El perd¨®n cara a cara entre v¨ªctima y verdugo
Un grupo de presos disidentes de la organizaci¨®n terrorista se reunieron con v¨ªctimas de forma individual en 2011. La mediadora y los responsables pol¨ªticos relatan c¨®mo fue el proceso
Esther Pascual hab¨ªa pedido reuniones peque?as, con grupos de tres personas, para poder explicar tranquilamente en qu¨¦ consist¨ªa el programa y que cada cual planteara sus dudas. No le importaba que eso supusiera visitar varios d¨ªas la c¨¢rcel, a 350 kil¨®metros de su casa. Estaba ante el mayor reto profesional de su vida y quer¨ªa ir con calma. Pero, como sucede tantas veces, la realidad arrolla los planes perfectamente calculados.
- ?De tres en tres? ¨C le dijo entre risas Juan Antonio, el director de la prisi¨®n-. Venga, entra, que ah¨ª est¨¢n.
- Que ah¨ª est¨¢n¡ ?cu¨¢ntos?
- Pues todos.
Pascual respir¨® hondo antes de entrar en la sala. Se encontr¨® con una veintena larga de personas. Presos con extensas condenas por terrorismo a sus espaldas que hab¨ªan acabado reunidos en la c¨¢rcel de Nanclares de Oca (?lava) porque se hab¨ªan alejado de ETA. Eran todos disidentes, pero manten¨ªan planteamientos muy diversos. Ella les ofreci¨® entrar en un proceso de mediaci¨®n penal para encontrarse con sus v¨ªctimas. Les habl¨® sobre la reconciliaci¨®n y el perd¨®n.
¡°Fue una reuni¨®n complicada, tensa¡±, recuerda la mediadora y abogada, m¨¢s de siete a?os despu¨¦s. La recibieron con desconfianza. Lo primero que le preguntaron fue si era del CNI o una periodista infiltrada; luego, si era una enviada del entonces ministro del Interior, el socialista Alfredo P¨¦rez Rubalcaba. ¡°Les expliqu¨¦ c¨®mo iba a funcionar el programa. Que era voluntario y que no iban a tener ning¨²n beneficio penitenciario por participar en ¨¦l; que era algo puramente personal; que si alguien estaba interesado, ten¨ªa que empezar a trabajar conmigo de forma individual en un proceso que pod¨ªa ser largo; y que se arriesgaban a que luego las v¨ªctimas no quisieran reunirse con ellos. Era un paso que d¨¢bamos todos sin saber hasta d¨®nde ¨ªbamos a poder llegar¡±.
Los reclusos comenzaron un debate acalorado sobre el perd¨®n, sobre si hab¨ªa que pedirlo de forma individual o lo ten¨ªa que hacer ETA como colectivo. Entre ellos no hab¨ªa acuerdo. Finalmente, cinco le dijeron que estaban interesados en hablar con ella individualmente. Uno lo expres¨® p¨²blicamente. Los otros, de forma discreta.
As¨ª empez¨® un programa que acab¨® con una decena de encuentros entre presos por delitos terroristas y v¨ªctimas de la organizaci¨®n a lo largo de 2011. En algunos casos eran sus v¨ªctimas directas, familiares de una de las personas a las que hab¨ªan matado. En otros, los internos se presentaban como miembros de una organizaci¨®n con estructura militar en la que todos se hac¨ªan responsables de todos los atentados.
Tres de los protagonistas de que estos encuentros se llevaran a cabo se han reunido una ma?ana de finales de abril en Madrid a petici¨®n de este peri¨®dico. Se trata de la propia Pascual, la entonces secretaria general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, y Txema Urkijo, que en 2011 era adjunto de la Direcci¨®n de Atenci¨®n a las V¨ªctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco -dirigida por Maixabel Lasa, v¨ªctima ella misma despu¨¦s de que ETA asesinara en 2000 a su marido, Juan Mari Jauregi, exgobernador civil de Gipuzkoa-. Los tres defienden un camino, la v¨ªa Nanclares, que luego se fren¨® pero que supuso que miembros de ETA reconocieran sin ambages el da?o causado a las v¨ªctimas y que la violencia no debi¨® usarse jam¨¢s para alcanzar fines pol¨ªticos.
Nanclares, el intento de quebrar la cohesi¨®n del colectivo de presos
Las c¨¢rceles han sido siempre una clave de la pol¨ªtica antiterrorista, un punto central tanto para ETA como para el Estado. La banda terrorista ten¨ªa (y tiene) mecanismos de f¨¦rreo control sobre los presos que apuntala con apoyo jur¨ªdico y econ¨®mico tanto para ellos como para sus familias. Y el Estado, desde que a finales de los 80 inaugur¨® la pol¨ªtica de dispersi¨®n, ha tratado en todo momento de quebrar este frente con distintas estrategias seg¨²n el momento y el Gobierno de turno.
Mercedes Gallizo lleg¨® a Instituciones Penitenciarias en 2004. Se encontr¨® con muchos presos con dudas sobre su vinculaci¨®n con ETA, sobre la violencia. Cuando la banda terrorista volvi¨® a matar despu¨¦s de la tregua de 2006, las cr¨ªticas aumentaron dentro de la c¨¢rcel. Muchos, adem¨¢s, se sent¨ªan abandonados por una organizaci¨®n que apenas hab¨ªa hablado de su situaci¨®n durante sus conversaciones con el Gobierno. A finales de 2008 Interior fue trasladando a estos reclusos cr¨ªticos a prisiones cercanas al Pa¨ªs Vasco ??-Zuera, en Zaragoza, y Villabona, en Asturias- para favorecer el debate entre ellos. Hab¨ªa presos que hab¨ªan sido miembros destacados de ETA, como Francisco Mujika Garmendia, Pakito, miembro de la direcci¨®n entre 1987 y 1992 que en 2004 ya hab¨ªa escrito una carta a la direcci¨®n de ETA pidiendo el fin de la violencia, Joseba Urrusolo Sistiaga, I?aki de Renter¨ªa, Valent¨ªn Lasarte, Carmen Gisasola -exjefa del comando Bizkaia-, Jos¨¦ Luis ?lvarez Santacristina, Txelis, o Kepa Pikabea. Los dos ¨²ltimos tambi¨¦n hab¨ªan escrito una carta despu¨¦s del fin de la tregua defendiendo ¡°la inutilidad de la lucha armada¡±.
Pero lograr que entraran en el camino de la reinserci¨®n individual era una empresa muy complicada. ¡°Muchos de los reclusos eran hist¨®ricos de la banda que sent¨ªan que deb¨ªan lealtad a ETA aunque no estuvieran ya de acuerdo con ellos y que no quer¨ªan llevar a cabo una cr¨ªtica p¨²blica ni separarse del todo del colectivo de presos¡±, recuerda Gallizo. En todo caso, Zuera y Villabona se convirtieron en lugares de reflexi¨®n colectiva y se empezaron a conceder los primeros permisos penitenciarios.
De all¨ª, los que daban un paso m¨¢s y firmaban una carta rechazando la violencia, pidiendo perd¨®n a las v¨ªctimas y comprometi¨¦ndose a hacer frente a las indemnizaciones civiles (requisitos que exige el C¨®digo Penal para que los presos por terrorismo puedan obtener beneficios penitenciarios) fueron luego trasladados a la prisi¨®n alavesa de Nanclares de Oca, ya en Euskadi, donde comenzaron a aprobarse modelos espec¨ªficos de cumplimiento para que pudieran salir de la c¨¢rcel para estudiar o trabajar.
¡°Pod¨ªa haber en torno a 80 o 90 personas con dudas en las c¨¢rceles en ese momento¡±, recuerda Gallizo. ¡°Gente con una posici¨®n m¨¢s o menos clara en el sentido de que no quer¨ªa saber ya nada de ETA. Pero dar el paso definitivo de hacerlo p¨²blico era complicado. Supon¨ªa ponerse en evidencia, perder todos los apoyos del colectivo, emocionales y econ¨®micos, poner a sus familias en una situaci¨®n delicada en sus pueblos¡ Era un paso muy dif¨ªcil para ellos¡±. Un paso que supon¨ªa, a todos los efectos, pasar a ser etiquetado como disidente oficial y p¨²blico, y que solo dieron una veintena de presos.
Aparece la idea de ¡°acercarse a las v¨ªctimas¡±
¡°Los que llegaron a Nanclares empezaron poco a poco a comentar su inter¨¦s por acercarse a las v¨ªctimas de alguna forma¡±, recuerda Txema Urkijo. ¡°No hablaban de encuentros restaurativos ni de nada concreto. Simplemente se planteaban aproximarse a ese mundo. Nosotros pensamos que eso no pod¨ªa hacerse as¨ª como as¨ª llevando a v¨ªctimas a la c¨¢rcel¡±. "Ten¨ªa que hacerse una intervenci¨®n profesional, con un programa protocolizado¡±, a?ade Gallizo. Por eso se pusieron en contacto con Esther Pascual, que acept¨® el encargo. A partir de ah¨ª, los tres intervinientes ¨Cel Ministerio del Interior, la Direcci¨®n de Atenci¨®n a las V¨ªctimas del Terrorismo del Gobierno vasco y la mediadora- empezaron a trabajar en el m¨¢s absoluto secreto.
Pascual comenz¨® a entrevistarse con los cinco presos que hab¨ªan decidido entrar en el programa despu¨¦s de esa primera reuni¨®n colectiva. ¡°Los funcionarios de la c¨¢rcel ya hab¨ªan hecho un trabajo previo con ellos que fue muy importante en todo el proceso¡±, recuerda. ¡°Luego, en las entrevistas individuales, hab¨ªa que ir muy poco a poco. A muchos les costaba entrar a analizar sus vidas, les resultaba dif¨ªcil volver a seg¨²n qu¨¦ cosas. El tema de las emociones no lo ten¨ªan trabajado. Es normal. Para matar a otro tienes que anular tus sentimientos. Pero para que pudieran llegar a reunirse con una v¨ªctima era muy importante que recuperaran esa parte, que recuperaran la empat¨ªa y su lado emocional¡±.
¡°Son personas que no se van a perdonar nunca lo que han hecho y que simplemente tratan de vivir con ello¡±, a?ade. ¡°La reflexi¨®n sobre el pasado que llevaban a cabo era dolorosa, llena de soledad. Cuando alguien recupera la humanidad, le resulta dif¨ªcil convivir con lo que hizo¡±. En cada entrevista, cada uno de ellos se iba abriendo m¨¢s. Pascual observaba el tono, la sinceridad¡ para decidir cu¨¢ndo estaban preparados para reunirse con una v¨ªctima. ¡°El discurso en contra de la violencia ten¨ªa que estar claro¡±, explica. ¡°Las v¨ªctimas no pueden tolerar ning¨²n tipo de justificaci¨®n. Por eso a uno de los cinco le dije que no pod¨ªa seguir adelante. Era una persona que, de alguna manera, segu¨ªa justificando algunos cr¨ªmenes. Al final continuaron los cuatro que consider¨¦ preparados¡±.
Mientras tanto, en paralelo, la Direcci¨®n de Atenci¨®n a V¨ªctimas del Gobierno vasco convoc¨® otra reuni¨®n. Pascual explic¨® el programa de mediaci¨®n a un grupo de v¨ªctimas de ETA y quiso la casualidad que aceptaran cuatro, exactamente el mismo n¨²mero de presos que iban a mantener los encuentros. La mediadora inici¨® en ese momento una serie de entrevistas individuales tambi¨¦n con las v¨ªctimas.
¡°Estaban preocupadas¡±, recuerda. ¡°No quer¨ªan que el programa pudiera ser para los presos algo instrumental para obtener beneficios penitenciarios. Les expliqu¨¦ que no era as¨ª. Lo que muchas buscaban era poder decirle a la persona c¨®mo se hab¨ªan sentido durante todos esos a?os, c¨®mo les hab¨ªa cambiado la vida el atentado. Algunas dec¨ªan que quer¨ªan participar para ser un ejemplo de convivencia, para que sus hijos y nietos no vivan instalados en el odio. La mayor¨ªa dec¨ªa que no necesitaban que les pidieran perd¨®n, pero en muchas ocasiones esto cambi¨® despu¨¦s¡±.
Cara a cara con el perd¨®n
Finalmente, se llev¨® a cabo el primer encuentro. Luego el segundo, y el tercero, y el cuarto. ¡°Todos, y los que siguieron, salieron extraordinariamente bien¡±, se?ala Pascual. ¡°Sin excepci¨®n. En el primero ya me di cuenta de que yo sobraba, que lo importante era el trabajo previo que se hab¨ªa hecho con ellos. Una vez all¨ª, el encuentro eran ellos. El uno frente al otro. La v¨ªctima y el victimario. Normalmente, la v¨ªctima saca lo que tiene dentro, se crece y logra transmitir con entereza el dolor que ha guardado durante a?os. Muchos acabaron de una forma c¨¢lida y algunos se han seguido viendo despu¨¦s. Todas las v¨ªctimas salieron mejor de lo que entraron y se sintieron, de alguna forma, reconfortadas¡±.
Despu¨¦s de estos primeros encuentros, en mayo de 2011, entre octubre y noviembre de ese a?o se llevaron a cabo unos talleres en la c¨¢rcel de Nanclares con un objetivo parecido: abrir la c¨¢rcel al exterior y fomentar la autocr¨ªtica, el cuestionamiento de la violencia. Una decena de presos participaron en esas charlas, coordinadas por el abogado y profesor de derecho penal Xabier Etxebarria. Acudieron tres v¨ªctimas: Jaime Arrese e I?aki Garc¨ªa Arrizabalaga, cuyos padres ¨Cpol¨ªtico de UCD el del primero; delegado de Telef¨®nica en Gipuzkoa el segundo- fueron asesinados por los Comandos Aut¨®nomos Anticapitalistas el mismo d¨ªa, el 23 de octubre de 1980, y Gorka Landaburu, periodista que sufri¨® un atentado con carta bomba en 2001 que le caus¨® graves heridas y la amputaci¨®n de varios dedos de la mano.
Eran charlas m¨¢s generales, menos personales que los encuentros. En el caso de Landaburu, al final se le acercaron dos de los presos para informarle de que formaban parte del Comando Buruntza, el que le hab¨ªa mandado la bomba. ¡°Nosotros no participamos directamente, pero te pedimos perd¨®n¡±, le dijeron. Tambi¨¦n acudieron a esos talleres, entre otros, el fil¨®sofo Reyes Mate, el coordinador de Lokarri Paul R¨ªos, el exconsejero de Cultura del Gobierno vasco Joseba Arregi o el exrector de la Universidad del Pa¨ªs Vasco Peio Salaburu. Algunos de los presos explicaron a este peri¨®dico sus razones para participar: avanzar en el camino de la autocr¨ªtica de su pasado como terroristas.
Entre tanto se comenz¨® a trabajar para una segunda tanda de seis encuentros m¨¢s, en los que participaron tambi¨¦n otros mediadores junto a Pascual, que dio a luz en medio de ese proceso. ¡°Todo sali¨® igual de bien que en la primera fase¡±, recuerda Pascual. ¡°Y menos mal, porque un solo fracaso habr¨ªa sido un gran fracaso¡±.
Muchos de los participantes en los encuentros lo han contado: I?aki Garc¨ªa Arrizabalaga; Josu Elespe ¨Chijo de Froil¨¢n Elespe, primer concejal socialista asesinado por ETA-; la propia Maixabel Lasa, que se ha reunido con dos de los asesinos de su marido, Luis Carrasco e Ibon Etxezarreta; el empresario Emiliano Revilla, que se reuni¨® con su secuestrador, Joseba Urrusolo Sistiaga; Rosa, v¨ªctima de Hipercor, que se reuni¨® con Rafael Caride, condenado por el atentado; los exmiembros de ETA I?aki Recarte, Fernando de Luis Astarloa y Valent¨ªn Lasarte¡ Otros han preferido mantenerse en el anonimato.
Todo empez¨® y acab¨® en 2011
En octubre de 2011 ETA declar¨® el cese definitivo de la violencia. Un mes despu¨¦s hubo elecciones generales y un cambio de Gobierno en Espa?a. Ambas cosas tuvieron consecuencias en las prisiones. Por un lado, los reclusos cr¨ªticos apostaron por esperar una soluci¨®n colectiva para su situaci¨®n una vez que ETA ya no mataba. Quer¨ªan evitar significarse de forma individual. Por otro, el nuevo Ejecutivo, liderado por Mariano Rajoy, no sigui¨® la l¨ªnea iniciada por sus predecesores en Nanclares. No se sumaron m¨¢s presos a esta v¨ªa y, los que lo hab¨ªan hecho, se sent¨ªan cada vez m¨¢s abandonados por las autoridades cuando sal¨ªan de prisi¨®n. Hab¨ªan perdido las ayudas del colectivo, en muchos casos en sus pueblos los trataban como apestados, y se quejaban de no recibir nung¨²n apoyo a pesar del paso que hab¨ªan dado.
Los encuentros tambi¨¦n se frenaron. Se llevaron a cabo dos sin labor de mediaci¨®n o preparaci¨®n previa entre Consuelo Ordo?ez ¨Chermana del concejal popular asesinado por ETA en 1995 Gregorio Ordo?ez- y Valent¨ªn Lasarte; y entre la v¨ªctima de Hipercor Roberto Manrique y uno de los condenados por la matanza, Rafael Caride. Un tercer encuentro que se hab¨ªa trabajado a medias con el equipo anterior tambi¨¦n se produjo. Despu¨¦s, en a?os sucesivos, algunos disidentes de ETA ya fuera de la c¨¢rcel se han reunido con sus v¨ªctimas, con y sin mediador de por medio.
Cuando los primeros encuentros se hicieron p¨²blicos, en septiembre de 2011, con el testimonio en este peri¨®dico de uno de los primeros participantes, I?aki Garc¨ªa Arrizabalaga, hubo mucho debate entre las v¨ªctimas. Algunas criticaron el riesgo de un posible blanqueamiento de la banda a trav¨¦s de estos perdones individuales, que no cre¨ªan sinceros. Finalmente se lleg¨® a un acuerdo t¨¢cito de respeto mutuo entendiendo que hay miles de v¨ªctimas de ETA, que cada una siente y piensa de una manera, y que tan respetable es quien desea que le pidan perd¨®n y que se arrepientan de haber matado como quien rechaza participar en iniciativas de este tipo.
Han pasado siete a?os desde entonces. Ahora, tras la disoluci¨®n de ETA, habr¨¢ que ver si el resto de los presos empiezan a cumplir individualmente los requisitos para acogerse a beneficios penitenciarios, requisitos que incluyen reconocer el da?o causado y pedir perd¨®n a las v¨ªctimas, aunque sea por escrito.
¡°No deber¨ªamos olvidar Nanclares por lo que supuso¡±, concluye Gallizo. ¡°Fomentar la autocr¨ªtica de ETA, tanto en el mundo de los presos como por parte de las instituciones, no es un signo de debilidad, sino de valent¨ªa. Es algo necesario para no cerrar en falso esta dolorosa p¨¢gina del pasado¡±. ¡°Los presos, tarde o temprano, van a salir a la calle y tienen que vivir en sociedad¡±, a?ade Pascual. ¡°Ojal¨¢ este tipo de encuentros pudieran darse en el futuro para aquellos que est¨¦n interesados, v¨ªctimas y victimarios. Es mejor para las v¨ªctimas convivir con gente que est¨¢ reinsertada y que ha hecho una reflexi¨®n autocr¨ªtica sobre la violencia terrorista que convivir con personas que salen a la calle orgullosas de lo que hicieron¡±.
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