Otro pacto para Catalu?a
Ese pacto es indispensable, pero, como los partidos se muestran reacios, somos los ciudadanos los que deber¨ªamos imponerlo
Una evidencia flagrante: adem¨¢s de un pacto entre catalanes, una soluci¨®n duradera para Catalu?a exige un pacto entre PSOE y PP. Es verdad que el PP, en Catalu?a, pinta poco, pero en el resto de Espa?a pinta tanto que, sin contar con ¨¦l, es imposible resolver ning¨²n gran problema. Ninguno. ?Tan alejadas est¨¢n las ideas territoriales de PSOE y PP como para que el acuerdo sea imposible?
Yo creo que no. El pacto es muy dif¨ªcil porque nuestros partidos pol¨ªticos no est¨¢n pensados para resolver problemas sino para conquistar el poder y mantenerlo; tambi¨¦n, porque PP y PSOE piensan que no pueden permitirse el lujo de que el otro solucione el problema desde el poder, apunt¨¢ndose un tanto electoral decisivo; y tambi¨¦n porque los estrategas de PP y PSOE temen que, de producirse el pacto, Vox le comer¨ªa el terreno al PP por la derecha y Podemos al PSOE por la izquierda. El pacto es muy dif¨ªcil por razones que en definitiva podr¨ªan resumirse en una sola: Catalu?a es una munici¨®n demasiado potente como para que ning¨²n partido renuncie a usarla en el combate por el poder. Por supuesto, hay mucha gente, tanto en el PSOE como en el PP, que desea una soluci¨®n y sabe que no existe sin un pacto; sin embargo, la innata l¨®gica maquiav¨¦lica de los partidos acaba desbord¨¢ndolos. Pero el pacto, adem¨¢s de necesario, es posible, porque, en este como en tantos otros asuntos, las ideas de PSOE y PP no son tan dis¨ªmiles (tampoco, por cierto, las de Podemos): ni el PSOE persigue desintegrar Espa?a ni el PP es un partido jacobino que busca una Espa?a a la francesa; el Estado de las autonom¨ªas no es un Estado federal, pero s¨ª parafederal, y ni el PSOE ni el PP est¨¢n contra ¨¦l (preg¨²ntenselo a N¨²?ez Feij¨®o o a Juanma Moreno). M¨¢s a¨²n: si uno es capaz de quitarse un segundo las orejeras sectarias que imponen los prejuicios partidarios, en seguida advierte que, aunque presenten diferencias relevantes, las pol¨ªticas del PSOE y el PP est¨¢n m¨¢s cerca de lo que aparentan. Los indultos concedidos a los presos secesionistas por el Gobierno de S¨¢nchez provocaron una enorme escandalera pol¨ªtico-medi¨¢tica liderada por el PP, pero yo estoy seguro de que, de haber sido Casado el presidente, hubiera hecho lo mismo que S¨¢nchez (en 1996 Aznar indult¨® a varios secesionistas acusados de terrorismo). A la inversa: el Gobierno de S¨¢nchez parece presentar su intento de di¨¢logo con el Gobierno de Aragon¨¨s como un ejercicio in¨¦dito de conciliaci¨®n; no lo es: en 2017, a las puertas de la cat¨¢strofe del oto?o, el Gobierno de Rajoy lanz¨® una llamada Operaci¨®n Di¨¢logo que incluy¨® cosas en verdad in¨¦ditas, como escenas de caranto?as entre los vicepresidentes de ambos Gobiernos ¡ªJunqueras y S¨¢enz de Santamar¨ªa¡ª, e incluso la apertura de un despacho de la vicepresidenta en Barcelona; es verdad que aquel di¨¢logo lleg¨® tarde y mal, y que Junqueras enga?¨® de mala manera a Santamar¨ªa, pero el hecho es que existi¨®; veremos c¨®mo acaba el que ahora empieza¡ No me malinterpreten: no digo que PSOE y PP sean lo mismo (baste recordar que el PSOE respald¨® al Gobierno del PP en oto?o de 2017, cuando fren¨® la intentona antidemocr¨¢tica secesionista con el art¨ªculo 155, mientras que el PP ni siquiera ha sido capaz de apoyar al Gobierno del PSOE en su pugna por obtener los fondos europeos); lo que digo es que no son tan distintos como para que no puedan llegar a acuerdos tan fundamentales como aquellos a los que han llegado gentes con intereses en principio tan opuestos como empresarios y sindicatos.
El de Catalu?a lo es: un pacto que permita culminar el Estado de las autonom¨ªas en el Estado federal que ya es en gran parte, y por ah¨ª reconcilie a la sociedad catalana consigo misma y con el resto de Espa?a. Ese pacto es indispensable, pero, como los partidos se muestran reacios a ¨¦l, somos los ciudadanos los que deber¨ªamos imponerlo. Quiero decir: todos tenemos preferencias partidarias y hasta prejuicios pol¨ªticos ¡ªyo, el primero¡ª, pero todos deber¨ªamos ser ciudadanos, no hinchas, y s¨®lo nosotros podemos obligar a nuestros pol¨ªticos a poner el inter¨¦s general por encima del particular haciendo lo que todos sabemos que hay que hacer. En nuestras manos est¨¢.
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