Grande-Marlaska, guante de seda y mano de hierro
El titular de Interior ha mantenido un discurso conciliador que ha chocado con determinadas actuaciones, sobre todo ante el reto migratorio
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
Fernando Grande-Marlaska, bilba¨ªno de 60 a?os, lleva un lustro al frente del Ministerio del Interior, donde ha ejercido con guante de seda y mano de hierro. Del mismo modo que en junio de 2018, nada m¨¢s tomar posesi¨®n, recibi¨® a los inmigrantes del Aquarius con banda de m¨²sica en Valencia o anunci¨® la retirada de las concertinas de cuchillas en las vallas de Melilla, su actitud y decisiones pol¨ªticas ante las sucesivas crisis migratorias de los ¨²ltimos a?os le han granjeado duras cr¨ªticas de distintos sectores de la izquierda. Adem¨¢s, destituy¨® de manera fulminante a dos de los m¨¢s carism¨¢ticos mandos de la Guardia Civil: en agosto de 2018 al coronel Manuel S¨¢nchez Corb¨ª (exjefe de la UCO, Unidad Central Operativa) y, en mayo de 2020, al coronel Diego P¨¦rez de los Cobos, jefe del operativo policial en Catalu?a que intent¨® parar el refer¨¦ndum ilegal del 1-O de 2017. Ambos ceses, que han acabado en el Tribunal Supremo, enrarecieron su relaci¨®n con el Instituto Armado.
Tampoco le tembl¨® el pulso cuando, nada m¨¢s ser confirmado en su cargo en el segundo Gobierno de S¨¢nchez, en enero de 2020, ces¨® a su propia secretaria de Estado, la socialista valenciana Ana Botella, y al director de la Guardia Civil, Felix Az¨®n. En las mismas fechas destituy¨® al inspector de polic¨ªa, m¨¦dico y responsable del Servicio de Riesgos Laborales, Jos¨¦ Antonio Nieto Gonz¨¢lez, cuando este envi¨® una recomendaci¨®n interna para usar mascarillas y guantes ante el peligro, a¨²n no dimensionado en Espa?a, del coronavirus.
¡°Ni pena ni miedo¡±, lleva tatuado Marlaska en su mu?eca. Curtido como juez en el Pa¨ªs Vasco y designado vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta del PP en 2013, al ser fichado por S¨¢nchez se instal¨® en la residencia del ministerio con su marido y sus perros, anunciando otra manera de entender la seguridad m¨¢s ¡°humanitaria¡± y combatiendo de manera rotunda cualquier manifestaci¨®n hom¨®foba y cualquier delito de odio contra el colectivo LGTBI. Del mismo modo, ha rechazado siempre la vinculaci¨®n entre inmigraci¨®n y delincuencia que enarbola la extrema derecha.
Pero ese discurso humanitario, que tambi¨¦n emple¨® al culminar el proceso de acercamiento de los presos etarras a las c¨¢rceles vascas (en contra de las asociaciones de v¨ªctimas), ha chocado una y otra vez con su gesti¨®n de otro frente: el de los problemas derivados del fen¨®meno migratorio, su verdadero tal¨®n de Aquiles, que le ha obligado a engrasar las relaciones con Marruecos en m¨¢s de una ocasi¨®n y a proyectarse en Europa. Las im¨¢genes de las personas hacinadas tras llegar en cayucos a las islas, los traslados opacos de migrantes y las devoluciones en caliente (en frontera) han provocado las cr¨ªticas de la izquierda.
La gesti¨®n de las sucesivas crisis migratorias ha pasado siempre por Marruecos que, a cambio de hacer de poli malo en el control de fronteras, ha exigido el apoyo de Espa?a a sus intereses sobre el Sahara Occidental. La acogida ¡°por razones humanitarias¡± del l¨ªder del Frente Polisario, Brahim Gali, en un hospital de Logro?o en abril de 2021 provoc¨® una grav¨ªsima crisis diplom¨¢tica con el pa¨ªs vecino. Marlaska, receloso de esas atenciones dedicadas al l¨ªder saharaui, logr¨® ponerse de perfil y salir airoso del entuerto, que le cost¨® el puesto, en cambio, a la ministra de Exteriores, Arancha Gonz¨¢lez Laya. Como represalia, Marruecos dej¨® entrar por la frontera de Ceuta a 10.000 personas en dos d¨ªas. El fin del conflicto diplom¨¢tico vino despu¨¦s de que Espa?a, por primera vez en d¨¦cadas, cambiara su posici¨®n de neutralidad y tomara partido por Marruecos en el conflicto del S¨¢hara.
El ministro fue reprobado en el Congreso por su gesti¨®n de la tragedia de Melilla en junio de 2022, donde murieron al menos 23 personas sin que se les prestara auxilio. Sus intervenciones en el Parlamento visibilizaron su enfado y su car¨¢cter, que muchos tacharon de chulesco. Y sobrevivi¨® en el Gobierno, pese a que su cese fue reclamado a diestra y siniestra.
Durante este ¨²ltimo mes, la llegada de cayucos a Canarias ha superado la de la crisis de 2006 y ha obligado a Marlaska, adem¨¢s de a viajar a Senegal para tratar de frenar la salida de embarcaciones e iniciar devoluciones, a articular precipitadamente un sistema de reparto de personas por las comunidades aut¨®nomas, ampliamente contestado por la oposici¨®n y por muchos presidentes auton¨®micos. Son m¨¢s de 32.000 los migrantes que han llegado a Espa?a por la ruta canaria en lo que va de a?o.
No eran pocas las voces que entend¨ªan que ya era ¡°un ministro quemado¡± y auguraban su cambio de destino a alguna embajada americana. Sin embargo, Marlaska ha sido en todo momento extremadamente fiel a Pedro S¨¢nchez. Sin ir m¨¢s lejos, la semana pasada acusaba de ¡°deslealtad constitucional¡± al CGPJ por mostrarse contrario a la amnist¨ªa para los encausados del proc¨¦s, una medida que ¨¦l mismo rechazaba hasta hace poco por considerarla fuera del ordenamiento jur¨ªdico. Durante la sesi¨®n de investidura, el presidente del Gobierno le expresaba as¨ª de nuevo su confianza: ¡°Tenemos un extraordinario ministro del Interior en la persona de Fernando Grande-Marlaska¡±. Este lunes ha confirmado que contin¨²a en su puesto.
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