La Dordo?a, viaje al coraz¨®n ¡®gourmet¡¯ de Francia entre castillos y trufas con el mejor ¡®foie-gras¡¯ del mundo
Licor de nueces, vinos exquisitos y restaurantes rurales con estrella Michelin acompa?an el viaje por una de las regiones francesas m¨¢s genuinas. Abad¨ªas, pueblos medievales, fortalezas y cuevas prehist¨®ricas sirven de hilo conductor para recorrer en coche esta comarca del Perigord
Hay pocos lugares que sinteticen mejor los atractivos de la Francia rural que la Dordo?a. Una magn¨ªfica gastronom¨ªa es el complemento perfecto a cualquier viaje por una regi¨®n que puede presumir de maridar perfectamente su historia con un paisaje salpicado de castillos y pueblos pintorescos. Los franceses lo tienen como uno de sus destinos preferidos para viajes en familia, pero cada vez recibe m¨¢s visitantes de otros pa¨ªses dispuestos a disfrutar de su sabrosa cocina r¨²stica, sus mercados de productos locales y sus bellos pueblos medievales. Su epicentro tur¨ªstico est¨¢ en Sarlat y el majestuoso tramo de valle fluvial entre Beynac y Domme, aunque Rocamadour gana posiciones cada a?o. Eso sin olvidar que parte del mejor arte rupestre de Francia se encuentra en las cavernas y refugios rocosos del cercano valle del V¨¦z¨¨re.
Dordo?a ha ganado tambi¨¦n fama por sus exquisitas trufas negras y sus patos y ocas, con los que se hace un exquisito (y pol¨¦mico) foie-gras, que se sirve tal cual o aromatizado con trufas o co?ac. De estas aves salen tambi¨¦n el confit de canard y el confit d¡¯oie que no son otra cosa que carne de pato u oca cocinados a fuego lento en su propia grasa. Otra especialidad regional son los escargots, los caracoles, que tambi¨¦n se pueden rellenar con foie-gras, y no hay que olvidar las nueces, base de muchos postres y con las que tambi¨¦n se prepara un apreciad¨ªsimo eau de noix (licor de nueces).
Información en la Guía Lonely Planet de Francia y en lonelyplanet.es.
Estos son 10 hitos para disfrutar de una ruta gourmet por la Dordo?a francesa.
1. P¨¦rigeux, romana y medieval
P¨¦rigeux es la ciudad m¨¢s grande y din¨¢mica de la Dordo?a, pero no ha perdido su coraz¨®n medieval, conocido como Puy St-Front. Esa zona se fusiona a la perfecci¨®n con la Cit¨¦, un asentamiento llamado Vesunna por los romanos, donde se encuentran los restos de una muralla y un anfiteatro del siglo III, adem¨¢s de un excelente museo arqueol¨®gico.
El centro hist¨®rico de Puy St-Front se visita a pie: este laberinto de calles adoquinadas que parten radialmente de la catedral g¨®tica conserva muchos edificios medievales y mansiones renacentistas. Para descubrirlos, solo hay que dejarse llevar y pasear por calles como Plantier, Sagesse, la Mis¨¦ricorde, Aubergerie o la rue Limogeanne, donde hay placas descriptivas en franc¨¦s e ingl¨¦s.
As¨ª, hay que dejarse caer por lugares como la Galerie Daumesnil, una serie de patios peatonales unidos y encerrados por edificios de los siglos XV al XVII, o por la catedral, con sus cinco c¨²pulas de color crema, coronadas con torres de estilo neobizantino. En realidad son un dise?o del siglo XIX de Paul Abadie, el mismo arquitecto que proyect¨® la bas¨ªlica del Sacr¨¦-Coeur de Par¨ªs, y las semejanzas se notan. Aunque desde donde mejor se aprecia es desde el cercano Pont des Barris.
En la Maison du P?tisier, una gran casa fortificada del siglo XVI, hay que visitar el mercado de trufas instalado en la planta baja, y tambi¨¦n el Museo de Arte y Arquitectura de P¨¦rigord, instalado en un edificio neocl¨¢sico.
Quedan restos de la antigua ciudad romana de Vesunna, como la Tour de V¨¦sone o el Jardin des Ar¨¨nes, un agradable parque que envuelve un c¨ªrculo quebrado de ruinas cubiertas de yedra. Si uno se fija bien, se descubre que en tiempos formaron parte de un anfiteatro romano enorme, aunque resulta dif¨ªcil imaginar a los gladiadores peleando hasta la muerte en un parque donde hoy juegan los ni?os. Para saber m¨¢s sobre el mundo romano en P¨¦rigeux hay que visitar el Museo Galorromano de Vesunna, dise?ado por Jean Nouvel, que protege una domus (mansi¨®n) romana del siglo I.
2. Brant?me y Bourdeilles
No muy lejos de Perigeux, hacia el norte, Brant?me sorprende por una abad¨ªa benedictina fundada por Carlomagno a los pies de un acantilado junto al r¨ªo Dronne. Su campanario es del siglo XI, uno de los m¨¢s antiguos de Francia. El conjunto actual comprende una iglesia abacial g¨®tica que se puede visitar gratuitamente y un enorme edificio mon¨¢stico del siglo XVIII. El Pont Coud¨¦ (puente curvado), as¨ª llamado por la curva que traza, es perfecto para captar la imagen de la abad¨ªa, tambi¨¦n es el punto de partida de los populares paseos en barcas de recreo.
A unos kil¨®metros, el peque?o Bourdeilles es poco m¨¢s que una calle que se curva alrededor de su castillo, una villa del siglo XVI arropada por murallas con matacanes. De abril a octubre, si el caudal del agua lo permite, la mejor forma de llegar es deslizarse 12 kil¨®metros r¨ªo abajo en kayak desde Brant?me. Una vez en Bourdeilles merece la pena disfrutar del atardecer en el puente medieval y cenar en alguno de sus excelentes restaurantes.
3. Bergerac, el pueblo de Cyrano
En sus or¨ªgenes, Bergerac era poco m¨¢s que un puente medieval para cruzar el ancho r¨ªo Dordo?a. En torno a ese puente prosper¨® un pueblo rodeado por f¨¦rtiles vi?edos y campos ondulados, del que se conserva todav¨ªa un peque?o conjunto de casas con entramados de madera rodeado de avenidas con edificios de piedra color crema del siglo XIX. Pero si nos suena de algo este pueblo es por el poeta, dramaturgo y escritor sat¨ªrico Hercule-Savinien Cyrano de Bergerac (1619-1655), cuyas haza?as rom¨¢nticas y enorme nariz inspiraron la famosa obra de teatro de Edmond Rostand Cyrano de Bergerac, adaptada multiples veces al cine.
Sin salir del pueblo, las zonas m¨¢s bonitas del casco antiguo son la plaza Pelissi¨¨re y la plaza de la Mirpe, ambas presididas por gallardas estatuas del espadach¨ªn Cyrano. El otro atractivo tur¨ªstico del pueblo es el Museo del Tabaco, ubicado en una mansi¨®n siglo XVIII, con una gran colecci¨®n de pipas decoradas.
La denominaci¨®n DOC de Bergerac y Duras cubre una amplia variedad de variedades de vino; los del P¨¦charmant son tintos de sabor intenso envejecidos en roble, mientras que los de Monbazillac y Rosette se centran en los blancos. Para conocer esa extraordinaria gama, se puede empezar con una cata en la bodega Quai Cyrano, ubicada en el claustro de un antiguo monasterio con terraza frente al r¨ªo, para luego seguir con una ruta por las bodegas de la zona.
4. El dulce castillo de Monbazillac
La ruta enol¨®gica puede continuar por el Ch?teax de Monbazillac y sus afamados vinos dulces. El castillo, del siglo XVI, con torreones c¨®nicos con tejas y matacanes de piedra, se alza sobre una cresta monta?osa a siete kil¨®metros al sur de Bergerac, con vistas a la ciudad y los vi?edos.
En la regi¨®n abundan fortalezas como el Ch?teau de Bridoire, con multitud de torreones, que destaca entre sus competidores en Dordo?a por atraer a ni?os de todas las edades: uno se pone un casco de caballero, practica tiro con arco o se recrea con alguno de sus juegos medievales.
Muchos de estos castillos est¨¢n vinculados a bodegas familiares, como el Ch?teau Montdoyen, un acogedor vi?edo familiar a cuatro kil¨®metros al suroeste de Monbazillac que produce vinos de evocadores nombres como ?tat d¡¯Esprit o Divine Mis¨¦ricorde. O el cercano Ch?teau de la Jaubertie, una refinada bodega junto a un pabell¨®n de caza que perteneci¨® al rey Enrique IV de Francia, que produce sofisticados vinos de cultivo ecol¨®gico.
Sin salir de la zona, los amantes del buen comer pueden hacer parada en La Tour des Vents, el restaurante con estrella Michelin del chef Damien Fagette, con vistas panor¨¢micas junto a la torre de un antiguo molino. Es el grial gastron¨®mico de la zona de Bergerac, con precios a su nivel, pero el bistr¨® ofrece las mismas vistas a precios m¨¢s moderados.
No muy lejos, a menos de 20 kil¨®metros, Issigeac resulta una verdadera joya: un peque?o pueblo ovalado, fundado alrededor de una abad¨ªa benedictina sobre lo que fue una villa romana del siglo IV. Invita a ser descubierto y explorado, sobre todo los domingos por la ma?ana, cuando se celebra un magn¨ªfico mercado.
La nota para gourmets: el diminuto Issigeac cuenta con una sorprendente buena selecci¨®n de restaurantes, aunque muchos cierran en invierno. Adem¨¢s del del domingo, en verano hay mercados nocturnos musicales los jueves y viernes.
5. Bastida de Monpazier
Las gu¨ªas tur¨ªsticas suelen destacar Monpazier como una de las bastidas (poblaciones fortificadas) mejor conservadas de la regi¨®n. El pueblo ha encontrado el equilibrio entre la tranquilidad rural, la autenticidad hist¨®rica y la puesta en valor de sus talleres de cer¨¢mica, galer¨ªas de arte, sombrerer¨ªas, cervezas artesanales y escuela de soplado del vidrio. Fundada en 1284 por un representante de Eduardo I (rey de Inglaterra y duque de Aquitania), conserva dos torres de la puerta y un original trazado en cuadr¨ªcula en el que algunos callejones tienen la anchura de los hombros.
La bastide es una revoluci¨®n urban¨ªstica que surgi¨® en la Aquitania del siglo XIII: el centro del pueblo no es ya la iglesia, sino la plaza del mercado, porticada, con calles en torno a ella trazadas a cuadr¨ªcula y protegidas por murallas y puertas. All¨ª se celebra todos los jueves el d¨ªa del mercado desde la Edad Media. Hay unas 300 bastidas catalogadas, y muchas pertenecen al club de Los pueblos m¨¢s bellos de Francia.
Su Ch?teau de Biron aparece en muchas pel¨ªculas: se alza en una colina a ocho kil¨®metros al sur de Monpazier, con una magn¨ªfica mezcla de estilos, tras haber sido transformado por ocho siglos de herederos. Al pasear por la fotog¨¦nica aldea cercana ya se percibe su escala, pero pagar por una entrada permite ver sus exposiciones de arte contempor¨¢neo, algunas chimeneas grandiosas y una escalera en la doble logia, inspirada en otra de Versalles.
Tambi¨¦n resulta rom¨¢ntico y fotog¨¦nico el pueblo de Belv¨¨s, encaramado espectacularmente en una colina 16 kil¨®metros al noreste de Monpazier. Es un laberinto intrincado de casas hist¨®ricas y torreones con algunos caf¨¦s y restaurantes.
6. Beynac, Castelnaud y alrededores
El tramo del r¨ªo en forma de uve doble entre Beynac y Vitrac es la quintaesencia del paisaje de Dordo?a. A 15 kil¨®metros se encuentran cuatro de los castillos m¨¢s memorables de la regi¨®n, varios pueblos de piedra pintorescos, comprimidos entre el r¨ªo y el acantilado, y un jard¨ªn que no hay que dejar de ver.
Durante gran parte de la Guerra de los Cien A?os entre Francia e Inglaterra, Beynac, en la orilla septentrional del r¨ªo Dordo?a, estaba bajo control franc¨¦s y miraba desafiante a los castillos de Castelnaud y Fayrac, bajo control ingl¨¦s, en la orilla sur. En la actualidad esos lugares solo est¨¢n asediados por visitantes y equipos de producci¨®n de cine que buscan exteriores m¨¢gicos. Beynac se aparece en una bifurcaci¨®n del r¨ªo, y una tosca escalera de piedra conduce por la cara de un acantilado de 150 metros de altura hasta la parte superior del pueblo y el sorprendente castillo que lo domina. El director sueco Lasse Hallstr?m inmortaliz¨® sus calles en la entra?able pel¨ªcula Chocolat (2000), protagonizada por Johnny Depp y Juliette Binoche.
El castillo de Beynac es una fortaleza impresionante del siglo XII, visible a kil¨®metros a la redonda, que se alza sobre el pueblo encaramado en lo alto de un acantilado. Las vistas desde sus almenas son muy atractivas, pero el interior conserva un ambiente austero y medieval y la decoraci¨®n se limita a chimeneas talladas, cofres-arcones de madera y alg¨²n tapiz, lo que ayuda a imaginar lo dura que era la vida incluso para la gente acomodada.
En el cercano Castelnaud-la Chapelle, la atracci¨®n principal es tambi¨¦n un castillo medieval que mira desde el valle hacia el castillo vecino del que depend¨ªa, el de Beyrac. El de Castelnaud es un castillo medieval desde el que las casas antiguas que rodean las murallas descienden como una cascada hasta el puente de la carretera local. Las contundentes murallas y muros de m¨¢s de un metro de anchura de esta fortaleza medieval se elevan entre los ¨¢rboles, y la terraza superior de la torre del homenaje ofrece vistas fant¨¢sticas de la curva del Dordo?a.
A kil¨®metros al oeste de Castelnaud, el castillo y los jardines des Milandes tienen un museo dedicado a su propietaria m¨¢s famosa, la glamurosa bailarina y cantante Josephine Baker (1906-1975), quien tuvo un ¨¦xito rotundo en el Par¨ªs de los a?os veinte con sus actuaciones subidas de tono, colabor¨® valientemente con la Resistencia francesa en la II Guerra Mundial y posteriormente fue activista del movimiento por los derechos civiles en EE UU. Se exhiben fotos originales, objetos personales y una fant¨¢stica colecci¨®n de vestidos, y suenan sus canciones durante la visita.
Y hay m¨¢s parques en la zona, como los de Marqueyssac, unos famosos y cuidados jardines frente a Castelnaud, al otro lado del valle, que componen un extraordinario festival de arte topiaria, centenares de setos de boj podados a mano que se extienden a lo largo de un risco rocoso sobre el Dordo?a. Unos senderos se?alizados conducen a un belv¨¦d¨¨re (mirador) con vistas a cuatro de los castillos de la zona.
La carretera conduce a otros muchos pueblos pintorescos, como La Roque-Gageac, compuesto por una guirnalda de edificios de piedra de color ¨¢mbar construida en el exiguo espacio entre la elevada cara de un acantilado y el serpenteante Dordo?a. Por encima de los tejados, el acantilado est¨¢ horadado por una fortaleza troglodita inaccesible, y en la ribera hay embarcaderos para hacer cruceros en gabarra y paseos en piragua. O a Domme, un pueblo fortificado, fundado en 1281 en lo alto de una colina, que ofrece unas vistas impresionantes desde su alta explanada. El novelista Henry Miller, que lo visit¨® en 1939, dijo que ver el Dordo?a desde all¨ª era ¡°algo por lo que estar agradecido toda la vida¡±.
7. D¨ªas de mercado en Sarlat-la-Can¨¦da
En Sarlat-la-Can¨¦da, una localidad de color miel, cada s¨¢bado el mercado local se llena de boletus, terrinas de pato, foie-gras, nueces e incluso trufas negras. De no coincidir, siempre podremos comprar productos gourmet en el mercado cubierto, en la antigua iglesia de Sainte-Marie: el arquitecto Jean Nouvel convirti¨® una alta iglesia de piedra dorada en el mercado cubierto del pueblo; el a?adido m¨¢s llamativo fueron unas gigantescas puertas grises y un ascensor panor¨¢mico que ofrece vistas de panor¨¢micas de la campi?a.
Sarlat es un poco el coraz¨®n de toda visita gastron¨®mica a la Dordo?a. Su bonito casco antiguo presume de contar con la arquitectura medieval mejor conservada de la regi¨®n y es una buena base para explorar los valles del Dordo?a y el V¨¦z¨¨re. Se llena de visitantes en verano, pero en marzo u octubre se ven m¨¢s vecinos que turistas en el mercado.
El compacto centro medieval de Sarlat, espl¨¦ndidamente acabado y peatonal en gran parte, es su principal atractivo, formado por edificios de piedra color dorado del siglo XV, encajados en una pintoresca mara?a de callejones, pasajes y patios secretos, que conducen a las plazas m¨¢s grandes, frente a la catedral y el Ayuntamiento renacentista.
Y el otro gran atractivo del pueblo es el Manoir de Gisson, una grandiosa mansi¨®n hist¨®rica, con torres con chapitel y suntuosamente amueblada en estilo burgu¨¦s del siglo XVII. Se puede visitar o simplemente admirar su arquitectura desde la plaza de mercado, cuyo prop¨®sito lo indica un tr¨ªo de estatuas de bronce de ocas. En marzo, durante el Fest¡¯Oie, se siguen vendiendo ocas vivas.
Y hay m¨¢s castillos y mansiones por la zona, como el Ch?teau Puymartin, escondido en un bosque a ocho kil¨®metros al noroeste de Sarlat, en direcci¨®n a Les Eyzies, una fortaleza del siglo XIII reconstruida en1450 que cuenta con un interior lujosamente amueblado. Sin embargo, lo que desean muchos de sus visitantes es ver la torre norte y participar en un juego de escape sobre la leyenda del fantasma de la Dama Blanca, supuestamente emparedada all¨ª por su celoso y despiadado marido.
8. Excursiones gastron¨®micas
No muy lejos de Sarlat hay dos pueblos irresistibles para los amantes del buen comer. El primero es Sainte-Nathal¨¨ne, perfecto para probar las famosas nueces de la regi¨®n. Este humilde fruto seco es uno de los sabores m¨¢s caracter¨ªsticos de la Dordo?a, y el ingrediente principal de muchas recetas regionales. En el Moulin de la Tour, el ¨²ltimo molino de agua en funcionamiento de la regi¨®n, se puede ver c¨®mo se elabora el aceite de nueces y productos de reposter¨ªa como las cerneaux de noix au chocolat (nueces ba?adas en chocolate) o el g?teau de noix (pastel de nueces).
El otro gran producto de la Dordo?a es el foie-gras, que es tambi¨¦n la estrella de otro de los pueblos cercanos a Sarlat: Carsac-Aillac. Desde la carretera ya se ven algunos criaderos de ocas. L¡¯Elevage du Bouyssou, por ejemplo, es una granja familiar al norte del pueblo donde los propietarios organizan visitas y demostraciones de la gavage, el pol¨¦mico m¨¦todo de engordar a las ocas, y venden foie-gras casero (aqu¨ª, que cada uno vea lo que le dicta su conciencia ecol¨®gica).
Para bajar calor¨ªas solo hay que seguir las pintorescas carreteras locales por el curso del r¨ªo hasta llegar a La Roque-Gageac. Es el lugar ideal para hacer un poco de ejercicio que compense la buena mesa: se alquilan kayaks y piraguas para explorar el r¨ªo y tambi¨¦n se puede hacer un pl¨¢cido crucero ribere?o en una de las gabarras de fondo plano t¨ªpicas de la zona.
Otra joya gastron¨®mica de la ruta es la perle noire o trufa negra de Saint Cyprien. Hay empresas y especialistas que ofrecen salidas para buscar trufas con la ayuda de perros expertos en temporada (de diciembre a marzo). Y en Mortemart, podremos ver granjas con jabal¨ªes en semilibertad: llevan una dieta rica en casta?as que proporciona a su carne de caza un sabor muy caracter¨ªstico. Se puede probar en el contundente guiso civet de sanglier y en muchos pat¨¦s y terrinas de la regi¨®n, que por aqu¨ª se pueden comprar, y muy buenos.
9. Valle del V¨¦z¨¨re, un viaje a la prehistoria
El r¨ªo V¨¦z¨¨re, un sosegado afluente del Dordo?a, fluye a trav¨¦s de praderas verdes y sauces que se mecen suavemente y crea un espl¨¦ndido valle flanqueado por acantilados de piedra caliza. La cuenca del V¨¦z¨¨re est¨¢ salpicada de pueblos con encanto y alg¨²n castillo, pero lo m¨¢s caracter¨ªstico de la zona son sus cavernas y abrigos rocosos, con una de las mayores concentraciones de arte rupestre en Europa. Las cuevas m¨¢s conocidas est¨¢n cerca de Montignac y de Les Eyzies.
Les Eyzies es un pueblo peque?o y tur¨ªstico que abraza un impresionante recodo de acantilados en forma de uve y es el punto de partida ideal para visitar las grutas y sus pinturas. Una de las cuevas m¨¢s impresionante es la de Gouffre de Proumeyssac, con salas de 40 metros de altura, toda una catedral de estalactitas que cobra vida gracias a unas visitas guiadas muy profesionales, con espect¨¢culos de luz que iluminan las formaciones geol¨®gicas mientras que una gran cesta colgante (en la que bajan algunos visitantes) desciende por el llamado ¡°agujero del diablo¡±.
En el Museo Nacional de Prehistoria de Les Eyzies, la r¨¦plica de un mamut de tama?o natural da la bienvenida a los visitantes de esta colecci¨®n de armas y utensilios de la Edad de Piedra, adem¨¢s de f¨®siles de animales del Cuaternario. El edificio combina dise?o modernista con una curiosa ubicaci¨®n, en parte cortada en la cara del acantilado. Tambi¨¦n se puede visitar el Abri Cro-Magnon, la cueva donde se encontraron los primeros f¨®siles de croma?ones en 1863.
En la gruta de Font de Gaume hay m¨¢s de 200 delicadas figuras pol¨ªcromas pintadas hace m¨¢s de 10.000 a?os que incluyen bisontes, ciervos, caballos y mamuts, aunque solo 25 de ellas se pueden ver en los circuitos guiados con linternas. Otra cueva con pinturas extraordinarias es la Grotte des Combarelles, larga y angosta, famosa por sus grabados de animales, entre ellos un felino que parece saltar desde la pared de la roca.
Y quedan a¨²n por ver las m¨¢s celebradas: Montignac y Lascaux. En 1983 se cre¨® una r¨¦plica de las secciones m¨¢s famosas de la cueva original, conocida como Lascaux II, a varios cientos de metros de all¨ª, que se utiliz¨® como el principal emplazamiento abierto a visitantes, hasta que en 2016 se inaugur¨® la neocueva de Lascaux IV. El contorno exacto, los grabados y casi 600 pinturas se han reproducido al mil¨ªmetro con tecnolog¨ªa l¨¢ser e impresi¨®n en 3D, y el resultado da la incre¨ªble impresi¨®n de ser una cueva de verdad: es h¨²meda, oscura y fr¨ªa, y la experiencia consigue ser escalofriante.
10. Rocamadour y el Alto Dordo?a
Al este de la autopista francesa A20, el valle del Dordo?a y la meseta que lo rodean siguen estando llenos de pueblos preciosos y ciudades peque?as. En general, la regi¨®n est¨¢ menos explotada que la zona de Sarlat, aunque la excepci¨®n es Rocamadour, una de las villas m¨¢s visitadas de Francia.
Resulta dif¨ªcil reprimir una exclamaci¨®n de sorpresa cuando se ve por primera vez Rocamadour, con sus tejados e iglesias aferradas a una pared de roca cortada a pico en la garganta del r¨ªo Alzou. El entorno, a¨²n m¨¢s m¨¢gico a la puesta de sol, se completa con un exquisito ch?teaux del siglo XIV en un saliente del acantilado. El lugar recibi¨® el nombre por san Amador, un ermita?o m¨ªtico del que se dice que presenci¨® la muerte de san Pablo. El cad¨¢ver de Amador se encontr¨® all¨ª en la d¨¦cada de 1160, milagrosamente incorrupto 700 a?os despu¨¦s de su supuesta muerte. Se cuenta que el rey de Inglaterra Enrique II Plantagenet se cur¨® milagrosamente all¨ª en septiembre de 1170, y el lugar se convirti¨® en un importante centro de peregrinaci¨®n. En la actualidad, las multitudes de turistas veraniegos superan a los peregrinos, pero el lugar contin¨²a siendo sagrado y en los meses m¨¢s tranquilos es una delicia.
Rocamadour se eleva sobre el r¨ªo en tres niveles, desde el castillo de la cima hasta la calle principal. Esta ¨²ltima est¨¢ llena de tiendas de recuerdos, pero sigue siendo atractiva, con restos de puertas medievales originales. Siete capillas de los siglos XII al XIV, construidas en la pared de roca alrededor del patio central en el que se encontr¨® el cuerpo de san Amador, conforman el santuario de Notre-Dame, centro espiritual de Rocamadour y s¨®lidamente amurallado.
Entre los pueblos m¨¢s bonitos de la zona est¨¢ Martel, la villa de las siete torres en la regi¨®n del Lot. Floreci¨® a partir del siglo XII como mercado en un cruce de caminos, aunque la riqueza le lleg¨® en el siglo XIX gracias al comercio de trufas. Otro pueblo con encanto es Beaulieu-sur-Dordogne, rodeado de campos agr¨ªcolas en un tranquilo recodo del r¨ªo. Conserva un barrio medieval de calles en curva, bordeadas por casas con entramado de madera y mansiones de los siglos XIV y XV. El lugar preferido por los fot¨®grafos en Beaulieu es la Chapelle des P¨¦nitents, una capilla del siglo XII especialmente m¨¢gica cuando se refleja en el r¨ªo con la penumbra del anochecer.
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