Como bandoleros por los Abruzos
El Cammino dei Briganti sigue los pasos del general Jos¨¦ Borges y sus correligionarios en el siglo XIX. Siete etapas por la Italia meridional en una ruta circular con inicio y fin en Sante Marie
El Cammino dei Briganti solo dista una hora por autopista de Roma. Sin embargo, este rinc¨®n enclavado en los Abruzos, en la parte central de la cordillera apenina, apenas es conocido no solo por el turismo internacional, sino tambi¨¦n por los propios italianos. A esta rec¨®ndita ruta de los bandoleros, puerta del Mezzogiorno, se llega dejando la autopista A-24 en direcci¨®n Avezzano?a la altura de Pietrasecca, uno de esos pueblos encaramados sobre un roquedal que tanto abundan en la Italia meridional.
Poco antes de llegar al primer pueblo, Sante Marie, principal impulsor del Cammino dei Briganti, a la izquierda de una curva, junto al caser¨ªo Mastroddi, se levanta una peque?a l¨¢pida en homenaje al general Jos¨¦ Borges y sus 20 correligionarios, fundamentalmente catalanes y valencianos, que fueron fusilados en diciembre de 1861 por unirse a los brigantes alzados en armas contra la anexi¨®n del Mezzogiorno por el Piamonte. Esta granja, hoy abandonada, est¨¢ dentro de la reserva natural de Grotte di Luppa, conocida tanto por su gruta con un kil¨®metro de salas y galer¨ªas exploradas por los espele¨®logos como por la gran producci¨®n en casta?as, fruto seco que da un toque de distinci¨®n a la gastronom¨ªa, reposter¨ªa y licores tradicionales de los Abruzos. Luciana Orlandini, responsable municipal de esta reserva, explica, mientras muestra el Museo del Brigantaggio (del bandolerismo), que aquellos rebeldes, pese a esa despectiva calificaci¨®n, no eran criminales, sino partisanos que no aceptaban a los nuevos amos de Italia.
En recuerdo de aquella insurrecci¨®n popular, el Ayuntamiento progresista de Sante Marie puso en marcha en 2016 esta ruta siguiendo el modelo del Camino de Santiago y a semejanza de otras iniciativas similares surgidas por el sur de Italia. Oficialmente denominado Brigantaggio Pos?unitario, aquel dram¨¢tico periodo entre 1861 y 1868 fue en realidad una sangrienta guerra civil, a¨²n no reconocida como tal.
El Cammino dei Briganti, se?alado con las marcas rojiblancas de los grandes recorridos, transcurre por 100 kil¨®metros en siete etapas que llevan al viajero hasta una Italia agreste, de panor¨¢micas espectaculares y con espacios abiertos envueltos de una naturaleza desbordante, pasando por peque?os n¨²cleos habitados por gentes sencillas de franqueza acogedora. Como en el compostelano, al final de cada tramo se debe sellar la libreta del caminante, al que se garantiza cama y comida. Debido al inesperado ¨¦xito del Cammino, reabierto tras los meses duros de pandemia y habiendo alcanzado las 30.000 adhesiones en su blog, sus responsables recomiendan encarecidamente iniciar el viaje con las reservas hechas y utilizar el mapa que Sante Marie acaba de reeditar.
La etapa m¨¢s corta es la primera (5,6 kil¨®metros), de Sante Marie a Santo Stefano, donde La Grande Quercia ofrece aut¨¦ntica comida abruziana; y la m¨¢s larga, la ¨²ltima, entre Le Crete y Sante Marie (21 kil¨®metros). De Santo Stefano el trayecto entra en Valdevarri para alcanzar Nesce (13,9 km), continuando la tercera etapa hasta Cartore (16,6 km), peque?o lugar que dio nombre al principal grupo brigante de la zona: los Cartore, dirigidos por Berardino Viola.
La cuarta etapa es la m¨¢s dif¨ªcil; comienza y termina en Cartore: 15 kil¨®metros con 900 metros de desnivel. La quinta (8,2 km) permite visitar las dos joyas medievales que sobrevivieron al devastador terremoto de 1915: la iglesia rom¨¢nica del valle Porclaneta, con valiosos relieves en su interior, y los coloridos frescos de Santa Maria de Rosciolo, uno de los pueblos que, como ocurre con Scurcola (sexta etapa), permiten retrotraer al caminante a los escenarios donde los briganti impon¨ªan su ley.
Muchas de las obras de arte que en la comarca resistieron al cataclismo se pueden ver en el castillo renacentista de Celano, cuyas salas medievales han sido transformadas en una excelente muestra de antolog¨ªa art¨ªstica. Su panor¨¢mica domina la llanura del antiguo lago Fucino, el tercero en extensi¨®n de Italia hasta que fue desecado a finales del XIX. Desde sus almenas tambi¨¦n uno puede imaginarse al grupo de Borges bordeando el lago a caballo sin saber que iban directamente al encuentro de la muerte. Aqu¨ª se encuentra el Museo Paludi, que recoge piezas arqueol¨®gicas del periodo romano encontradas tanto en el santuario de Angitia, diosa de las serpientes, como en Alba Fucens, la Pompeya de los Abruzos pues el fin de la ciudad se asocia con otro gran temblor en la antig¨¹edad. Considerada la primera gran colonia del periodo republicano (fue fundada el a?o 303 a.?C.), solo est¨¢ excavada en su parte central, conservando un excelente anfiteatro. Al otro lado del lago tambi¨¦n son visitables los T¨²neles de Claudio, descomunal obra hidr¨¢ulica, igualmente de la ¨¦poca romana, realizada para controlar el nivel del agua embalsada.
Algo m¨¢s lejos, Tagliacozzo mantiene su fisonom¨ªa medieval, que a¨²n pudieron admirar aquellos veteranos de las guerras carlistas antes de ser fusilados. Recibieron confesi¨®n en el convento de San Francisco, junto al hermoso pozo renacentista del claustro, para despu¨¦s conducirles atravesando la puerta g¨®tica de Marsi hasta el lugar del sacrificio en la plaza Ducal, donde hoy se levanta un busto en su honor y se les rinde homenaje cada 8 de diciembre. A solo unos metros, frente a la oficina de correos, se encuentra la Osteria del Borgonovo, uno de los mejores restaurantes de la zona. Sus carnes a la brasa recuerdan m¨¢s a los asadores c¨¢ntabros o vascos que a los manidos men¨²s saturados de pasta. Es otro de los distintivos de estos montes Abruzos, que permiten al viajero zambullirse en la Italia profunda apenas saliendo de Roma, franque¨¢ndole adem¨¢s la puerta a esa realidad tan desconocida que es el Mezzogiorno siguiendo los caminos a¨²n vivos de los briganti.
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