Navegando por la r¨ªa de Pasajes de San Juan
Victor Hugo se enamor¨® de este encantador enclave marinero guipuzcoano. Faros, coloridas casas de pescadores y una excursi¨®n en velero hist¨®rico. Un plan perfecto
La guipuzcoana localidad de Pasajes, de costa acantilada muy bien preservada, es una de las grandes citas con la historia y el patrimonio mar¨ªtimo vasco. Su bah¨ªa sirve de puerto natural a toda la zona, incluida San Sebasti¨¢n, con sus cinco kil¨®metros de muelles industriales. Solo caben palabras de elogio al bien conservado sabor marinero de Pasajes de San Juan; en euskera y en toda la carteler¨ªa, Pasai Donibane.
Desde que se aparca el coche (el acceso rodado est¨¢ reservado a los vecinos) se revela la aureolada factura de este pueblo que vende el pintoresquismo de su ¨²nica calle, hilera salpicada de casas con arcot¨²neles, cuando no de mansiones anteriores al siglo XIX. Arrancamos en la casona Platain, la m¨¢s antigua de la localidad (original del siglo XVI), para despu¨¦s subir al p¨®rtico de la iglesia y as¨ª escrutar a la altura de la vista el escudo barroco del palacio de Arizabalo, actual casa consistorial, en el que figuran un yelmo empenachado y dos torres orladas.
Esta calle ¨²nica se ve transitada por coches en cada sentido cada 10 minutos (un sem¨¢foro regula el acceso), pero es tal la estrechez que los viandantes deben meterse en los portales al paso de cada veh¨ªculo.
La casa de Victor Hugo,?pendiente de obras de reforma, aloja hoy la oficina de turismo (oarsoaldeaturismoa.eus). El gran poeta y novelista franc¨¦s se dej¨® fascinar por el ajetreo portuario y, fruto de su estancia en Pasajes de San Juan, volc¨® sus experiencias en Los Pirineos y El humilladero de la Piedad. La sabia recreaci¨®n muse¨ªstica, en la que no falta la pluma de Hugo y las descripciones literarias, consigue devolvernos a 1843.
Pasajes de San Juan est¨¢ muy determinado por la orograf¨ªa, raz¨®n de que muchas de sus viviendas se empotren en la monta?a. Al llegar a la plaza de Santiago la sensaci¨®n, al fin, es de espacio y luz, y apreciamos tanto el Humilladero de la Piedad (del siglo XVI) como el antiguo Consistorio. Desde el embarcadero despunta el palacio renacentista de Villaviciosa, de donde parti¨® el marqu¨¦s de La Fayette en 1777 para sumarse a la guerra de Independencia estadounidense.
En cuanto zarpa la motora que cruza en tres minutos a Pasajes de San Pedro, los pasajeros miran hacia atr¨¢s: las fachadas coloristas de las viviendas de pescadores, organizadas longitudinalmente, encajonadas, prominentes, sacan ese fot¨®grafo que todos llevamos dentro. A nadie le extra?a que Woody Allen haya rodado aqu¨ª escenas para su ¨²ltima pel¨ªcula, provisionalmente titulada Rifkin¡¯s Festival.
A bordo del ¡®Lucretia¡¯
Si la localidad de Mutriku guarda la memoria del h¨¦roe de Trafalgar, Cosme Churruca, Pasajes cuenta entre sus glorias con uno de los m¨¢s grandes almirantes que ha dado la Armada espa?ola, Blas de Lezo (1689-1741), vencedor de la flota inglesa en Cartagena de Indias. Al desembarcar en San Pedro veremos de reojo su casa natal. Imbuidos de cultura marinera, atrae la excursi¨®n de unos 50 minutos en el velero Lucretia (ostartesailing.com), de 1927, a trav¨¦s de la r¨ªa y llegando hasta la bocana. Navega los fines de semana y el pasaje cuesta 16 euros por persona.
Bordeando el canal con apariencia de fiordo, te quedas boquiabierto por la cercan¨ªa de los grandes buques
Bordeando el canal con apariencia de fiordo, habr¨¢ quien se quede boquiabierto por la cercan¨ªa de paso de los buques car carrier (llamados cocheros). La visita contin¨²a en la Factor¨ªa Mar¨ªtima Vasca Albaola, museo-astillero cuyo objetivo es la recuperaci¨®n del patrimonio mar¨ªtimo. Queda luego subir la escalinata a la baliza de Senokozulua, que marca la enfilaci¨®n de los barcos mediante colores. No es nada f¨¢cil embocar esta r¨ªa, como describe Ra¨²l Guerra Garrido en su novela La mar es mala mujer.
La blanca mole del faro de La Plata, muy del gusto infantil, trasciende a castillo medieval y acusa el dominio de la moda rom¨¢ntica imperante en 1855, a?o en que se erigi¨®.
Para conocer la m¨¢s aut¨¦ntica cocina vasca al m¨¢s alto nivel, muchos expertos suelen recomendar el restaurante Zuberoa, situado en la localidad de Oiartzun, a seis kil¨®metros de la bah¨ªa paisatarra. El chef Hilario Arbelaitz propone un men¨² degustaci¨®n de 148,50 euros (bebidas aparte), que en el caso de querer disfrutar en fin de semana hay que reservar con dos o tres meses de adelanto.
Un ballenero en construcci¨®n
En el astillero Albaola, los visitantes son testigos, no sin asombro, de la construcci¨®n con t¨¦cnica historicista de la r¨¦plica exacta de la nao San Juan, un ballenero del siglo XVI hundido en 1565 en la pen¨ªnsula del Labrador (actual Canad¨¢) y que las g¨¦lidas aguas han preservado. Es una de las embarcaciones emblem¨¢ticas y de mayor inter¨¦s cient¨ªfico del mundo, como demuestra haber logrado el patrocinio de la Unesco.
Carpinteros ¡ªmuchos pertenecientes a la Escuela Internacional de Carpinter¨ªa de Ribera Lance Lee de Albaola¡ª, herreros y cordeleros est¨¢n dando los ¨²ltimos toques a las cubiertas. Dos im¨¢genes que revelan su pericia las constituyen el tallado de las cuadernas y la elaboraci¨®n de las poleas vali¨¦ndose de un torno artesanal. Tras la botadura se colocar¨¢n los m¨¢stiles, las velas, as¨ª como los medios de navegaci¨®n. Se espera que el gale¨®n quede listo a comienzos de 2021, para luego cruzar el Atl¨¢ntico y citarse con el original en una aventura no menos audaz. Preguntar por las visitas guiadas en castellano. Entrada, 7 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.