El ¡®proc¨¦s¡¯ tensa las relaciones entre la Generalitat y el episcopado catal¨¢n
El cardenal Juan Jos¨¦ Omella, hombre del Papa, trata de mantener el equilibro mientras recibe cr¨ªticas por su escasa complicidad con el independentismo
Pol¨ªticos presos en misa y obispos que no van a visitarlos. En Catalu?a nunca hab¨ªa habido tanto l¨ªder devoto y tanto prelado que lo evitara. La resistencia del cardenal arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal espa?ola, Juan Jos¨¦ Omella, a visitar a los dirigentes secesionistas encarcelados y las cr¨ªticas hacia el prelado de los ex presidentes de la Generalitat Carles Puigdemont y Quim Torra son jalones de una nueva e ins¨®lita etapa en la Catalu?a pospujolista. El proc¨¦s ha tensado las relaciones entre jerarqu¨ªa eclesial y poder civil catal¨¢n, en una situaci¨®n pol¨ªtica que detesta los matices. El desencuentro se produce bajo el pontificado m¨¢s abierto de los ¨²ltimos decenios ¨Cel del Papa Francisco¨C y con una feligres¨ªa que mayoritariamente es nacionalista y en muchos casos abierta partidaria de la estelada.
Se acabaron los tiempos de comuni¨®n entre obispos y poder democr¨¢tico civil, cuando Jordi Pujol se esforzaba en exhibir esa concordia a un Vaticano gobernado por un Juan Pablo II, en una Roma insensible con la cuesti¨®n nacional catalana. El pontificado de Francisco parece haber puesto fin a connivencias y complicidades entre poderes terrenales y celestiales en Catalu?a. Pero el proc¨¦s exige tomar partido. Y el nombramiento de Juan Jos¨¦ Omella como arzobispo de Barcelona en 2015 empez¨® levantando suspicacias. Aunque es un aragon¨¦s de Cretas que tiene el catal¨¢n como lengua materna, era sospechoso de incumplir el canon de adhesi¨®n inquebrantable que el momento soberanista exig¨ªa. Al principio tuvo como gran interlocutor a Oriol Junqueras, cat¨®lico practicante, l¨ªder de Esquerra y entonces vicepresidente de la Generalitat. Pero las cosas se empezaron a torcer con la propuesta fracasada del Gobierno central de Mariano Rajoy de que mediara con el Ejecutivo de la Generalitat en plena crisis pol¨ªtica por la Declaraci¨®n Unilateral de Independencia (DUI). Tanto al entonces presidente Carles Puigdemont como al propio Junqueras les parec¨ªa m¨¢s apropiado para el puesto el abad de Montserrat, Josep Maria Soler, quien reiteradamente se hab¨ªa manifestado a favor del derecho de autodeterminaci¨®n.
Tras el desenlace judicial del proc¨¦s y la consiguiente condena, Omella se ha negado a visitar a los l¨ªderes independentistas presos encarcelados como le ped¨ªan buena parte de sus curas y feligreses. El cardenal aduc¨ªa la verdad geogr¨¢fica de que dentro de su di¨®cesis no hallan las prisiones en las que est¨¢n internados. Algunos sacerdotes le aconsejaron que accediera al encuentro, ampar¨¢ndose en una de las siete obras de misericordia corporales, la de visitar a los presos. Pero Omella temi¨® que su gesto se malinterpretara. A lo m¨¢ximo que ha llegado es a expresar con el resto del episcopado catal¨¢n su preocupaci¨®n por la situaci¨®n personal de los l¨ªderes independentistas encarcelados.
Pese a sus reticencias con los prosecesionistas, aseguran fuentes eclesi¨¢sticas barcelonesas, su plan pastoral ha sido mayoritariamente aceptado en la di¨®cesis donde convive sin problemas con el independentismo. De hecho la mayor¨ªa de los asistentes a los foros de cristianos progresistas en los a?os ochenta y noventa ¨Cseg¨²n encuestas realizadas¨C se confesaban votantes de CiU. Probablemente ahora lo ser¨¢n de Junts per Catalunya, aunque en el terreno social se consideren de izquierdas. El fallecido periodista Lloren? Gomis, fundador de la revista El Ciervo lo sintetizaba en una frase: ¡°votan a CiU pero apoyan propuestas propias de los comunistas del PSUC ¡°. Y algo de ese sustrato debe permanecer, pues Omella y su proyecto no ha tenido motines en la di¨®cesis.
La proximidad del arzobispo de Barcelona al Papa ¨Cest¨¢ en el reducido comit¨¦ vaticano reducido que decide qui¨¦nes ser¨¢n prelados y preside la Conferencia Epsicopal¨C hace que su hegemon¨ªa sea indiscutida por sus compa?eros de las restantes 11 di¨®cesis catalanas. Entre ellos no hay antiindependentistas furibundos, pero s¨ª evidentes nacionalistas b¨¢sicamente al modo pujolista. Los m¨¢s significativos son Francesc Pardo, obispo de Girona; Joan-Enric Vives, prelado de Urgell, copr¨ªncipe de Andorra y hombre de viejas simpat¨ªas convergentes ; y Joan Planelles, arzobispo de Tarragona. Luego hay un caso de orientaci¨®n cambiante: el obispo de Solsona, Xavier Novell, quien pas¨® de ser espa?olista a ultraindependentista y ahora, en una reciente carta pastoral, ha abogado por la creaci¨®n de un partido democristiano. ¡°Un cat¨®lico coherente no puede votar a ninguno de estos partidos [los ahora existentes] excepto en el caso de que, no habiendo alternativa, deba optar por el mal menor¡±, sosten¨ªa Novell en una reciente carta pastoral.
El nuevo pontificado parece alejar los viejos tiempos de mitra, b¨¢culo y misa de autoridades oficiada por el arzobispo de Barcelona en la capilla de Sant Jordi del Palau de la Generalitat. El pasado verano sin ir m¨¢s lejos, Omella fue fotografiado en su pueblo natal de Cretas en mangas de camisa entrando en un hostal para charlar con Salvador Illa, el entonces solo ministro de Sanidad, quien forma parte del sector cat¨®lico del PSC. Se acabaron los viejos tiempos en que el presidente de la Conferencia Episcopal solo se reun¨ªa con el del Gobierno central: de poder terrenal a poder celestial. Queda cierta nostalgia del pasado, como el reconocimiento que el episcopado espa?ol hizo en agosto del a?o pasado de la monarqu¨ªa cuando el rey em¨¦rito se fue de Espa?a. ¡°Es la ¨²nica instituci¨®n del Estado que a¨²n bautiza a sus hijos y hace p¨²blica profesi¨®n de fe de su catolicismo; es l¨®gico que el episcopado la defienda¡±, se?alan fuentes eclesi¨¢sticas.
Pero flashbacks a parte, las relaciones entre Iglesia y Estado en el conjunto de Espa?a est¨¢n cambiando, al igual que entre obispos y nacionalismo catal¨¢n. No obstante, el imaginario independentista creyente siempre est¨¢ tutelado por la frase atribuida a Torras i Bages, que sintetiza un estrecho, sospechoso y viejo maridaje entre patria y fe: ¡°Catalu?a ser¨¢ cristiana o no ser¨¢¡±.
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