Milagros laicos
He aqu¨ª la parte de atr¨¢s de un petrolero de 183 metros de largo sobre cuyo tim¨®n se aprecian tres formas humanas. Corresponden a tres hombres de origen subsahariano que viajaron como polizontes durante 11 d¨ªas a bordo de esa pieza. Los recogieron, como cabe suponer, deteriorados, aunque enteros. ?Qu¨¦ grado de desesperaci¨®n, nos preguntamos, puede mover a alguien a atravesar de ese modo el Atl¨¢ntico? Y qu¨¦ metaf¨®rico, por otra parte, lo de elegir un tim¨®n cuando tu vida carece de rumbo.
Trata uno de imaginar las noches de esos 11 d¨ªas, cada una cargada de minutos como de balas un rev¨®lver: la oscuridad del oc¨¦ano, la frialdad del hierro, el rugido del mar¡ Observen que desde las rodillas de los polizones hasta el agua hay poco m¨¢s de medio metro de distancia. Cabe suponer, en fin, que la nave oscilar¨ªa y que la parte visible del tim¨®n se zambullir¨ªa en ocasiones, con los tres cuerpos tratando de no perder el equilibrio. Imag¨ªnenlos tragando agua, sacudi¨¦ndose el fr¨ªo con los primeros rayos del sol, racionando los escasos alimentos que quiz¨¢ hab¨ªan logrado llevar consigo para sobrevivir durante los primeros momentos de la traves¨ªa.
Cada vez que el gigantesco barco iniciara un giro para seguir su ruta, la pala en la que viajaban estos pobres se mover¨ªa a un lado u otro acelerando los latidos de sus corazones. A una media de 120.000 latidos por jornada e individuo, los 11 d¨ªas arrojan un resultado de 3.960.000 palpitaciones, cada una de las cuales fue el producto de un milagro laico. ?Ser¨ªa o no ser¨ªa justo elevar a los altares a estos h¨¦roes?
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