Robadors 23, el reducto del flamenco en Barcelona donde empez¨® Rosal¨ªa
Silvia P¨¦rez Cruz, Mala Rodr¨ªguez, Rita Pay¨¦s o Ni?o de Elche han actuado, cantado, bailado, palmeado e improvisado en este local del Raval que cumple 20 a?os
El rumor nocturno del Raval comienza en la plaza de Aureli Capmany y desciende por la calle de L¡¯Hospital, a trav¨¦s de los que respetan su turno en la cola para conseguir el sello prometido del garito de moda de la ciudad. A la altura del n¨²mero 85, el ruido tuerce la esquina de En Robador, pasa por debajo de los cables de la colada hasta llegar al n¨²mero 23. Frente del locutorio y vecino al punto de queda de las caceroladas de la asociaci¨®n Putas Indignadas, como cada noche, abre sus puertas Robadors 23, el reducto del flamenco underground en Barcelona.
Hace 20 a?os, el guitarrista Albert Pons (Barcelona, 49 a?os), junto a los m¨²sicos de jazz August Corominas y Joan Suquer reconvirtieron un hogar ¡°abandonado¡± despu¨¦s de un duro divorcio en un local de m¨²sica en directo. ¡°Cuando viv¨ªa en el piso, todas las semanas se reun¨ªan aqu¨ª para hacer jazz. Y, como Suquer conoc¨ªa la noche barcelonesa (regentaba La Ruta de los Elefantes), decidimos embarcarnos en otro desastre financiero¡±, recuerda Pons. ?l y sus socios empezaron ofreciendo gratis las actuaciones y haciendo malabares con ¡°la caja de la barra¡± para animar a los m¨²sicos a tocar. La estrategia de negocio ha superado las expectativas de los emprendedores: Robadors 23, el local que hace 18 a?os acog¨ªa jazz y m¨²sica latina, que baj¨® el volumen para adaptarse a la normativa municipal, y que se convirti¨® en el primer escaparate de la que despu¨¦s ser¨ªa mundialmente conocida como ¡°Motomami¡±, cumple 20 a?os.
¡°Rosal¨ªa se mov¨ªa por el barrio a la salida del Taller de M¨²sics y ven¨ªa al local con sus compa?eros. Sobre este escenario cantaba flamenco pero nadie le hac¨ªa mucho caso, tampoco ¨¦ramos un bar conocido¡±, reconoce Pons. Otros artistas como Silvia P¨¦rez Cruz, Mala Rodr¨ªguez, Rita Pay¨¦s, K.C.O, Marco Mezquida o Ni?o de Elche tambi¨¦n han dejado su huella en este local. Cuando el Sol apura los ¨²ltimos minutos de protagonismo, el n¨²mero 23 ¨Dcon la persiana a medio bajar¨D pasa desapercibido. En su interior, sentado en un taburete alto junto a la barra, Pons apura una copa de Rioja. ¡°Tenemos una media hora para calentar y cambiarnos antes de que llegue la gente¡±, le advierte Miguel Hern¨¢ndez, quien descansa en la silla contigua y planea el repertorio de la noche con la bailaora Ainoa Lara.
Hern¨¢ndez canta ¡°de toda la vida¡±, gracias a la sucesi¨®n de casetes de flamenco que su padre le pon¨ªa desde que era peque?o. Ahora compagina su trabajo con actuaciones en algunos de los mejores tablaos de la ciudad y con visitas frecuentes a la calle Robadors: ¡°Conozco a Pons por defecto, la comunidad flamenca de Barcelona somos como una secta. Siempre que se puede nos reunimos aqu¨ª, hacemos unas llamadas, formamos una bandita y nos juntamos a improvisar y a disfrutar, as¨ª se vive el flamenco¡±, se?ala Hern¨¢ndez. Los fines de semana, el local ofrece uno o dos conciertos y esta noche Pons, Hern¨¢ndez y Lara, junto a Antonio Villaverde con el caj¨®n, son los encargados de abrir la sala.
Al comp¨¢s de las ocho campanadas de la Iglesia del Carme, Pons arranca los primeros acordes a la guitarra y Hern¨¢ndez alza la voz, bajo el foco central del escenario. La m¨²sica choca contra las paredes de piedra de la sala donde no cabe un alfiler: algunos logran asomar la cabeza entre los barrotes de la escalera, pero los menos afortunados se conforman con el reflejo del taconeo y el vaiv¨¦n de los flecos del mant¨®n de Ainoa, en los espejos colocados sobre las mesas de madera. Lo que distingue a Robadors de otros tablaos barceloneses como el Cordob¨¦s, Los Tarantos o Palau Dalmases no son los int¨¦rpretes¨Dla mayor¨ªa act¨²a en ambos sitios¨D sino el p¨²blico: ¡°Solo el 20% son turistas, el 40% estudiantes de m¨²sica y el resto gente de aqu¨ª¡±, asegura Pons. ¡°Quiz¨¢s si subi¨¦ramos el precio de las actuaciones, los locales dejar¨ªan de venir¡±, a?ade. La magia de este local brota de su prop¨®sito de ser ¡°punto de encuentro y portal de presentaci¨®n de artistas¡±, como lo define Hern¨¢ndez.
Cuando los conciertos terminan, Robadors 23 permanece abierto para dar cobijo a los curtidos en la noche en busca de la pen¨²ltima copa. Alrededor de la 01.30, un grupo de m¨²sicos se re¨²ne en el local despu¨¦s de trabajar. La distribuci¨®n de las mesas ya no importa, las sillas se concentran en torno a Federico y su guitarra, dando comienzo a la actuaci¨®n improvisada. Federico se r¨ªe al escuchar el nombre Rosal¨ªa: ¡°Es tan extra?o que ahora se la busque como a una estrella cuando hasta hace nada ven¨ªamos aqu¨ª despu¨¦s de estudiar en el Taller de M¨²sics¡±, confiesa.
?lvaro L¨®pez (Miranda de Ebro, 39 a?os) les ha tomado el relevo: ¡°All¨ª podemos relacionarnos en torno al flamenco de manera libre. Habr¨¢ quienes lo vean como una fiesta, de hecho se llama juerga, pero esta interacci¨®n es la mejor forma de crecer como artista¡±, subraya. Fuera del escenario, los m¨²sicos pueden improvisar con m¨¢s libertad, escuchar las interpretaciones de otros compa?eros, ver a los bailaores cantar o a los cantaores tocar la guitarra o probar nuevos patrones de palmas. ¡°Robadors 23 es el sitio donde descubrirte, aprender de tus compa?eros y donde te encuentras a artistas que idolatras que pasan por all¨ª cada vez que vienen a la ciudad¡±, concluye.
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