Uni¨®n Berl¨ªn: los ¨²ltimos rom¨¢nticos del f¨²tbol europeo
De jugar en un patatal en la cuarta divisi¨®n alemana en 2006 a competir en la Champions en 2023. El Uni¨®n Berl¨ªn es uno de los equipos m¨¢s peculiares de Europa. Apenas quedan clubes como este. El f¨²tbol moderno los mat¨®
Si alguien me hubiera dicho que ¨ªbamos a enfrentarnos al Real Madrid me habr¨ªa vuelto loco. Hemos disfrutado de un viaje maravilloso, as¨ª que no existen motivos para estar tristes¡±. El que habla es Christian Arbeit, director general de comunicaci¨®n del Uni¨®n Berl¨ªn. Un club que fue el m¨¢ximo enemigo del equipo de la Stasi (la polic¨ªa secreta de la antigua RDA), cuyo estadio fue reformado por sus hinchas y que hoy supone el ¨²ltimo resquicio de romanticismo en un negocio sacudido por los petrod¨®lares.
Es un g¨¦lido jueves de noviembre en el estadio An der Alten F?rsterei, en K?penick, un distrito de clase obrera del sureste de la capital alemana. Arbeit (Berl¨ªn, 1974) suele llegar en bicicleta. ¡°Vivo a 10 minutos y por el camino todo el mundo me comenta algo del ¨²ltimo partido¡±, asegura, orgulloso de un sentimiento de comunidad que hace del Uni¨®n una segunda familia para sus fans. Si en 2006 ten¨ªa poco m¨¢s de 5.000 socios, los ¨²ltimos datos hablan de 62.722. Si en 2004 su presupuesto rozaba los cinco millones de euros, esta temporada son 190.
Su historia va unida a la de Alemania del Este, aunque tenga sus or¨ªgenes en el SC Union Obersch?neweide, establecido en 1906. El club se refund¨® en 1966 como 1. FC Uni¨®n Berl¨ªn durante la reorganizaci¨®n del f¨²tbol profesional en la RDA. Su lema, ¡°Eisern Union¡± (Union de hierro), proviene de los sindicatos metal¨²rgicos. En 1966 hab¨ªa otras dos escuadras importantes a ese lado del muro: el ASK Vorw?rts, asociado al ej¨¦rcito, y el BFC Dynamo, conectado con la Stasi. ¡°Como las autoridades no eran est¨²pidas, sab¨ªan que se necesitaba otro equipo de gente normal. Por eso se nos ha se?alado como rebeldes¡±.
¡°Incluso ahora est¨¢ mal vista la ropa granate [el color del BFC Dynamo] en nuestro estadio¡±, explica Alberto Doblar¨¦, responsable de comunicaci¨®n en castellano del club. Tras la ca¨ªda del Muro en 1989 y la posterior reunificaci¨®n, se realiz¨® una fusi¨®n de campeonatos entre la RDA y la RFA. ¡°La mayor¨ªa de los conjuntos del este no pudieron competir con la pujanza de sus rivales del oeste y acabaron en ligas regionales o desapareciendo¡±, se?ala. El Uni¨®n es de los pocos equipos orientales que sobrevive en Bundesliga. Y ya no pelea con el BFC Dynamo, sino contra el f¨²tbol negocio, cuyo mayor exponente local es el RB Leipzig, propiedad de Red Bull.
En julio de 2004, con el equipo reci¨¦n relegado a tercera, Dirk Zingler, el actual presidente, tom¨® las riendas de un club en quiebra. Se necesitaban 1,5 millones de euros para conseguir la licencia federativa y, como la tesorer¨ªa no ten¨ªa esa suma, en 2005 los aficionados iniciaron la campa?a ¡°Bluten f¨¹r Union¡± (¡°Sangrar por el Uni¨®n¡±), en la que donaban sangre y ced¨ªan ese dinero a la entidad. A pesar de todo, descendi¨® a cuarta.
Antonio Hurtado (Puertollano, 1959) fue uno de los responsables de la llegada de Zingler. Hurtado hab¨ªa emigrado con 13 a?os a Duisburgo, donde trabajaban sus padres. Tras estudiar Ingenier¨ªa Industrial, en 1999 aterriz¨® en Berl¨ªn y comenz¨® a trabajar como gerente de BSR (Berliner Stadtreinigung), la empresa municipal de recogida de residuos, que patrocinaba las categor¨ªas inferiores del equipo. Elegido por la asamblea de socios, en 2004 entr¨® en el consejo de supervisi¨®n del club, el ¨®rgano encargado de nombrar al presidente. ¡°Era una situaci¨®n catastr¨®fica. Zingler prefer¨ªa solo formar parte de la junta directiva. Pero pude convencerlo. Las primeras temporadas puso dinero de su bolsillo¡±.
¡°Cuando entr¨¦ en el club, el terreno de juego parec¨ªa un pasto para las vacas. Pero pude comprobar desde el primer momento el amor de esa afici¨®n por su equipo: gente muy humilde que prescind¨ªa de sus vacaciones para comprar su abono anual¡±. Unionista desde que su abuelo lo llevaba al campo con siete a?os, Dirk Zingler (K?nigs Wusterhausen, Brandeburgo, 1964) era entonces el director general de Die Logistiker, una exitosa empresa de transporte con 300 empleados, que empez¨® a compaginar con la gesti¨®n del club. ¡°Nuestra supervivencia estaba amenazada. Tuvimos que luchar por nuestro estadio. Esa era la clave para mejorar¡±.
En 2008, las autoridades estaban a punto de clausurarlo porque no cumpl¨ªa los requisitos. El club pidi¨® ayuda a empresas del distrito (que donaron los materiales) y a los hinchas. Colaboraron m¨¢s de 2.300 voluntarios, que invirtieron 140.000 horas de trabajo no remunerado. El que sab¨ªa pintar, pintaba, y el que sab¨ªa encofrar, encofraba. Y el que no, agarraba la pala. Ese fue el caso de Arbeit. ¡°Ped¨ª tres d¨ªas de vacaciones en mi antiguo empleo para ayudar. Me pusieron a excavar para poner los cimientos. La gente le dec¨ªa a la coordinadora: ¡®Jam¨¢s he construido un estadio, pero si me dices lo que tengo que hacer, lo intento¡±.
El campo, que es uno de los m¨¢s peque?os de la Bundesliga, con 22.012 espectadores (18.395 de pie y 3.617 sentados), pertenece hoy a los socios, porque en 2011, para financiar la renovaci¨®n de la tribuna principal, se pusieron a la venta acciones (de 500 euros) que evitaron ceder su nombre a un patrocinador. ¡°Con un m¨¢ximo de 10 acciones por persona¡±, explica Arbeit. ¡°Si no, hubiera podido venir un millonario y comprarlas todas¡±. Ahora est¨¢ aprobada una futura ampliaci¨®n hasta las 37.770 localidades.
Pero ?c¨®mo puede sobrevivir un club como este en el f¨²tbol actual? ¡°Sabemos que no podemos ganar una disputa de dinero. Si tienes menos dinero, tendr¨¢s que tomar mejores decisiones¡±, admite el presidente. Arbeit le secunda: ¡°Cuando jugamos contra el Madrid, sus dirigentes nos dec¨ªan que no sab¨ªan c¨®mo iban a competir la pr¨®xima d¨¦cada con Arabia Saud¨ª. Si el Real Madrid dice eso, imag¨ªnate nosotros¡±.
Christopher Trimmel (Oberpullendorf, Austria, 1987) fich¨® por el Uni¨®n Berl¨ªn en 2014 y hoy es el capit¨¢n. ¡°Cuando conoces los valores y la ¨¦tica de trabajo de este lugar, es muy sencillo integrarse. Yo creo que mi mayor problema aqu¨ª fue encontrar vivienda¡±. Ahora reside en Mitte, en el centro de Berl¨ªn. ¡°Me gusta tenerlo todo a mano. Para m¨ª esto es como una familia: cada miembro importa¡±.
El s¨¢bado se juega contra el Eintracht Fr¨¢ncfort y el bosque de Wuhlheide que rodea el Alten F?rsterei se torna rojiblanco. Desde temprano, bares cercanos como Union Tanke y Abseitsfalle est¨¢n atestados. Y dos horas antes del pitido inicial, la grada del Waldseite, la m¨¢s bulliciosa de todas, ya est¨¢ completa. A su derecha, en una esquina, se conserva un marcador manual que sique utiliz¨¢ndose m¨¢s por tradici¨®n que por necesidad. Detr¨¢s del otro c¨®rner, el biergarten adyacente expende cervezas como si no hubiera un ma?ana. Cuando los jugadores salen a calentar, atruena el Eisern Union, el himno oficial cantado por Nina Hagen, la musa del punk germano. ¡°?Qui¨¦n no deja que Occidente los compre? ?La uni¨®n de hierro!¡±, reza una de sus estrofas, gritada a voz en cuello y apuntalada por una interminable tamborrada. Micr¨®fono en mano, Arbeit, hoy en su faceta de speaker, presenta al once titular desde el c¨ªrculo central.
Uno de los habituales de las gradas es Silvio Titzmann (Ludwigsfelde, Brandeburgo, 1975). ¡°Cuando vine a Berl¨ªn tras la reunificaci¨®n buscaba algo que compaginara el f¨²tbol con mi identidad del este¡±, explica antes de entrar al campo. ¡°Cuando descendimos a cuarta divisi¨®n nos enfrentamos el equipo de mi pueblo, el Ludwigsfelder FC. Nunca hab¨ªamos estado tan abajo y, aunque hab¨ªa miles de seguidores, era un ambiente un poco triste¡±. ?l es abonado, por lo que cada entrada le sale a 13,50 euros. Y para la Champions se ha hecho con un pack para los tres encuentros de la fase de grupos por 75 euros. ¡°El Uni¨®n es una isla rom¨¢ntica dentro del mar ultracapitalista del f¨²tbol profesional. Estamos entre la nostalgia de ser un equipo humilde de barrio y ser parte de un negocio. Para nosotros, jugar en primera es un regalo, pero no lo quiero perder¡±, razona. Titzmann se emociona al hablar del hist¨®rico ascenso a primera, en 2019, algo que jam¨¢s se hab¨ªa logrado antes. ¡°A¨²n se me pone la piel de gallina. ?Cuando termin¨® el partido definitivo, aquello parec¨ªa una org¨ªa!¡±.
?Minuto y resultado hoy en el Alten F?rsterei? Gol en contra del Uni¨®n en el minuto dos. Estupenda manera de empezar. El 0-2 cae en el minuto 14. Cualquier afici¨®n normal hubiera disminuido sensiblemente los decibelios. No es el caso. Esta es la aleaci¨®n definitiva entre el hombre y la m¨¢quina, un mensch-maschine forjado en exclusiva para animar. La cosa ni siquiera decae al encajar el tercer y ¨²ltimo gol. Gajes del oficio, pensar¨¢ alguno. Cinco minutos despu¨¦s del final a¨²n no se ha ido nadie. La plantilla se alinea frente al Waldseite para agradecer el apoyo. Arbeit, al micr¨®fono, despide a los aficionados: ¡°Lleguen bien a casa¡±.
Un par de semanas m¨¢s tarde, Urs Fischer abandon¨® el banquillo tras cinco a?os de ¨¦xitos. El entrenador suizo ascendi¨® al club a primera y lo clasific¨® consecutivamente para Conference League, Europa League y Champions League. Le relevar¨¢ el t¨¦cnico croata Nenad Bjelica. En otra anterior decisi¨®n, tambi¨¦n algo pol¨¦mica, la directiva hab¨ªa renunciado a su propio campo en la fase de grupos de la Champions para jugar en la otra punta de la ciudad. Con el triple de aforo, el Estadio Ol¨ªmpico es el hogar del Hertha Berlin, el equipo con m¨¢s tradici¨®n del oeste, que ahora dormita en segunda divisi¨®n. ¡°La UEFA solicitaba 3.000 asientos para esp¨®nsores y compromisos oficiales. Y esos son casi todos los de nuestra sede¡±, argumenta Doblar¨¦. ¡°Se hubiera tenido que quitar la entrada a socios muy mayores para ced¨¦rsela a la UEFA. Y para el Uni¨®n el f¨²tbol es solo una excusa para generar comunidad¡±.
As¨ª lo atestigua una de las m¨¢ximas del club, ¡°El fuerte ayuda al d¨¦bil¡±, que encabeza los proyectos sociales de su fundaci¨®n. O pe?as como Grenzenlos Eisern, que recauda donaciones para ayudar a las personas sin hogar. O la c¨¦lebre reuni¨®n de cada 23 de diciembre en el Alten F?rsterei para cantar villancicos (en 2022 acudieron 30.000 personas). O aquel maravilloso disparate que sucedi¨® durante el Mundial de Brasil de 2014. Ese verano se instal¨® una pantalla gigante en el campo y se permiti¨® a los socios que acudieran con los sillones de sus casas para ver todos los partidos desde el c¨¦sped. ¡°Yo tambi¨¦n me lo traje¡±, recuerda Arbeit. ¡°Eso fue un negocio para las tiendas de muebles locales, porque nadie se volvi¨® a llevar su sof¨¢. Todos se quedaron all¨ª¡±.
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