empat¨ªa, con mesas en el interior y en el exterior, donde fluyen a tutipl¨¦n los pinchos de Merche junto a las explicaciones de Jos¨¦ Luis acerca de sus vinos Empat¨ªa blanco (viura, malvas¨ªa y garnacha blanca) y Empat¨ªa tinto (tempranillo, garnacha), elaborados en un vi?edo familiar que est¨¢ pr¨®ximo a cumplir los 70 a?os, bajo el asesoramiento de Tom Puyaubert.

Edificio arriba se distribuyen las 12 habitaciones en dos plantas accesibles por medio de una escalera de forja secundada por exposiciones temporales de pinturas. Suficientemente amplias y c¨®modas para las exigencias de un caser¨®n hist¨®rico cuyo afinamiento en la insonorizaci¨®n se hace imposible. Las traseras se distraen con el verde del jard¨ªn, y las altas, con la sierra de la Demanda. Las delanteras miran con sus atisbos barrocos a la sierra de Cantabria y, en primer plano, a la hist¨®rica bodega de la Real Divisa, cuya fundaci¨®n en 1367 la acredita entre las m¨¢s antiguas de Europa.