La derrota sin fin de la sanguinaria Anboto, icono del declive de ETA
Recientes informes policiales reconstruyen el ascenso de la terrorista a la c¨²pula de la banda mientras acumula condenas: 794 a?os de c¨¢rcel en los ¨²ltimos 30 meses
Tras las rejas de la c¨¢rcel alavesa de Zaballa envejece la sanguinaria Mar¨ªa Soledad Iparraguirre, alias Anboto, hist¨®rica dirigente de ETA; pistolera de los cruentos comandos Madrid y Araba; y un rostro pr¨¢cticamente desconocido durante a?os para los agentes de la lucha antiterrorista, que solo lograron hacerse con una borrosa foto de ella durante sus m¨¢s de dos d¨¦cadas de asesinatos y atentados, que acabaron con su arresto en Francia en 2004. Esta mujer de 61 a?os, que puso tambi¨¦n voz en 2018 al comunicado de disoluci¨®n de la banda, contempla ahora desde su celda c¨®mo suma penas en los tribunales espa?oles (nueve condenas a casi 794 a?os de prisi¨®n en los ¨²ltimos 30 meses) mientras la Guardia Civil y la Polic¨ªa elaboran informes sobre su ascenso hasta la c¨²pula de la organizaci¨®n criminal, base de varias investigaciones reabiertas en la Audiencia Nacional.
La historia de Anboto, inmersa desde ni?a en el radical mundo etarra, se ha convertido en el fiel reflejo del lento declive de la banda que puso en jaque a la democracia. ¡°No es una terrorista al uso. Su recorrido dentro de ETA le da verdadera relevancia¡±, destaca un alto mando de la Guardia Civil, que a?ade que ella es ¡°un icono en el imaginario terrorista¡±. Pero para los agentes que, como ¨¦l, trabajan en el edificio de seis plantas que sirve de sede al Servicio de Informaci¨®n del instituto armado, la sexagenaria no es un simple personaje del pasado. Est¨¢ todav¨ªa muy presente.
En la Operaci¨®n Damocles, que intenta esclarecer los atentados sin resolver, su nombre aparece de manera recurrente en los informes remitidos a la Audiencia. ¡°Hemos elaborado una veintena que recogen su supuesta participaci¨®n en hechos delictivos. Como autora directa, por dar instrucciones a los comandos, o como integrante de la zuba [la c¨²pula etarra]¡±, detalla el alto mando. Seg¨²n los datos recopilados por EL PA?S, algunos de esos informes han servido para poner el foco sobre ella como exdirigente de ETA en cuatro sumarios. Entre ellos, en la causa por el asesinato en 1997 de Miguel ?ngel Blanco, el edil del PP de Ermua (Bizkaia).
Etarra de cuna. El efecto domin¨® que la conduce a prisi¨®n comienza en la ma?ana del domingo 29 de marzo de 1981, en el c¨¦ntrico parque La Florida, en Vitoria. Son las 11.35 cuando la polic¨ªa da el alto a los sospechosos de integrar un comando. Pero los terroristas responden con disparos ¡ªentre ellos, Jos¨¦ Aristimu?o, Pana, novio de la entonces joven de 19 a?os¡ª, provocando un tiroteo en el que Pana cae muerto y uno de sus compa?eros acaba detenido. La declaraci¨®n del arrestado llevar¨¢ a los agentes hasta un caser¨ªo de los montes guipuzcoanos, El ?ngel de la Guarda, la casa familiar de Anboto. Justo ah¨ª, cambia todo para ella.
Los investigadores descubrieron que esa construcci¨®n rural escond¨ªa todo un arsenal y averiguaron que, en un lustro, los Iparraguirre hab¨ªan ocultado en su domicilio a una veintena de etarras con los que convivieron y ¡°celebraron con champ¨¢n y pasteles¡± sus atentados, seg¨²n inform¨® entonces el mando de la lucha antiterrorista. La joven, entonces estudiante de Magisterio, es as¨ª detenida por primera vez ¡ªjunto a sus tres hermanos y su madre (su padre logr¨® escapar a Francia)¡ª.
Tras quedar libre, ella sigue los pasos de su progenitor y cruza la frontera. All¨ª se suma a las filas de ETA (con la que ya colaboraba) y se integra en los taldes (grupos) de reserva de la organizaci¨®n e inicia la escalada a la c¨²pula.
¡ªEntr¨¦ en ETA porque no ten¨ªa otra soluci¨®n. [...] O te mataba el GAL o te cog¨ªa la Polic¨ªa ¡ª ha llegado a justificar en uno de sus juicios.
Nacida en Eskoriatza (Gipuzkoa), Iparraguirre hab¨ªa mamado la militancia desde peque?a. Su padre, Santiago Iparraguirre, fue homenajeado por la izquierda abertzale radical al morir a principios del pasado a?o: ¡°Ciudadano y hacedor de pa¨ªs, euskaldun y patriota. Ha sido un honor compartir gran parte del viaje contigo¡±, le dedic¨® Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu.
Sangre y dolor. Desde su entrada en los taldes y hasta su detenci¨®n en 2004, su actividad fue incesante. La entonces veintea?era form¨® inicialmente parte del comando Araba, con el que cometi¨® numerosos atentados hasta que, en 1985, tras sospechar que pod¨ªa ser detenida, retorn¨® a Francia. Lo habitual era que los miembros de los grupos que escapaban se integrasen en otros aparatos de la banda en la retaguardia. Muy pocos volv¨ªan a entrar en Espa?a a actuar. Sin embargo, Iparraguirre lo hizo. Y no solo una, sino dos veces: una de ellas para formar parte del comando Madrid. ¡°Si no cay¨® entonces fue porque la fortuna siempre estuvo de su parte¡±, destaca un guardia civil.
Entre los cr¨ªmenes de su etapa como pistolera ¡ªcuentas pendientes que no se han comenzado a saldar hasta que Francia la entregara hace tres a?os a Espa?a para ser juzgada aqu¨ª¡ª est¨¢n los asesinatos de dos polic¨ªas en Vitoria en agosto de 1987, durante las fiestas de la Virgen Blanca, por los que ha sido condenada a 70 a?os de prisi¨®n. Tambi¨¦n la muerte a tiros en 1985 de un cartero de 63 a?os y padre de siete hijos, Estanislao Gal¨ªndez, al que ETA consideraba un ¡°confidente¡± policial, y por la que le han impuesto 39 a?os de pena.
Alias mitol¨®gico. Ese reguero de dolor le vali¨® para dar el salto a la c¨²pula. Un ascenso que antes solo hab¨ªa logrado otra mujer: Dolores Gonz¨¢lez Catarain, Yoyes, luego asesinada por la propia ETA por reinsertarse. En 1993, seg¨²n los expertos de la lucha antiterrorista, Iparraguirre ya se encargaba de labores de control y coordinaci¨®n de los comandos legales (formados por etarras no fichados) dentro del aparato militar, como lugarteniente de Kepa Pikabea, Larr¨²n, cuyas funciones asumir¨¢ despu¨¦s de que este sea detenido en 1994.
Es a partir de entonces cuando se bautiza como Anboto. Tom¨® el alias de un monte situado entre Bizkaia y Araba, morada principal de Mari, la gran diosa de la mitolog¨ªa vasca. En esa ¨¦poca, buena parte de los etarras detenidos la mencionaban como la mujer que los adiestraba y se?alaba los objetivos, a la vez que les facilitaba dinero y armas.
¡°Su actividad como responsable de los comandos legales se extendi¨® hasta finales de 1998¡å, cuando le sustituye Javier Garc¨ªa Gaztelu, Txapote, detalla un informe del pasado 18 de noviembre de la Guardia Civil. La dirigente de ETA pasa entonces a otra tarea clave: dirigir las estructuras que controlaban todo el dinero de la extorsi¨®n ¡ªel llamado impuesto revolucionario¡ª y la contabilidad de la organizaci¨®n.
La indiscriminada estrategia que impuso para recaudar fondos para la organizaci¨®n queda reflejada en los escritos del ¨¢rea que ella encabezaba, como evidencia un documento intervenido en las pesquisas derivadas de su arresto. Los investigadores hallaron una carta rubricada por Gezi, denominaci¨®n atribuida al aparato financiero de ETA, donde se ped¨ªa a otros miembros de la banda informaci¨®n personal de posibles objetivos, ¡°personas pudientes de Euskal Herria como abogados, notarios, m¨¦dicos, dentistas o que tengan algo similar como medio de vida¡±. As¨ª arrancaba esa misiva, seg¨²n un informe de la Guardia Civil: ¡°Hoy venimos con una nueva petici¨®n con intenci¨®n de emprender con ganas nuestro trabajo¡±.
De esta ¨¦poca es la ¨²nica foto ¡°operativa¡± que se pudo tomar de ella en los 25 a?os que pas¨® en la clandestinidad. Fue en Lourdes, en 1999. Guardias civiles apostados en un hotel la retrataron mientras caminaba por la calle junto a otro destacado miembro de la organizaci¨®n, Jos¨¦ Javier Arizkuren, Kantauri, con el que hab¨ªa coincidido en dos comandos y con el que supuestamente mantuvo una relaci¨®n sentimental. ¡°Ven¨ªan de reunirse con otro integrante de la banda, pero cuando quisimos seguirlos, no pudimos. Tampoco logramos localizar el veh¨ªculo en el que se fueron¡±, rememora un agente que particip¨® en el operativo. Durante a?os, aquella imagen se convirti¨® en un preciado tesoro para los agentes, al ser la foto m¨¢s actual que se ten¨ªa de ella.
Para entonces, Iparraguirre ya era pareja del considerado jefe pol¨ªtico de ETA, Mikel Albizu, Antza. ¡°Representan dos trayectorias dispares dentro de la banda. De ¨¦l no consta que cometiera atentados. Ella acumula muchos muertos. Sin embargo, ambos eran dos duros [partidarios de los atentados] dentro de la organizaci¨®n¡±, destaca un responsable policial. ¡°Ella era el alter ego de Antza¡±, resume otro mando. La pareja hab¨ªa tenido un hijo en 1997 ¡ªhay dudas de si dio a luz con nombre supuesto en un hospital de Francia o en Cuba, donde los expertos policiales creen que residi¨® un tiempo¡ª, con el que viv¨ªan en la apartada localidad de Salies-de-B¨¦arn (a mitad de camino entre Bayona y Pau). All¨ª aparentaban llevar una vida normal, en la que acompa?aban al ni?o al colegio o al m¨¦dico.
Vida familiar clandestina. Su casa en Salies fue un escondite perfecto que, pese a que lleg¨® a estar vigilada por la polic¨ªa espor¨¢dicamente, les mantuvo a salvo hasta 2004. Entonces, una operaci¨®n contra el aparato log¨ªstico de la banda, desemboc¨® en su detenci¨®n casi casual. ¡°No sab¨ªamos que ellos ocupaban esa casa¡±, recuerda un guardia civil que particip¨® en el despliegue, bautizado como Operaci¨®n Santuario. All¨ª estaban Anboto y Antza. Tambi¨¦n su hijo, que ten¨ªa siete a?os. Y, repartidos en diversos escondrijos, pendrives con informaci¨®n de las finanzas de ETA y los contactos con la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), as¨ª como documentos sobre la corrupci¨®n en la propia organizaci¨®n terrorista y la estrategia a seguir contra los denominados austelak (podridos, en euskera) para que devolvieran el dinero.
¡°Con Santuario cayeron los ¨²ltimos l¨ªderes carism¨¢ticos y los ¨²nicos lo suficientemente preparados para dirigirla. [...] Fue un golpe moral ¨²nico, que hizo mella en los terroristas¡±, dice en su libro Historia de un desaf¨ªo el coronel Manuel S¨¢nchez Corb¨ª. Pero el arresto de Anboto y su posterior condena en Francia a 20 a?os de c¨¢rcel no supusieron el fin de su poder. Seg¨²n fuentes policiales, pas¨® a ser una voz influyente en el colectivo de presos (EPPK, por sus siglas en euskera).
La rendici¨®n. Sin embargo, la ca¨ªda de ETA era ya imparable, como demostr¨® el anuncio del fin de los atentados en 2011, y el de la disoluci¨®n en 2018. Precisamente, ella y otro jefe hist¨®rico, Jos¨¦ Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, pusieron voz a este comunicado. Anboto lo grab¨® desde prisi¨®n. Un a?o despu¨¦s, Francia la entregaba a Espa?a para ser juzgada por una docena de causas pendientes.
En la Audiencia Nacional, Iparraguirre ha intentado quitarse responsabilidad. Se present¨® primero como v¨ªctima de ¡°una justicia vengativa¡± y ha llegado a negar que ella fuera Anboto, con el objetivo de tirar abajo las acusaciones sustentadas en documentos internos de la banda y testimonios de terroristas que identificaban as¨ª a quien daba instrucciones a los comandos. Pero el Tribunal Supremo lo dej¨® claro: ese era su alias, concluy¨® en un fallo de febrero de 2021, que ha precipitado posteriores condenas. Adem¨¢s, en septiembre de ese mismo 2021, salt¨® la sorpresa al reconocer por primera vez un delito y aceptar la condena tras un pacto con el ministerio p¨²blico: 15 a?os por ordenar el atentado contra Juan Carlos I en 1997, con motivo de la inauguraci¨®n del Museo Guggenheim de Bilbao.
¡°Da la sensaci¨®n de que ha tirado la toalla¡±, resalta un mando de la Guardia Civil. ¡°Ese reconocimiento es el triunfo del Estado de derecho. Es muy significativo, porque es la primera vez que un dirigente de ETA se somete a la justicia¡±, recalca un fiscal de la Audiencia Nacional. Otra derrota de la jefa terrorista que acompa?¨® a ETA en su declive.
Nueve condenas de c¨¢rcel en Espa?a y una absoluci¨®n
Desde su entrega por Francia en 2019, los tribunales españoles han celebrado hasta ahora 10 juicios contra Anboto, que acumula nueve condenas de cárcel (con penas que suman 793 años y 8 meses de prisión) y una absolución.
Asesinato de Luciano Cortizo. La Audiencia Nacional la castigó a 122 años de prisión por ordenar y facilitar los explosivos para el atentado en 1995 contra Luciano Cortizo, comandante del Ejército. Esta sentencia, confirmada después por el Supremo, resultó clave: fue la primera dictada en España que la condenaba a cárcel y en la que se estableció que usaba el alias de Anboto.
Atentado en Mendizorroza. En el último fallo emitido contra Iparraguirre, fechado el pasado octubre, la Audiencia la castigó con 425 años de prisión por la colocación de un coche bomba en 1985 cerca del estadio de Mendizorroza, en Vitoria, donde el equipo de fútbol del Alavés iba a jugar un partido contra el Lleida. El vehículo no llegó a explotar, ya que los investigadores lo localizaron antes de que se cometiera el crimen y los Tedax lo desactivaron. El tribunal la absolvió en marzo de 2021 por este atentado, pero el Supremo obligó a repetir el juicio porque se “omitió erróneamente” una prueba clave.
Tiroteo contra unas oficinas del DNI. La etarra acumula otra pena de 50 años por el tiroteo, en 1995, contra los policías que vigilaban la entrada de las oficinas del DNI en Bilbao. Un agente resultó muerto y otro quedó tetrapléjico.
Ataque en unas fiestas. La justicia le impuso 70 años y 8 meses de cárcel por el asesinato de dos policías en Vitoria en agosto de 1987, durante las fiestas patronales de la Virgen Blanca.
Bomba en un banco. Tiene otra pena de 11 años de cárcel por la colocación de una bomba en 1994 junto a un banco de Getxo (Bizkaia), que no causó víctimas.
Crimen del cartero. Suma otros 39 años de prisión por el asesinato en 1985 de Estanislao Galíndez, cartero de la localidad alavesa de Amurrio, al que la banda consideraba confidente de las fuerzas de seguridad.
El Rey, un objetivo. En este juicio, pactó con la Fiscalía 15 años de pena por ordenar acabar con la vida de Juan Carlos I en la inauguración del Museo Guggenheim de Bilbao, en 1997.
Trampa en un bar. Tiene 46 años de condena por colocar una bomba trampa en un bar de Eskoriatza en 1987.
Explosivos en Amurrio. La terrorista fue castigada a 15 años por ordenar el ataque con explosivos al palacio de Justicia de Amurrio en 1996, que no dejó víctimas mortales.
La única absolución. La Audiencia la absolvió por el atentado cometido en 1997 contra una comisaría de Oviedo. Esta sentencia ha sido recurrida por la Fiscalía ante el Supremo.
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