El amor de Pau Casals por su ¡®mayordoma¡¯
La escritora Maria Ja¨¦n da voz a Francesca Vidal, la gran pasi¨®n oculta del m¨²sico, en la fidedigna novela ¡®Estimat Pablo¡¯
Dijo que no volver¨ªa a pisar Espa?a mientras Franco estuviera en el poder, pero en 1955 Pau Casals rompi¨® su promesa y se present¨® en su El Vendrell natal para enterrar, en el pante¨®n familiar, a su ¡°ama de llaves¡±, su ¡°mayordoma¡±, como la prensa franquista relat¨®. Se trataba del sepelio de Francesca Vidal, para los m¨¢s allegados al m¨²sico en el exilio, su esposa, aunque no estuvieran casados, el gran amor del genio al menos hasta entonces, en una relaci¨®n que se mantuvo siempre en secreto y pocos conoc¨ªan. Una mujer hist¨®ricamente silenciosa y parcialmente silenciada hasta hoy, que sale de la penumbra y recupera la voz que la escritora Maria Ja¨¦n le ha restituido a partir de la fidedigna novela Estimat Pablo (Rosa dels Vents; Plaza & Jan¨¦s, en castellano).
¡°Lo que no pudo hablar en vida he intentado que lo haga en esta novela; de ah¨ª la opci¨®n en primera persona a partir de una larga carta escrita a Pau; busco que ella se explique y reivindique su papel¡±, fija la autora. Ja¨¦n conoci¨® a Francesca por detallista: visitando la casa-museo del violonchelista en Sant Salvador como guionista de la biograf¨ªa cinematogr¨¢fica Pau, la for?a d¡¯un silenci (2017), se percat¨® de que en una pared hab¨ªa una fotograf¨ªa de una Paquita Capdevila en delantal en la residencia del m¨²sico en su exilio de Prades (Francia). La imagen estaba junto a un cuadro de una joven, La violoncelista descansant, de la famosa artista modernista Llu?sa Vidal. Tras investigar, at¨® cabos y supo que esa Frasquita Capdevila, como tambi¨¦n se la conoc¨ªa, era Francesca Vidal Puig, hermana de la c¨¦lebre pintora.
No necesit¨® mucho m¨¢s la autora de la popular¨ªsima Amorrada al pil¨® (1986) y La pin?a birmana (2009) y guionista de la televisiva El cor de la ciutat o la cinematogr¨¢fica La vampira de Barcelona (2020) para intuir que hab¨ªa una gran historia. Entre libros y correspondencias privadas, Ja¨¦n fue reconstruyendo la sacrificada vida de Tit¨ª, como la acabar¨ªa llamado el m¨²sico. Hab¨ªa confianza para ello: Francesca, con apenas 16 a?os, era alumna de un tambi¨¦n jovenc¨ªsimo con 19 a?os, pero ya virtuoso, Casals. Qued¨® prendada al momento. ¡°¡®Hoy hemos visto al teu Casalet¡; el teu Casalet ha hecho esto otro¡¯, le dec¨ªan sus hermanas¡±, asegura Ja¨¦n, que ha extra¨ªdo buena parte de los di¨¢logos y las situaciones de la correspondencia y los diarios familiares de los Vidal: ¡°Todo lo que hay en la novela ocurri¨®, los pasos dram¨¢ticos son todos reales, lo ¨²nico es que est¨¢n ficcionados para hacerlo m¨¢s literario¡±, aclara.
La realidad le puso f¨¢cil la ficci¨®n. Frasquita o Tit¨ª, mucho m¨¢s t¨ªmida y convencional que su feminista hermana pintora, ¡°reconoci¨® desde el primer momento la genialidad del m¨²sico y su humanismo y generosidad¡±, cree Ja¨¦n, y esper¨® a?os a que se le declarara. Era en vano porque a la creciente y ajetreada vida de conciertos del joven Casals se uni¨® cierta intensidad amorosa, como demostr¨® la explosiva relaci¨®n que mantuvo con la violonchelista portuguesa Guilhermina Suggia. El m¨²sico, aparentemente, s¨®lo ve¨ªa en Frasquita una alumna muy aventajada, hasta el extremo de que le propuso que le sustituyera en una gira internacional con Alb¨¦niz y Granados, que ella finalmente declin¨®. ¡°Demostr¨® ser otra profesora de violonchelo excelente hasta la Guerra Civil y habr¨ªa sido una gran concertista, algo que no acept¨® por su mentalidad y la de la ¨¦poca¡±.
Francisca acabar¨ªa cas¨¢ndose con un amigo del propio m¨²sico, Felip Capdevila, que ¨¦l mismo le present¨®. El matrimonio dur¨® hasta 1921, cuando su esposo muri¨®. No tuvieron descendencia. Para Ja¨¦n, ¡°Casals no se dio cuenta de que la quer¨ªa hasta que ella qued¨® viuda¡±, sentimiento que seguramente reforz¨® el fracaso de su matrimonio con la soprano norteamericana Susan Metcalfe, que nunca le concedi¨® el divorcio.
Que ¨¦l siguiera oficialmente casado, las convenciones del momento y que fueran fervientes cat¨®licos los llev¨® a fingir y a ocultar su relaci¨®n. Fue el propio Casals quien pidi¨® a Tit¨ª que le acompa?ara en su exilio a Prades. ¡°Ella hizo grandes renuncias por estar a su lado, hasta acab¨® regalando su violonchelo a una alumna porque entendi¨® que en el exilio el poco espacio que quedaba para la m¨²sica ser¨ªa para el maestro¡±, recuerda Ja¨¦n, que apostilla: ¡°Cuando los nazis registraron la casa de Casals o ¨¦ste visitaba los campos de refugiados, ella tambi¨¦n estaba ah¨ª, compartiendo angustia y miedos y el no poder ver a sus familias, pero en las biograf¨ªas del m¨²sico suele obviarse esa presencia¡±.
Ese estar a su lado toda su vida, el impacto de ese sacrificio en Francesca, es la raz¨®n de ser de Estimat Pablo, que la autora enmarca con un retrato de la sociedad modernista catalana y de la familia Vidal, ¡°fascinante, con un padre obsesionado con la educaci¨®n art¨ªstica de sus 12 hijos, de los que sobrevivieron 11, nueve chicas, y que acab¨® loco; entre todos me poseyeron¡±, admite la escritora.
La novela acaba en 1955, con el excepcional regreso de Casals, gesto que Ja¨¦n entiende porque cree que se sinti¨® ¡°obligado para compensar as¨ª que Francesca le dedicase su vida; por ello tambi¨¦n est¨¢n enterrados juntos¡±. El genio pag¨® un peaje por esa visita que le oblig¨® a pedir permiso a las autoridades franquistas y que se convirti¨® en la ¨²ltima vez que estuvo con vida en Catalu?a: ¡°Hubo amigos y gente del entorno pol¨ªtico que consider¨® esa promesa rota de Casals como una traici¨®n: ¨¦l representaba un s¨ªmbolo contra el fascismo y ese s¨ªmbolo se desmontaba¡ Todo aquello fue un momento emocionalmente muy doloroso para Casals¡±. Por partida doble. Pero, como bien sab¨ªa el m¨²sico, pocas cosas hay m¨¢s densas que los sentimientos.
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