C¨®mo reinsertar a un condenado por corrupci¨®n
Cuatro expertos analizan el perfil de los presos por delitos econ¨®micos para los que Interior pone en marcha un programa pionero de reeducaci¨®n
?Es posible reinsertar a un pol¨ªtico encarcelado por corrupci¨®n? ?Puede un defraudador llegar a comprender las verdaderas consecuencias de lo que hizo? ?Por qu¨¦ les cuesta tanto a los delincuentes de cuello blanco admitir sus delitos? Diez profesionales penitenciarios han elaborado, tras dos a?os de trabajo, el primer programa que intenta reeducar a los condenados por delitos econ¨®micos. Bautizado como PIDECO (Programa de Intervenci¨®n en Delitos Econ¨®micos), el Ministerio del Interior lo pondr¨¢ en marcha el pr¨®ximo enero con un objetivo: que los reclusos que voluntariamente lo sigan se responsabilicen del hecho delictivo, pidan perd¨®n, reparen el da?o y no reincidan. EL PA?S habla con cuatro expertos, algunos de ellos participantes en su elaboraci¨®n, sobre este programa pionero en el mundo.
En octubre de 2020, en las c¨¢rceles dependientes de Interior ¡ªla Generalitat gestiona los centros penitenciarios de Catalu?a¡ª 2.044 internos cumpl¨ªan condena por delitos econ¨®micos, una clasificaci¨®n que abarca desde el fraude a Hacienda y la Seguridad Social a los delitos contra los derechos de los trabajadores o la corrupci¨®n urban¨ªstica. Son ya un 5,6% de los algo m¨¢s de 40.000 penados, entre los que figuran nombres conocidos como el extesorero del PP Luis B¨¢rcenas, el cabecilla de la trama G¨¹rtel, Francisco Correa; el exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato o I?aki Urdangarin, cu?ado del rey Felipe VI.
¡°El incremento de reclusos condenados por estos delitos nos llev¨® a plantearnos un programa espec¨ªfico [hay 21 m¨¢s para otros tipos de delitos]. Por su formaci¨®n y nivel social, err¨®neamente se piensa que a estos delincuentes no hace falta integrarlos en la sociedad cuando salen en libertad¡±, se?ala Miguel ?ngel Vicente Cuenca, director general de Ejecuci¨®n Penal y Reinserci¨®n Social de Instituciones Penitenciarias y uno de los impulsores de la iniciativa. El programa se pondr¨¢ en marcha en 31 c¨¢rceles y nueve Centros de Inserci¨®n Social (CIS, destinados a presos en semilibertad).
El alto cargo de Prisiones se?ala que el siguiente paso es ¡°convencer y atraer al mismo a estos presos, a los que se les deja claro que participar no les va a reportar ning¨²n beneficio penitenciario, m¨¢s all¨¢ de su propia evoluci¨®n personal¡±. Se priorizar¨¢ a aquellos que est¨¢n a dos a?os o menos de ser excarcelados, para que el trabajo terap¨¦utico est¨¦ reciente al ser puestos en libertad. La duraci¨®n prevista es de entre 10 y 11 meses, con un m¨ªnimo de 32 sesiones grupales ¡ªuna a la semana, de tres horas¡ª hasta superar siete unidades terap¨¦uticas. En ellas abordar¨¢n, con un psic¨®logo, conceptos como la autoestima, las emociones, el sistema de valores y la responsabilidad.
Ante la falta de un modelo en el que fijarse, los expertos hicieron un trabajo de campo en siete centros con 28 de estos presos, con una edad media de 52 a?os. Les hicieron rellenar un cuestionario y se compararon sus respuestas con las que dieron 27 reclusos condenados por otros delitos y 23 personas en libertad y con responsabilidades directivas en empresas. Sergio Ruiz, psic¨®logo y director del Hospital Psiqui¨¢trico Penitenciario de Sevilla, asegura que el resultado les sorprendi¨®: ¡°No hab¨ªa tantas diferencias como presupon¨ªamos¡±.
El estudio permiti¨® trazar un primer perfil de los condenados por corrupci¨®n. Son delincuentes que creen que cada uno tiene lo que se merece, con mayor estabilidad emocional que el resto de internos y una evidente falta de empat¨ªa hacia sus v¨ªctimas. Tambi¨¦n son poco altruistas, presentan acusados rasgos de narcisismo, y el egocentrismo les hace tener en cuenta solo sus opiniones. Capaces de manipular y persuadir a otras personas para conseguir sus objetivos, est¨¢n convencidos de tener valores sociales como la benevolencia y la justicia social. ¡°Tienen un concepto de s¨ª mismos y de su val¨ªa personal muy favorable, muy distinto al que revela su comportamiento delictivo¡±, resalta Sergio Ruiz. Y pone un ejemplo de esta ¡°doble moral¡±: el alcalde condenado por un delito urban¨ªstico que niega haber delinquido y alega que lo ¨²nico que ha hecho es crear trabajo para su pueblo.
Para Flori Pozuelo, psic¨®loga y jefa del ?rea de Programas de Tratamiento de Instituciones Penitenciarias, estos delincuentes presentan ¡°una desconexi¨®n moral que les hace que solo tengan en cuenta el lucro y el poder¡± y, por tanto, no se arrepientan. ¡°Utilizan mecanismos para autojustificar su conducta, desde minimizar o negar el da?o causado a invisibilizar a las v¨ªctimas o afirmar que otros han hecho lo mismo¡±, a?ade esta experta. El programa prev¨¦ mecanismos para ¡°sacarles de la burbuja en la que han vivido, y que les ha impedido conocer que hay otras realidades, gente sin empleo y graves problemas¡±. ?Cu¨¢les? ¡°Tendr¨¢n que ayudar dentro o fuera de prisi¨®n a gente desfavorecida, que necesita cuidados personales, como enfermos o personas con discapacidad, para fomentar la empat¨ªa hacia los otros¡±, detalla.
El programa tiene una ¡°guinda¡±, seg¨²n Miguel ?ngel Vicente: sentar a estos reclusos frente a frente con alguien que ha sufrido las consecuencias de su actuaci¨®n, al igual que se hizo con los presos de ETA que se acogieron en su d¨ªa a la llamada V¨ªa Nanclares de reinserci¨®n o se hace en el plan similar dise?ado para los autores de delitos de odio. ¡°Muchas veces los delincuentes econ¨®micos no son conscientes de las consecuencias de sus delitos porque no ven directamente a la v¨ªctima, no tiene rostro para ellos¡±, se?ala el director general de Reinserci¨®n. Para Pepe Castilla, mediador de la asociaci¨®n andaluza Amedi y que organiza encuentros de este tipo en programas de reinserci¨®n con delincuentes comunes, ¡°estas reuniones sirven para que el condenado se ponga en el lugar de la persona que ha sufrido su delito¡±.
Muchos de estos condenados se caracterizan por un af¨¢n desmedido de riqueza, una manera m¨¢s de distinci¨®n social. ¡°Hay que desmitificarles la posesi¨®n de objetos, el hedonismo, que aprendan a disfrutar solo con lo que necesiten¡±, se?ala Sergio Ruiz. ¡°Delinquieron pensando que sus bienes primarios, lo m¨¢s esencial, eran la posesi¨®n de cosas superfluas y caprichos. En las sesiones se intentar¨¢ que estas dejen paso a lo verdaderamente importante, como la familia o la salud¡±, a?ade su compa?era Flori Pozuelo. Es lo que Pepe Castilla describe como ¡°lograr que la persona emerja sobre el personaje que les impone la acumulaci¨®n de riqueza¡±. Este mediador recuerda el caso de un estafador al que trato recientemente y que lleg¨® a tener tres chal¨¦s de lujo, entre otros bienes. ¡°En una sesi¨®n me dijo que hab¨ªa entendido que no hac¨ªa falta tener tanto, que al final solo usaba una de las casas¡±.
Aquel estafador, sin embargo, no complet¨® el programa. No todos los hacen. ¡°Un peque?o porcentaje no supera las evaluaciones peri¨®dicas¡± que se hacen para medir si el trabajo terap¨¦utico est¨¢ siendo eficaz. El fin ¨²ltimo es que no vuelvan a reincidir cuando recuperen la libertad. Las estad¨ªsticas indican que, de los presos que han finalizado programas de reinserci¨®n para otras modalidades delictivas, m¨¢s del 80% no vuelven a delinquir en los cinco a?os siguientes a su excarcelaci¨®n. Sin embargo, Flori Pozuelo alerta de que algunos de los que van a seguir el programa para delincuentes econ¨®micos, los m¨¢s medi¨¢ticos, tendr¨¢n un problema a?adido: ser¨¢n se?alados al volver a la calle. ¡°Trabajaremos para que est¨¦n preparados para afrontar esta estigmatizaci¨®n¡±, se?ala.
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