No hay dinero para David Lynch ni distribuidora para Francis Ford Coppola: Hollywood no es lugar para viejos
Netflix le niega un ¨²ltimo proyecto al director de ¡®Mulholland Drive¡¯, John Waters sigue sin financiaci¨®n para el suyo y Woody Allen se ha hartado de mendigar mientras, ¡®Megal¨®polis¡¯ a¨²n busca qui¨¦n la exhiba en EE UU
Billy Wilder falleci¨® en 2002, pero se hab¨ªa retirado de la direcci¨®n un par de d¨¦cadas antes, en 1981, a los 75 a?os. Sus problemas de coraz¨®n y su estilo de vida insalubre hicieron que ninguna compa?¨ªa se mostrase dispuesta a concederle la p¨®liza de seguro necesaria para seguir trabajando. As¨ª que dedic¨® sus d¨ªas de senectud a coleccionar arte, con el ¡°entusiasmo bul¨ªmico¡± que no le dejaron volcar en el cine.
La generaci¨®n del nuevo Hollywood, que revolucion¨® el s¨¦ptimo arte all¨¢ por la d¨¦cada de 1970, no se ha encontrado con ese problema. Scorsese, Allen, Coppola, De Palma, Malick o Schrader disfrutan a¨²n del raro privilegio de seguir haciendo pel¨ªculas a edades muy avanzadas. Alguno de ellos, si el imperativo biol¨®gico lo permite, podr¨ªa batir el r¨¦cord de longevidad creativa del portugu¨¦s Manoel de Oliveira, que anunci¨® que se tomaba un a?o sab¨¢tico a los 101 a?os, tras el estreno de El extra?o caso de Ang¨¦lica (2010), y a¨²n tuvo tiempo de empu?ar de nuevo la claqueta y dirigir otro par de pel¨ªculas. El problema con el que se est¨¢ encontrando la nueva hornada de septuagenarios y octogenarios de Hollywood es que su cine despierta, al parecer, un entusiasmo menguante tanto entre el p¨²blico Z como entre los jerarcas del negocio.
Coppola ha sido el ¨²ltimo en tropezar con obst¨¢culos que podr¨ªan hacer que su carrera descarrilase. Megal¨®polis, su primera pel¨ªcula en 13 a?os (desde el fracaso de Twixt, un Coppola desafinado y con sordina), tard¨® en encontrar distribuidora en Europa (en Espa?a ser¨¢ Tripictures, a finales de este a?o) y a¨²n no la tiene en EE UU. De poco ha servido que el director de El Padrino invirtiese en ella los 120 millones de d¨®lares que ha obtenido vendiendo gran parte de sus vi?edos californianos. Autofinanciada y con un reparto estelar, tras 43 a?os de gestaci¨®n intermitente, la pel¨ªcula fue presentada en sociedad a finales de marzo en un pase privado para 300 personas, y dos meses m¨¢s tarde, en el Festival de Cannes. En aquel pase cosech¨® aplausos corteses, pero nadie, ni Paramount, ni Disney, ni Netflix, ni Warner ni Sony, se ha mostrado dispuesto a apostar por ella.
En paralelo, a David Lynch, que tiene siete a?os menos que Coppola y suele considerarse de la generaci¨®n inmediatamente posterior, se le acaban de cerrar las puertas de Net?flix, que no invertir¨¢ ni un centavo en Snootworld, la ambiciosa pel¨ªcula de animaci¨®n del director de Terciopelo azul. De poco ha servido que Lynch enrolase en el proyecto a Caroline Thompson, guionista de cl¨¢sicos del cine familiar como Eduardo Manostijeras o Pesadilla antes de Navidad. El cuento de hadas al viejo estilo que est¨¢ armando el ilusionista de Montana le suena a Netflix a rancia reliquia por la que no vale la pena jugarse los cuartos. El propio Lynch se ha mostrado dispuesto a dejar la direcci¨®n en manos de su hija Jennifer, autora de Boxing Helena o de diversos episodios de series como American Horror Story. Lo que haga falta para que un proyecto que describe como ¡°extravagante y loco¡± tenga una oportunidad.
Otro veterano en apuros es John Waters, el francotirador de la escatolog¨ªa y del (exquisito) mal gusto que escandaliz¨® al mundo con perlas de estercolero como Pink Flamingos. Waters ha anunciado que cuenta con la actriz Aubrey Plaza (The White Lotus) para un nuevo proyecto, Liarmouth, para el que ya solo le falta lo principal: el dinero. Waters parte de su propia novela, publicada en 2022, para convertir en cine las ca¨®ticas aventuras de Marsha Sprinkle, ladrona de guante blanco, estafadora, reina de los disfraces. Una mujer ¡°inteligente, desquiciada y no del todo en los cabales¡±, odiada por ¡°perros y ni?os¡± y a la que ¡°su propia familia quiere ver muerta¡±. El m¨¢s ilustre generador de detrito cinematogr¨¢fico tiene ya 78 a?os y lleva 20 sin dirigir una pel¨ªcula. El cr¨ªtico de cine Peter Debruge se pregunta en Variety a qu¨¦ demonios espera Hollywood para prestarle a este hombre el dinero que necesita para seguir dando guerra, ahora que el cine necesita m¨¢s que nunca ¡°su indecencia y su falta de prejuicios¡±.
Incluso Woody Allen, autor, a sus 88 a?os, de 50 pel¨ªculas, declaraba a la revista Airmail que ya no descarta que la que estren¨® hace unos meses, Golpe de suerte, acabe siendo la ¨²ltima. Asegura tener nuevos proyectos en la guantera, pero cada vez est¨¢ menos dispuesto a ¡°salir a buscar el dinero necesario para hacerlos realidad¡±. Le resulta un tr¨¢mite embarazoso, cuando no humillante: ¡°Si alguien me llama para hacerme una propuesta, estar¨¦ encantado de escucharla, pero ya no tengo edad para ir mendigando de puerta en puerta¡±. A Martin Scorsese (81 a?os), en cambio, parece irle mejor que nunca en el nuevo ecosistema de plataformas de contenido. El cineasta de Queens ha sabido venderse al mejor postor (El irland¨¦s a Netflix, Los asesinos de la luna a Paramount y Apple TV+) y trabaja al saludable ritmo de una pel¨ªcula cada tres o cuatro a?os desde el contundente relanzamiento de su carrera que supuso El lobo de Wall Street.
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? original sound - Francesca
Scorsese ha encontrado en TikTok, plataforma a la que le asom¨® su hija Francesca, un atajo ins¨®lito para conectar con las nuevas generaciones. Su casting a Oscar, el perro actor al que presenta como leg¨ªtimo heredero de De Niro y DiCaprio, es una obra maestra viral. Pero el suyo es un caso aislado. Para la mayor¨ªa de sus coet¨¢neos, seg¨²n se est¨¢ demostrando, Hollywood no es pa¨ªs para viejos
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