Marina Subirats: ¡°Cuanto m¨¢s se avanza en derechos, m¨¢s afloran los discursos reaccionarios¡±
La soci¨®loga teme el auge de la extrema derecha, cree que ¡°la izquierda debe dejarse de divisiones¡± y lamenta que la clase trabajadora ¡°no tenga proyecto propio¡±, aunque augura que el movimiento obrero puede resurgir
Dice Marina Subirats (Barcelona, 79 a?os), que la Escola del Mar casi le salv¨® la vida. ¡°Con solo cuatro a?os ya hab¨ªa pasado por cuatro escuelas y hubiera sido una alumna de fracaso escolar, pero fui tan feliz¡ me enganch¨® a los libros¡±. Con un siglo de historia, el centro sigue siendo uno de los referentes de escuela municipal y republicana. La educaci¨®n, junto al feminismo, las clases sociales o las desigualdades, han sido las especialidades de Subirats. Fil¨®sofa y soci¨®loga, quien ha sido catedr¨¢tica, directora del Instituto de la Mujer en los 90, concejal de Educaci¨®n del Ayuntamiento de Barcelona a comienzos de este siglo (acept¨® para devolver al consistorio lo que le hab¨ªa dado de ni?a) o autora de la primera encuesta Metropolitana de Condiciones de Vida, est¨¢ oficialmente jubilada. Pero sigue escribiendo art¨ªculos, dando conferencias y est¨¢ terminando un libro.
¡°No es lo de antes, pero hago muchas cosas¡±, admite. Tambi¨¦n lee, pasea y viaja. Y disfruta del nieto de su pareja. ¡°Vivimos desde hace 20 a?os cada uno en su casa¡±, aclara desde la casa donde pasa los veranos, en el Baix Empord¨¤. La charla es por tel¨¦fono, por culpa del inoportuno covid de quien esto escribe, justo cuando ten¨ªan prevista la entrevista.
Subirats es de una generaci¨®n que tuvo la convicci¨®n de que ¡°despu¨¦s de la Guerra hab¨ªa que reconstruir, rehacer muchas cosas¡±. Por eso, despu¨¦s de estudiar filosof¨ªa y tener ¡°la impresi¨®n de no saber nada¡±, se march¨® a Par¨ªs, reci¨¦n casada, a vivir y estudiar sociolog¨ªa. Se form¨® con profesores de la talla de Alain Touraine, Pierre Bordieu o Pierre Villar. ¡°Ahora no hay esas necesidades y pensamos en t¨¦rminos individuales, pero, entonces, el sentimiento de p¨¦rdida era enorme. Durante el Franquismo, intentamos mejorar cada uno en lo suyo, porque aquello era invivible¡±. Milit¨® en Bandera Roja, el PSUC e ICV.
En el cap¨ªtulo del feminismo, conviene que ha llovido mucho desde su ¨¦poca al frente del Instituto de la Mujer. ¡°Estamos mucho mejor, pero los peligros son mayores: porque los ataques son m¨¢s fuertes, y porque al crecer como movimiento social, es muy dif¨ªcil que no haya divisi¨®n¡±. Celebra los avances en presencia de las mujeres en la esfera p¨²blica y ¡°en el terreno ideol¨®gico¡±. Pero alerta de que el feminismo ¡°se ha convertido en un elemento pol¨ªtico que es utilizado por los partidos a favor o en contra: cuando hay hombres que consideran que pierden privilegios, todas las posturas antifeministas encuentran un eco¡±.
¡°Desde que el feminismo es fuerte hay aspectos en peligro, mira la derogaci¨®n del derecho al aborto en Estados Unidos¡±, avisa. ¡°La paradoja es que cuanto m¨¢s se avanza en derechos, m¨¢s afloran los discursos reaccionarios¡±. Subirats apuesta por ¡°un frente muy unido¡±, pero lamenta: ¡°Las mujeres no sabemos luchar, no hemos participado en guerras, no tenemos h¨¢bito de estrategia, ni t¨¢cticas, nos resulta m¨¢s dif¨ªcil defendernos. Igual deber¨ªamos utilizar el chantaje, pero no es lo nuestro. Los liderazgos femeninos son m¨¢s sanos, pero las normas son androc¨¦ntricas¡±.
Subirats ve en el feminismo y la lucha contra el cambio clim¨¢tico los dos grandes movimientos del momento. ¡°Agradezco al actual equipo de Gobierno de Barcelona que saque coches de la ciudad, que se haya convertido en algo prioritario, vivo en el centro y nos jugamos la salud¡±, dice. Y observa un tercer movimiento en auge: el obrero. ¡°Cuando hay exceso de mano de obra sobra trabajadores, pero ahora tengo la impresi¨®n de que el viento est¨¢ cambiando. Si falta de mano de obra en algunos sectores, puede revivir¡±.
Mientras, est¨¢ ¡°estremecida¡± con el auge de la extrema derecha en Espa?a. Lo argumenta de corrido: ¡°Tiemblo con la sola idea de que esta gente se pueda imponer. Los que hab¨¦is nacido en democracia pens¨¢is que es algo de la historia, pero los que hemos vivido la diferencia sabemos de qu¨¦ va. Con las personas de derechas puedo no estar de acuerdo, pero esta gente no discute, ataca. Es la diferencia, te hacen callar a hostias. Pensar que puedan tener poder es volver siglos atr¨¢s en derechos, libertades, educaci¨®n, mujeres¡ da miedo¡±.
A la pregunta de qu¨¦ piensa, como persona de izquierdas, del auge de la extrema derecha en barrios populares, responde que lo entiende ¡°como soci¨®loga¡±. ¡°La gente no es espont¨¢neamente de derechas o izquierdas, depende del ambiente y las ideas. Ahora las ideas que llegan son las de la tele. Lo entiendo en un momento de crecimiento de las desigualdades, la gente est¨¢ peor y necesita esperanza¡ y ahora la izquierda no es potente, deber reforzarse y dejarse de divisiones¡±, exige. Crisis de la izquierda que, apunta, en muchos casos han estado vinculadas a ¡°egos masculinos nefastos¡±.
Del legado de su paso por el Ayuntamiento destaca la ampliaci¨®n de la red de guarder¨ªas p¨²blicas y --ojo a porque es un tema del que ahora se habla mucho--, de un programa de recuperaci¨®n del verde en patios escolares cuando estaban desapareciendo para dar paso al cemento y los juegos de pelota. En el gobierno de la ciudad tambi¨¦n vel¨® por frenar el cierre de bibliotecas escolares. Para Subirats, ¡°para tener una escuela es suficiente con un jard¨ªn y una biblioteca: un punto de contacto con la naturaleza y otro con la cultura¡±. De la actual escuela p¨²blica lamenta que no se hayan corregido los recortes y que ¡°por temas pol¨ªticos estemos encallados en la renovaci¨®n pedag¨®gica¡±. ¡°Si no se hace lo necesario y se sigue clasificando a los alumnos por notas dejaremos a muchos atr¨¢s en un momento fundamental de su vida¡±, avisa.
Mirando al futuro, Subirats lamenta el individualismo y cree que los ¡°j¨®venes no est¨¢n preparados para la adversidad¡±, ante, por ejemplo, un oto?o donde pintan bastos. ¡°Han tenido muchas posibilidades, comodidades y derechos, ?c¨®mo resistir¨¢n cuando haya problemas? No est¨¢n educados para la responsabilidad como lo fuimos nosotros, para entender que en la vida no est¨¢ todo garantizado, que hay ¨¦pocas de todo¡±. ?Est¨¢ la gente adormilada? ¡°No hay h¨¢bito de acci¨®n colectiva, la hubo con el independentismo, pero ha sido un fracaso y no es un buen precedente¡±.
En este contexto, las desigualdades crecen y no ayuda. Subirats, que realiz¨® un gran estudio sobre las clases sociales en Barcelona entre 1985 y 2006, est¨¢ preocupada por la brecha: ¡°La prueba es que la representaci¨®n pol¨ªtica est¨¢ fragmentada, aumentan los extremismos; las posiciones m¨¢s centrales, que representan la cohesi¨®n, son abandonadas y la cohesi¨®n se agrieta¡±, reflexiona. Hablando de clases, observa que ¡°hay m¨¢s diferencias que nunca, pero la clase trabajadora no tiene tanta conciencia y no tiene proyecto propio. Ha habido aparatos ideol¨®gicos que han dicho que la sociedad va bien, que todos somos iguales y que no hay clases¡±.
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