Vetusta Morla, el latido m¨¢s folk de los roqueros que amaban la ¨¦pica
¡®Cable a tierra¡¯, el ¨¢lbum m¨¢s at¨ªpico del sexteto madrile?o, abandera el reto de convocar a 60.000 espectadores en el Wanda Metropolitano
Que vayan claudicando esta vez quienes contemplan las ediciones f¨ªsicas de los ¨¢lbumes entre el desd¨¦n y el escepticismo. A veces, algunas veces, los cantores tienen raz¨®n y convierten sus publicaciones en peque?os acontecimientos culturales y hasta t¨¢ctiles. Cable a tierra, el esperad¨ªsimo regreso a los estudios de Vetusta Morla, encaja en todos los patrones de un fen¨®meno ocasional que nunca se registrar¨¢ en los casos de, supongamos, J Balvin, Alizzz o Eladio Carri¨®n, por mucho que este trapero puertorrique?o provocara una s¨²bita turbamulta al mediod¨ªa del viernes a su paso por la Plaza de Espa?a. Hablamos de universos casi paralelos: la banda m¨¢s difundida y admirada que ha dado Madrid en lo que llevamos del ya no tan nuevo siglo XXI cuenta sus seguidores digitales por centenares de miles, pero sigue adscrita a los soportes en vinilo y ced¨¦ con un dise?o virguero; en este caso, una filigrana entre apote¨®sica y aparatosa que no podr¨¢ pasar inadvertida en ninguna estanter¨ªa. Hasta en eso, est¨¢ claro, juegan en otra divisi¨®n.
El grupo nacido en Tres Cantos en 1998 insiste ahora en hablar de su sexto trabajo en estudio, pero se trata de un c¨®mputo muy discutible a poco que reparemos en que MSDL ¨C Canciones dentro de canciones (2020) era una simple secuela de Mismo sitio, distinto lugar (2017), con los mismos 10 t¨ªtulos sometidos a lecturas y arreglos dispares. La realidad es que el sexteto nunca hab¨ªa tardado tanto ¨Ccuatro a?os¨C para abordar su reencuentro discogr¨¢fico con la hinchada. Y todo ello explica la curiosidad casi ansiosa que despertaba este Cable a tierra, un reto al que la banda responde con una pirueta que parece salto mortal, y no precisamente peque?o. Porque este quinto (o sexto) ¨¢lbum de Pucho, Guille, Juanma, David, ?lvaro y Jorge es el que m¨¢s se aparta de los c¨¢nones establecidos desde 2008, el menos vetusto en t¨¦rminos aprior¨ªsticos. El m¨¢s audaz. Ser valiente no es solo cuesti¨®n de suerte, sino de actitud. Y el ejercicio de valent¨ªa que encierran estas 10 nuevas canciones se coloca, desde ya, entre los grandes acontecimientos que tendremos que asignarle en su haber a 2021.
¡°Que a tu banda favorita a¨²n le queden muchos a?os / y que su mejor canci¨®n a¨²n est¨¦ por venir¡±, canta Pucho en Al final de la escapada, ep¨ªlogo del ¨¢lbum y una de las piezas m¨¢s luminosas y estimulantes que VM ha registrado en estos ya casi tres lustros de carretera. Late un esp¨ªritu evidente de resarcimiento a lo largo de estos fugaces 35 minutos, con seguridad derivado de la pandemia y sus quebrantos. Pero en Cable a tierra tambi¨¦n intuimos una reacci¨®n frente a la naturaleza m¨¢s fr¨ªa, sofisticada e industrial de Mismo sitio, distinto lugar, un ¨¢lbum muy berlin¨¦s m¨¢s all¨¢ de su materializaci¨®n geogr¨¢fica, en los m¨ªticos estudios Hansa. Esta apelaci¨®n al terru?o suena casi a reseteo, a reencuentro con las esencias. Casi nadie lo hab¨ªa visto venir, pese a las pistas que, como miguitas de pan, iban jalonando el camino. Pero la banda de rock m¨¢s ¨¦pica y multitudinaria del pa¨ªs se ha decidido a lanzar un soberano ¨®rdago con la carta de las formas tradicionales como gran baza.
Hay vitalismo a rabiar, sin duda, en este ¨¢lbum riqu¨ªsimo, desbordante; arrollador como el paso de un r¨ªo, en pleno deshielo, bajo el puente de entrada al pueblo. Puede que algunas, o bastantes, de estas nuevas composiciones desconcierten a muchos seguidores, acostumbrados a un sonido m¨¢s coreable y propicio al salto abrazado. Pero hab¨ªa ya indicios de dulcificaci¨®n en el quehacer mel¨®dico de Guille Galv¨¢n y Juanma Latorre, los grandes alquimistas en esta maquinaria fabulosa de seis ejes. Lo barruntamos hace a?os con piezas como Alto, Puntos suspensivos o Profetas de la ma?ana, espl¨¦ndidas pero muy lejos de figurar entre las m¨¢s divulgadas del repertorio. Y m¨¢s recientemente no ten¨ªamos m¨¢s que prestarle atenci¨®n a Los abrazos prohibidos, el himno que les regalaron a los profesionales de la sanidad en lo m¨¢s crudo de la primera ola coronav¨ªrica. O a Reina de las trincheras, la nana que encabeza la soberbia banda sonora, instrumental y casi ambient en el resto de su desarrollo, para La hija (Manuel Mart¨ªn Cuenca). Los acad¨¦micos, torpes de cintura, han ignorado esta faceta audiovisual en un olvido que vuelve a dejar en mal lugar a las dos categor¨ªas musicales de los Goya.
La propia reformulaci¨®n de Canciones dentro de canciones tambi¨¦n ten¨ªa algo de autoenmienda, como si los de Tres Cantos se revolvieran frente al cap¨ªtulo que protagonizaron con Mismo sitio... Pero Cable a tierra llega mucho m¨¢s lejos. Sin red de seguridad, como si habl¨¢ramos de unos ne¨®fitos audaces con poco que perder, los seis m¨²sicos se embarcan en un laberinto de alusiones a copla, canci¨®n espa?ola, cantos de labor, compases de diez por ocho, panderos cuadrados e instrumentos de cuerda tradicional, e incluso incurren en la audacia extrema de samplear un motivo de No me quieras tanto, la can¨®nica copla de Le¨®n, Quintero y Quiroga, para La virgen de la humanidad. Ese corte en concreto ya se adelant¨® en septiembre, quiz¨¢ para que la afici¨®n fuera acomod¨¢ndose a su nueva mirada ojipl¨¢tica (y al gui?o a Charly Garc¨ªa y su t¨ªtulo Nos siguen pegando abajo, que encierra veneraci¨®n por el argentino).
Los otros dos avances del ¨¢lbum resultaron tambi¨¦n esclarecedores, puesto que tanto Pu?alada trapera como Finisterre son piezas de acentuado sustrato folcl¨®rico, que no desentonar¨ªan en los repertorios de El Na¨¢n o Xabier D¨ªaz. El guitarrista Latorre se ha familiarizado con guitarros o salterios, igual que David Garc¨ªa ¡°El Indio¡± ejerce casi m¨¢s de percusionista multitarea que de bater¨ªa al uso. Tambi¨¦n hay bastante de melodrama cinematogr¨¢fico y coplero en la absorbente Coraz¨®n de lava, mientras que la antes mencionada Al final de la escapada, desde su latinidad, insin¨²a una banda de gaitas que los vetustos no se han atrevido a incluir en el colof¨®n. Una pena: podr¨ªan haber dejado para la posteridad su particular Mull of Kintyre.
Un universo estil¨ªstico y sonoro
No todo es musgo y trilla, con todo. M¨¢s all¨¢ de esta convencida y orgullosa idiosincrasia terru?era, seguimos enfrent¨¢ndonos en ¨²ltima instancia a una banda de rock con guitarras. Y es muy meritorio que el universo estil¨ªstico y sonoro de Vetusta Morla prevalezca incluso en unos par¨¢metros que cualquiera imaginar¨ªa alejados. No ser¨¦ yo es el m¨¢s abrumador de los episodios en¨¦rgicos, con el atractivo adicional de una interpretaci¨®n vocal fabulosa de Pucho (m¨¢s vulnerable que nunca; mejor cantante, incluso reeducado en t¨¦cnica, durante todo el elep¨¦) y el arsenal de virguer¨ªas sutiles que proporciona la producci¨®n de Carles Camp¨®n, Campi, ese hechicero catal¨¢n que ya hab¨ªa puesto en marcha su m¨¢quina de chiribitas en trabajos de Drexler, Xoel L¨®pez o Natalia Lafourcade. Tambi¨¦n hay rock orgulloso y enrabietado en Palabra es lo ¨²nico que tengo, de los pocos episodios, a priori, propicios para desmelenarse cuando estos 10 cortes acontezcan sobre las tablas.
Falta tiempo a¨²n, pero hay miles y miles de seguidores inmersos ya en la cuenta atr¨¢s. Por primera vez en su trayectoria, Vetusta Morla pugnar¨¢ el 24 de junio de 2022 por reventar un estadio, el Wanda Metropolitano, en el que pueden congregarse cerca de 60.000 almas. Una cifra inmensamente m¨¢s abultada que la de esos 38.000 espectadores que se reunieron a verlos en la Caja M¨¢gica el 23 de junio de 2018, un hito que entonces se consider¨® hist¨®rico. A juzgar por el ritmo de venta de localidades, podemos pronosticar que se agotar¨¢n.
Hay, en fin, mucho que escuchar y paladear en un ¨¢lbum breve pero intens¨ªsimo; esperanzado pero ¨¢cido, como en sus consideraciones sobre la inteligencia artificial (La virgen de la humanidad) o en esa demoledora alusi¨®n al ¡°lorazepam y gas¨®leo¡± que formula La diana. Y hay, por si fuera poco, una balada de belleza sublimada, Si te quiebras, que coge el testigo de Al respirar en los par¨¢metros de la ¡°canci¨®n m¨¢s bonita del mundo¡±. Que no llegaba, glubs, desde la playa de la Concha, sino surcando la ¨¢spera meseta. Por m¨¢s que se les busque las cosquillas a Vetusta Morla, apres¨²rense a desistir: de momento siguen siendo insuperables por estos pagos.
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