La ruta de los b¨²nkeres, la excusa patrimonial para disfrutar de la costa de C¨¢diz
Buscando obras defensivas de la II Guerra Mundial se encuentran arenales de gran val¨ªa estrat¨¦gica en Tarifa, La L¨ªnea de La Concepci¨®n o Algeciras. Sin olvidar faros, playas perfectas para un chapuz¨®n y algunos restaurantes de rigor
Pocos saben que, durante la II Guerra Mundial, el gaditano Campo de Gibraltar a punto estuvo de ser escenario de un desembarco de Normand¨ªa a la espa?ola. Un d¨ªa D apoyado desde Gibraltar, en el que la playa de Omaha fuera ¡ªpor imaginar¡ª la de Torreguadiaro (Sotogrande) y la playa de Utah, Los Lances (Tarifa). Para contener esta potencial invasi¨®n anfibia, el gobierno franquista erigi¨® entre 1940 y 1943 una muralla defensiva ¡ªtuvo su paralelo en los Pirineos¡ª entre la desembocadura del r¨ªo Guadiaro (San Roque) y la localidad de Conil de la Frontera, a trav¨¦s de parajes naturales de personalidad arrolladora. Se conserva medio millar de elementos, entre b¨²nkeres, nidos de ametralladora, casamatas contracarro, fortines de fusileros, puestos de observaci¨®n, proyectores... una capilaridad costera en la que, en parte, se emplearon como mano de obra prisioneros y represaliados encuadrados en batallones disciplinarios.
Todos estos elementos no hacen sino despertar la imaginaci¨®n del viajero frente a este cuello de botella mundial que es el del Estrecho de Gibraltar, por cuyas aguas transita cada a?o el 10% del tr¨¢fico mundial. Quien lo hollaba, era due?o de medio mundo. Buscando obras defensivas encontraremos arenales de gran val¨ªa estrat¨¦gica, id¨®neos para una acci¨®n de desembarco, muy deseables tambi¨¦n para el paseante amante de la tranquilidad. Sin olvidar algunos restaurantes de rigor.
De no ser por la Asociaci¨®n Cultural Ruta de los B¨²nkers el deficiente estado de conservaci¨®n de este patrimonio en la costa de C¨¢diz hubiera continuado hasta su extinci¨®n.
En defensa del faro de Punta Carbonera (San Roque)
Los playones se suceden por todo el levante de la provincia de C¨¢diz, una costa no del todo maltratada por el ladrillo. Aun a riesgo de ofrecer una calma que al ser descubierta por los visitantes deje de serlo, el faro de Punta Carbonera, uno de los m¨¢s desconocidos del litoral espa?ol, atrae y asombra en un entorno natural envidiable. Para llegar atravesaremos la urbanizaci¨®n Alcaidesa por la entrada de la avenida del Golf, y giraremos en la segunda rotonda a la izquierda obedeciendo la se?al de ¡°Faro¡±. A unos 400 metros abandonamos el asfalto y enlazamos por la izquierda con la pista militar en direcci¨®n Sal Verde.
Troncoc¨®nica y enlucida con revoco amarillento de mortero de cal, a la torre vig¨ªa del siglo XVI, reconvertida en faro de cabotaje en 1991, acceden los fareros por una escalera exenta. Rebasada la torre unos 400 metros, tomamos la tercera pista que baja al Mediterr¨¢neo y ya estamos sobre uno de los nidos de ametralladora m¨¢s subyugantes de la costa andaluza, en un entorno salvaje. Es de inter¨¦s el acceso a su galer¨ªa atrincherada en zigzag, para evitar ser golpeados directamente por los asaltantes, al modo de los portalones de los castillos medievales, construidas en forma de codo. Tampoco hay que perder de vista los restos de un pozo de gola, unos metros retranqueados, desde donde un tirador cubr¨ªa la retaguardia.
Al interior se puede entrar y otear el Pe?¨®n por sus troneras. Un grafiti de trazos infantiles apostrofa en la pared: ¡°Este b¨²nker ha sido limpiado por ni?os de tres a 12 a?os para el disfrute de todos. Por favor, Cu¨ªdenlo.¡±
A la altura del faro ¡ªotra bajada¡ª se descubre un b¨²nker an¨¢logo, pero con las aspilleras camufladas con vistosos guijarros cuya funci¨®n era enmascarar, deformar la silueta vista desde cualquier buque enemigo.
La oficina de turismo de San Roque organiza visitas a los b¨²nkeres de la sierra Carbonera, que separa San Roque de La L¨ªnea de la Concepci¨®n, y en la que se han catalogado unos 40 elementos. Conviene recordar que la ciudad de San Roque se fund¨® con los espa?oles expulsados de Gibraltar en 1704.
La Torre Nueva y sus playas aleda?as (La L¨ªnea de la Concepci¨®n)
Este paisaje litoral se vislumbra hacia ambas bandas, en un marco playero embriagante. ¡°Se combinan aqu¨ª dos estructuras defensivas que participaban del mismo fin: vigilar las costas. Con ahumadas y hogueras, en el caso de esta torre vig¨ªa del siglo XVI (vinculada a la de Gibraltar), y en el caso de los b¨²nkeres, con armamento propio de mediados del siglo XX¡±, apunta Ismael Ruiz, presidente de la Asociaci¨®n Cultural Ruta de los B¨²nkers.
La de Torre Nueva se cuenta entre las de mayor envergadura de las de su clase. Suele pasar inadvertido que debajo de ella se encuentra, cerrado al p¨²blico, un enorme b¨²nker ¡ªhay que pisar la arena para verlo¡ª con tres nidos de ametralladora reforzados por piezas de artiller¨ªa contracarro, unidas por un t¨²nel de 70 metros. De esta forma tan expeditiva se evitaba, interactuando unos refugios con otros, el establecimiento de cabezas de playa.
En sentido Alcaidesa, una pista de tierra acerca en unos 800 metros al primero de los b¨²nkeres hormigonados; aunque quiz¨¢ lo mejor sea dejar el coche en la torre y pasear por este maravillosa playa ¡°desnuda de contrato humano¡±, que dir¨ªa Cervantes. Con viento de poniente, se columbra Ceuta.
Cerco defensivo a la plaza de Gibraltar (La L¨ªnea de la Concepci¨®n)
El epicentro de la II Guerra Mundial, all¨¢ por el oto?o de 1940, reca¨ªa en Gibraltar. ¡°Meses antes, Franco ya hab¨ªa mandado construir un sistema de fortificaciones cuyo n¨²cleo principal estaba entre la Verja y lo que hoy es la avenida de la Banqueta, cerrando el istmo ante una eventual expansi¨®n brit¨¢nica desde el Pe?¨®n. Estas defensas se encontraban literalmente construidas sobre los baluartes artilleros espa?oles de la antigua l¨ªnea de contravalaci¨®n (la que erige el sitiador a fin de recuperar la plaza) del siglo XVIII¡±, relata Alfonso Escuadra, el historiador que desde hace tres d¨¦cadas reivindica la recuperaci¨®n de este patrimonio linense, autor de 12 libros, entre ellos Objetivo Gibraltar (Fundaci¨®n Don Rodrigo).
En el parque Princesa Sof¨ªa de La L¨ªnea de la Concepci¨®n se despliegan cuatro b¨²nkeres de hormig¨®n y acero, casi id¨¦nticos, levantados entre 1940 y 1941 y capaces de resistir el impacto de obuses de 150 mil¨ªmetros, justo el calibre ingl¨¦s. No son, como muchos creen, vestigios de la Guerra Civil.
El b¨²nker junto al drago albergar¨¢ dentro de poco el Centro de Interpretaci¨®n B¨²nker 161, a cargo de la Asociaci¨®n Cultural Ruta de los B¨²nkers, en torno a la II Guerra Mundial en la comarca del Campo de Gibraltar. Mientras tanto, dicha asociaci¨®n, en coordinaci¨®n con la oficina de turismo de La L¨ªnea de las Concepci¨®n, realiza visitas guiadas al b¨²nker 168, el m¨¢s cercano a la Verja ¡ªla punta de lanza, por as¨ª decir¡ª, rodeado de palmeras y situado hoy junto al skate park. A¨²n mantiene los adoquines (lo que contribuye a su mayor blindaje), los interruptores vintage de palometa, las cavidades subterr¨¢neas, el eco de las voces de mando ya apagadas. A diferencia del resto de b¨²nkeres de este parque, al ser mixto, incorpora adyacente a una de sus c¨²pulas un espacio habilitado para un ca?¨®n contracarro ante un Pe?¨®n que impone con su majestuosidad. Se puede reservar la visita, bien en la oficina de turismo local, bien a trav¨¦s de la Asociaci¨®n Cultural Ruta de los B¨²nkers. A los visitantes se les pide, en concepto de entrada, un kilo de alimentos no perecederos con fines sociales.
Esta l¨ªnea defensiva fue del agrado del Estado Mayor de la Wehrmacht, y la agreg¨® a la Operaci¨®n F¨¦lix, perge?ada por Hitler para conquistar Gibraltar en una maniobra rel¨¢mpago con un poderoso contingente de aviaci¨®n, artiller¨ªa y tropas especiales, plan que qued¨® en suspenso tras abrirse el frente del Este. Y es que en el Pe?¨®n la historia tiene todos los elementos de un thriller: reales unos, imaginarios otros. Tiene de divertido, eso s¨ª, el hecho de que los oficiales alemanes de inspecci¨®n se intentaran camuflar con uniformes espa?oles, a todas luces inapropiados para su envergadura.
Nos desplazamos acto seguido a la playa de Levante donde, junto a los restos del baluarte de Santa B¨¢rbara (siglo XVIII) se instal¨® una pasarela encima del b¨²nker 163; de manera que para ver la casamata semienterrada y los nidos de ametralladora habr¨¢ que bajar a la arena. Y ya que estamos, caminaremos 800 metros hasta el tramo de Verja que se sumerge en el mar impidiendo a los ba?istas entrar en el Pe?¨®n. Que nadie se asuste del estampido de los aviones que aterrizan y despegan a pocos metros. A t¨ªtulo de curiosidad, en bajamar se puede ver algo in¨¦dito en las costas espa?olas: los dientes de drag¨®n, es decir, los obst¨¢culos antitanque con los que se pretend¨ªa dificultar una invasi¨®n inglesa m¨¢s que posible. Para comer, optaremos por la suculenta brasa del restaurante Carboneros 27.
El ¡®flysch¡¯ y las troneras del parque del Centenario (Algeciras)
La punta de San Garc¨ªa, ocupada por un fuerte en el siglo XVIII, hoy alberga un parque urbano con una excepcional vista del Estrecho y una cuidada vegetaci¨®n aut¨®ctona que rodea esculturas rectangulares con las que enmarcar el pe?¨®n de Gibraltar y la presencia constante tanto de cargueros como de petroleros. Aqu¨ª apreciaremos como en ning¨²n sitio la forma de la bah¨ªa de Algeciras, entre punta Europa (Gibraltar) y punta Carnero.
La ruta a pie por camino de zahorra dura unos 40 minutos. Los b¨²nkeres se ense?an, bajo cita previa (651 88 47 30), al precio de tres euros por persona. El A, el m¨¢s espacioso y orientado a la playa de Getares, dispone de dos plantas: la alta indicada para ametralladoras y la inferior reservada para dos ca?ones contracarro. Su funci¨®n inclu¨ªa defender la pista militar que nace en la desembocadura del r¨ªo P¨ªcaro y que recorre toda la orilla del Estrecho hasta Tarifa. Hoy sirve de centro de interpretaci¨®n en torno a los valores naturales del Estrecho. Cerca se ense?a el bien preservado b¨²nker B, de una sola planta y galer¨ªa cubierta en forma de ¡°Y¡±, con dos c¨¢maras para dos piezas de artiller¨ªa.
Como cualidad geol¨®gica, esta punta atesora un singular flysch costero, milhojas casi vertical, entre los m¨¢s impactantes de la costa espa?ola. En el flysch alternan espectacularmente estratos duros (calizas y areniscas) y blandos (arcillas y margas) producto de la erosi¨®n marina.
Podremos pasear tambi¨¦n por las fortificaciones de la otra banda de la playa de Getares, antes de pasar por los restos de la factor¨ªa ballenera y disfrutar con el bosque litoral del parque natural del Estrecho, un cambio de paisaje radical causado por el efecto foehn (lluvia horizontal). S¨²bitamente, es como pasar de un continente a otro.
El faro de Punta Carnero (de 1874), parecido al de Chipiona, ser¨¢ el broche final de la excursi¨®n. Se erigi¨® sobre una antigua bater¨ªa de costa en tanto que un panel nos recuerda que estamos en la Ruta de Paco de Luc¨ªa, puesto que en este paraje es donde el guitarrista mejor discern¨ªa la separaci¨®n entre el Mediterr¨¢neo y el Atl¨¢ntico, como reflej¨® en su mayor ¨¦xito: Entre dos aguas. La canturrearemos mientras reponemos energ¨ªas en el restaurante Cepas, de cocina mediterr¨¢nea con toques innovadores, cuyo chef argentino, Alberto Taja, al ser presidente de la Asociaci¨®n de Sumilleres de C¨¢diz, garantiza estupendos maridajes. El at¨²n rojo es el motor de su cocina.
Ca?ones de acorazado, en tierra (Tarifa)
Una singularidad de esta Muralla del Estrecho la constituye los ca?ones Vickers-Armstrong desmontados del acorazado Jaime I (1921) y emplazados directamente sobre el terreno. A una de las dos bater¨ªas, la denominada Vig¨ªa, se llega sin grandes problemas. Para ello, a la salida de la rotonda de Tarifa en direcci¨®n Algeciras, justo pasado el punto kilom¨¦trico 85, hay que girar por un vial asfaltado no se?alizado. Pasaremos primero por la bater¨ªa D-8? de punta Camorro, usada hoy como oficinas por la Fundaci¨®n Migres, dedicada al estudio y seguimiento de la migraci¨®n de aves por el Estrecho y que tambi¨¦n impulsa la conservaci¨®n de este patrimonio defensivo, en este caso como refugio para la biodiversidad, sean murci¨¦lagos o golondrinas d¨¢uricas, entre otras especies.
Despu¨¦s subiremos a la antigua bater¨ªa D-7?, donde la fundaci¨®n abre en verano un centro de interpretaci¨®n. En su observatorio se puede disfrutar del avistamiento ornitol¨®gico, sobre todo, en este punto, los d¨ªas en que sopla el viento de levante.
Dejamos el coche en el Centro de Coordinaci¨®n de Salvamento Mar¨ªtimo, puesto que a 200 metros tenemos ya a mano la imponente torreta de proa del acorazado Jaime I, con sus ca?ones de 305 mm/50, cada uno de 15,25 metros de largo y un peso de 67 toneladas. Un detalle olvidado es el tr¨¢gico final del acorazado: atracado en Cartagena, cuya santab¨¢rbara explot¨® en 1937. Nunca se supo si por negligencia (un soplete, una colilla) o por sabotaje quintacolumnista, el caso es que se sald¨® con alrededor de 300 muertos. Posteriormente fue reflotada su artiller¨ªa. El castillo de Santa Catalina a¨²n guarda los efectos del bombardeo de Tarifa por parte de este acorazado. El d¨ªa que se rehabiliten las instalaciones subterr¨¢neas de esta bater¨ªa de costa se podr¨¢n ver su polvor¨ªn, su mecanismo hidr¨¢ulico, su sala de proyectiles y su ascensor de p¨®lvora. La torreta de babor del acorazado, la llamada Cascabel, es de acceso restringido.
En el punto m¨¢s meridional de la Pen¨ªnsula, en Tarifa, se encuentra el neorrenacentista castillo de Santa Catalina (1933), rodeado por una sucesi¨®n de b¨²nkeres datados entre 1941 y 1947, junto a los cuales es f¨¢cil aparcar. M¨¢s cerca de la isla de las Palomas se encuentra el b¨²nker del Avi¨®n, llamado as¨ª por su morfolog¨ªa a vista de p¨¢jaro.
Ya es posible entrar en la isla de las Palomas, apunt¨¢ndose a la visita guiada que coordina la oficina de turismo de Tarifa al centro de interpretaci¨®n erigido en las antiguas viviendas fareras (lunes, martes y viernes, a las 9.30, 11.15, 13.00 y 16.30; fines de semana, a las 9.30, 11.15 y 13.00. Cierra mi¨¦rcoles y jueves). Es buena idea aprovechar esta excursi¨®n para tapear en el Mes¨®n El Picoteo.
Iluminando el Atl¨¢ntico desde el cabo de Gracia (Tarifa)
Las viejas torres almenaras est¨¢n situadas habitualmente en terrenos paisaj¨ªsticamente privilegiados. Es el caso de esta torre reconvertida en faro, en la punta Camarinal, cerca de diversas construcciones militares que no solo vigilaban el tr¨¢fico mar¨ªtimo, tambi¨¦n un posible desembarco en la playa de los Alemanes, que dejar¨¢ ojipl¨¢ticos a quienes descubran la textura de su arena. La de los Alemanes, sin resacas ni kitesurfistas, recuerda con su nombre los primeros propietarios de la urbanizaci¨®n; existe la opini¨®n de que fueron excombatientes alemanes que se enamoraron de ella y que, tras la II Guerra Mundial, se dispusieron a disfrutarla.
Pocas veces ha conseguido la naturaleza armonizar de tal modo con un faro como con esta torre cil¨ªndrica de piedra vista, ic¨®nica en el parque natural del Estrecho. El que la denominen Costa de la Luz se adivina al atardecer. El b¨²nker se eleva 80 metros sobre el cabo de Gracia. Justo debajo de la literna comienza la larga pasarela acondicionada en el acantilado, que comunica primero con un edificio de tres plantas, cegado, una sombra de lo que fue, correspondiente al punto de observaci¨®n de la bater¨ªa de Camarinal. Seguiremos bajando hasta pasar por el refugio ¡ªconten¨ªa la dotaci¨®n y el taller¡ª y puesto de combate del monumental proyector de 150 cent¨ªmetros de di¨¢metro. La vista, entre enebros marinos y palmitos, es de las que se recuerdan. ¡°Cada noche se colocaba el proyector en el extremo donde acaba la pasarela para, de esta guisa, iluminar los barcos que transitaban el Estrecho, sirviendo de diana a los ca?ones situados a un kil¨®metro y medio de distancia en direcci¨®n a Tarifa¡±, comenta C¨¦sar S¨¢nchez de Alc¨¢zar, el mayor experto en estas construcciones gaditanas, comandante jubilado y autor de Encrucijada en el Estrecho. 1939-1943 (Agapea) y Artiller¨ªa de costa en el Campo de Gibraltar. 1936-2004 (Editorial AF), entre otras publicaciones.
Sin propon¨¦rselo, el fin militar contribuy¨® al fin medioambiental, logrando que toda esta costa en direcci¨®n a Tarifa llegara hasta nuestros d¨ªas tal y como lo vieron ¡ªy vivieron¡ª nuestros tatarabuelos. A medio kil¨®metro queda a pie la playa del Ca?uelo, demasiado bella para ser de verdad. Aqu¨ª el Atl¨¢ntico parece no querer imponerse. De bajada escabrosa, conserva un nido de ametralladoras junto donde toma el sol la grey de tradici¨®n nudista. De seguir caminando nos topar¨ªamos con la bater¨ªa de Camarinal, de acceso prohibido.
Una cala dorada y desconocida en el tarife?o cabo de Plata
La playa del B¨²nker se esconde en el cabo de Plata, separado de los arenales de Atlanterra y de los Alemanes. El acceso se realiza desde Zahara de los Atunes (Barbate), y aunque se puede llegar a pie desde la urbanizaci¨®n Atlanterra la mayor¨ªa lo hace por la escalinata que desciende semiescondida junto al muro ocre de una vivienda, en plena curva.
El del B¨²nker es un arenal muy batido por el levante y el poniente, fort¨ªsimos en ocasiones, cuyo tranquilo escenario conviene pisar en bajamar. El golpe de vista del b¨²nker, sobre la escollera, es sorprendente. La mole consta de dos alturas y sus tres cuerpos dibujan una figura sim¨¦trica. Al haberse destruido adrede la rampa de hormig¨®n, una maroma ayuda a ascender por los cascotes irregulares al primer piso. Mayor peligro entra?a subir, tambi¨¦n por una maroma y a pulso, al segundo piso para ver en la azotea el pozo donde montaba guardia el fusilero; y ni por asomo se recomienda zambullirse desde la cima, tal y como hacen algunos incautos durante la pleamar. Su entrada es amplia puesto que deb¨ªa franquear el paso de un ca?¨®n contracarro, as¨ª como ametralladoras ligeras.
Aqu¨ª, conviene reservar mesa en el restaurante Antonio. Un cl¨¢sico. Tambi¨¦n reabri¨® a finales de marzo por temporada un estupendo hotel aleda?o a la playa del B¨²nker y perteneciente a la cadena Q-hotels, El Cortijo de Zahara.
Mesa, mantel y columpios junto al b¨²nker de El Palmar (Vejer de la Frontera)
Finalizamos la ruta entre b¨²nkers por la costa gaditana en La Torre Restaurant & Lounge, restaurante que aprovecha un antiguo cuartel de carabineros ¡ªluego adscrito a la Guardia Civil¡ª, en los tiempos en que solo se pod¨ªa alcanzar El Palmar a u?a de caballo. Adem¨¢s de su estupenda terraza y su comedor interior con columpios en vez de sillones, el restaurante est¨¢ contiguo a una vistosa torre almenara del siglo XVI. Justo delante se erigi¨® un b¨²nker que el mar est¨¢ dando buena cuenta de ¨¦l y que pide a gritos una rehabilitaci¨®n. Para copas, nada mejor que el Papaya Playa El Palmar, que inaugur¨® temporada el 24 de marzo.
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