El disco ¡®maldito¡¯ del rock uruguayo
Medio siglo despu¨¦s ve la luz ¡®El desenchufazo¡¯, las grabaciones hist¨®ricas de un tiempo convulso.
En el Uruguay de principios de los setenta, el rock era una m¨²sica alternativa, o, como la define uno de sus art¨ªfices, el m¨²sico Jorge Flaco Barral, ¡°altamente subterr¨¢nea¡±. ?l, junto al comunicador Hamlet Danny Faux y el periodista y productor Esteban Leivas, tuvo la idea de promover conciertos que ayudaran a difundir la escena rockera montevideana, que, salvo el ¨¦xito cosechado en los sesenta por Los Shakers a ambas orillas del R¨ªo de la Plata, gozaba de escaso eco popular. Siguiendo el ejemplo de Argentina, donde el rock estaba muy integrado en la cultura popular, idearon conciertos ac¨²sticos como los celebrados en Buenos Aires. ¡°Llamar al disco El desenchufazo era una iron¨ªa¡±, explica Leivas. ¡°En 1972 eran muy frecuentes los cortes de luz a causa de restricciones¡±. En aquellos a?os, la izquierda m¨¢s radical rechazaba el rock por americanizante. Mientras, aumentaba la represi¨®n, fruto del enrarecido ambiente pol¨ªtico. Pod¨ªan detenerte por llevar el pelo largo. A finales de 1972 se celebraron los dos conciertos de El desenchufazo, que Faux define como ¡°un escaparate para que m¨²sicos locales pudieran expresarse en un contexto m¨¢s intimista¡±. La convocatoria congreg¨® nombres que ya son historia de la m¨²sica uruguaya como Eduardo Darnauchans, Jorge Vallejo, Creaci¨®n y Testimonio, Yabor o Barral. Fue un ¨¦xito.
Un contexto pol¨ªtico complicado
El contexto pol¨ªtico de aquel Uruguay era convulso. El estado?unidense Dan Mitrione, enviado por la CIA para adiestrar a polic¨ªas y militares en materia de tortura, fue ejecutado en 1970 por el grupo guerrillero Tupamaros (hecho que inspirar¨ªa la pel¨ªcula Estado de sitio, de Costa-Gavras). Eso, sumado a la aparici¨®n en 1971 de la coalici¨®n de izquierdas Frente Amplio, puso en alerta a la c¨²pula militar, que en 1973 dio un golpe que sumi¨® al pa¨ªs en una dictadura hasta 1985. El devenir de los acontecimientos imposibilit¨® que se editaran las cintas de El desenchufazo. Casi medio siglo despu¨¦s, sus promotores han conseguido que el disco vea la luz. Uruguay tiene una escena musical riqu¨ªsima, pero, a diferencia de sus vecinos brasile?os y argentinos, y dejando a un lado nombres como los de Jorge Drexler, Jaime Roos, NTVG o Rub¨¦n Rada, carece de proyecci¨®n internacional. Para Faux, no es f¨¢cil definir su identidad sin caer en el reduccionismo. ¡°Su extensi¨®n geogr¨¢fica es tres veces menor que la de Espa?a y su poblaci¨®n es de 3.500.000 habitantes, pero su m¨²sica es sorprendentemente ecl¨¦ctica: candombe, tango, murga carnavalera, grandes cantautores como Viglietti y Zitarrosa pertenecientes al movimiento llamado Canto Popular¡±. Leivas cree que dicha singularidad tambi¨¦n tiene que ver con la ausencia entonces de una industria musical fuerte en el pa¨ªs, lo cual implic¨® la ausencia de directrices comerciales.
Como en Uruguay no podr¨ªa vivir del rock, Barral se instal¨® en Espa?a poco antes de la dictadura. A?os despu¨¦s le seguir¨ªan Faux y Leivas, quien a la hora de recordar la historia de El desenchufazo se?ala el efecto que el azar tuvo sobre el t¨ªtulo de una de sus canciones, esa de Jorge Vallejo titulada No destrocen mi canci¨®n.
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