Diez experiencias fuera de ruta de Lesoto a la isla Stewart: a¨²n queda mucho por ver
Parece que los viajeros llegan a cualquier lugar, por remoto que sea. Pero en estos rincones del mundo uno puede sentirse como un verdadero descubridor de nuevos destinos
Reinos perdidos en las monta?as m¨¢s altas del planeta, peque?os refugios en los Balcanes a los que todav¨ªa no ha llegado el turismo masivo, vida salvaje en Assam¡ Parece que los viajeros llegan a cualquier rinc¨®n, por remoto que sea, pero en estos 10 rincones del mundo uno puede sentirse como un verdadero descubridor de nuevos destinos.
Lesoto, el peque?o y olvidado reino de los cielos
En el sur de ?frica, dominado por las cadenas monta?osas de Drakensberg y Maluti, el peque?o Reino de Lesoto puede presumir de ser uno de los pa¨ªses m¨¢s alto del mundo: incluso su punto m¨¢s bajo, en las llamadas Tierras Bajas, se encuentra a unos 1.400 metros de altitud. Este es el hogar del tradicional pueblo basotho, donde los pastores cuidan de las ovejas en las laderas de las monta?as y los jinetes, envueltos en mantas, cabalgan por ellas. Es un reino monta?oso muy poco poblado, culturalmente muy rico, aunque infravalorado. La ventaja de este olvido es que aqu¨ª se puede disfrutar de sus encantos sin las multitudes de turistas de su vecina Sud¨¢frica.
El principal atractivo de Lesoto son sus paisajes monta?osos aparentemente interminables, salpicados de nieve en invierno, te?idos de rosa por las puestas de sol, con pasos ¨¦picos, cascadas y que aseguran una serie de experiencias de altura de las que todav¨ªa disfrutan pocos turistas. Por ejemplo, en el remoto parque nacional Sehlabathebe, en el sur, y o en el parque nacional Ts¡¯ehlanyane, mucho m¨¢s accesible, que protegen amplias zonas de naturaleza salvaje. Desde el segundo, se puede llegar caminando (son unos 40 kil¨®metros) o a lomos de un poni a los valles y prados de la reserva natural de Bokong, ya en las tierras altas.
Más información en www.lonelyplanet.es.
Es relativamente f¨¢cil viajar por este reino de monta?as por carreteras que raspan las nubes, aunque en muchos sitios sigue dando un poco de v¨¦rtigo conducir, como en el paso de God Help Me Pass, a 2.281 metros. Al final del viaje hay alojamientos para mochileros administrados por las comunidades locales en antiguos puestos comerciales brit¨¢nicos, desde los que se puede organizar trekkings de monta?a, visitas a pueblos aut¨¦nticos o disfrutar de una buena cerveza Maluti fr¨ªa junto a una fogata.
Parque nacional Kaziranga, un escondite pare ver rinocerontes en Assam
Los grandes parques nacionales de la India est¨¢n llenos de tigres y elefantes salvajes, pero tambi¨¦n est¨¢n llenos de personas que intentan verlos. No ocurre lo mismo en el parque nacional de Kaziranga, en el Estado de Assam, el ¨²ltimo gran refugio del rinoceronte indio de un solo cuerno. Mientras que el parque nacional Bandipur recibe m¨¢s de 200.000 observadores de vida salvaje al a?o, en Kaziranga estos no alcanzan los 70.000, y en su mayor¨ªa son observadores locales que se acercan a la cordillera de Kohora, cerca de la principal carretera este-oeste de Assam. En las zonas m¨¢s remotas de este territorio se puede incluso pasar todo el d¨ªa sin ver a ning¨²n otro grupo de safari. Alrededor de dos tercios de los rinocerontes de un solo cuerno que sobreviven en el mundo viven dentro de esta reserva, y, aunque se ocultan entre las densas hierbas, se pueden contemplar f¨¢cilmente cerca de los pozos de agua que reflejan el cielo de la reserva. Adem¨¢s, en Kaziranga habitan tambi¨¦n elefantes, tigres, b¨²falos salvajes y una ruidosa multitud de aves del noreste de la India.
Visitar Kaziranga tambi¨¦n es una excusa para recorrer la poco explorada regi¨®n de Assam, con sus fascinantes ciudades sagradas, antiguos templos shivaitas y plantaciones de t¨¦. Todav¨ªa hay muy pocos visitantes internacionales, especialmente si uno se aleja de la cordillera principal de Kohora: la cordillera de Bagori, m¨¢s tranquila, tiene tambi¨¦n much¨ªsimos rinocerontes, y la cordillera oriental de Agoratoli tiene la avifauna m¨¢s espectacular.
Actualmente, llegar hasta este rinc¨®n de la India es f¨¢cil gracias a los vuelos regulares y los trenes nocturnos desde la ciudad de Guwahati. Los autobuses circulan regularmente desde Guwahati hasta cerca de la puerta del parque en Kohora, donde se encuentran la mayor¨ªa de los albergues.
Shikoku, una isla de peregrinaci¨®n en el Jap¨®n menos tur¨ªstico
Shikoku es el otro Jap¨®n, el que est¨¢ lejos del mundanal ruido. No suele figurar en los itinerarios de viaje de los millones de visitantes internacionales que recibe el pa¨ªs asi¨¢tico. Y eso a pesar de que la isla tiene mucho que ofrecer, como el Awa Odori Matsuri un festival anual en la ciudad de Tokushima, el equivalente japon¨¦s del Carnaval de R¨ªo de Janeiro que atrae a miles de japoneses en agosto. O como el antiguo Onsen de Matsuyama, perfecto para los amantes de las aguas termales.
M¨¢s all¨¢ de estos atractivos locales, Shikoku es famoso por su peregrinaje religioso: alrededor de 88 templos relacionados con el venerable monje budista K¨b¨ Daishi. La ruta son 1.400 kil¨®metros que se pueden hacer a pie, aunque la mayor parte de la gente lo hace en coche o en bicicleta.
Shikoku tambi¨¦n es un pionero de la sostenibilidad en Jap¨®n. A menos de una hora en coche al suroeste de la ciudad de Tokushima se encuentra Kamikatsu, un pueblo cuyo objetivo es generar cero residuos.
Choquequirao, todo el encanto de Machu Picchu pero sin multitudes
Es dif¨ªcil hablar de la remota ciudadela inca de Choquequirao sin hacer comparaciones con Machu Picchu, a solo 40 kil¨®metros. De hecho, se la conocen como la ¡°hermana de Machu Picchu¡±, con la que comparte una impresionante ubicaci¨®n y una arquitectura similar. Estas ruinas incas tambi¨¦n est¨¢n entre las m¨¢s extensas de Per¨², repartidas en m¨¢s de 1.800 hect¨¢reas sobre monta?as de color verde intenso. Se puede llegar caminando durante dos d¨ªas desde una poblaci¨®n cercana, o en cinco d¨ªas desde Machu Picchu. Pero cuesta llegar hasta lo alto. Multitudes de burros y sus pastores, y ocasionalmente mochileros sin aliento, pasan a nuestro lado, poniendo el toque humano a la inmensidad de la escena. La diferencia de altitud hace que el paisaje se escalone desde los picos nevados hasta un clima casi tropical en el r¨ªo Apur¨ªmac, en el fondo del valle.
El parque arqueol¨®gico de Choquequirao, en la provincia peruana de La Convenci¨®n, es del siglo XVI y fue una de las ¨²ltimas fortalezas incas. Tiene 12 sectores que se aferran a la ladera vertical de la monta?a. Los arquitectos de la ciudad tallaron cascadas de terrazas para el cultivo y cortaron la parte superior de la cumbre, para crear una planicie para el espacio ceremonial. Se estima que el 60% de la ciudad a¨²n est¨¢ pendiente de excavaci¨®n. Una de sus ventajas es que apenas recibe 20 visitantes al d¨ªa y resulta igual o incluso m¨¢s misterioso que Machu Picchu.
Utuado: cultura ta¨ªna y aventura en las monta?as de Puerto Rico
Para los turistas es f¨¢cil llegar a las playas de Puerto Rico o a su capital, esa joya que es la ciudad colonial de San Juan. Pero el coraz¨®n cultural de la isla se encuentra escondido en las monta?as de Utuado. En tiempos remotos este fue el hogar de los ta¨ªnos, el pueblo ind¨ªgena que habitaba gran parte del Caribe antes de la llegada de los europeos. Hoy esta zona exuberante del interior de ambiente tropical es un lugar perfecto para combinar aventuras en la naturaleza y experiencias de bienestar, a solo una hora y media en coche desde San Juan.
Utuado es una de las zonas menos pobladas de Puerto Rico. Su principal patrimonio de cara al visitante es la paz, la tranquilidad, y tambi¨¦n un aire m¨ªstico que le hace sentir al margen de todo. Es casi un viaje en el tiempo, sobre todo por los petroglifos impecablemente conservados en el Parque Ceremonial Ind¨ªgena Caguana, uno de los sitios arqueol¨®gicos m¨¢s importantes del Caribe. Llegar hasta all¨ª requiere navegar por caminos sinuosos y angostos, pero merece la pena el esfuerzo.
Utaldo puede ser tambi¨¦n un regreso a lo b¨¢sico y una cura de desintoxicaci¨®n de la sobreestimulaci¨®n a la que otros destinos someten al viajero. Esto es Puerto Rico en su forma m¨¢s pura, con senderos que atraviesan la exuberante vegetaci¨®n y tranquilas piscinas naturales de agua dulce. Los espacios para retiros de bienestar, como Casa Grande, facilitan el crecimiento espiritual y la sanaci¨®n, bas¨¢ndose en su entorno y en su abundante flora nativa que hist¨®ricamente se ha utilizado con fines medicinales. Aqu¨ª se puede acampar, y esta es una buena propuesta para sumergirse de lleno en la naturaleza. Con un poco m¨¢s de presupuesto, hay de todo: desde alojamientos en forma de burbujas/domos hasta suites de dise?o contempor¨¢neo frente al lago.
Macedonia del Norte: la ¨²ltima frontera de Europa est¨¢ en los Balcanes
Frente a los 60 millones de visitantes que recibe anualmente Croacia, e incluso frente a los seis millones que descubren cada a?o Albania, Macedonia del Norte parece pasar desapercibida en tierras balc¨¢nicas. Menos de un mill¨®n de turistas internacionales al a?o escogen este pa¨ªs como destino, tal vez por no tener salida al mar, aunque tiene m¨¢s turismo costero de lo que se puede pensar: entre el enorme lago Ohrid y el lago Prespa re¨²nen muchos kil¨®metros de playa.
Pero hay m¨¢s que descubrir en este pa¨ªs en parte balc¨¢nico y en parte mediterr¨¢neo: tiene ca?ones, monta?as, parques nacionales poco frecuentados que invitan a caminar por tranquilas rutas de senderismo y hay muchos pueblos de la era otomana con estrechos y altos minaretes. Son la herencia de una historia compleja, que ha dejado huellas de los griegos, romanos, otomanos y yugoslavos. En los museos de Skopje, su capital, se pueden explorar estas ra¨ªces.
Uno de sus lugares m¨¢s visitados es el lago Ohrid, una ciudad antigua junto al agua, con una iglesia en lo alto de un acantilado creando un hermoso paisaje que por algo es de los monumentos m¨¢s fotografiados del pa¨ªs. Cuanto m¨¢s nos alejemos de Ohrid, menos infraestructura tur¨ªstica encontraremos, limitada a peque?as casas de hu¨¦spedes en los pueblos de las monta?as, productores locales y recetas tradicionales. En el centro Macedonia del Norte, en la peque?a regi¨®n vin¨ªcola de Tikves, florecen los vi?edos y abundan las bodegas de un vino poco conocido. Y luego, para perderse, est¨¢n las tierras del Este, donde el turismo se diluye en lo desconocido.
Stewart, la isla resplandeciente en el fin del mundo
La tercera isla de Nueva Zelanda por tama?o pasa muchas veces desapercibida para quienes recorren las Ant¨ªpodas. Stewart es un destino diferente, cubierto de bosques y de naturaleza sin alterar, con una costa verde de calas y bah¨ªas y abundancia de aves nativas y libre de depredadores. Apenas 400 personas viven en este minipara¨ªso. Las protagonistas aqu¨ª son las aves, como los bulliciosos k¨¡k¨¡ (loros nativos) que animan el ¨²nico asentamiento de Oban, o el rar¨ªsimo p¨¢jaro kiwi tokoeka, emblema del pa¨ªs, que solo pueden verse en plena naturaleza en los senderos y playas remotas de esta isla. A menudo se le puede ver olfateando en alg¨²n paraje remoto de la costa de Rakiura y, otras veces, cruzando senderos entre bosques.
El parque nacional Rakiura abarca alrededor del 85% de la isla. Se puede visitar haciendo el Rakiura Track, uno de los grandes trekkings de Nueva Zelanda, una aventura a pie de unos 32 kil¨®metros, que se completa en dos a tres d¨ªas a trav¨¦s de algunos de los paisajes v¨ªrgenes de la isla. Tambi¨¦n son espectaculares los cielos, libres de contaminaci¨®n lum¨ªnica y ac¨²stica, que han convertido a Stewart Island en un destino para los observadores de estrellas. Aqu¨ª se contemplan las Auroras Australes, que ocasionalmente iluminan las largas noches de invierno. Estas iluminaciones danzantes dan a la isla Stewart su nombre maor¨ª tradicional: Rakiura (cielos resplandecientes).
Otras propuestas para disfrutar de la isla son hacer esn¨®rquel en la reserva marina de Ulva Island-Te Wharawhara, practicar el kayak o pescar, aunque la ¨²ltima atracci¨®n de todas en la isla es el Museo Rakiura/Te Puka o Te Waka, que se inaugur¨® en diciembre de 2020 con exposiciones que exploran la fascinante historia natural y cultural del lugar.
Surinam: cimarrones y amerindios en la ¨²ltima reserva salvaje de Am¨¦rica
Surinam no es solo el pa¨ªs m¨¢s peque?o de Am¨¦rica del Sur, sino tambi¨¦n el menos visitado, por lo que este rinc¨®n del continente puede ser una experiencia viajera realmente diferente. Despu¨¦s de los golpes de Estado y una guerra civil entre 1986 y 1992, el Surinam de hoy es uno de los pa¨ªses m¨¢s seguros de Am¨¦rica del Sur para visitar. Escondido dentro de la desembocadura del r¨ªo Surinam, la sensual capital Paramaribo est¨¢ llena de edificios coloniales, con buenos restaurantes y vida nocturna. Pero lo m¨¢s llamativo de Surinam es la mezcla ¨¦tnica: su poblaci¨®n es en gran parte descendiente de esclavos africanos fugitivos (conocidos como cimarrones), de trabajadores indios, indonesios y chinos, colonos ingleses y neerlandeses y amerindios ind¨ªgenas. Las antiguas casas de plantaciones simbolizan un cap¨ªtulo oscuro de su historia, cuando era una de las colonias de esclavos m¨¢s brutales del mundo. Y a solo unas horas de la capital, lo que espera son las selvas salvajes, que cubren m¨¢s del 90 % de su territorio.
Para muchos visitantes experimentar el estilo de vida cimarr¨®n es un punto culminante del viaje. Aunque muchos cimarrones ahora viven en la capital, el interior de la jungla de Surinam sigue siendo el coraz¨®n de su cultura, donde conviven seis grupos pol¨ªticamente distintos en junto a los numerosos r¨ªos de la naci¨®n. La experiencia de viaje cl¨¢sica incluye una traves¨ªa en bote hasta la zona alta del r¨ªo Surinam para hospedarse en un albergue ecol¨®gico r¨²stico administrado por la comunidad de Saramaka, como el Danpaati River Lodge, que apoya a un pu?ado de pueblos locales. La traves¨ªa panor¨¢mica solo dura unas pocas horas, pero es un verdadero viaje en el tiempo.
Monta?as Fann: la cumbre de una de las regiones m¨¢s antiguas de Asia Central
En el sur del r¨ªo Syr Darya, en una ruta que una vez recorri¨® Alejandro Magno, las monta?as Fann de Tayikist¨¢n ofrecen la oportunidad de explorar imponentes paisajes alpinos y lagos de monta?a azul, conocer pueblos y restos culturales tan antiguos como la civilizaci¨®n misma y ayudar a desarrollar el turismo comunitario participando en iniciativas que conectan a los viajeros directamente con las familias locales. La regi¨®n se ha mantenido al margen del turismo mundial, aunque durante mucho tiempo estuvo entre las preferencias de los alpinistas sovi¨¦ticos.
En la cima del paso Chukurak (3.180 metros) las vistas se abren en abanico hacia todos los horizontes: al este, los brillantes lagos Kulikalon y el paso Alauddin, al oeste, el paso Igrok y los siete lagos de Haft Kul, al norte y al sur los picos escarpados que atraen a los alpinistas de todo el mundo. Descendiendo de las monta?as en cualquier direcci¨®n se pueden ver las peque?as aldeas que ofrecen a los viajeros una noche de descanso y una comida caliente, organizados en asociaciones de turismo comunitario que, en realidad, heredan la tradicional bienvenida informal al visitante que siempre han ofrecido estos pueblos.
A todo esto se a?ade una historia arqueol¨®gica muy rica y, desde 2018, la reapertura del cruce fronterizo directo entre la moderna ciudad de Penjikent y la Samarcanda de Uzbekist¨¢n, que hace que los viajeros puedan viajar por tierra a lo largo de este tramo de la antigua Ruta de la Seda.
Pen¨ªnsula de Kamchatka, espectaculares paisajes de hielo y fuego en la Rusia extrema
Kamchatka es uno de los ¨²ltimos rincones de naturaleza realmente salvaje que quedan en el planeta. No hay trenes ni carreteras que conecten esta remota pen¨ªnsula con el resto de Rusia y est¨¢ m¨¢s cerca de Alaska que de la ciudad rusa de Vladivostok. La lejan¨ªa y el aislamiento de este territorio junto con las dificultades burocr¨¢ticas y los enormes costes del viaje para llegar hacen de Kamchatka un destino fuera de lo com¨²n, con un paisaje espectacular de hielo en el que encontraremos a muy pocos viajeros occidentales. Con unos 270.000 kil¨®metros cuadrados, Kamchatcha tiene escas¨ªsima poblaci¨®n: aqu¨ª solo viven 30.000 personas, una mezcla de colonos rusos resistentes a todo, y nativos koriakos, chukchi e itelemenos. Los pocos que se aventuran hasta aqu¨ª, tienen la oportunidad excepcional de escalar un volc¨¢n activo, cruzar bosques donde apenas vive gente o surfear en el hielo en las aguas heladas del mar de Bering.
En Kamchatka, declarada en 1996 patrimonio mundial por la Unesco por su excepcional paisaje volc¨¢nico, vive un oso por cada 30 humanos, y hay cientos de manantiales termales, 100.000 lagos y r¨ªos, y abundantes renos y alces. El ecoturismo es el gran atractivo de este rinc¨®n lejano del mundo, pero durante la ¨²ltima d¨¦cada se ha convertido tambi¨¦n en un sorprendente destino para el surf extremo en aguas heladas y para los amantes de los volcanes.
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