Los refugiados fuera de los focos por la guerra de Ucrania
Espa?a ha hecho un despliegue extraordinario para atender a los ucranios, pero el sistema sigue recibiendo con muchas menos facilidades a otros miles de solicitantes de asilo
Sohail Noori, su mujer y sus cuatro hijos son afganos, pero no llegaron a Espa?a en un avi¨®n fletado por el Gobierno. Su evacuaci¨®n fue distinta y m¨¢s demorada que la de los m¨¢s de 2.000 compatriotas que el Ejecutivo consigui¨® traer sanos y salvos en agosto ante decenas de c¨¢maras de televisi¨®n. La familia tard¨® unos cuantos meses en reunirse fuera de Afganist¨¢n, arreglar papeles, visados y salvoconductos hasta que, el pasado 10 de enero, lleg¨® al aeropuerto de Barajas desde Pakist¨¢n. A ellos nadie les esperaba cuando aterrizaron. ¡°Est¨¢bamos solos. Ten¨ªa hasta algo de dinero para un taxi, pero no sab¨ªamos d¨®nde ir¡±, recuerda.
Este antiguo colaborador de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID) est¨¢ desde entonces en un albergue de primera acogida estatal en un pol¨ªgono de Madrid. El hostal de una estrella, gestionado por Cruz Roja, se considera un recurso de emergencia y aunque est¨¢ pensado para estancias que no superen los 30 d¨ªas, Noori y su familia llevan en ¨¦l m¨¢s de tres meses. Siguen esperando a que les trasladen a un lugar m¨¢s estable donde recomenzar su vida, cocinar su propia comida, tener clases de espa?ol con regularidad, dejar de compartir ba?o con otras 15 familias o llevar a sus hijos, de 12, nueve, seis y cuatro a?os, al colegio.
La familia lleg¨® a firmar su consentimiento para instalarse en C¨®rdoba. ¡°Mi mujer y yo est¨¢bamos muy entusiasmados: al menos ¨ªbamos a dejar el hostal y estar en un sitio m¨¢s c¨®modo, un piso¡±, explica Noori. Ella, quien peor lo est¨¢ pasando, llam¨® a toda la familia para cont¨¢rselo, pero el plan se trunc¨® r¨¢pido. ¡°A los pocos d¨ªas nos dijeron que ya no ir¨ªamos, que esas plazas ser¨ªan para las personas que vienen de Ucrania¡±, asegura. ¡°Los afganos que conozco que llegaron en agosto y fueron recibidos por los ministros no han tenido los problemas que tenemos nosotros. Yo, ahora mismo, no s¨¦ nada de mis planes. No s¨¦ qu¨¦ esperar¡±. En tres meses, sus hijos solo han ido al cole diez d¨ªas.
La guerra en Ucrania y sus m¨¢s de cuatro millones de desplazados (se calcula que m¨¢s de 110.000 han llegado a Espa?a) han desviado el foco de otros refugiados. El conflicto no ha frenado los flujos de los solicitantes de asilo a territorio espa?ol. Al contrario. Los afganos, protagonistas tambi¨¦n de una gran operaci¨®n de acogida el verano pasado, siguen llegando, as¨ª como miles de personas provenientes, sobre todo, de Venezuela y Colombia. Tambi¨¦n de Mal¨ª o Sud¨¢n.
Desde el 28 de febrero, m¨¢s de 12.000 personas han registrado una solicitud de protecci¨®n internacional en Espa?a, seg¨²n datos provisionales de la agencia europea para el asilo (EUAA), a los que ha tenido acceso El PA?S. Espa?a, despu¨¦s de Alemania, es el segundo pa¨ªs de la UE con m¨¢s peticiones en este periodo de guerra en el que todos los sistemas de acogida europeos se est¨¢n poniendo al l¨ªmite. Es tambi¨¦n el segundo pa¨ªs con m¨¢s peticiones acumuladas en lo que va de a?o (28.988), un aumento del 122% respecto a 2021.
El despliegue de recursos para acoger a los ucranios ha sido extraordinario y seg¨²n las ¨²ltimas cifras oficiales se han habilitado m¨¢s de 20.000 camas. La acogida y el papeleo funcionan sin problemas relevantes y los socios europeos se han interesado por la gesti¨®n espa?ola de esta crisis, que enorgullece al Ejecutivo. Pero el sistema de asilo sigue presentando dificultades para el resto.
A la entrevista con Noori, se unen otros cinco afganos, huidos de los talibanes y de una de las peores crisis humanitarias del mundo, que residen en el mismo hostal. Tres de ellos aparecen en chanclas. ¡°Hemos pedido zapatos y ropa para el fr¨ªo, pero nos dicen que no tienen¡±, cuenta Fatima, nombre ficticio de una mujer de 49 a?os. La comida concentra varias de sus quejas, sobre todo ahora que mantienen el ayuno por el Ramad¨¢n, el mes sagrado para los musulmanes. ¡°La alimentaci¨®n no est¨¢ pensada para los que hacemos el Ramad¨¢n y somos m¨¢s de un centenar de musulmanes aqu¨ª. La comida que nos dan no es suficiente para romper el ayuno de todo el d¨ªa¡±, lamenta Sayed, que era juez en su pa¨ªs y que, despu¨¦s de dos meses en el hotel, est¨¢ ansioso por reconducir su carrera en Espa?a. Sin dinero de bolsillo, tampoco pueden comprar su propia comida.
Al grupo le inquieta la homologaci¨®n de sus estudios y sus futuros planes profesionales porque desconocen qu¨¦ deben hacer. Tambi¨¦n la asistencia m¨¦dica, ya que ellos o sus familiares arrastran enfermedades como asma y diabetes. Querr¨ªan que los trabajadores sociales les ayudasen y acompa?asen m¨¢s para avanzar en los diagn¨®sticos. ¡°Hemos tenido que ir tres veces al hospital en este tiempo y en las tres me han recetado ibuprofeno¡±, se queja Noori. Todos transmiten la ¡°verg¨¹enza¡± que sienten de pedir cosas que consideran b¨¢sicas.
En otro albergue de Madrid, Samira, nombre ficticio de una afgana que lleg¨® a mediados de marzo con su hermana, su madre y su hermano, lamenta que les obliguen a compartir habitaci¨®n y ba?o con una familia de colombianos, tres varones y dos mujeres. M¨¢s all¨¢ de los problemas de convivencia entre dos familias que no se entienden, las tres afganas est¨¢n inc¨®modas por la presencia de tantos hombres. ¡°Nos da miedo ducharnos¡±, cuenta Samira.
Las quejas de los afganos no son raras. Es com¨²n, adem¨¢s, que perfiles de refugiados con un estatus social m¨¢s alto o con perfiles profesionales m¨¢s cualificados vean como sus expectativas se dan de bruces con la realidad de un sistema limitado. Una encuesta elaborada por un grupo de voluntarios que apoya a los afganos que trabajaron en la AECID da pistas de los principales obst¨¢culos para este colectivo. El sondeo, realizado entre 226 afganos colaboradores de los espa?oles en distintos ¨¢mbitos, refleja una buena percepci¨®n general del proceso de integraci¨®n y acogida, pero las peores notas se concentran, precisamente, en el alojamiento, la comida y la formaci¨®n para el empleo. Las reclamaciones por la comida en centros donde los refugiados no pueden cocinar son generalizadas, seg¨²n este documento.
El ministerio de Inclusi¨®n, Seguridad Social y Migraciones, competente en la acogida de solicitantes de asilo, advierte de que algunos casos concretos no reflejan la realidad del sistema de acogida. Una portavoz afirma que el ministerio mantiene contacto continuo con las ONG en las que se delega la atenci¨®n para dar respuesta a las necesidades de los refugiados. Cruz Roja asegura que ofrece ¡°la mejor atenci¨®n posible¡± con los recursos disponibles y se?ala la complejidad de adaptar un sistema finito a una demanda cada vez m¨¢s creciente y a perfiles de solicitantes muy distintos a los que Espa?a recib¨ªa tradicionalmente.
Blanca Garc¨¦s, investigadora del laboratorio de ideas CIDOB, recuerda que el sistema de acogida se basa en el principio de autonom¨ªa, es decir, que los solicitantes de asilo puedan hacer su vida cuanto antes. ¡°Una de las claves es que a m¨¢s distancia cultural y menos red de contactos, m¨¢s dificultades tienen para rehacer sus vidas y, cuando las dificultades son mayores, el sistema de acogida se hace claramente deficiente¡±, explica Garc¨¦s. ¡°Las necesidades de acompa?amiento son muy distintas en funci¨®n de la proximidad cultural y ling¨¹¨ªstica de los solicitantes de asilo. No es lo mismo una familia venezolana que una afgana¡±, a?ade.
Una cita que tarda un a?o y tres meses
M¨¢s all¨¢ de la acogida, las numerosas quejas enviadas al Defensor del Pueblo apuntan a las dificultades de acceso al procedimiento de asilo y las demoras en la obtenci¨®n de cita previa para realizar tr¨¢mites, una responsabilidad del Ministerio del Interior.
En Granada, Feraidoon Zamani, otro colaborador afgano de la AECID, pide ayuda. El pasado 17 de marzo fue a comisar¨ªa a solicitar una cita para oficializar su demanda de asilo, la de su mujer y sus dos hijos, y no podr¨¢ hacerlo hasta finales de junio del a?o que viene. Un a?o y tres meses de espera. Un compatriota suyo, su mujer y sus cuatro hijos est¨¢n en la misma situaci¨®n. La entrevista es fundamental para admitir o no a tr¨¢mite su petici¨®n y poder trabajar legalmente. Tambi¨¦n es la llave para acceder a fases de acogida de m¨¢s autonom¨ªa, con ayudas al alquiler, por ejemplo, y salir as¨ª de recursos menos preparados para su inclusi¨®n social. Es, en definitiva, el tr¨¢mite indispensable para reiniciar su vida.
Interior no ha explicado a qu¨¦ se debe el retraso exagerado en la cita de Zamani. Aunque este es el caso m¨¢s grave, los plazos est¨¢n desfasados en varias regiones. Seg¨²n el recuento de diversos letrados dedicados a la asistencia jur¨ªdica de solicitantes de asilo, formalizar la entrevista puede costar ocho meses en Tarragona, seis meses en Las Palmas de Gran Canaria, C¨¢diz o Valencia, m¨¢s de cuatro meses en Navarra y M¨¢laga o tres meses en Madrid y Guip¨²zcoa. Adem¨¢s de los plazos, los abogados destacan la gran dificultad para conseguir las citas, una misi¨®n casi imposible en varias provincias. ¡°Vamos a estar al menos un a?o y tres meses para obtener los derechos que otros compatriotas [llegados en agosto] obtuvieron en seis meses¡±, se queja Zamani. ¡°Es mucho tiempo sin poder trabajar y tener los mismos derechos que cualquier ciudadano¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.