Pedro Almod¨®var: ¡°De no haber salido del pueblo, habr¨ªa acabado en la c¨¢rcel o suicid¨¢ndome¡±
El director recoge su narrativa breve entre 1967 y 2023 en ¡®El ¨²ltimo sue?o¡¯. Esta nueva antolog¨ªa refleja la relaci¨®n en su obra entre ¡°lo vivido, lo escrito y lo filmado¡±, de su educaci¨®n con los salesianos a la muerte de su madre, pasando por sus visitas a Chavela Vargas o la creaci¨®n de Patty Diphusa
Los cuentos criaban polvo en viejas carpetas azules en su oficina, que Lola Garc¨ªa ¡ªsu fiel asistente ¡°en este y muchos otros asuntos¡±¡ª rescat¨® del caos de sus sucesivas mudanzas. ¡°No observaba con gran simpat¨ªa esta etapa de escritor. Pensaba que mis cuentos eran adolescentes y remilgados. Pero, cuando los volv¨ª a leer, no me parecieron tan mal. Me ve¨ªa ah¨ª. Sigo siendo el mismo pese a todo¡±, afirma Pedro Almod¨®var (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 73 a?os) en el despacho de su productora, El Deseo, en Madrid.
Mientras acababa Extra?a forma de vida, el mediometraje en forma de w¨¦stern queer que estrenar¨¢ en Cannes, accedi¨® a publicarlos. El resultado es El ¨²ltimo sue?o (Reservoir Books), que revisa su narrativa breve entre 1967 y 2023. Sus relatos, que transcurren en patios manchegos, en colegios regentados por salesianos y en los alegres bares de la Movida, dan cuenta de la profunda relaci¨®n entre ¡°lo vivido, lo escrito y lo filmado¡±, que han funcionado como vasos comunicantes en su producci¨®n.
Pregunta.?Escribe que esta antolog¨ªa es ¡°lo m¨¢s parecido a una autobiograf¨ªa¡±. ?Qu¨¦ nos dice sobre su vida?
Respuesta.?Extra?amente, tengo la sensaci¨®n de que estoy m¨¢s expuesto en mis relatos que en mi cine, a pesar de haber hecho una pel¨ªcula como Dolor y gloria, donde el personaje de Antonio [Banderas] se parece mucho a m¨ª, tiene mi profesi¨®n y vive en mi casa. Pero hay algo de mi intimidad que aflora detr¨¢s de estos relatos. Con ellos abro puertas a una zona de mi vida de la que no he hablado. En la literatura da la sensaci¨®n de que tienes que contar m¨¢s cosas acerca de ti mismo. En el cine hay m¨¢s parapetos con los que puedes cubrirte. Me da respeto. No s¨¦ si mi trayectoria lo contradice, pero soy una persona pudorosa.
P.??Siempre se sinti¨® escritor?
R.?Tuve una temprana vocaci¨®n de escribir, desde ni?o, aunque eso no me convierte en escritor. Publicar este libro tampoco me convierte en escritor. No me da verg¨¹enza y creo que tiene el inter¨¦s suficiente para ser le¨ªdo, pero escribir es algo m¨¢s que esto. La gran literatura es otra cosa. Yo solo pretendo que la gente se entretenga ley¨¦ndome. Es lo m¨¢ximo que me atrevo a pedir. En cualquier caso, escribir desde joven me permiti¨® tomar atajos a la hora de escribir un guion. Me dio armas y agilidad.
P.?Sus relatos han sido los embriones de futuras pel¨ªculas, como La mala educaci¨®n, Hable con ella y Dolor y gloria, como si fueran beb¨¦s sietemesinos en la incubadora a los que saca cuando llega el momento id¨®neo.
R.?Es exactamente eso, un banco de embriones que guardo en mi ordenador. Dolor y gloria la escrib¨ª en solo tres meses porque combinaba tres relatos previos: el primer deseo de un ni?o de nueve a?os, mi encuentro con un actor con el que trabaj¨¦ y una obra de microteatro que escrib¨ª para una actriz y directora, La adicci¨®n, que nunca se hizo realidad. De todas formas, tampoco es sistem¨¢tico. A veces lo he intentado y lo he acabado quitando porque no funcionaba. En realidad, la ficci¨®n cinematogr¨¢fica no suele admitir otras ficciones previas, ni tampoco momentos de tu propia vida. Pertenecen a mundos distintos. Las veces en las que todo cuaja son excepcionales.
Me siento m¨¢s expuesto cuando escribo. En el cine tienes m¨¢s parapetos con los que puedes cubrirte¡±
P.?En Vida y muerte de Miguel describe la vida como una cuenta atr¨¢s hacia el f¨¦retro. Es una visi¨®n muy fatalista de la existencia, habi¨¦ndolo escrito a los 18 a?os.
R.?Eso era por vivir en el pueblo. Lo escrib¨ª en el patio de la casa familiar en Madrigalejo (C¨¢ceres) con una Olivetti que me hab¨ªa comprado mi madre y un conejo desollado colgando al lado. Lo inspir¨® la desaz¨®n de vivir en un lugar al que no pertenec¨ªa. De no haber salido de all¨ª, hubiera acabado en la c¨¢rcel o suicid¨¢ndome. Con 17 a?os, les dije a mis padres que me iba a Madrid. Fue la ¨²nica gran discusi¨®n que tuvimos. Mi padre me dijo que me mandar¨ªa a la Guardia Civil, porque era menor. Le dije que lo hiciera si quer¨ªa, pero que yo me iba a ir. Debieron de ver tal determinaci¨®n que se acojonaron¡
P.?Para usted, ?quedarse en el pueblo era sin¨®nimo de morir?
R.?De morir en todos los sentidos, s¨ª. Y que me perdonen todas las provincias, porque me parece estupendo que hoy haya una vuelta a la vida rural. Pero ser ni?o en un pueblo en plena posguerra era como vivir en el salvaje Oeste. Eso no significa que reniegue de La Mancha ni de Extremadura, que aparecen mucho en mis pel¨ªculas. Pero ahora soy un urbanita recalcitrante. No se me pasar¨ªa por la cabeza volver a vivir en un pueblo.
P.?Se lee entre l¨ªneas otra cosa: el rechazo que provocaba el hecho de ser un ni?o diferente.
R.?Cuando en Dolor y gloria digo que no soy el hijo que mi madre esperaba y que siento haber sido una decepci¨®n, en realidad no estoy hablando de mi madre, sino del pueblo, del modo en que te mira el pueblo cuando eres un ni?o gay. T¨² a¨²n no sabes que lo eres, pero entiendes muy bien lo que te est¨¢n diciendo. Es muy duro vivir ese rechazo cuando eres ni?o. Te deja una marca brutal.
P.?En algunos cuentos se detecta la herencia de su educaci¨®n religiosa. Por ejemplo, el primer relato que escribi¨®, que no ha incluido en este libro, hablaba de un cordero¡
R.?Y el segundo, de la Pur¨ªsima Concepci¨®n [risas]. Por suerte, no los he conservado. Me dan bastante verg¨¹enza por la fe que revelan. Yo quise ser creyente, intent¨¦ denodadamente creer en Dios y en la piedad, pero no funcion¨®. En realidad, los curas me convirtieron en ateo. Hay cuentos como La visita, que 40 a?os despu¨¦s inspir¨® La mala educaci¨®n, en los que se me nota muy rabioso y anticlerical. Es una venganza contra mi colegio y contra los abusos que tuvieron lugar en ¨¦l. Si no hay millones de demandas en Espa?a es porque somos muy pudorosos y nos da mucha verg¨¹enza reconocerlo. En cualquier caso, la idea de Dios desapareci¨® absolutamente y solo permaneci¨® el ceremonial, los rituales. El teatro vivo es la parte de la religi¨®n que m¨¢s me interesa, y as¨ª es como la practicaron mis hermanas y mi madre. Las manchegas no son de ir a misa. La pr¨¢ctica religiosa de mi madre consist¨ªa en ir con sus amigas a la ermita y rendir culto a sus santos de confianza. No ten¨ªa nada que ver con la idea de un Dios que te va a mandar al infierno.
La muerte de mi madre fue un punto de inflexi¨®n. Mi cine se ha ido volviendo m¨¢s grave. Y yo, m¨¢s sombr¨ªo y melanc¨®lico¡±
P.?Escribe que El ¨²ltimo sue?o, el texto que escribi¨® el d¨ªa del entierro de su madre, es lo mejor que haya escrito nunca.
R.?Igual estuve un poco sobrado ese d¨ªa¡ [risas]. Pero s¨ª, pienso sinceramente que esas son las cinco mejores p¨¢ginas que he escrito en mi vida. El problema es que, para alcanzar esa calidad, se tuvo que morir mi madre. No me he vuelto a sentir en una tesitura semejante. Cuando lo releo, me sigo emocionando.
P.?Desde que lo escribi¨®, sus pel¨ªculas se han llenado de madres espectrales y escenas en hospitales. El sue?o de la tormenta del que le habl¨® su madre antes de morir no ha tenido un reflejo expl¨ªcito en sus pel¨ªculas, pero s¨ª simb¨®lico.
R.?S¨ª, es un punto de inflexi¨®n. Desde Hable con ella, mi cine se ha ido volviendo cada vez m¨¢s grave. En las ¨²ltimas pel¨ªculas he renunciado a todas mis se?as de identidad, como las canciones y los elementos que alegraban la narraci¨®n. He ido adoptando una mayor austeridad. Y yo mismo tambi¨¦n me he convertido en alguien m¨¢s sombr¨ªo y melanc¨®lico, m¨¢s inseguro y miedoso.
P.??Es un cine de hu¨¦rfano?
R.?Es curioso, porque todos creemos saber lo que es la orfandad hasta que nos ocurre. De repente, te invade un sentimiento de soledad inmenso, de no tener ya a nadie que te proteja. Por otra parte, sientes que adelantas en la fila que te lleva a tu propia defunci¨®n. Siento terror respecto a la muerte, que es algo que todav¨ªa no he asimilado ni he entendido. Y eso es un problema grande, porque el tiempo pasa, pero yo no he madurado mucho respecto a la cuesti¨®n del paso del tiempo. Sigo sinti¨¦ndome como un ni?o, y no lo digo como algo positivo. En este tema, soy de una tremenda inmadurez.
P.?Chus Lampreave en Entre tinieblas, Llu¨ªs Homar en Los abrazos rotos, Marisa Paredes en La flor de mi secreto¡ ?Por qu¨¦ ha habido tantos escritores en su cine?
R.?Es curioso porque esos tres ejemplos son autores que escriben con seud¨®nimo: Concha Torres, Harry Cane, Amanda Gris. Creo que responde a un anhelo de no ser yo mismo. Hacia el a?o 2000 me sent¨ª tentado de empezar a escribir con otro nombre, con la vaga ilusi¨®n de sentirme m¨¢s libre. Mi hermano me lo prohibi¨®. Me fascinan las historias de Boris Vian o ?mile Ajar, que publicaron libros con nombres falsos, o J. D. Salinger y Elena Ferrante, que no han dado la cara y se han escudado en el misterio. Para un cineasta, en cambio, la imagen lo es todo.
P.??Qu¨¦ importancia tuvo Patty Diphusa, la estrella de fotonovelas porno que cre¨® en 1979 y que se volvi¨® muy popular en los ochenta?
R.?Para mi estupor, esos relatos breves tuvieron ¨¦xito, mucho m¨¢s del que sospechaba. Era un puro frenes¨ª; fue un testigo del cambio explosivo en nuestro pa¨ªs. Lo cre¨¦ para la revista Vibraciones y luego se hizo conocida gracias a La Luna de Madrid. Acab¨® traducido a varios idiomas.
P.??Los escrib¨ªa drogado?
R. Algunas veces, s¨ª, cuando me hab¨ªa distra¨ªdo y me olvidaba de que ten¨ªa que entregar el texto y lo acababa a toda velocidad mientras llegaba el motorista a recogerlo. En esa ¨¦poca, yo tomaba coca¨ªna.
P.?Se nota bastante en su estilo¡
R.?Luego dej¨¦ la coca¨ªna, y despu¨¦s dej¨¦ el caf¨¦ y luego ya el t¨¦. En ese momento me vino bien, pero no recomiendo las drogas para escribir.
Patty Diphusa fue puro frenes¨ª, un testigo del cambio explosivo en nuestro pa¨ªs. Algunas veces escrib¨ª esos textos drogado¡±
P.??Patty Diphusa era usted, como la Emma Bovary de Flaubert?
R.?No, no. Estaba inspirada en una actriz conocida, amiga m¨ªa, pero que no es identificable. Una vez se enfad¨® porque di excesivos detalles y crey¨® que la iban a reconocer, pero creo que es imposible. Eran relatos penetrados por el hedonismo de la ¨¦poca, igual que suced¨ªa con mi primer cine. Aunque ahora me importe la memoria hist¨®rica, mis primeros filmes borraron de un hachazo la presencia de la dictadura, ni siquiera [aparece] como una sombra o como un recuerdo.
P.?Bueno, estaba aquel vecino polic¨ªa y violador de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del mont¨®n.
R.?Es verdad. No lo consegu¨ª del todo, tienes raz¨®n, pero yo estaba negando la presencia de Franco y de la dictadura. Era una postura art¨ªstica a la hora de ponerme a escribir, pero quiero dejar claro que no equival¨ªa a un olvido. Yo ten¨ªa una memoria intacta de la dictadura: hab¨ªa vivido a?os bajo el franquismo. Y no pocos, 25. La atm¨®sfera era asfixiante. Patty Diphusa fue una respuesta a aquello.
P.?Desde ni?o fue un gran lector. ?Qu¨¦ autores marcaron su juventud?
R. Mis hermanas compraban por correo en el cat¨¢logo de Galer¨ªas Preciados. Los primeros libros que les ped¨ª, a los 10 a?os, fueron El lobo estepario, de Hermann Hesse, y Una cierta sonrisa, de Fran?oise Sagan. M¨¢s adelante me apasionaron Henry James y Virginia Woolf, a los que le¨ª al llegar a Madrid. Truman Capote, por A sangre fr¨ªa y por Desayuno en Tiffany¡¯s. Marguerite Duras y J. M. Coetzee. Y los latinoamericanos: Julio Cort¨¢zar, Jos¨¦ Donoso y Mario Vargas Llosa, menos el de los ¨²ltimos 25 a?os, al que no he le¨ªdo. Influye el hecho de que me interesa menos ¨¦l. Lo cual es una tonter¨ªa, porque soy de los que creen que el escritor o el cineasta es uno y la persona es otra, y nunca deber¨ªamos mezclarlos.
P.??Y en la literatura m¨¢s reciente?
R.?Me gustan ?ric Vuillard o Leila Slimani, a quien he dedicado un texto en este libro, ¡®Memoria de un d¨ªa vac¨ªo¡¯. Y veo un fen¨®meno en Espa?a que me interesa, el de las escritoras j¨®venes que rechazan la ciudad y empiezan a darse una muy mala vida en un lugar solitario. Por ejemplo, Sara Mesa o Eva Baltasar. Me encantar¨ªa adaptar Boulder, de esta ¨²ltima. Estoy pensando c¨®mo le hinco el diente para convertirlo en algo cinematogr¨¢fico. A¨²n no he encontrado el modo, pero soy muy persistente. Es una escritora dur¨ªsima y muy original. Se lo propuse a una directora francesa, pero no quiso, as¨ª que voy a intentarlo yo¡
Quiero adaptar ¡®Boulder¡¯, de Eva Baltasar, una autora dur¨ªsima y muy original. Estoy pensando c¨®mo le hinco el diente¡±
P.?Luego est¨¢n los autores que han inspirado su cine, como Ruth Rendell (Carne tr¨¦mula), Thierry Jonquet (La piel que habito) o Alice Munro (Julieta). Es conocido por hacer adaptaciones lib¨¦rrimas.
R.?S¨ª, mi relaci¨®n con la literatura es de una gran infidelidad. Alice Munro es otra de mis escritoras favoritas. El reto fue adaptar sus relatos al contexto espa?ol. La cultura familiar canadiense y la nuestra no tienen nada que ver. A una madre espa?ola se le va la hija a los 18 a?os y revuelve el mundo hasta que la encuentra. El thriller de Jonquet lo le¨ª en un vuelo en los noventa y me pareci¨® genial. Lo intent¨¦ adaptar, pero toda la parte sobre el sadomasoquismo me alej¨® del libro. Me asesor¨¦, pero no fui capaz porque me repugnaba. Y hay una cosa que uno nunca debe hacer: escribir juzgando a sus personajes. La retom¨¦ 20 a?os m¨¢s tarde cambiando sadomasoquismo por transg¨¦nesis. De repente, funcion¨®¡
P.??Y qu¨¦ se lo atasc¨® con Lucia Berlin, de quien deb¨ªa adaptar Manual para mujeres de la limpieza?
R.?He renunciado con todo el dolor, cuando ya ten¨ªa el guion escrito. Descubrir a Lucia Berlin fue como dar con un alma gemela. Se lo mand¨¦ a Cate Blanchett, que me dijo que quer¨ªa estar ah¨ª como actriz, productora e incluso directora. En enero de 2022 estaba listo para rodar, pero ella no estaba disponible hasta esta primavera. A pesar de sentirme absolutamente libre y apoyado, me encontr¨¦ con un sistema de producci¨®n que no era el m¨ªo. Yo escojo hasta el color de la moqueta, y ellos me propon¨ªan recrear Oakland en digital. No lo vi claro. Y luego est¨¢ mi dolencia de espalda¡ Consider¨¦ que era un nivel de producci¨®n desorbitado para m¨ª y que me iba a llenar de frustraci¨®n. Hace un a?o, habr¨ªa empezado con la inconsciencia del entusiasmo. Pero ahora, con todo el dolor, tengo que decir que no, y con gran culpa respecto a Cate, porque al fin y al cabo la dejo en la estacada.
El ¨²ltimo sue?o
Pedro Almod¨®var
Reservoir Books, 2023. Se publica el 13 de abril.
208 p¨¢ginas. 19,90 euros. Disponible en e-book (8,54 euros) y audiolibro (17,99 euros).
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