Los ¡®monuments men¡¯ catalanes
La exposici¨®n ¡®?El Museo en peligro!¡¯ reconstruye, en el MNAC, la compleja operaci¨®n de salvaguarda y conservaci¨®n del arte en la Guerra Civil
El San Pedro y San Pablo de manos entrecruzadas de El Greco cuelga de la abigarrada pared del comedor de los ricos coleccionistas Plandiura. La vieja foto, en blanco y negro, est¨¢ ahora al lado de lienzo original, apoyado ¨¦ste sobre un banco de pino burdo, en el que est¨¢ escrita en rojo la cifra 5883. Es el registro con el que consta en el listado original mecanografiado con la carga del cami¨®n n¨²mero 9, del 27 de mayo de 1937, que recoge todas las obras que ir¨ªan de Olot al Mas Descals, en Darnius. Ah¨ª, embalado en una caja, ser¨ªa descargado, preciso momento que recoge otra fotograf¨ªa¡
As¨ª se salvar¨ªa ese lienzo de quedar destruido o de ser robado en plena Guerra Civil espa?ola, una de las cerca de un mill¨®n de piezas (si se contabilizan todos los documentos y unidades de numism¨¢tica o vasijas; s¨®lo m¨¢s de 200.000 sin se cuentan por colecciones y grandes piezas) que los miembros del Servei del Patrimoni Hist¨°ric, Art¨ªstic i Cient¨ªfic de la Generalitat (versi¨®n civil de los Monuments Men, la brigada que evit¨® el expolio art¨ªstico nazi en la Segunda Guerra Mundial) protegieron entre 1936 y 1939. Un fascinante y a¨²n parcialmente in¨¦dito relato que ahora se documenta con la prolijidad del lienzo de El Greco en El museo en peligro. Salvaguarda y ordenaci¨®n del arte catal¨¢n durante la Guerra Civil, que el Museu Nacional d¡¯Art de Catalunya (MNAC) expone desde hoy hasta el 27 de febrero de 2022.
La cosa no iba en broma: la cabeza de San Jos¨¦ en la Adoraci¨®n del ni?o Jes¨²s, lienzo an¨®nimo del siglo XVII que poes¨ªa una familia barcelonesa, muestra un agujero: es de la bala que le dispar¨® un anarquista al entrar en el piso. Con ese cuadro arranca la muestra. ¡°El golpe de Estado genera una revoluci¨®n social, donde los comit¨¦s antifascistas, en su ideales, contemplan la apropiaci¨®n o destrucci¨®n del arte de los ricos y poderosos, lo que a su vez gener¨® una reacci¨®n de conservaci¨®n y salvamento de esas obras, procesos que se dieron en cada pueblo, iglesia y colecciones particulares¡±, enmarca Joaquim Nadal, director del Institut Catal¨¤ de Recerca en Patrimoni Cultural (ICRPC), una de las instituciones que han colaborado en la muestra, junto a las fundaciones Carles Pi i Su?er y Folch i Torres y el Memorial Democr¨¤tic.
Personal de museos, junto a ciudadanos voluntarios o estudiantes de arte, se pusieron a ello. En primera instancia, las obras se fueron trasladando al flamante Museo de Arte de Catalu?a (MAC), entonces de tan joven como accidentada vida: inaugurado el 7 de octubre de 1934 (un d¨ªa despu¨¦s del revolucionario Sis d¡¯Octubre, que impidi¨® la presencia del president Companys, fue reinaugurado en mayo de 1936. ¡°La vida pac¨ªfica del MAC fue de apenas dos meses porque tuvieron que empaquetarlo todo por la guerra¡±, recuerdan los historiadores Francesc Vilanova i Vila-Abadal y Mireia Capdevila, co-comisarios de la muestra.
Las obras no pod¨ªan quedarse en el museo de Montju?c, donde est¨¢ hoy el MNAC, del que fue su semilla: la convulsi¨®n pol¨ªtico-social que se viv¨ªa espec¨ªficamente en Barcelona era muy virulenta (en la exposici¨®n, un poco visto documental de creaci¨®n anarquista muestra, por ejemplo, el incendio que destruye la iglesia barcelonesa de Betlem); todo n¨²cleo urbano era ya objetivo de la aviaci¨®n fascista y era aconsejable acercar las obras hacia la frontera francesa por si la guerra se torc¨ªa.
Con la aquiescencia de los consellers de Cultura Ventura Gassol y Pi i Su?er, la clarividente y competente figura del director del MAC, Joaquim Folch i Torres, que ya hab¨ªa preservado el arte rom¨¢nico del Pirineo de las garras de los coleccionistas, salv¨® por segunda vez el patrimonio art¨ªstico catal¨¢n. En otra de las perlas de la muestra, una cartograf¨ªa digital permite rastrear la situaci¨®n del arte en Catalu?a durante esos convulsos meses.
El primer gran dep¨®sito art¨ªstico fue la Iglesia de Sant Esteve de Olot. Ah¨ª, en andamiajes de madera de pino se ir¨¢n no s¨®lo almacenando sino identificando y catalogando las piezas. De toda condici¨®n: desde piezas de la ¨¦poca griega y romana hasta picassos. La mir¨ªada de gui?os que ofrece El museo en peligro! permite contrastar las fotograf¨ªas documentales con las piezas, expuestas tal y como aparecen en aquellas, pespuntadas, or ejemplo, por las facturas que la Uni¨® de Electricistes de Olot cobra por los equipamientos que vende a los Mossos d¡¯Esquadra que custodian las piezas (2.170 pesetas) o el plano de evacuaci¨®n en caso de incendios realizado por los bomberos.
152 camiones movilizados
La labor que se hizo es ¡°una demostraci¨®n de pol¨ªtica de gesti¨®n de patrimonio p¨²blico en situaci¨®n extrema¡±, apunta Vilanova. El c¨¦nit de esa estrategia se alcanzar¨ªa con la espectacular doble exposici¨®n de arte medieval que se realiz¨® en Par¨ªs. L¡¯art catalan du X¨¨me au XV¨¨me si¨¨cle, en el Jeu de Paume (marzo-abril de 1937), comport¨® el traslado de centenares de piezas del mejor rom¨¢nico y g¨®tico catal¨¢n por carretera, desde Olot. La muestra del MNAC reproduce una de las salas, en una especie de diorama, con dos de las 115 obras en el lugar exacto que se expusieron: la talla rom¨¢nica de la virgen de Durr¨® y una escultura g¨®tica de Pere Serra. Folch i Torres compar¨® las dos expediciones de camiones con esas piezas con un Arca de No¨¦ ¡°con lo mejor de cada especie art¨ªstica¡±.
El ¨¦xito de p¨²blico fue tal que la muestra se prorrog¨® desplaz¨¢ndose al castillo de Maisons-Laffitte y ampli¨¢ndose a 164 obras. Esa explicaci¨®n proporciona hoy dos piezas in¨¦ditas: los 11 esquemas, dibujos y notas que el propio Folch y Torres realiz¨®, a cuatro manos con el arquitecto Josep Lluis Sert sobre la adaptaci¨®n museogr¨¢fica, y un cartel azul promocional. En una jugada habilidosa, se consigui¨® que el gobierno franc¨¦s cargara con los gastos del traslado, los seguros y los costes de la permanencia de las obras en Par¨ªs. ¡°Es la primera vez que se hab¨ªa una gran exposici¨®n sobre el rom¨¢nico catal¨¢n, que se daba a conocer internacionalmente y eso, que contrariamente se vendi¨® por el franquismo como la operaci¨®n propagand¨ªstica, es una demostraci¨®n de c¨®mo hacer pol¨ªtica cultural en plena Guerra Civil¡±, cree Vilanova a la vista de la documentaci¨®n.
Con la ca¨ªda parcial de Lleida, las obras se trasladaron m¨¢s al norte de Olot: Agullana, Bescan¨® y, sobre todo, el Mas Descals, en Darnius, lugar de triste y sentimental peregrinaje de muchos pol¨ªticos republicanos antes de cruzar la frontera hacia el exilio. En la exposici¨®n, est¨¢ el borrador del texto que Pi i Sunyer deja el 1 de febrero de 1939 para que los sublevados (llegar¨ªan unos d¨ªas despu¨¦s) no tomaran represalias contra los funcionarios que se quedaban custodiando las obras.
Entre todas las operaciones, el ICRPC calcula que se movilizaron 152 camiones. Acabada la guerra, para el retorno de las piezas, se usaron 109, en 69 operaciones. ?Qu¨¦ hizo el franquismo en todo este episodio? ¡°Mentir, ocultar y reprimir¡±, resume Vilanova. ¡°No se reconoci¨® la labor de preservaci¨®n, se acus¨® de saqueo rojo y se persigui¨® a gente¡±, dice el historiador en una muestra circular, que empieza y acaba con Folch i Torres, tres veces represaliado: de febrero a octubre de 1939 fue depurado como funcionario municipal, carg¨® con un expediente de responsabilidades pol¨ªticas y tuvo un consejo de guerra militar. Nunca m¨¢s pudo volver a la vida muse¨ªstica.
Tras una operaci¨®n propagand¨ªstica con la llegada de las obras de la exposici¨®n de Maisons-Laffitte a la Estaci¨®n de Francia el 19 de septiembre de 1939, el franquismo quiso imputar en la Causa General contra la Rep¨²blica el expolio de arte por las autoridades republicanas. Apenas sobrepasaron las 200 las piezas, mayormente de no excesivo valor art¨ªstico o monetario, de las que se perdi¨® el rastro. Todo volvi¨® a sus propietarios, incluidos los privados: los Camb¨®, Plandiura, Amatller, G¨¹ell..., que no siempre lo agradecieron. Finalmente, las autoridades franquistas archivaron la acusaci¨®n. Les gustara o no, la pol¨ªtica de conservaci¨®n de las obras hab¨ªa sido, dadas las circunstancias, para ser expuesta en un museo.
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