Senderismo en el rojo hayedo de Saja y mucho m¨¢s
El oto?o es uno de los mejores momentos para adentrarse en uno de los hayedos m¨¢s extensos de Europa. Aunque m¨¢s all¨¢ de las caminatas por el parque natural c¨¢ntabro de Saja-Besaya hay que dejar tiempo para comer un rico cocido monta?¨¦s y visitar pueblos como B¨¢rcena Mayor, Mazcuerras y Cos
El bosque m¨¢gico, de cuento de enanitos, brujas, hadas buenas y lobos ha mudado su gama de verdes casi infinitos al rojo, naranja y dorado: el oto?o ha llegado de pleno al hayedo de Saja, uno de los m¨¢s extensos de Europa. Aunque es muy improbable que el viajero se tope con peque?as criaturas del bosque y hechiceras, los lobos no a¨²llan muy lejos y una anjana, el hada de la mitolog¨ªa c¨¢ntabra, sue?a muy cerca del bosque, en la Fuentona del pueblo de Ruente. Este hayedo se encuentra englobado en el parque natural Saja-Besaya, 24.500 hect¨¢reas que dibujan el mayor espacio protegido de Cantabria, casi en el mismo centro de la comunidad y a lo largo y ancho de las cuencas hidrogr¨¢ficas de estos dos importantes r¨ªos.
Si durante el resto del a?o un verdor apabullante impregna el parque, es en las semanas previas al invierno cuando las hojas no solo de las hayas sino tambi¨¦n de los arces y robles del frondoso bosque recuerdan al neoyorquino Central Park, pero a lo bestia.
El parque tiene un par de accesos ideales de donde parten varios senderos de estremecedora belleza que pueden recorrerse en excursiones de pocas o varias horas. Una de las puertas al bosque del Saja-Besaya es B¨¢rcena Mayor, el ¨²nico pueblo situado dentro del espacio protegido, a 29 kil¨®metros al sur de Cabez¨®n de la Sal. Y el segundo acceso es por la Campa de Ucieda, un aparcamiento a 11 kil¨®metros de Cabez¨®n y al que se accede desde el pueblo por una estrecha carretera comarcal que discurre en paralelo al r¨ªo Bayones y que anticipa el espect¨¢culo que en seguida envolver¨¢ al caminante en los senderos.
Lo mejor es dejar el veh¨ªculo en la Campa y caminar unos pocos metros para penetrar en el hayedo por una de las dos veredas circulares que arrancan en este punto: la Ruta de Hayacorva y la de los Puentes, de 13 y 15 kil¨®metros, respectivamente. En cualquier caso, estas siempre pueden acortarse a voluntad para retornar a Ucieda desandando lo andado. Ambas rutas trepan por laderas que no superan un desnivel de 300 metros y se internan en la espesura de un bosque cuya banda sonora la compone el arrullo del r¨ªo Bayones, tributario del Saja, y una gran cantidad de torrentes que hay que cruzar sobre peque?os puentes de madera, a menudo cubiertos de l¨ªquenes y musgo. Si hay suerte, entre la frondosidad de hayas y robles podr¨¢ escucharse el canto del urogallo o la berrea de los ciervos si a¨²n no ha pasado el mes de octubre.
Hay muchas otras rutas posibles para disfrutar de la belleza del Saja, de diferente grado de dificultad, pero en general muy llevaderas si uno se encuentra en un estado de forma f¨ªsica normal. As¨ª, desde B¨¢rcena Mayor, y una vez cruzado el puente sobre el r¨ªo Argoza, se puede emprender la ruta hacia la Poza Negra y Fuente Clara, de siete kil¨®metros y muy poca dificultad. Tambi¨¦n se puede ir hasta el refugio de Ozcaba pasando por la ermita del Carmen, una caminata de 20 kil¨®metros de ida y vuelta y un desnivel de hasta 660 metros, para despu¨¦s continuar hasta el Alto de los Cabreros, para lo que habr¨ªa que trepar unos 200 metros m¨¢s de altura, o a la cascada del r¨ªo Hormigas y el Pozo de Arbencia, en un paraje entre casta?os, tejos, abedules, avellanos y fresnos.
Adem¨¢s de los ciervos, corzos y jabal¨ªes, ocasionalmente en el parque natural Saja-Besaya pueden verse lobos, inofensivos casi siempre para el hombre, no as¨ª para el ganado, de ah¨ª las pancartas que cuelgan de muchos de los ayuntamientos del cercano valle de Cabu¨¦rniga pidiendo que se supriman las restricciones para su caza. Mucho m¨¢s improbable es ver alg¨²n oso pardo.
Cocido monta?¨¦s para reponer fuerzas y una visita a los pueblos
Despu¨¦s de una jornada de caminata en el bosque hay que saciar el hambre. Lo m¨¢s adecuado en esta zona es hacerlo con un tradicional cocido monta?¨¦s, que lleva alubias en vez de garbanzos, y que puede disfrutarse a precios muy econ¨®micos en varios restaurantes de los pueblos cercanos, como Casa Fito o Casa Enrique, en Ucieda, y El Puente o La Solana, en B¨¢rcena Mayor.
Desde Ucieda, de vuelta hacia Santander o a Cabez¨®n de la Sal, la poblaci¨®n m¨¢s grande de la comarca, hay que detenerse en Mazcuerras, donde vivi¨® desde los 13 a?os la escritora Concha Espina, tres veces propuesta para el Premio Nobel de Literatura, y en el pueblito adyacente de Cos. En Mazcuerras merece la pena echar un vistazo a varias casonas monta?esas ilustres, como la de Nicol¨¢s Hoyos Calder¨®n, del siglo XVIII, que perteneci¨® a la familia de la escritora, o el palacete y la Finca Las Magnolias, de un atractivo estilo ecl¨¦ctico de finales del XIX y que habit¨® otra mujer de letras: Josefina Aldecoa.
¡°Tiene el cielo una intensidad de azul rara en Cantabria; a trav¨¦s de una atm¨®sfera de limpidez exquisita, todo el valle y los montes se abarcan de una sola mirada desde el balc¨®n¡±, escribe Concha Espina en su novela La ni?a de Luzmela (1909) ¡ªnombre con el que tambi¨¦n se conoce a Mazcuerras en honor a la autora¡ª. Una reflexi¨®n que tambi¨¦n puede hacerse el viajero desde la planta alta de una de las casonas si el d¨ªa est¨¢ despejado y la bendita lluvia, art¨ªfice principal de la belleza de estos paisajes, ha firmado una tregua.
La iglesia de San Mart¨ªn, del siglo XVII, y la ermita de San Roque, del XVIII, son dos buenas muestras de arquitectura religiosa en el pueblo, que pueden visitarse antes de desplazarse hasta Cos, a orillas del Saja y a solo kil¨®metro y medio de Mazcuerras. De nuevo las casonas monta?esas, algunas con soportales sostenidos por arcos de medio punto, destacan entre las calles de Cos, que cuenta tambi¨¦n con una torre g¨®tica del siglo XIII y la ermita de Cintul, cuyos or¨ªgenes se remontan al XII.
Lami?a, con sus preciosas cascadas a tres kil¨®metros del pueblo; Ruente, donde se erige el Palacio de Mier y vive la anjana en la fuente donde brota el caudal que puede cruzarse por un bien conservado puente medieval; Selores, Ter¨¢n o Renedo son otras poblaciones que pueden visitarse en el camino, sin olvidarse, por supuesto de la joya de Cabu¨¦rniga, B¨¢rcena Mayor, ese pueblo de postal protegido como conjunto hist¨®rico-art¨ªstico y que en oto?o retorna a la calma, el sosiego y la comuni¨®n con la naturaleza que en los meses estivales ha jeringado el turismo masivo.
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