Sorpresas de Castres: un museo dedicado a Goya, un carrill¨®n de 1847 y un jard¨ªn renacentista
Ubicada en el coraz¨®n de Occitania, a la oferta art¨ªstica, cultural e hist¨®rica de esta villa medieval francesa se unen la gastronom¨ªa tradicional de sus mercadillos y atractivas escapadas cercanas
En el sur de Francia, a una hora escasa en coche de Toulouse y Carcassonne, existe una antiqu¨ªsima villa medieval al arrullo del intenso verde del parque natural regional del Alto Languedoc. Situada en el departamento de Tarn, la localidad de Castres es un destino ideal para una escapada de dos o tres d¨ªas lejos del turismo de masas. Cuna del recientemente inaugurado Museo Goya, es tambi¨¦n la ciudad natal del popular Jean Jaur¨¨s, uno de los primeros socialistas que luch¨® por el movimiento obrero. A su oferta art¨ªstica, cultural e hist¨®rica se unen una gastronom¨ªa tradicional regada con excepcionales vinos de la regi¨®n y la posibilidad de realizar un sinf¨ªn de actividades que permiten al viajero empaparse de la idiosincrasia del pa¨ªs galo en su versi¨®n m¨¢s castiza.
¡°La fantas¨ªa, aislada de la raz¨®n, s¨®lo produce monstruos imposibles¡±. El genial pintor Francisco de Goya y Lucientes plante¨® esta reflexi¨®n sin saber que, un par de siglos despu¨¦s, muy cerca de los frondosos y legendarios bosques de la Monta?a Negra, Castres iba a dedicarle el Mus¨¦e Goya, ¨²nica pinacoteca francesa centrada en el arte hisp¨¢nico despu¨¦s del Louvre. En el coraz¨®n de Occitania, en esta villa conocida como ¡°la peque?a Venecia del Languedoc¡± el intenso colorido de las casas que descansan sobre el r¨ªo Agout dibujan una po¨¦tica postal. Etapa del Camino de Santiago, es tambi¨¦n sede de uno de los equipos de rugby m¨¢s laureados y famosos de Francia, el Castres Olympique, motivo de orgullo de todos sus vecinos.
Abrimos boca con un exquisito caprice de deux cultural: una inmersi¨®n en el arte hisp¨¢nico de todos los tiempos. Inaugurado como Museo Goya en 1947, su remodelaci¨®n ha dado como resultado un espacio donde se ha mejorado la accesibilidad al p¨²blico y se ha ampliado la colecci¨®n permanente del museo, que cuenta con m¨¢s de 5.000 obras, de las cuales 1.500 son espa?olas. Su valor art¨ªstico reside tambi¨¦n en el monumento arquitect¨®nico que le da cobijo, un palacio episcopal del siglo XVII, al que los trabajos de restauraci¨®n le han devuelto su antiguo esplendor. La pinacoteca exhibe tres cuadros de Goya y una colecci¨®n casi completa de sus grabados, todo ello cedido por la familia del coleccionista de Castres Marcel Brighiboul en 1894. Traspasar las imponentes puertas de este palacio barroco es dejarse mecer por el talento y la excepcionalidad del arte hisp¨¢nico; un recorrido hist¨®rico desde la Edad Media hasta nuestros d¨ªas en el que se dan cita artistas como Murillo, Vel¨¢zquez, Pacheco, Ribera, Sorolla, Picasso, Mir¨® o T¨¤pies, entre muchos otros. A medida que el visitante desciende por la escalera que da acceso a la Sala Goya, en la parte central del museo, la mirada penetrante del genuino pintor da la bienvenida desde la pared situada en la parte final del habit¨¢culo, donde se exhibe su famoso Autorretrato. Completan la colecci¨®n La Junta de Filipinas, el cuadro de mayor tama?o del de Fuendetodos, y el retrato de Francisco del Mazo, al que no le pint¨® las manos, porque, seg¨²n dicen, consider¨® que no le hab¨ªa pagado suficiente por el trabajo.
Para seguir descubriendo la ciudad, qu¨¦ mejor que regar esta ruta con una cata de excelentes vinos locales dirigida por el en¨®logo Laurent Guerrero, de abuelos espa?oles, en La Cave de Laurent, donde tambi¨¦n es posible adquirir vinos procedentes de todas las regiones vitivin¨ªcolas francesas. La gran peculiaridad de los vinos galos, y lo que los diferencia de los espa?oles o italianos, es que las vides no se riegan. Ello obliga a sus ra¨ªces a adentrarse en la tierra hasta alcanzar 100 metros de profundidad en su b¨²squeda de minerales y agua, dando lugar a ins¨®litas notas de cata donde los toques de hierbas arom¨¢ticas, como el tomillo o el laurel, o de minerales est¨¢n muy presentes.
Gastronom¨ªa y mercadillos
Un paseo por tierras galas es siempre una extraordinaria oportunidad para disfrutar de su sibarita y deliciosa gastronom¨ªa. En el casco antiguo de Castres, la Cr¨ºperie Du Coin es el lugar para probar uno de los manjares franceses por excelencia: los crepes. Adem¨¢s, sus experimentados cocineros preparan al momento y de forma artesanal una gran variedad de galettes, tanto dulces como salados, y unas ensaladas que cortan la respiraci¨®n. Los m¨¢s foodies pueden optar por maridar el ¨¢gape con sidra francesa, una de las especialidades del lugar.
Otra opci¨®n para conocer las entra?as gastron¨®micas de esta villa medieval es visitar alguno de sus variopintos mercadillos. Durante todo el a?o, la plaza Jean Jaur¨¨s acoge un mercadillo de alimentaci¨®n donde se pueden adquirir productos locales a muy buen precio (todos los jueves, viernes y s¨¢bados de 7.00 a 13.00). Los amantes de los productos ecol¨®gicos tienen una cita los jueves, de tres a siete y media de la tarde, en Noctambio, el mercadillo de la Plaza Pierre-Fabre. Una buen¨ªsima alternativa para los paladares m¨¢s refinados es perderse por el mercadillo m¨¢s carism¨¢tico y simb¨®lico de la localidad, el March¨¦ au gras: un para¨ªso gourmet entre foies, mollejas y toda suerte de alimentos derivados de el pato y la oca. Se celebra solo de mediados de noviembre a mediados de abril (Quai Tourcaudi¨¨re, de 7.00 a 13.00).
Un paseo por el r¨ªo Agout y subir al campanario
Cuando el clima es suave se puede disfrutar de actividades como un recorrido por las aguas del Agout a bordo de la embarcaci¨®n de madera Le Miredames, que simula las antiguas barcas que surcaban el r¨ªo. El paseo se inicia en el centro de la localidad y, tras cruzar el puente de Miredames, el barco remonta las verdes orillas del Agout hasta el Parque de la Gourjade, pulm¨®n verde de la ciudad dise?ado emulando la estructura de los grandes parques brit¨¢nicos. El recorrido de vuelta es el momento para contemplar detenidamente las antiguas casas de madera multicolores, principal se?a de identidad de Castres y de su popularidad. Estas edificaciones de base medieval fueron restauradas en los a?os ochenta del pasado siglo y constitu¨ªan el sustento econ¨®mico del municipio, ya que fueron sede de una intensa actividad textil basada en el curtido de cuero y el tejido de telas.
Y del medio acuoso pasamos a tierra firme para descubrir una de las joyas arquitect¨®nicas del municipio franc¨¦s : la iglesia g¨®tica de Notre Dame de la Plat¨¦, declarado monumento hist¨®rico desde 1987 y reci¨¦n inaugurada tras 20 a?os de restauraci¨®n. A pesar de sus peque?as dimensiones, el templo conserva un ¨®rgano de 1764. La ¨²nica parte que se ha mantenido intacta es la torre del campanario, ya que no fue destruido durante las guerras de religi¨®n. Precisamente, en lo m¨¢s alto de dicho torre¨®n se esconde uno de los tesoros de Castres: un antiguo campanario que custodia 34 campanas que no han dejado de sonar desde que fueron instaladas en 1847. Lo m¨¢s impresionante es el carrill¨®n con un teclado de madera de tipo flamenco de 34 teclas, una por cada campana, que hace sonar el popular carrillonero castrense Jean Pierre Carme con sus propios pu?os todos los d¨ªas festivos y de mercadillo. Tener la inmensa suerte de asistir a un concierto gratuito de carrill¨®n el primer domingo de cada mes a las once de la ma?ana es una experiencia inaudita.
Otra de las peculiaridades de Castres es Le Jard¨ªn de L¡¯?v¨ºch¨¦, un jard¨ªn renacentista cuyo dise?o de finales del siglo XVII se atribuye a Andr¨¦ Le N?tre, jardinero de Luis XIV y creador de los jardines de Versalles. Emplazado en la parte trasera del Palacio Episcopal, sede del actual Museo Goya, desde 2004 ostenta el privilegio de haber sido clasificado como Jard¨ªn Destacado en Francia. Dejarse acariciar por los suaves rayos de sol cuando cae la tarde y deambular entre sus juegos de perspectivas y sus bordados de boj asegura una experiencia inmersiva en el aut¨¦ntico joie de vivre franc¨¦s.
Excursiones y rutas de senderismo
Una tercera jornada en la peque?a Venecia del Languedoc es ideal para explorar sus alrededores y conocer m¨¢s a fondo la regi¨®n de Tarn. Tomando Castres como campamento base, son muchas las rutas que se pueden altenar en funci¨®n de los gustos e intereses de cada viajero. Estas son tres propuestas.
- El macizo de Sidobre. Tambi¨¦n conocido como granito Tarn o granito silver, el granito procedente de estas misteriosas y legendarias canteras es el material utilizado en toda la regi¨®n y en gran parte de Francia para el dise?o del mobiliario urbano. Esta isla de granito es una de las mayores canteras de Europa. A tan solo cinco minutos de Castres en coche, este capricho geol¨®gico es una suerte de pa¨ªs de las maravillas esculpido por gigantescas bolas de piedra y rocas con formas inexplicables que parecen haber sido moldeadas por la mano de un gigante. Nadie sabe a ciencia cierta cu¨¢l es el origen de este paisaje que escapa a las leyes de la naturaleza.
- Alb¨ª, la Ville Rouge. Sede de otro museo de referencia en el pa¨ªs vecino, el Mus¨¦e Toulouse-Lautrec, la capital de la regi¨®n de Tarn se halla a unos 40 kil¨®metros al norte de Castres. Esta ciudad monumental es patrimonio mundial de la Unesco desde 2010. Su particular arquitectura en tonos rojizos, su catedral, sus puentes, palacios o molinos sorprenden a aut¨®ctonos y for¨¢neos con diferentes gamas crom¨¢ticas que van mutando seg¨²n la hora del d¨ªa. La villa natal de Toulouse-Lautrec es una opci¨®n super apetecible y acertada para una visita desde la vecina Castres.
- Para poner el broche de oro de esta aventura por tierras occitanas, una sugerencia fuera de los circuitos tur¨ªsticos habituales ser¨ªa una ruta de senderismo a trav¨¦s de la Montagne Noire o Monta?a Negra. Bautizada as¨ª por el tono oscuro que reviste las hojas de sus frondosos ¨¢rboles en invierno, la lana que se utilizaba antiguamente en las f¨¢bricas textiles de Castres proced¨ªa de esta sierra legendaria y misteriosa. Los m¨¢s aventureros y deportistas ver¨¢n su esfuerzo m¨¢s que recompensado cuando coronen su pico m¨¢s elevado, el Pic de Nore (1.211 metros), desde el cual se vislumbra una panor¨¢mica de infarto de 360 grados que pone en el foco los Pirineos y el mar Mediterr¨¢neo.
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