Bunbury: ¡°La vida es lo que ocurre mientras no tenemos el m¨®vil en las manos¡±
Vive en California rodeado de misterio. Es una estrella del rock a la vieja usanza: mitad chuler¨ªa, mitad fragilidad. Tras un anuncio de retirada por graves problemas con su voz, vuelve a la brecha y relata el calvario que atraves¨®
Detr¨¢s del tel¨®n, Bunbury (Zaragoza, 55 a?os) est¨¢ nervioso. Se mueve de un lado para otro. Intenta estarse quieto, pero lo consigue a duras penas. No ayuda que un reloj electr¨®nico, visible en la enorme pantalla del escenario que se ve entre bambalinas, est¨¦ marcando una cuenta atr¨¢s. ¡°?Qui¨¦n hace una cuenta atr¨¢s de cuatro minutos?¡±, se pregunta Bunbury con una sonrisa. ¡°Cuatro minutos son muchos minutos¡±, concluye. El m¨²sico est¨¢ esperando para salir a un encuentro con sus fans en The Music Station, la sala de conciertos de la estaci¨®n de Pr¨ªncipe P¨ªo de Madrid y que esta tarde est¨¢ abarrotada por seguidores que esperan que hable de su nuevo disco, Greta Garbo (Warner). A priori, este cantante, que acostumbra a llenar grandes pabellones e incluso estadios tanto en solitario como en su ¨¦poca al frente de H¨¦roes del Silencio, no deber¨ªa parecer inquieto ante un evento peque?o. Sin embargo, se confiesa en la trastienda: ¡°Los nervios siempre vienen durante la espera a saltar al escenario. No hay concierto en que no me suceda. Pero reconozco que estoy m¨¢s nervioso ante una cita en la que me toca hablar y no cantar¡±.
Bunbury lleg¨® a creer que nunca m¨¢s volver¨ªa a sentir ese gusanillo en el est¨®mago antes de salir a un escenario. Y sus seguidores, una legi¨®n inmensa y s¨®lida que se multiplica a ambos lados del Atl¨¢ntico, tambi¨¦n lo llegaron a pensar despu¨¦s de recibir una noticia que, al principio, nadie pod¨ªa creer: ¡°Bunbury se retira para siempre¡±. Sucedi¨® en febrero de 2022 cuando el cantante lanz¨® un comunicado en el que anunciaba que, despu¨¦s de cancelar algunos de sus conciertos, dejar¨ªa de actuar definitivamente por los problemas de garganta que ven¨ªa arrastrando desde hac¨ªa a?os. ¡°Fueron d¨ªas muy dif¨ªciles porque llegu¨¦ a creer que podr¨ªa ser el final de mi carrera¡±, asegura m¨¢s de un a?o despu¨¦s de ese anuncio durante una entrevista en Madrid.
Es una ma?ana de verano y Bunbury est¨¢ charlando en las oficinas de Warner Music: ¡°Durante mucho tiempo, estuve con s¨ªntomas y no sab¨ªa qu¨¦ pasaba. Cuando echo la vista atr¨¢s, me doy cuenta de que fueron muchos conciertos y giras. Llegu¨¦ a pensar que pod¨ªa ser psicol¨®gico¡±. Sentado en un sof¨¢, explica que durante las actuaciones sufr¨ªa las consecuencias de una ¡°noche terror¨ªfica de tos¡±. ¡°Cada concierto era como subir un Everest. Ve¨ªa que la garganta no la ten¨ªa en condiciones, pero adem¨¢s estaba el tema respiratorio. Sent¨ªa que ten¨ªa arena en los pulmones¡±. Meses m¨¢s tarde de parar la gira y despu¨¦s de muchos an¨¢lisis, consigui¨® dar con su mal: era al¨¦rgico al glicol, la sustancia qu¨ªmica que crea el humo artificial en los escenarios. El diagn¨®stico fue un ¡°alivio¡± y le permiti¨® tomar cartas en el asunto hasta el punto de que hace apenas tres meses el anuncio que dio ya fue otro: ¡°Bunbury regresa a los escenarios¡±. De hecho, est¨¢n previstos cinco grandes conciertos en Latinoam¨¦rica este a?o y para 2024 otros cinco entre Latinoam¨¦rica, Estados Unidos y Espa?a.
La tarde avanza lentamente y los seguidores de Bunbury esperan en la puerta de The Music Station. En los camerinos, el m¨²sico, ataviado con sus habituales gafas de sol, botas y sombrero, comenta sobre algunos libros que le han regalado. En unos minutos tendr¨¢ que salir al escenario. El encuentro es retransmitido en directo por su p¨¢gina web. Miles de incondicionales lo ver¨¢n en streaming desde varias partes del mundo. Su repercusi¨®n no es la de un cantante cualquiera. Bunbury es una estrella con trascendencia en Espa?a, buena parte de Europa y en todo el continente americano, incluido Estados Unidos. Tanto es as¨ª que la semana anterior a esta cita en Madrid estaba firmando discos en Los ?ngeles en Amoeba Music, la gran tienda de m¨²sica, todo un templo que forma parte ya de la cultura pop norteamericana. Por eso, su abandono de los escenarios fue una noticia de impacto. Y, ahora, su regreso tambi¨¦n lo es acompa?ado del disco Greta Garbo, donde hay ¡°una mirada interior¡± hacia la situaci¨®n que le toc¨® vivir cuando pens¨® que no volver¨ªa a cantar nunca m¨¢s en directo. ¡°Escrib¨ªa canciones como tabla de salvaci¨®n. Eran el lugar donde me sent¨ªa a salvo mientras el castillo de naipes se iba derrumbando. Las canciones son algo que siento que controlo¡±.
El castillo de naipes no se derrumb¨®, pero estuvo a punto. Bunbury recuerda aquellos d¨ªas en los que se encerraba en el estudio de su casa y buscaba centrarse en la composici¨®n para sentir que ten¨ªa ¡°un refugio¡±. ¡°En mi vida cotidiana, por entonces, pasaba de un minuto a otro de la euforia al abatimiento pensando en que pod¨ªa perder el contacto definitivamente con el p¨²blico¡±, comenta. Salieron canciones como De vuelta a casa y otras como Desaparecer, que bien podr¨ªa enlazar directamente con el propio t¨ªtulo del disco, un homenaje a la actriz Greta Garbo, quien, tras el fracaso comercial de la pel¨ªcula La mujer de las dos caras en 1941, decidi¨® retirarse del mundo del cine y se recluy¨® en su mansi¨®n de Los ?ngeles. ¡°Siempre me han fascinado este tipo de personas que han decidido aislarse y abandonar el mundo p¨²blico. El disco tambi¨¦n se podr¨ªa haber llamado Howard Hughes. Tambi¨¦n pienso en lo fascinante que fueron los 10 ¨²ltimos a?os de David Bowie cuando vivi¨® su momento Greta Garbo¡±.
El viejo Hollywood, las glorias musicales, las grandes historias¡ Todo se ha guardado en Los ?ngeles, la ciudad de los sue?os y las tragedias del mundo del espect¨¢culo. M¨¢s all¨¢ de sus fans, no ha trascendido mucho que Bunbury vive en Los ?ngeles y, m¨¢s concretamente, en Topanga, un lugar entre Malib¨² y Santa M¨®nica. ¡°Me gusta estar all¨ª porque consigo un anonimato que necesito. Es un parque natural y eso proh¨ªbe nuevas construcciones. Es posible que sea el entorno natural m¨¢s espectacular de la ciudad¡±. Es el mismo entorno que, sin ser muy conocido, se ha hecho con algo de nombre en los ¨²ltimos a?os por acoger el estudio de producci¨®n y grabaci¨®n del m¨²sico Jonathan Wilson y ser el lugar de peregrinaje de artistas como Big Thief, Father John Misty, Angel Olsen, Fleet Foxes o Dawes, entre otros talentos de la m¨²sica norteamericana actual. ¡°Es como una especie de Laurel Canyon¡±, reconoce Bunbury. All¨ª se refugi¨® cuando el castillo de naipes parec¨ªa que se derrumbaba. Aquellos d¨ªas se centr¨® en ajustarse m¨¢s que nunca a una rutina: madrugaba y hac¨ªa meditaci¨®n nada m¨¢s levantarse, luego algo de ejercicio y, despu¨¦s, compon¨ªa y trabajaba. Com¨ªa a las 10.30 y cenaba a las 18.00. ¡°Ser disciplinado me ha permitido ser infinitamente m¨¢s creativo¡±. Los hechos est¨¢n ah¨ª: en los ¨²ltimos a?os, ha publicado Curso de levitaci¨®n intensivo (2020), Posible (2020) y Expectativas (2017) al tiempo que ha ido ofreciendo trabajos alternativos como Canciones 1987-2017 (2018), el directo California Live!!! (2019) o Archivos Vol.1: Tributos y BSO (2016). Greta Garbo fue fruto de esta disciplina cuando su mente se encontraba m¨¢s d¨¦bil. ¡°Hay veces que ocurren las cosas y hay veces que no, pero mi esfuerzo porque ocurran es diario¡±, sentencia.
Aparte de su ¨¦xito comercial en discos y conciertos, Bunbury, a sus 55 a?os, es visto como un ejemplo por sus colegas m¨²sicos a ambos lados del Atl¨¢ntico. En Espa?a, artistas como Leiva, Nacho Vegas o Vetusta Morla le citan por haber sabido desarrollar una carrera tan bien situada en solitario en Latinoam¨¦rica y, especialmente, en M¨¦xico, donde es una estrella de primer nivel e incluso se podr¨ªa afirmar que tiene m¨¢s p¨²blico que en Espa?a. No ha sido f¨¢cil porque, tras el fin de H¨¦roes del Silencio, podr¨ªa no haberle salido bien y, m¨¢s de 25 a?os despu¨¦s y 14 discos de estudio, su estatus es enorme manteni¨¦ndose fiel a su estilo. Es uno de los artistas espa?oles con m¨¢s impacto internacional, code¨¢ndose con Julio Iglesias, Rosal¨ªa, Enrique Iglesias, Alejandro Sanz, Joan Manuel Serrat y Joaqu¨ªn Sabina, entre otros escasos nombres dentro de la c¨²spide.
El camino de Bunbury hasta esta cima comenz¨® en Zaragoza cuando un ni?o llamado Enrique recibi¨® un regalo de su t¨ªo all¨¢ por los a?os setenta. ¡°Fue ¨¦l quien me aficion¨® a la m¨²sica. Tiene diez a?os m¨¢s que yo. Cuando yo ten¨ªa ocho a?os, nos grab¨® a m¨ª y a mis hermanos la discograf¨ªa entera de los Beatles. No s¨¦ por qu¨¦ se le ocurri¨® que a un cr¨ªo de ochos le pod¨ªa interesar. Tanto a uno de mis hermanos como a m¨ª nos vol¨® la cabeza. Nos quisimos meter a clases de guitarra solo por esas cintas y, despu¨¦s, quisimos montar un grupo¡±.
Enrique pas¨® por diversas bandas hasta que, en 1984, form¨® H¨¦roes del Silencio. Ten¨ªa 17 a?os. ¡°H¨¦roes del Silencio nacimos en un momento en el que est¨¢bamos escuchando toda la movida del after punk. Gente como The Cure, The Cult, Echo & the Bunnymen o Killing Joke. Quer¨ªamos hacer que en Espa?a hubiese una banda que tuviese ese car¨¢cter. Nos influyeron tambi¨¦n otras espa?olas como Par¨¢lisis Permanente o Gabinete Caligari, que abrazaban esa cosa siniestra¡±. Su ¨¦xito fue creciente hasta que en 1990, con Senderos de traici¨®n, reventaron todo, aunque la cr¨ªtica musical no los ve¨ªa con buenos ojos. ¡°Estoy super agradecido al haberme esforzado m¨¢s para ganarnos el cari?o de la cr¨ªtica musical con H¨¦roes del Silencio. He visto a otros compa?eros que tuvieron el favor de la cr¨ªtica y nunca supe de qu¨¦ depend¨ªa. Quiz¨¢ de la caja de langostinos que se enviaba¡±, suelta en broma. ¡°A nosotros nos gustaba mucho leer New Musical Express. Echo & the Bunnymen eran unos famos¨ªsimos bocazas. Los Suede dec¨ªan a los cuatro vientos que eran la mejor banda. Luego, tambi¨¦n estaban The Smiths, Oasis, Blur¡ En H¨¦roes pens¨¢bamos que esto era as¨ª, que la tensi¨®n con la prensa ayudaba a todos, que hac¨ªa interesante la lectura de las entrevistas. Con el tiempo me di cuenta de que las cosas eran de otra manera. Empec¨¦ a pensar que hay una comunicaci¨®n entre el artista y el p¨²blico y no quer¨ªa tratarlo as¨ª por medio de la prensa¡±.
Desde hace mucho tiempo, Bunbury se autocontrola m¨¢s en las entrevistas y le gusta hacer muchas con la prensa por correo electr¨®nico. Sin embargo, reconoce que los m¨²sicos que m¨¢s ha admirado ten¨ªan esa especie de ¡°chuler¨ªa¡±. ¡°Ese pedestal creo que es positivo para crear buenas obras. Debes tener una convicci¨®n absoluta en lo que est¨¢s haciendo para intentar ir a algo m¨¢s que a una obra mediocre. Luego, lo consigues o no. Pero hay que tener una convicci¨®n fuera de lo normal. Por ejemplo, Pedro Almod¨®var tuvo esa convicci¨®n de decirse que pod¨ªa hacer pel¨ªculas extraordinariamente diferentes. En su cabeza tuvo que pensarlo. Porque, al final, realizas lo que piensas¡±. ?Y a ese pedestal se sube Bunbury? ¡°Ahora, me pregunto muchas veces qu¨¦ hago yo subi¨¦ndome a un escenario y por qu¨¦ me enfocan a m¨ª los focos. A veces, digo: ¡®?No me apunt¨¦is!¡±, exclama con una risa. ¡°Me sale la timidez que ten¨ªa de ni?o¡±.
Con todo, Bunbury desprende el aire de estrella del rock a la vieja usanza. M¨²sica y est¨¦tica muy relacionada con sus ¨ªdolos de los sesenta y setenta y tambi¨¦n capacidad para guardar cierto misterio. ¡°No se me ocurre poner lo que desayuno en mi Instagram¡±, se?ala con sorna. ¡°Nunca he estado enganchado a las redes sociales. Prefiero mantener una distancia. Para m¨ª, el punto m¨¢s importante de esta cuesti¨®n es que las redes sociales quitan tiempo. Todo el tiempo que est¨¢s haciendo scroll podr¨ªas dedicarlo a leer, mirar al cielo o hacer cualquier otra cosa m¨¢s interesante. En Internet hay que tener cautela. La mayor¨ªa de la gente se sumerge para ver qu¨¦ le ofrece Internet. En mi opini¨®n, tiene que estar apagado y solo lo enciendes cuando t¨² tienes inter¨¦s en algo. El punto de vista viene de un inter¨¦s previo. No me lo otorgan las redes sociales. Internet es m¨¢s interesante si lo que quieres es investigar de los estoicos y te pones a ello. Es mejor eso que entrar a ver qu¨¦ pasa hoy en las redes sociales¡±. Y a?ade otra preocupaci¨®n: la agresividad en la comunicaci¨®n. Por ejemplo, Twitter, ¡°o el todos contra todos¡±. ¡°Me parece que no es el mundo real y que la gente no se expresa como en el mundo real. ?Todo el mundo dispuesto a entrar a lapidarte!¡±.
Sabe bien de lo que habla: en 2020, en plena pandemia, salt¨® la pol¨¦mica cuando comparti¨® una imagen sobre las movilizaciones en contra de Bill Gates porque, seg¨²n los convocantes, el magnate podr¨ªa especular con la vacuna. Poco despu¨¦s, en una entrevista, se mostr¨® a favor de la libertad m¨¦dica a la hora de decidir si ponerse la vacuna. ¡°La desgracia que vivimos es que los tel¨¦fonos nos han convertido en censores, en jueces del comportamiento ajeno. Nos hemos convertido en la polic¨ªa de lo correcto. Cada uno tiene que hacer su reflexi¨®n al respecto. Mi reflexi¨®n es que quiero juzgar menos a la gente. Yo decid¨ª no ser polic¨ªa ni juez¡±, explica. ¡°Creo en la libertad y me gusta que la gente se exprese. Los ciudadanos podemos tener opiniones distintas por nuestras circunstancias en la vida. La empat¨ªa parte del entendimiento de que otro pueda tener otras razones, otras conclusiones y otra forma de ver la vida. Considero que mi enemigo no est¨¢ ni a la izquierda ni a la derecha. Mi enemigo no es la gente. Los que m¨¢s miedo me dan son los que tienen el poder. Ah¨ª s¨ª deber¨ªamos poder juzgar m¨¢s y tener una mirada un poco m¨¢s cr¨ªtica. No con la gente. Los ciudadanos tenemos m¨¢s o menos las mismas preocupaciones. No pasa igual con los gobernantes. A las ¨¦lites supranacionales que est¨¢n en otra circunstancia los miro de otra manera que a la gente¡±.
La mirada de Bunbury sobre el mundo actual siempre se ha dejado ver en su obra y su voz: ¡°Me alegra much¨ªsimo haber pertenecido a una generaci¨®n que ha tenido una vida sin Internet ni m¨®viles. Veo las aportaciones de las tecnolog¨ªas, algunas son interesantes y otras no tanto. No soy un hombre de las cavernas, pero veo cosas que se pierden. Pienso en las nuevas generaciones que ya han crecido con todas esas tecnolog¨ªas a su disposici¨®n y que no han tenido oportunidad de saber lo que era esperar a que te llegara un libro o un disco. Eso tambi¨¦n era valioso¡±. Y prosigue: ¡°La vida es lo que ocurre mientras no tenemos el tel¨¦fono m¨®vil en las manos. Vas en el metro, en el autob¨²s, en el taxi o est¨¢s en la puerta de embarque del avi¨®n y dejas de pensar porque est¨¢s con el m¨®vil. En estos tiempos, va desapareciendo el concepto pensar. Conforme vayan pasando los a?os, iremos viendo las v¨ªctimas de la tecnolog¨ªa. El problema de una cl¨ªnica de desenganche de los m¨®viles es que puede servir de poco porque es dif¨ªcil volver a la sociedad cuando toda la sociedad est¨¢ en ese enganche. Cuando entras en alcoh¨®licos an¨®nimos, lo que intentas hacer es una vida rodeada de gente que no tiene esos h¨¢bitos¡±.
El encuentro con los fans ha terminado. En la calle espera un buen pu?ado de seguidores para intentar conseguir una fotograf¨ªa o aut¨®grafo antes de que se suba a la furgoneta. Sale a la calle y los tel¨¦fonos se alocan. Despu¨¦s, se marcha. Ning¨²n m¨®vil ha podido captar ese tiempo entre bambalinas cuando el reloj electr¨®nico marcaba la cuenta atr¨¢s sobre la gran pantalla. Era como si se fuera a anunciar el fin del mundo o el comienzo de otro siglo. Lo mismo da. ?l se encontraba pensativo y silencioso porque hab¨ªa algo que solo parec¨ªa incumbirle a ¨¦l. ¡°?Qui¨¦n hace una cuenta atr¨¢s tan larga?¡±, repiti¨®. A media luz, parec¨ªa que, cada segundo de ese contador del que estaba pendiente todo el mundo, fuera un recordatorio de que Bunbury siempre tiene que ser Bunbury.
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