Un parque, dos tuber¨ªas y Henry Fiol: la salsa en Madrid se reinventa
El grupo de Salsa Tabacalera se adapta a las recomendaciones sanitarias para seguir bailando son cubano en espacios al aire libre y con un aforo reducido
Cuando Juan Margallo llega a la plaza de Puerta de Toledo de Madrid todo el mundo le mira. En una mano lleva un altavoz y en la otra, seis finas tuber¨ªas atadas con una cinta de carrocero reutilizada. Las planta en el suelo y mientras, engancha el bluetooth del m¨®vil al altavoz, va llegando el grupo: Luz, Samu, Marta... Se saludan sin besarse ni abrazarse. Comentan lo extra?o que es todo y c¨®mo la lluvia de ese jueves acompa?a el ¡°escenario pand¨¦mico¡±. Y de pronto pasa. Las bocinas se encienden y retumban las congas de Henry Fiol en todo el parque. Se oyen las trompetas y la percusi¨®n y entonces el son cubano lo va llenando todo poco a poco. El grupo de seis se empareja enseguida y toman dos tuber¨ªas, que agarra cada uno por un extremo. Estos ser¨¢n los brazos extensibles de pvc ¨Dy covid-free¨D en la clase de salsa de hoy. La nueva normalidad no se olvid¨® del baile.
Las normas son las mismas, pero apenas unos palos lo cambian todo. Luz Marleny Chaparro dice que la salsa ¡°no sabe igual¡±, si no puedes tocar al compa?ero. ¡°Es como si faltara algo¡±, reconoce entre canci¨®n y canci¨®n. La mujer, de 50 a?os, es de Cali (Colombia), ¡°la capital de la salsa¡±, recuerda. A ella este ritmo le viene en los genes: ¡°Este baile tiene algo adictivo. Para m¨ª, el jueves es el d¨ªa en el que te distraes y la pasas rico¡±. Ni la pandemia ni el mal tiempo han borrado esta tradici¨®n del grupo Salsa Tabacalera, que llevan m¨¢s de una d¨¦cada juntando en el centro cultural de Embajadores a gente de todos los niveles sociales una vez por semana. ¡°Nos adaptamos a estos tiempos tan raros, pero las ganas son las mismas¡±, a?ade.
La pandemia tambi¨¦n cancel¨® todos los planes de esta comunidad salsera, cada vez m¨¢s presente en la capital. Ni clases, ni encuentros, ni festivales. Apenas algunas clases en vivo a trav¨¦s de redes sociales y estas quedadas reducidas al aire libre y con mascarilla. ¡°Menos mal que tenemos internet. Es dif¨ªcil explicar qu¨¦ tiene esto que engancha¡±, narra Samuel Villa, la pareja de baile de Chaparro.
Desde que se inaugur¨® la nueva normalidad en Madrid a mediados de junio, los bailarines decidieron volver a la pista, pero sin olvidar las medidas de seguridad sanitarias. La gran ¡°familia salsera¡± de m¨¢s de 100 miembros se turna en los numerosos grupos de WhatsApp para hacer peque?os equipos de seis y quedar cada jueves en un parque madrile?o para bailar sin tocarse.
¡°Tienes que ser r¨¢pido en apuntarte¡±, explica Marta Fern¨¢ndez, ¡°Porque todos queremos bailar pero el aforo es el que es¡±. Esta madrile?a de 40 a?os se reconoce ¡°exmetalera¡± entre risas. ¡°Hace ocho a?os que vine a la primera rueda por hacerle un favor a un amigo. Y cuando los vi, pens¨¦: Yo quiero estar en ese c¨ªrculo de energ¨ªa¡±, cuenta.
La rueda cubana o casino es una coreograf¨ªa improvisada en la que las parejas bailan simult¨¢neamente formando un c¨ªrculo. El que lidera, anuncia el nombre de las figuras y todos les siguen sin perder el ritmo, encadenando una a una. En esta peculiar rueda, dirige Margallo. ¡°Dame, aspirina de la chica, enchufla, dile que no¡±, enumera cada ocho tiempos. Alrededor, nadie entiende nada. Pero para ellos estas palabras son los c¨®digos para cambiar de pareja o dar vueltas. Entre los acordes de una canci¨®n de Elio Rev¨¦, se escucha el ¡°un, dos, tres, cinco, seis, siete¡± de uno de los bailarines, los palos chocando y las risas de Fern¨¢ndez. ¡°Shhhh¡±, dice Margallo. ¡°Perd¨®n, perd¨®n. Es que estas tuber¨ªas¡¡±, responde ella.
Juan Margallo, de 50, es un profesor estricto y purista. ¡°Sabe muy bien lo que hace. Es un crack¡±, coinciden sus alumnos. Hace 12 a?os que da clases de son cubano en Madrid. ¡°Este estilo es minoritario pero mucho m¨¢s bonito. Tiene mucho m¨¢s contenido¡±, cuenta. ¡°Hoy en d¨ªa hay una tendencia a bailar salsa en l¨ªnea [un estilo adaptado], y¡¡±, piensa bien sus palabras. ¡°A m¨ª no me gusta nada¡±, concluye. Sus ojos escanean los pies de sus pupilos mientras repite incansable las correcciones sin dejar de bailar. Los palos empezaron siendo un remedio, pero no descarta mantenerlos en un futuro: ¡°Es muy importante el uso del cuerpo en el baile. Y los palos te obligan a salir de los h¨¢bitos que se te han pegado y a hacerlo bien, porque no te apoyas en el otro, no te dejas caer¡±.
La localizaci¨®n de este jueves trae recuerdos a este nost¨¢lgico de los ritmos m¨¢s aut¨¦nticos. En una de las esquinas de la plaza, en los a?os noventa, el Caf¨¦ del Mercado ¡°era un lugar m¨ªtico¡±: ¡°Tocaban bandas buen¨ªsimas en directo, era una ¨¦poca gloriosa. Pero ahora todo se mete en el mismo saco de la salsa y no lo es¡±, critica el profesor. Hoy, el local est¨¢ vac¨ªo. Estas quedadas son, dice, un pedazo de ese ¡°son de verdad¡±. ¡°Es cierto que estamos en un momento de crisis, pero podemos hacer casi todo, aunque en condiciones diferentes. Bailar tambi¨¦n¡±.
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